viernes, 27 de noviembre de 2009

Cada vez quedan menos cines, hijos

Yo nací en Madrid completamente desnudo, y en Madrid crecí, aunque no demasiado. Recuerdo que de pequeñito me tuvieron que sacar del Cine Juan de Austria porque me daba miedo el Indio Joe, que le tiraba un cuchillo a Tom Sawyer cuando actuaba como testigo en un juicio. Vi sobrevolar a Mary Poppins el patio de butacas del Cine Novedades mientras los niños que cuidaba volaban de risa en la casa de un señor que les contaba chistes sobre un hombre con una pata de palo que se llamaba Smith. Y una semana santa vi en el Cine Avenida La historia más grande jamás contada, muchos años antes de descubrir que quienes mejor han sabido contar esa historia tan grande son los Monty Python.
Estos tres recuerdos, y muchos otros, ya no son lo mismo. Ya no existe un sitio en el que yo pueda entrar y rememorar esas películas. Porque esos cines ya no existen. Ahora, para acordarme del día en que descubrí a Luke Skywalker y Han Solo, tengo que entrar en un H&M. Para decirles a mis sobrinos: “mirad, aquí dentro nos conocimos  E.T. y yo”, tengo que invitarles a comer costillas en un Friday’s. Y directamente, no puedo visitar el lugar en el que La dama y el vagabundo me hicieron reír, llorar y yo creo que hasta ladrar, porque ese sitio lo demolieron hace tiempo. Ahora mismo, todos esos recuerdos, como cantaba Joan Manuel Serrat, “son los fantasmas del Roxy, que no descansan en paz”.
Los Roxy de Madrid siguen existiendo. Pero de las salas que había hace unos años (no tantos) en mi ciudad, no queda ni una cuarta parte. Y estoy seguro de que en vuestras ciudades pasa lo mismo. Especialmente si sois de Tarragona, donde el último cine urbano cerró hace unas semanas porque aparcar en medio de la ciudad salía demasiado caro, y hacerlo en el centro comercial de la periferia es gratis.
El Palacio de la Musica y el Cine Avenida, que estaban casi seguidos en la Gran Vía de Madrid en los mismos sitios donde ahora hay un H&M y unas obras muy feas.
Es éste un tema que me obsesiona especialmente. Primero, porque no me gustan los centros comerciales. Tengo unos multicines al lado de casa (pero al lado, al lado) y creo que sólo he ido una vez a ver una película allí. A lo mejor dos. Además, los centros comerciales periféricos, esos que tienen 25 salas y 50 restaurantes, me gustan aún menos. Tal vez porque no conduzco. O porque en esos centros comerciales nunca ponen películas en V.O.S., que es como yo suelo verlas. O porque mucha gente que va a esos cines, cuando acaba de hacer ruido con las palomitas y los papeles de los chocolates, comienza a hablar. En serio, lo mejor de ver películas en V.O.S. no es escuchar la verdadera voz de los actores, sino que la gente, como tiene que leer, pues no habla.
También me obsesiona el asunto por esto que os contaba de la nostalgia, y porque yo cada vez veo peor y agradezco las pantallas gigantes. Me encantan las grandes salas de la ciudad, y casi ya no quedan. Vivo muy cerquita de la Gran Vía de Madrid, una avenida preciosa que cuando me mudé sumaba 13 salas, y a la que ahora sólo le quedan 3. Otras 4 se han reconvertido en teatros. Bueno, algo es algo.
Tan obsesionado ando, que en los últimos años me he dedicado a fotografiar cines que intuía que iban a desaparecer. También he fotografiado a jovencitas con coletas y minifalda, pero éste es otro tema y además eran mayores de edad, o al menos eso me dijeron, las muy zorras. Todas las fotos de este post (excepto las dos de abajo del todo) las he hecho yo, y pertenecen a cines que ya están cerrados. Mi intuición no falló, pero no tiene ningún mérito.
Los Cines Luna, los que más cerca he llegado a tener nunca de una casa mia. Y el Cine Novedades, donde más películas me llevaron a ver mi madre y mi hermana Susana.
Y las dos fotos que veis abajo pertenecen a Paco Garrido, un tipo que debía andar con una obsesión parecida a la mía, y que hace un mes expuso 30 imágenes de cines desaparecidos de toda España en la sede de la Academia de Cine (sí, la que entrega los Goya, la que preside Álex de la Iglesia y antes presidía la Ministra de Cultura, sí, la que antes hacía guiones, entre ellos el de Mentiras y gordas, hay que joderse también hasta qué título me ha llevado esta sucesión de ideas encadenadas).
Y esta obsesión mía me llevó también un día a llamar al bueno de Javier Ocaña (ya sabéis, mi crítico de cine favorito y el de muchos los lectores de El País), para que viera la  exposición y hablara de este tema en el programa de televisión en el que trabajo, Cinexprés. Javier, como de costumbre, explicó este fenómeno mucho mejor que yo.
Los cines Casablanca y Victoria, en fotos de Paco Garrido. Lamentablemente, no sé en que ciudades estaban. ¿Vosotros?

