viernes, 16 de octubre de 2009

Qué se recomienda ir a ver a cine (y qué no)

Una vez más peco de prepotencia en el título de este post, que escribo cada cierto tiempo y que tiene vocación de servicio público (ya sabéis, de WC). La idea es orientar a los desorientados a la hora de elegir una película en la que invertir una media de 7’5 € (carallo, qué caro se está poniendo lo de ir al cine). Y la prepotencia del título radica en que lo que vais a leer es simplemente mi breve y modesta opinión, y encima yo no soy crítico, con lo cual: ¿qué se recomienda ir a ver al cine? Pues lo que os salga del níspero o en su defecto papaya. Yo sólo aporto algún datillo de nada a vuestras absurdas elucubraciones.
Y siempre os digo lo mismo: no he visto la totalidad de estas películas, pero sí la mayoría. Las demás opiniones las comparto con vosotros a través de comentarios que me han hecho en persona (nada de reseñas en periódicos, que para eso no necesitáis mi ayuda) críticos de cine, directores de pelis, periodistas especializados o personas ajenas al mundillo, pero de las que me fiaría incluso a la hora de pedir consejo para comprar un boli.
QUÉ SE RECOMIENDA IR A VER
  • SI LA COSA FUNCIONA. Woody Allen vuelve por sus fueros, si es que alguna vez los abandonó. Y de nuevo en su cine, la sencillez inteligente se eleva sobre el artificio pomposo (no sé muy bien lo que he querido decir con esto, o para ser exactos, sé muy bien lo que quería decir pero no sé muy bien lo que he dicho).
  • MALDITOS BASTARDOS. Lo que hace aquí Tarantino con su violencia, su humor negro y todo lo que quieras, es un ejercicio de buen rollo para hacernos soñar con que la Historia podría haber transcurrido de otra manera. Es como una venganza utópica, pero qué bien sienta, coño.
Los malditos bastardos de Tarantino con Tarantino, que cada día se parece más a la caracterización de Joaquín Reyes.
  • KATYN. En cambio, Andrzej Wajda nos recuerda que por mucho que mole cambiar la Historia, ésta fue como fue. Durita durita pero buena buena (perdón, esto parece un anuncio por palabras en una revista de porno gay).
  • YO, TAMBIÉN. Mejor actriz y mejor actor en el Festival de San Sebastián. Una historia bien contada y tierna, y con la lagrimita que provoca siempre el tema del síndrome de Down, con el aliciente de que el discurso que transmite la película es el mismo que defiende el actor Pablo Pineda.
  • EL SECRETO DE SUS OJOS. Bonita, inteligente, diferente… Además, la presencia de Ricardo Darín daría sentido incluso a un drama romántico ambientado en la Suecia de los años 70, dirigido por Mariano Ozores y protagonizado por Leticia Sabater (pregunta de Trivial: ¿dónde trabajaron juntos estos dos?).
  • ÁGORA. Aunque no me emocionó ni me encandiló, creo que no pasa nada por verla. Es un peliculón en toda regla. No me parecería justo mandarla al bloque de “No hay que ir a ver…”.
  • UP. La décima maravilla de Pixar. La décima maravilla del mundo.
Up. Deliciosa.
QUÉ SE RECOMIENDA IR A VER, PERO SÓLO SI NO SE NOS OCURRE OTRA