Y ahora, queridos niños, hagamos una encuesta: ¿sigue existiendo el primer cine que recordáis? Y ya puestos, ¿qué película visteis?

martes, 24 de noviembre de 2009

Susan Boyle y “el síndrome de los juguetes rotos”

Antes que nada, permitidme mencionaros una noticia que he leído en la prensa viniendo hacia el trabajo: “la edición italiana de la revista Rolling Stone elige como rockero del año a Silvio Berlusconi, porque su modo de vida deja a Keith Richards o Rod Stewart como unos meros aficionados”: Genial.
Y ahora, al tema: según tengo entendido, hoy sale a la venta el primer disco de Susan Boyle: I dreamed a dream. Susan Boyle es esa cantante tan poco agraciada (o sea, fea) que se ganó la fama mundial gracias al concurso Britain’s got talent, a Youtube y a su primera aparición en el programa, en la que los miembros del jurado fingieron quedarse sorprendidísimos y simularon que no habían oído su voz angelical ni en los cástings ni nada. El primer disco de Susan Boyle ha batido el récord de reservas previas en los 14 años que lleva funcionando Amazon, batiendo la mejor marca mundial que ostentaba Norah Jones, según me ha soplado un señor de Calasparra que es una de mis más fiables fuentes.
Reconozco que la primera vez que vi su famoso vídeo me emocioné, y no lloré porque me daba vergüenza que en ese momento subiera el del gas y me viera de esa guisa. Lo he vuelto a  ver antes de escribir este post (el vídeo, no al del gas) y, pardiez, he vuelto a emocionarme un poco. Porque Susan Boyle despierta una mezcla de admiración y lástima, pero… ¿a que no despierta envidia? No porque sea feúcha, rechoncha y algo fofilla, sino a su éxito… ¿A que no apetece? O sea, ¿es feliz esta mujer?
Susan Boyle cantando como una loca que ella ha soñado un sueño.
La respuesta es: no, amigos. Alcanzó la fama, pero no ganó el concurso, igual que Bisbal. Pero al contrario que Bisbal, Susan asimiló mal la “derrota”, y fue ingresada en un centro psiquiátrico con síntomas de “agotamiento y cansancio emocional”. Salió pronto. Y entonces Obama, que para estas cosas tiene mucho tacto, la invitó a una cena de gala para que cantara en los postres. A Susan esto le produjo un “estado de shock y nervios” y pasó de ir. Claro, es como si a mí de repente me invita Zapatero a la Moncloa para escribir un blog en directo ante su familia. Me moriría de miedo. Por las hijas.
Veremos ahora cómo reacciona Susan Boyle a la hora de promocionar el disco. Esperemos que bien. Pero de momento, ha comenzado con el SÍNDROME DEL JUEGUETE ROTO. Algo que no es bueno. Os cito 9 ejemplos más que compondrían el “Entertainment Broken Toys Top Ten” (hay qué ver qué bien suenan ciertas cosas en inglés).
  • Drew Barrymore. La niña de E.T. es nieta de John Barrymore, uno de los mayores crápulas de la historia del primer Hollywood (ya os conté cosas de él en este blog). Drew lleva la sangre del abuelo en las venas, además de muchas otras sustancias, mayormente whisky y cocaína. Porque con 9 años ya era alcohólica y drogadicta, con 13 tocó fondo y con 15 estaba supuestamente “limpia”. A esa edad presentó una solicitud al tribunal juvenil para emanciparse de su madre. Coño, hizo bien. Y aunque de vez en cuando reconoce no haber cortado definitivamente con el alcohol y las drogas (que levante la mano el que sí lo haya hecho) (caramba, en serio que pensaba que ibais a levantarla más gente), hoy en día la carrera de Drew es más o menos sólida. El juguete se rompió pero luego la arreglaron.
Drew Barrymore. De la niña de ET a la niña de JB.
  • Freddie Bartholomew era uno de los niños prodigio del cine en la época de John Barrymore. El que no le haya visto en David Copperfield, El pequeño Lord o Capitanes intrépidos, y no esté ahora mismo bebiendo o drogándose, que levante la mano. Freddie era adoptado. A raíz de su éxito, sus padres naturales intentaron recuperar su custodia, la batalla legal se fundió su pequeña fortuna, y Freddie se retiró del cine. Qué putada.
  • Jackie Coogan. Por el nombre igual no le ubicáis, pero su cara y su póster son muy célebres. Es “El chico” de Charles Chaplin, y después fue Oliver Twist y Tom Sawyer. Aunque no alcanzó la fama de Bartholomew, se convirtió en el actor mejor pagado del momento. E igual que le sucedió a Freddie, cuando cumplió la mayoría de edad, sus padres ya se habían gastado sus ahorros. Volvió a cobrar cierta popularidad con la serie La familia Adams, pero nunca pudo recuperar los momentos de gloria de cuando era “el chico”.
·        Pero el niño prodigio convertido en juguete roto más así es Macaulay Culkin. Para empezar, porque cada uno pronuncia y escribe su nombre como le sale de los güevos. Para continuar, porque la fama mundial le llegó demasiado pronto y a lo bestia, gracias a Solo en casa y Solo en casa 2, esas películas un poco horrorosas en las que Macaulay berreaba agarrándose la jeta con las dos manos. A mí esa imagen siempre me ha recordado a “El grito” de Munch. A los 14 años, su carrera como actor se detuvo, otra vez por culpa de la lucha por la custodia entre sus padres. Con el tiempo, Macu fue detenido por posesión de drogas, se vio envuelto en los juicios por pederastia contra Michael Jackson, se casó y se divorció. Yo ahora no puedo pensar en Macaulay Culkin sin visualizar a Joaquín Reyes, de Muchachada Nui.
  • El último niño-prodigio-juguete-roto del cine Hollywoodiense es Haley Joel Osment, el chaval de El sexto sentido que veía muertos y a Bruce Willis muy tieso. La carrera de Haley tenía buena pinta, porque después hizo Cadena de favores y enseguida hizo con Spielberg Inteligencia artificial. Pero pronto le entró el síndrome Barrymore-Culkin, y en 2007 fue detenido por conducir borracho y por posesión de drogas.
  • Lamentablemente, el paradigma de muñeco roto lo representa River Phoenix, porque River se rompió de verdad. Fue niño y joven prodigio en Cuenta conmigo, La costa de los mosquitos o Indiana Jones y la última cruzada. Pero también se metió de lleno en el mundo de la droga, del que no supo salir. En 1993 se convirtió en mito al morir víctima de una bomba en forma de cóctel de drogas y alcohol. Hoy, su hermano Joaquin mantiene vivo en Hollywood el apellido Phoenix. Joaquin no es un juguete roto, pero todo parece indicar que se ha vuelto gilipollas.
¿Y en España? ¿Es que en España no hay juguetes rotos?
Sí, amigas.
  • Y el primero se forjó en los años 50. Se llamaba José Jiménez Fernández, pero todo el mundo le conocía como Joselito o El pequeño ruiseñor. Las generaciones más jóvenes le conocen también como “el enano de La isla de los famosos”. Joselito, que fue poco menos que un héroe nacional, perdió toda su gracia cuando le cambió la voz. Iba a decir “cuando creció”, pero eso nunca llegó a suceder. Entre otras cosas, trabajó como mercenario para grupos militares en África, se habló de su adicción a la heroína y en 1990 fue detenido por la policía de Angola por tráfico de drogas y armas. Y tocó fondo con lo de La isla de los famosos. Yo tengo discos de Joselito. Os lo juro.
  • También podríamos hablar de José Luis Fernández Expósito, alias “Pancho el de Verano azul”. Verano azul fue un bombazo tal, que casi ninguno de sus niños actores consiguió asimilar la fama y seguir adelante en la interpretación. Juanjo Artero sí, Juanjo hizo algo de cine, teatro y estuvo casi 10 años en El comisario. Pero Pancho no. Aunque formó dúo musical con Juanjo (“Pancho y Javi”, tócate los pies), tuvo muchos problemas con las drogas. Tal vez deberiamos cambiar este último “aunque” por un “porque”. La última vez que le vi fue en un acto conmemorativo en Nerja. No parecía muy recuperado, pero de eso hace ya unos cuantos años…
Pancho y Javi. Verse en una de éstas y después remontar tu vida no debe de ser fácil.
  • Y así, como colofón triste, había una chica muy guapa que se llamaba Sonia Martínez y que en los primeros años 80 presentaba programas infantiles y juveniles como 3, 2, 1… Contacto y Dabadabadá. Sonia estaba muy buena y era simpatiquísima. A los niños les gustaba, y a los que empezábamos a no ser tan niños, más todavía. Pero en 1986, Sonia apareció semidesnuda en Interviú y TVE la despidió. La heroína y el SIDA hicieron el resto. Y Sonia se murió en 1994.
Coño, qué triste he acabado este post.
Me voy a beber y a drogarme por ahí.