  • [REC]2
    . Como ya os conté, yo no le he encontrado ninguna gracia que no tuviera la primera parte. Pero eso no quiere decir que sea mala, ojo, además está arrasando en taquilla y a la gente le está gustando, entre ellos a Javier Ocaña de El País, un amigo tan brillante que cada vez que le gusta una película que a mí no, o viceversa, me hace pensar que yo soy el equivocado.
  • GORDOS. Pues lo mismo. No me parece una obra maestra, pero se deja ver y echas unas risas. El que me cae cada vez mejor es su director, Daniel Sánchez Arévalo, del que ya os hablaré más despacio otro día porque coincidimos en un programa de radio. “Coincidir” debe entenderse aquí como que él estaba invitado al programa y yo me apunté para conocerle.
  • PARÍS. En Francia ha tenido mucho éxito, y es comprensible, pero no deja de ser una de esas películas basadas en “vidas cruzadas”, o sea, diferentes historias que de pronto se encuentran. Pero al contrario que en las películas de Iñárritu, éstas van por orden en el tiempo.
  • MOON. Vaya por delante que aún no he podido ver el debú en cine del hijo de David Bowie, Duncan Jones. “¿Y por qué no se llama entonces Duncan Bowie?” “Pues porque David Bowie se llama en realidad David Robert Jones, mis queridos julandrones”. “Ah”. La ubico en esta categoría porque me llegan vibraciones contrapuestas: acaba de ganar el premio a la mejor película en Sitges, pero a Javier Ocaña le ha aburrido mucho (pobre, le menciono más que Belén Esteban a Andreíta, cualquier día me cobra derechos). Y para colmo,  en el On Madrid les ha gustado. Así que la dejo aquí, a medias.
QUÉ SE RECOMIENDA NO IR A VER
  • ¡EL SOPLÓN!. Podría ser buena, pero no lo es, porque al final no sabes si Soderbergh quería hacer una comedia y le ha salido un thriller o al revés, porque no te enteras de nada de lo que están pretendiendo los protagonistas y porque a Matt Damon se le ve un poco perdido y también un poco gordito. Lo segundo lo ha hecho aposta, pero lo primero creo que no.
  • DISTRICT 9. Una de invasores marcianos y campos de concentración, con supuesta acción y pretendidas metáforas. Un día me llamó Javier Cárdenas (Cadena Dial) y me dijo: “¡José María! (Javier siempre me llama José María, dicho así, con mucho entusiasmo) ¡Me voy al cine! ¿Qué veo? ¿District 9  o Anticristo?” Le mandé a District 9. Ese mismo viernes me lo reprochó en antena. Si le llego a mandar a Anticristo, yo creo que directamente me despide.
Cartel del campo de concentración de "District 9".
  • IMAGINE. Es de Eddie Murphy y una niña. ¿Hace falta decir más?
  • LOS SUTITUTOS. A estas alturas ver una peli apocalíptica de robots en la que Bruce Willis hace de policía-robot, me da una pereza… ¡Si a mí Bruce Willis en El sexto sentido ya me parecía un robot!

Total: hacedme caso, no me lo hagáis, elegid una película, vedla, añadid alguna recomendación positiva o negativa, poned agua al fuego… pero haced algo, amigos, que no se diga que somos unos sosainas. Besos.