viernes, 20 de noviembre de 2009

La tele de las mañanas (¡por un día que me quedo en casa!)

A ver: os pongo en situación. Yo no sé muy bien lo que ponen en la tele por las mañanas, porque no puedo verla porque tengo un empleo y a esas horas no estoy en casa. Y eso es muy raro. Es muy raro que no sepa lo que ponen en la tele por las mañanas, no que tenga un empleo, aunque tal y como están las cosas me temo que lo segundo empieza a ser más raro que lo primero.
Hace unos días fue fiesta en mi ciudad, no me preguntéis si era la Almudena, la Inmaculada o la Santísima Virgencita Verde que Brilla en la Oscuridad, porque para las fiestas soy un desastre y la única que distingo es la de Año Nuevo, porque es cuando mis amigos me dan alcohol a deshoras. Ese día festivo me levanté prontito, compré unos churros con su grasilla y tal y me senté frente a la tele mientras decía en alto: “¡por fin me voy a enterar de lo que ponen en la tele por las mañanas!”. Mi chica, que aún estaba durmiendo, apareció en el salón con una barra de hierro que guarda para la ocasión y golpeándome en la cabeza con ella añadió: “¡de lo que te vas a enterar es de lo que vale un peine, como no hables más bajo!”. Y se volvió a acostar. Me quedé sólo, con la tele encendida, el mando a distancia en la mano, los churros en un platico y un pensamiento inquietante en la cabeza: ciertamente… ¿cuánto coño valdrá un peine?
Empiezo por TVE1. Hay un programa que se llama “La mañana de la 1”. Muy bien elegido el nombre. Porque lo podrían haber llamado “El asombroso ataque de los despiadados ñus ibéricos”, pero claro, no estarían describiendo tan bien el programa. Mucho mejor el despliegue de ingenio de “La mañana de la 1”. Pillo justo el principio. La presentadora, Mariló Montero, hace una suerte de sumario o “ronda de titulares”, consistente en pasearse entre los colaboradores, que están de pie muy tiesos y desperdigados por el plató. Cada uno le va diciendo a Mariló de lo que va a hablar, produciéndose situaciones ligeramente grotescas como ésta:
Mariló Montero, que presenta "La mañana de la 1" por la mañana en la 1.
  • Fernando Ónega (con cara de tremenda consternación): “Hoy hablaremos de las familias de los secuestrados en el Alakrana” (aún no les habían liberado).
  • Mariló (muy apenada): “Vaya por Dios”. Y se acerca a una chica mona que lleva un pantalón vaquero muy corto con medias, una moda que me gusta mucho porque así veo más piernas.
  • Chica mona: “Después averiguaremos quién es el futbolista más guapo de la LIga”.
  • Mariló: “¡Venga!”. Y se aproxima pizpireta a otra chica con un pantalón más largo y con una cara más triste.
  • Chica triste: “También conoceremos a una familia que ha perdido a su hijo”.
  • Mariló (solidaria): “Oh, qué lástima”. Y continúa andando hacia el doctor del programa.
  • El doctor (ilusionado): “Y sabremos cómo funciona el corazón, motorrrrr de nuestro cuerpo”.
  • Y Mariló: “¡Qué bien!”
Pobre Mariló. Qué estresante debe de ser cambiar tan rápido de estar alegre a estar triste, como si fueras Michael Landon.
Me paso a Antena 3. Creo que el programa es Espejo público, pero no estoy seguro. Ramón Arangüena les está poniendo un vídeo a Susana Griso y compañía, para que se descojonen con sus cosas. El vídeo muestra a un tío que se mete en el acuario de un zoo a nadar entre los pingüinos, hasta que un par de empleados le sacan de ahí y se lo llevan al calabozo del zoo (que dirían Faemino y Cansado). El vídeo es curioso, pero no tiene gracia. Y como nadie se ríe, el pobre Ramón empieza a meter comentarios hilarantes de fondo para intentar animar la cosa, hasta llegar a cotas de humor que sólo había visto en Humor amarillo. Cuando a mí me entra la vergüenza ajena viendo la tele, cambio de canal. No lo puedo evitar. Y lo hago.
Susana Griso, que salió cuando puse Antena 3.
Vuelvo a TVE1. Porque antes no os lo he dicho, pero el médico ése que iba a hablar del corazón no era otro que el doctor Luis Gutiérrez, o sea, ¡el Señor Tomate! Y con él estaba todo el equipo de Saber vivir, el programa de salud que me quitaron hace meses y cuyo surrealismo era una de mis alegrías cuando estaba de viaje y ponía TVE Internacional. Están todos allí, incluso la señora que explica cómo estar en forma mientras un maromo muy mazas hace gimnasia tras ella, bastante sobreactuado y mirando sonriente a cámara, como hacían los del Ballet Zoom. En efecto, el Señor Tomate nos habla del corazón. Y les dice a sus compañeras que se pongan la mano en el pecho para contarse las pulsaciones. Lo hacen. Acto seguido añade que es mucho mejor que se las cuente una tercera persona. Qué pillín, Señor Tomate. Lo que pretendes sutilmente es amasar los senos de tus colaboradoras. Me entra un arrebato feminista y cambio a Telecinco.
Debate cultural en El programa de Ana Rosa (otro espacio en el que los inventores de títulos lo han dado todo). Hablan del corazón, pero no precisamente del mismo corazón que quería palpar el Señor Tomate. Reconozco en la tertulia a Paloma García Pelayo, una mujer con la que, no me preguntéis por qué, tuve una curiosa reunión de trabajo hace ya varios años. Con ella y con Ángela Portero. Todos tenemos un pasado, y el mío es triste. Hablan de Julián Muñoz y de la Pantoja, comentando una entrevista que por lo visto le hicieron al honrado ex-alcalde en Sálvame. O sea, que en Telecinco por las mañanas se habla del corazón, por la tarde está el Sálvame diario” y los viernes por la noche el Sálvame deluxe. Desde la overdose de Vip, Vip noche, Vip guay, Vip corazón y Vip express, no había visto una obsesión así.
Regreso a Antena 3. Ahora hablan de mujeres ambiciosas. Ponen tres ejemplos seguidos: Carla Bruni, Esperanza Aguirre y Victoria Beckham. Me encanta el eclecticismo. Para hablar de Victoria Beckham llevan a Arancha de Benito, que se autodefine como “compañera de Victoria y de todas las mujeres de los futbolistas del Real Madrid, porque las mujeres nos ayudamos entre nosotras, porque para eso somos compañeras”. No sé, para mí mis compañeros son los de mi trabajo, no los maridos de las compañeras de mi chica. Por cierto, Victoria Beckham era mala compañera, que lo sepáis, entre otras cosas porque dijo que España olía a ajo (os juro que lo dijo Arancha). En cualquier caso, no me pareció bien que llevaran a la ex de Guti para la ocasión, algo de mala leche había ahí. Porque para mí, Guti siempre debió protagonizar una secuela de Quiero ser como Beckham.