martes, 13 de octubre de 2009

Adjudicado

He leído durante estas semanas algunas noticias sobre subastas. Me llama la atención el tema de las subastas, aunque nunca he estado en una. Estoy seguro de que si asistiera, me dejaría llevar por la emoción y pujaría desproporcionadamente por un paquete de anacardos, sólo por el placer de oír eso de: “El caballero de la mirada inquietante y la barba fusiforme ha ofrecido 20.000 euros, ¿alguien ofrece 20.001? ¡Adjudicado al cretino de la mirada inquietante y la barba fusiforme!” Sí que he estado en una lonja gallega en una subasta de pescado a la baja, pero no pujé porque era un poco estresante y estaba rodeado de profesionales del gremio, y no venía a cuento pujar por una ración de chopitos, que es lo que yo quería. ¿Nunca habéis estado en una subasta a la baja? Molan un pasote, tía.
El caso es que leo recientemente que el Teatro Lara de Madrid ha subastado sus viejas butacas para financiar su reforma y cambiarlas por unas nuevas. Lo de “subasta” era de mentirijillas, porque costaban 350 euros te pusieras como te pusieras, pero la llamaron así. A mí me encantaría tener una butaca del Teatro Lara en mi salón, si viviera solo seguro que la tendría ya, pero por suerte vivo con alguien a quien le cuadran mejor las cuentas, porque si yo viviera solo tendría un montón de chorradas carísimas y no tendría dinero para pagar la casa en la que meterlas. Así que en vez de una silla del Lara, tengo una mesa del Ikea.
También leo que hace una semana se ha subastado una serie de objetos de Ingmar Bergman: desde el famoso tablero de ajedrez de El séptimo sello hasta su equipo de música. Picado por la curiosidad que suscita en mis adolescentes meninges la combinación “subasta + cine”, decido llamar a mi hermana Beatriz para que me cuente cuáles son las cosas más extrañas por las que los mortales hemos podido pujar en nombre del séptimo arte (mi hermana Beatriz es mucho más cinéfila que yo, y sabe mucho más de estos temas. Para compensar esta injusticia, Dios me dotó con unos peronés arrebatadoramente sexies de los que ella carece). Y mi hermana me habló de:
  • El vestido negro de Givenchy que llevaba Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes. Fue vendido por unos 630.000 euros, el precio más alto jamás pagado por una prenda de vestir confeccionada expresamente para el cine.
El vestido de Audrey. Cualquier hombre en sus cabales pujaría por él.
  • Porque luego hay prendas por las que se ha pagado mucho más, pero que no estaban hechas para el cine. El vestido que llevaba Marilyn para cantarle el “Happy Birthday” a John Fitzgerald Kennedy superó esta cifra, y fue adquirido por más de 680.000 euros. En cambio, el camisetón rojo con el que Fofó le cantó el “Feliz, feliz en tu día” a Arias Navarro, nunca se subastó. Es más, tal vez esta historia nunca sucedió.
  • Para acabar con los trajes: el de Christopher Reeve en Superman alcanzó 80.000 euros. Es tan barato porque sólo se puede usar como pijama y con los gallumbos por dentro. Y por el coñazo de tener que buscar una cabina de teléfonos para ponérselo, porque ya casi no quedan.
Ahora viene una tanda de objetos por los que reconozco que hubiera pujado gustoso:
  • Uno de los bastones que Charles Chaplin utilizaba para hacer de Charlot: Unos 7.000 euros.
  • La estatuilla de El halcón maltés, que como todos sabéis, estaba hecha del material con el que se hacen los sueños. 32.000 euros. A mí me vendría genial, porque últimamente no pego ojo, pero creo me sale más a cuenta la Dormidina.
  • El platillo volante en miniatura de Planeta prohibido. ¿Por qué me interesa semejante frikada? Pues porque es de una película de Leslie Nielsen. 700.000 eurazos.
  • El anillo que llevaba Bela Lugosi en Drácula. 27.000 euros. Pujaría encantado por cualquier objeto de Bela Lugosi.
  • La bola de discoteca de Fiebre del Sábado Noche. Unos 4.700 euros. Iría fenomenal en mi casa, que está decorada en un estilo retro-pop. De hecho ya tenemos una bola, pero más pequeña. La nuestra es del tamaño de un huevillo de John Travolta. Bueno, es mentira, es mucho más grande.
  • Los bañadores de Pamela Anderson y David Hasselhoff en Los vigilantes de la playa. No digáis que no molaría ir por Gandía con el bañador rojo, corriendo a cámara lenta, y tu chica al lado con el de Pamela Anderson moviendo sucintamente las peras. Te quedarías con toda la gente. Unos 2.000 euros el de ella y unos 1.000 el de él. Esto empieza a parecer la megafonía de El Corte Inglés.
Los bañadores de "Los vigilantes de la playa". Dios, cómo molan.
Y ahora una serie de objetos por los que yo no pujaría, pero que me han hecho gracia y si me los regalaran, me los quedaría:

  • El látigo de Indiana Jones: 40.000 euros. Ideal para sadomasoquistas.
  • La cabeza de C3PO en El retorno del Jedi. Yo me la pondría para darle sustos a mi cuñada Rosa. 47.000 euros.
  • Ya que estamos en Star Wars, la espada láser utilizada por Luke Skywalker: Unos 120.000 euros. A mí me viene bien como mechero para encender la pipa desde lejos.
La espada Láser de Luke. Yo prefiero la de Darth Vader, porque puedes usarla para cortarles las manos a los niños mientras les dices: "Yo soy tu padre" con la voz de Constantino.
Por subastarse, se ha llegado a subastar una cita con Scarlett Johansson por 27.000 euros y con Anne Hathaway por 8.000 (para fines benéficos). Seguro que a la cita va también su representante, y hasta es posible que luego no te dejen copular con ellas al tiempo. Pues vaya caca de cita.

Pero a mí en realidad lo que me gustaría es ir a una subasta y que el lote lo formaran, por ejemplo, estas cinco cosas:
  • El envoltorio del chicle que McMurphy (Jack Nicholson) le da a “El Jefe” en Alguien voló sobre el nido del cuco, y que hace que éste pronuncie sus primeras palabras: “¡Es de frutas!”.
  • El póster de Marilyn que Andy Dufresne (Tim Robbins) coloca en su celda de Cadena perpetua, y que en realidad oculta el túnel que lleva cavando décadas con un pequeño martillo para tallar minerales.
  • El cochecito de juguete que se quiere quedar Cassen en Atraco a las tres y que utiliza José Luis López Vázquez para explicarles a todos el plan para robar el banco.
  • Uno de los dos panecillos en los que Charles Chaplin clavó un tenedor para hacer la más tierna coreografía jamás vista en una película (La quimera del oro).
  • Cualquier prenda íntima de Angelina Jolie, Ava Gardner, Charlize Theron, Rita Hayworth, Scarlett Johansson, Martina Klein… (Martina Klein no tiene nada que ver con el cine) (Maldita sea, gracias por avisarme, me había lanzado e iba a seguir enumerando las de algunas compañeras del trabajo).

Y digo yo, ¿por qué objetos de cine pujarías vosotros, mis queridos gorrioncillos?

viernes, 9 de octubre de 2009

Woody Allen sí que funciona (al menos a mí)

¿Qué hago yo hablando hoy de la película de Woody Allen? ¿Acaso no sé que lleva ya una semana en cartel? ¿Acaso desconozco que el estreno de esta semana es Ágora, de Alejandro Amenábar?
Pues no, aunque ambas cosas podrían suceder perfectamente, no nos pongamos estupendos. Pero es que de Ágora hablé hace unas semanas, en un ataque de precipitada ansiedad, y de Woody no hablé hace una, en un ataque de inexplicable amnesia.
Antes que nada, os aviso de que yo soy fan de Woody Allen. Tengo en DVD todas sus películas excepto las 3 que no están editadas, pero me las bajé de Internet en un inexplicable momento de debilidad e insolidaridad con la industria del cine. Que los ángeles (González Sinde) me perdonen. Woody Allen fue el tema que me hizo perder la virginidad en este blog, figuradamente hablando. Y en todas sus películas, en todas, encuentro algo que me compensa el precio de la entrada o del DVD en sí. Así que, aunque lo intente, puede que no sea objetivo con él.
Si la cosa funciona. A mí, desde luego, sí que lo hace.
Así que igual no os fiáis de mí si os digo que su última película, Si la cosa funciona, vuelve a ser un prodigio de diálogos, monólogos, ingenio, cinismo, ritmo y crítica. Es una película que hace diez años hubiera protagonizado él propio, pero su guión le demandaba un tipo unos diez años más joven que él. Pero Larry David, un comicazo, hace de Allen, habla como Allen, gesticula como Allen, es hipocondriaco como Allen y, eso sí, tiene el triple de la mala leche que nunca han tenido los personajes de Allen. Básicamente, os diré que Woody Allen plantea que las relaciones amorosas empiezan por casualidad. Que rara vez las buscamos, más bien nos las encontramos. No se refiere a enamorarse previamente o no, si no a que aparecen donde menos las esperamos, y desde luego, no con las personas que corresponden a los cánones físico-psíquicos que podamos tener. Y la duración de éstas, depende del título de la película: “si la cosa funciona”… No sé vosotros, pero yo estoy totalmente de acuerdo con él.