En ese mismo instante, mi chica se despierta definitivamente y vuelve a golpearme con la barra de hierro en la cabeza para que deje de ver la tele y le haga caso. Francamente, creo que ya no voy a sufrir más porque por las mañanas, mientras las teles generalistas continúan en plena ebullición, yo no pueda verlas por culpa de mi empleo.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Elsa Pataky en DD Hollywood

Seguramente cuando estéis leyendo estas líneas ya habrá terminado en Valencia el rodaje de DD Hollywood, porque acababa hoy miércoles exactamente a las tantas y pico.
  • Yo no sé qué es DD Hollywood.
  • Ay, hija, es que no te enteras de nada. DD Hollywood es la nueva película de Bigas Luna, y la segunda parte de la trilogía que empezó con Yo soy la Juani.
  • Ah.
Pues decía yo que la semana pasada estuve en uno de los últimos días del rodaje, en el Hotel Westin de Valencia, con tres compañeros de CANAL+ que nunca he sabido bien si son mejores profesionales o personas (no voy a decir sus nombres porque si no este blog va a parecer los agradecimientos de los premiados en los Goya) (se llaman Gonzalo Cabrera, Antonio González y Mario Martos). “Estuve en el rodaje” significa “trabajé para hacer un reportaje sobre la película”. Lo divertido de trabajar en estas cosas es que entrevistas a directores, actores y actrices. Y la actriz de DD Hollywod es Elsa Pataky. Y mola ir a Valencia para hablar con Elsa Pataky, porque cuando hablas con ella la tienes que mirar, y eso mola. Y ella te tiene que mirar a ti, y eso mola más todavía. Elsa Pataky me ha estado mirando durante más de un cuarto de hora y no me ha insultado”. ¿Veis? Mola.
Mi mítico cogote entrevistando de nuevo a Elsa Pataky
Pero por razones que se me escapan, cuando yo voy a estos sitios empiezan a pasar cosas raras. Para empezar, yo había quedado en Valencia con una persona del rodaje. Así que en cuanto llegamos al hotel, la llamo.
  • ¿Fulanita? Soy Jose. Ya estamos en Valencia.
  • Hola ¿Dónde estáis exactamente?
  • En el vestíbulo del hotel. ¿Me estás viendo? ¿Tú dónde estás?
  • Yo en Barcelona.
Vaya, empezamos bien. Así que nos atendió Juanma, el jefe de producción de la película, un tipo muy majete. Enseguida nos ayuda a buscar un sitio para las entrevistas, y al momento aparece Bigas Luna.
Bigas Luna es un tío muy inteligente, moderno para su edad y su tiempo. Le gusta innovar, investigar, arriesgar, y yo eso lo valoro mucho. No soy devoto de su filmografía, pero Jamón, jamón y La camarera del Titanic me parecen dos películas notables. Y aunque no me entusiasmó Yo soy la Juani, le agradecí el riesgo formal y sobre todo el presentarnos a ese pedazo de actriz, pibón y chica simpatiquísima que se llama Verónica Echegui (la he entrevistado varias veces, y una de ellas, en la que me confundió previamente con Quequé, nos reímos mucho mucho y nos lo pasamos pirata).
Bigas me dijo que sólo nos podría dedicar diez minutos, pero luego estuvo con nosotros unos veinte. Y durante el resto del día nos trató muy bien. Me habló de la película y de “sus chicas”, y reveló uno de esos conceptos fetichistas que de vez en cuando saca a la luz: “para mí las mujeres tienen dos iconos: las tetas y el coño” (“qué cerdo”, pensaréis, pero no, esperad), “la teta como símbolo de alimentación, y el coño como símbolo del nacimiento”. Cuando se fue, Mario y yo nos quedamos pensando en esto de los iconos, los símbolos, y las metáforas. Al final nos miramos y dijimos lo mismo: “ya, pero…. ¿y el culo qué?”
La entrevista con Elsa Pataky comienza a demorarse sospechosamente, así que decidimos comernos unos sandwiches en el hotel, que como es un Westin, pues te los cobran como si fueran cuatro besugos al horno. Gonzalo y yo subimos a presionar y a ver si nos dejan grabar la escena que están rodando hoy.
  • ¿Grabar? No, es que es una escena de cama, no os van a dejar ni Bigas ni Elsa.
  • ¿De cama? ¿Pero la escena de cama no era ayer, y por eso hemos venido hoy?
  • Ah, sí. Es que la hemos cambiado a hoy.
(Mierda)
  • Pero a nosotros nos da igual, podemos grabarla, no nos escandaliza…
  • Buen intento, Josemari. Pero no cuela.
En esto sale Elsa de la habitación, sólo con un albornoz. Gonzalo y yo la miramos. “¡Qué guapa! MIra, qué chiquinina… Pues igual no es para tanto, ¿no?” (yo es que a veces me hago el digno). Pero si Elsa me hubiera mirado en ese momento, podría haber dicho eso de “¿llevas una pistola o es que te alegras de verme?”
Volvemos a bajar. Le decimos a Juanma que lo de Elsa se empieza a retrasar demasiado.
  • Ya lo sé… está difícil hoy… ¿Quieres entrevistar a Peter Coyote?”
  • ¿Qué? ¿A Peter Coyote? No. O sea sí. No sé. Yo a quien he venido a entrevistar es a Elsa Pataky.
  • ¡Que te traigo a Peter Coyote en un momento! ¡Que como me ponga, te lo traigo!
Al poco, Peter Coyote se va del hotel con una mochila. No nos lo trajeron. Así que Antonio y Mario comienzan a grabar una escena en la que Bigas Luna recrea un programa de televisión. Qué bien, por fin imágenes de un rodaje y de Bigas dirigiendo.
“No consigo que parezca televisión… esto parece cine… no me convence esto…” Y de repente Bigas Luna nos mira y nos dice con esa cara de Bigas Luna que sólo él sabe poner: “¿Me dejáis vuestra cámara?”
Y claro, se la dejamos. Mola que Bigas Luna te pida tu cámara y la use en una película suya. Aunque te deje sin cámara para grabar cómo usa tu cámara en una película suya.
El momento ése en el que Bigas Luna nos pidió la cámara y nosotros se la prestamos.
El tiempo transcurre y aún no hemos entrevistado a Elsa. Y el tren a Madrid sale como en tres cuartos de hora. De repente, cuando ya parece que Elsa nos va a atender, me llama al móvil Tony Aguilar para que hable por la radio. ”Ahora mismo no puedo, Tony”. “Vale, pues luego”. Cuelgo y vuelve a sonar el móvil. Ahora es Cándida Villar, la de Gomaespuma. ¿Qué querrá? Dios mío, ¿pero es que todo me tiene que pasar a la vez?

Elsa Pataky
estuvo encantadora. Es la tercera vez que la entrevisto, una de esas veces fue para un documental que hicimos Gonzalo y yo y que se llamaba “Cómo conseguir un papel en Hollywood”, que a Elsa le encantó. O sea, que pese a la tardanza hubo buen rollo. Eso sí, pretendíamos haber hecho más cosas con ella (de trabajo, digo), y le encantó la idea, pero prefería hacerlo en Madrid más descansada y más guapa. ¿Más guapa? Estaba en bata, por la escena que estaba rodando. Y a mí me parecía que así en bata estaba perfecta. Pero entiendo lo que quería decir. Al final nos concedió una entrevista breve pero jugosa, como sus labios, y brillante y candorosa, cómo sus pómulos de coral.
Cuando salió de nuestro set, unos comentamos “pues habla bien”, otros “ha estado interesante”, unos terceros “qué maja es y tal”. Y Antonio tradujo todas estas frases en una sola: “Está buena, ¿no?”

Llegamos al tren, con un tranquilizador margen de cuatro minutos. Pero lo mejor de todo es que hemos vuelto a quedar con Elsa Pataky para otro día, con fecha y hora. Mi amigo José Luis se quiere venir a la entrevista, pero le he dicho que como no tiene nada que ver con este trabajo, pues que no puedo llevarle, porque esas cosas quedan fatal. Pero igual le cuelo disfrazado de cucaracha.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Triage y Paz Vega en versión original

Si preguntáis a la gente qué película han visto este fin de semana, probablemente el 80% os dirá que 2012. Ha tenido una campaña promocional magnífica. Pero para eso estoy yo, criaturas imberbes, para hablaros de las pequeñas cosas en las que nadie se fija, como por ejemplo un pato. Otro ejemplo es una película que se estrenó también el viernes, y en la que a lo mejor no os habéis fijado porque ha hecho menos ruido. Se llama Triage, y es la que he visto yo.
  • ¿Quieres decir que, pese a ser más modesta, Triage es la mejor opción que ha llegado esta semana a la cartelera?
  • No. Quiero decir que Triage es la que he visto yo.
  • Ah. Pues justo lo que habías dicho.
  • Sí.
  • Y por cierto, ¿qué coño es Triage?
  • Buena pregunta, Vicentín.
Pues triage, así, con minúsculas, es un método utilizado en la medicina de emergencia, según el cual se intentan optimizar los recursos para conseguir el mayor grado de supervivencia posible. Dicho a lo bestia: si tienes a un hombre herido de muerte al que parece que no vas a poder salvar, al lado tienes a un tipo con una herida en una pierna, y sólo tienes cinco minutos para curarles, y una tirita, pónsela al de la herida y no pierdas el tiempo con el otro, que total se va a morir igual. Suena duro, pero es así.
Con mayúscula, Triage es la película que se estrenó el viernes. No tengo clara su nacionalidad, porque es una coproducción entre varios países, entre ellos España y olé, donde se ha rodado parte de la historia y que coloca a Paz Vega en el reparto, así, como quien no quiere la cosa. El elenco (me encanta la palabra “elenco”, si alguna vez tengo un hijo o una llama macho, les pondré de nombre “Elenco”) lo completan Colin Farrell y Christopher Lee. Sí, Drácula o Saruman. Y también otros actores, pero menos estelares.
Colin Farrell y Paz Vega en "Triage". Hacen de esposos.
Iba yo muy ilusionado a ver Triage, porque la dirige un tipo que se llama Danis Tanovic que hace unos años dejó perplejo al mundo del cine, porque ganó el Oscar a la mejor película extranjera dejando con dos palmos de narices (o tres, no sé ahora mismo cuántos son) a la favoritísima Amélie y a El hijo de la novia (también estaba nominada una joyita noruega llamada Elling. ¡Vaya año!). Pero cuando por fin se estrenó y la vimos, lo entendimos todo: En tierra de nadie era un peliculón sencillísimo en el que un soldado serbio y otro bosnio se quedaban aislados en una trinchera entre los dos ejércitos. Dos enemigos condenados a entenderse… o a matarse.