Bueno, esto os lo dice un fan de Woody Allen al que le encanta que una vez al año este viejecillo le haga pensar en algo, cosa que el 85% de las películas que se estrenan no consigue. Para los que no sois fans, os diré que creo objetivamente que Woody Allen ha subido el listón de Cassandra’s dream y Vicky Cristina Barcelona (una película algo aborrecida, por las cosas que oigo de ella, pero que yo la defiendo bastante).
Más cosas sobre Woody Allen: hace unas semanas, un diario nacional regalaba Toma el dinero y corre (1969), la primera película que Woody dirigió, escribió y protagonizó. Yo ya la tenía, pero se la presté una vez a mi amigo Patxi, aproximadamente el mismo año en que la rodó Allen, pero Patxi no acababa de devolvérmela, así que me quedé con el DVD del periódico y le regalé definitivamente a Patxi la película (y lo hice encantado porque le regalaría cualquier cosa mía, igual que haríais vosotros si le conocierais).
"Toma el dinero y corre", el primer triplete (dirección, guión e interpretación) de Allen.
Toma el dinero y corre, en las antípodas de Si la cosa funciona en cuanto a época, estructura y humor, es otra delicia. Tiene algunas de las secuencias más divertidas del imaginario de Allen. La escena en la que se acicala para salir con la chica es hilarante. La de sus padres disfrazados de aquella manera para que nos les reconozcan al hablar de él, es mítica. Y tiene algunos gags tan sencillos, tan tontos (en el buen sentido), tan divertidos, que hacen de ella una de las mejores comedias puras, viscerales… vis cómica con patas. Porque Toma el dinero y corre es una película casi de gag tras gag. Cada uno funciona por sí solo como chiste individual. Si no la habéis visto, intentadlo. Compraos el ABC o pedídsela a Patxi.

Y acabo ya con Allen: al revisar este blog para ver si, en efecto, mi memoria no fallaba y el primer post se lo dediqué a él, me encuentro con esta frase: “Ah, y si podéis, echadle un vistazo al diario de rodaje de Woody Allen [de Vicky Cristina Barcelona] en The New York Times, no tiene desperdicio. Si no podéis, me lo decís y os cuento algún día”. Nunca lo hice. Bueno, pues lo voy a hacer hoy. Pero como este tema ya me suena obsoletísimo, simplemente os cito tres frases de este diario:
  • Le he ofrecido un papel a Scarlett Johansson. Antes de aceptar, me dice que el guión debe ser aprobado por su agente y por su madre. Luego tendrá que aprobarlo el agente de su madre. En plena negociación, cambia de agentes. Tiene talento, pero da mucho trabajo.
  • Scarlett ha venido hoy con una de esas preguntas que hacen los actores. “¿Cuál es mi motivación?”. He dado un respingo: “Tu salario”.
  • He rodado una tórrida escena de amor entre Scarlett y Javier. Hace unos años hubiese interpretado yo su papel. Cuando se lo he dicho a Scarlett ha soltado un enigmático “uh-huh”.

¿No es un genio?

martes, 6 de octubre de 2009

De vez en cuando la vida…

“De vez en cuando la vida nos besa en la boca”, decía una canción de Serrat. A mí la vida no me besa en la boca nunca porque yo soy superdecente y la vida y yo no somos novios, cuando seamos novios que me bese en la boca y que me haga lo que quiera, la vida, pero si no a mí que me deje en paz, que me parece un poco frescales a mí, la vida.
Pero lo que sí que hace la vida de vez en cuando es sorprenderme con sus absurdos, sus anécdotas, sus noticias, sus caprichos, sus piros… Soy consciente (aunque no siempre) de que este blog es de cine y televisión, así que sólo os voy a contar algunas sorpresas que me ha dado la vida en los últimos meses en lo referente a estos dos temas.
Por ejemplo: leí hace tiempo que una productora le ofreció un millón de dólares a Susan Boyle por rodar una película porno. Susan Boyle es la señora ésa tan famosa que quedó segunda en el Operación Triunfo británico porque cantaba como los ángeles, aunque yo nunca he oído cantar a los ángeles, y que supuestamente es tan fea (y sin supuestamente, la pobre es fea, pero me refiero a que como no la dejan maquillarse ni arreglarse, pues encima lo parece más). Por lo visto la gracia estaba en que Susan perdiera la virginidad en plena película, porque parece ser que Susan nunca había tenido sexo, mira, también como los ángeles. No decía la noticia cuánto le pagarían al actor que hiciera de parteneire. Dios mío, ni al público. Yo prefiero que Susan Boyle se dedique a cantar y que siga siendo virgen. O que fornique con furia, si quiere, pero en privado.
Susan Boyle en "Britain's got talent". Querían hacer con ella un "Britain fucking talents"
Hablando de Susan Boyle: Barack Obama, el otro gran damnificado por las “corazonadas”, cambió recientemente la hora de un discurso televisado para no coincidir precisamente con un concierto de Susan Boyle. Que es como si Zapatero cambiara uno por no coincidir con un recopilatorio de baladas de Leonardo Dantés, o si Aznar hubiera cambiado en su momento un discurso en tejano para no coincidir con Bustamante cantando “No soy un Supermán”.

Hablando de Aznar y Supermán: era verano, yo estaba en la playa y no lo hemos comentado, pero ¿visteis su chocolatina abdominal? Dios mío, qué envidia, yo que en cuanto me despisto un poco en vez de chocolatina exhibo un huevo Kinder… Aznar hace 2.000 abdominales al día. Una vez más, compruebo que solamente compartimos el nombre.
Hablando de abdominales: el otro día Hugh Jackman (que junto a Paul Newman, George Clooney y Pepín Blanco son los únicos seres del planeta que han conseguido que mi contundente heterosexualidad se tambalee) se enfadó mucho con un espectador. Estaba representando una obra de teatro con Daniel Craig cuando empezó a sonar un móvil. Hugh se cabreó, detuvo la obra y le dijo que lo cogiera, coño. Le han criticado, pero yo le doy la razón. Si vas al teatro (o al cine, o a un concierto) a ver a un monstruo de la escena, como demostró serlo Hugh Jackman en la gala de los Oscar (¡qué maravilloso número musical de apertura!), hay que apagar el móvil y estarse calladito.
Hablando de los Oscar: leí que Javier Bardem y Penélope Cruz pasearon por Madrid ocultándose detrás de unas grandes gafas de sol y unas coquetas gorras. Qué discretos. Si no querían que nadie les reconociera, también podían haberse puesto sendas caretas de Ronald Reagan y Mazinger Z, por ejemplo. Si paseas por Madrid y quieres que te miren, ponte gafas, gorra y la cara de Pe o de Ja. Si vas sin gafas y sin gorra, lo más seguro es que la mitad de la gente ni se dé cuenta de que existes.
Hablando de Madrid: me invitaron hace ya unos meses a ver una película en Madrid que se llamaba Space Buddies. No fui por dos motivos: porque había quedado con Sigfredo y porque no entendí bien la invitación. Ésta decía (cito textualmente): “primer pase de cine en España exclusivo para perros”. Yo últimamente no soy un perro, así que me dio miedo llegar a la puerta del cine y que me echara Pluto. Y no fui.
"Space Buddies". Sólo apta para perros.
Esto que voy a decir ahora no tiene nada que ver con cine y tele, y a lo mejor es un poco impopular. Pero este blog se publica en Menstyle, así que se supone que aquí somos todos unos machotes (espero que Bibiana Aído no esté leyendo esto). Me envía mi cuñado Julio una noticia que asegura que la voz femenina agota el cerebro del hombre. No lo digo yo, lo dicen éstos. Debo decir que a mí eso me pasa con voces masculinas y femeninas, pero también con algunas mujeres que me agotan con su presencia, no con su voz. Pero si se trata de ligar machismo y cine, se podría hablar (y mucho) de la famosa y reciente ley que aprueba una mayor subvención al cine hecho por mujeres. Porque a mí eso sí que me parece discriminación, y no precisamente positiva. Me parece una discriminación hacia las mujeres. Y en este caso, no porque me agoten el cerebro.

Hablando de cuñados y de ministras, mi cuñado Pepe me envía este otro vídeo tan absurdo. Es alucinante y no parece un montaje, lo digo porque mi cuñado Pepe maneja el Photoshop de tal manera que podría trucar este vídeo, hacer guapa a Susan Boyle y convertirme a mí en un dálmata para que pudiera ir a ver Space Buddies. Si un día queréis hacer un diseño, un truco, una simulación o lo que sea en Photoshop, llamad a mi cuñado Pepe.
Bueno, os voy a dejar ya, porque esto se me está haciendo largo hasta a mí. Lo siento mucho, para otra vez hablad con la vida y decidle que me bese en la boca, así me tiene entretenido y no me fijo en todas estas chorradas.

P.D. ¿Quedo fatal si os confieso que me he alegrado de que no nos hayan dado las Olimpiadas? Es que vivo en el centro de Madrid, y me gustaría que mi ciudad estuviera un poco más terminada (el río, la calle Serrano, Sol, la Plaza de Colón, etc, etc) antes de que se pongan a levantarla otra vez entera, y con esto de Río de Janeiro gano al menos cuatro años más de tregua. Como dijo Danny de Vito en una de sus visitas: “Madrid es una ciudad preciosa, y lo será más cuando encuentren el tesoro”. En cualquier caso, yo también tenía una corazonada, y la mía se ha cumplido. No sé, me parecía evidente…

viernes, 2 de octubre de 2009

Rec 2. Segundas partes nunca fueron tan parecidas

Hoy es viernes, así que he mirado la cartelera y me he dicho: “les voy  a hablar a éstos de le película más impactante que se estrene esta semana”.
-       ¿Quiénes son “éstos”?
-       “Éstos” sois vosotros, mis lectores guapos.
-       Pues no nos llames “éstos”, es de mala educación.
Perdonad, es mi asistenta, que suele leer por encima de mi hombro lo que escribo y le encanta comentarlo todo. El caso es que la película que he elegido para contaros es REC 2, la segunda parte de Rec, y perdón por la obviedad. Podía haber elegido Si la cosa funciona de Woody Allen (que no es lo mismo que decir Si la cosa de Woody Allen funciona), pero lamentablemente aún no he podido verla. Os contaré lo que me ha parecido en breve, pero seguro que me parece bien. Con Woody Allen soy super poco objetivo.
-       ¿No la has visto aún? ¿Pero el señorito no era “periodista de cine” y veía las películas antes de que se estrenen?
-       Bueno, Recesvinta (mi asistenta se llama Recesvinta), pero es que las de Woody Allen siempre las veo con Teresa, y ella no puede venir a los pases de prensa…
-       ¿Teresa? ¿Quién es Teresa?
-       ¿Que quién es Teresa? Pues es el nombre por el que llamo desde niño a mi colita, no te jode… ¿Quién va a ser? ¡Teresa es mi chica, la que vive aquí conmigo!
-       Aaaaaaaah… Ya.
No veáis con qué cara ininterpretable ha dicho ese “ya”. Bueno, a lo que vamos, que llevo 250 palabras escritas y aún no os he hablado de Rec 2. Os cuento.
Vaya por delante que a mí Rec me pareció estupenda. No por la historia en concreto, sino por su originalidad en todos los campos. La película arrancaba con una Manuela Velasco espectacular (aparte de guapa, muy guapa, qué mona, me gusta), haciendo de reportera de una especie de “España directo”. Decir que estaba creíble es decir poco. Hay quien criticó el Goya que le dieron porque no tenía mérito, ya que hacía de presentadora y en ese momento lo era en la vida real (en Cuatrosfera, concretamente). De acuerdo, pero en cuántas películas habremos visto un telediario ficticio con un presentador real y no nos lo hemos creído. Manuela lo clavaba. La otra gran originalidad era la cámara. La cámara que filmaba la acción de la película era la del reportero que acompañaba a Manuela, con lo que el espectador no tenía ninguna ventaja sobre los actores. Si algo sucedía detrás del cámara, tú tampoco lo veías. Si atacaba un zombie por la espalda, pues a joderse todos. Y no sé si la habéis visto, pero en la primera parte, eso pasaba.
Una escena de Rec2. Fijaos qué susto, Dios
Rec 2 es otra cosa. Bueno no: mejor dicho es la misma cosa. Demasiado igual. Para empezar, no pasa nada de tiempo entre una película y otra. Eso está bien. O sea, no es como en 28 días después y 28 semanas después, que pasa no sé cuanto tiempo (28 algo), sino que si pegas Rec y Rec 2 no distinguirías cuando acaba una y sigue la otra: la acción transcurre desde el segundo siguiente en el que acabó la primera. Para mí el fallo de Rec 2 es que pierde todo efecto sorpresa. La cámara ahora no es la del reportero, pero es la de un geo que se mete en la casa, y tú ves lo que él ve.  O sea, como en la primera. También hay sustos, muchos más sustos, y más sangre, y también hay zombies (o infectados, como distingue el gran Enjuto Mojamuto al final de este sketch de Muchachada Nui). O sea, como en la primera. A veces las cámaras ponen el pilotito ése de visión nocturna para ver de noche todo verde, como en El silencio de los corderos, para que tú y el cámara veáis, pero los protagonistas no. O sea, como en la primera.

-      
Por si quieres ponerlo, la cámara esa verde se llama visión de infrarrojos.
-       Ay, Recesvinta, pero qué redicha y metomentodo que es usted para ser chacha.
-       Asistenta, si no le importa. Y lo de El silencio de los corderos lo has puesto porque se lo oíste decir a Cristina Teva en el pase para prensa, que ni siquiera es tuyo.
-       ¡Pero será zorra, la tía ésta! (Recesvinta, no Cristina)
También le oí una cosa positiva de la película a Gonzalo Cabrera, un realizador que ha hecho algunos de los mejores especiales que he visto en televisión, incluyendo uno que escribí yo (ya que le echo flores a Gonzalo, pues que me caiga una a mí, digo yo). Se refería a una trama paralela que hay en la película y que comienza cuando se cuelan en la casa tres chavales, y que le pareció el momento más destacable e interesante de la película. Pero Jaume Balagueró y Paco Plaza tiran de ella demasiado tarde, cuando todo ya suena a dejavú.
Los que hayan visto Rec se preguntarán qué hace Manuela Velasco en la secuela. ¿Entonces no murió en la uno? ¿Sí murió y es una zombie? ¿Aparece en un flashback? ¿Qué es un flashback? Yo también me lo preguntaba, y aunque sabía que Manuela iba a aparecer tarde  temprano, la secuencia en la que lo hace me pareció la mejor de la película. Película, por cierto, que está participada por CANAL+, y yo trabajo allí. Así que aunque os haya dicho que no me ha convencido del todo, la lectura que tenéis que hacer de este post es que hay que ir a ver Rec 2. Ni se os ocurra deducir lo contrario. A ver si me van a echar por una tontería.