La primera parte de Triage me entusiasmó. No me puse en pie a aplaudir como una perra porque no tendría sentido, en mi vida he hecho eso en un cine. La historia comienza con Colin Farrell y un compañero suyo haciendo su labor de fotógrafos de guerra en el Kurdistán, en una de sus cien mil guerras, pobres kurdos. Colin Farrell, que otrora me pusiera nervioso (si tengo una hija o una llama hembra, les pondré “Otrora”), cada vez me parece mejor actor, gracias a Cassandra’s dream, Escondidos en Brujas y Triage.
La primera parte me entusiasmó porque Tanovic rueda la guerra con un realismo y una sencillez que acojonan. Y en una de éstas, Farrell y su amigo fotógrafo asisten a la triage de un médico contada con un dramatismo y una frialdad tremendas. O sea, a un crudo reparto de la vida o la muerte. El médico es Dios. Y una simple tarjeta que te colocan encima es la vida. Según su color, merece la pena atenderte o no. Qué personaje, el médico. No os cuento más cosas de su papel por si la veis. Pero las pocas secuencias de ese médico son duras, tremendas… y terriblemente comprensibles.
Colin Farrell y su amigo fotógrafo.
Pero de pronto llega una segunda parte, después de la guerra, con sus traumas y un supuesto misterio enterrado por la amnesia. Y aparece Paz Vega, que a mi me sigue dando mucha risa cuando la oigo hablar en inglés (igual doblada da menos risa, pero en España las películas europeas se suelen doblar fatal). Y Christopher Lee, que hace de psiquiatra y que se marca un speech sobre cómo trató los traumas de algunos generales franquistas en la posguerra que está escrito con el mismo conocimiento que exhibiría yo si me pusiera a divagar sobre los traumas de los soldados de las guerras púnicas sin leerme previamente ni un libro. Y la película cae en picado.

Me alegró mucho coincidir en la opinión de la primera parte con Cristina Teva, mi presentadora favorita después de la mítica Doña Adelaida, y en la de la segunda parte con Daniel Rodríguez, un periodista de CANAL+ que dará que hablar, de hecho, yo estoy hablando de él (echadle un vistazo a Ilustres ignorantes y me entenderéis: parte de su éxito se debe a las ideas de Dani).

Por cierto, el pasado viernes Triage inauguró el Festival de Cine Europeo de Sevilla. Me ha contado un pajarito, concretamente un somormujo, que Paz Vega no se detuvo ante la prensa de la alfombra roja del festival de su ciudad, y que no permitió entrar en su set de entrevistas a cámaras secundarias. Colin Farrell, por ejemplo, sí lo hizo. Bueno, cada uno entiende el estrellato como quiere. Yo tampoco he permitido nunca que me hagan preguntas en la alfombra roja de mi ciudad.

viernes, 13 de noviembre de 2009

¿Quién presentará los Goya? ¿Eh?

En el último post os hablaba de Luis Tosar y de que va a ganar el Goya al mejor actor por Celda 211. Por suerte, hay muchas cosas de la próxima edición de los Goya que todavía no se saben. Como por ejemplo, quién los va a presentar.
La semana pasada supimos quiénes iban a ser los presentadores de la próxima ceremonia de los Oscar: Steve Martin y Alec Baldwin. Huy, qué enfado me cogí. Le di un golpe a la pared, pegué a un pigmeo que vive en casa y sacrifiqué dos pollos, del cabreo. Porque a mí el año pasado me gustó muchísimo cómo lo presentó Hugh Jackman, y dije por la radio que seguro que repetía, y ahora no repite y yo voy a quedar como el culo (fue espectacular el número musical con el que abrió la gala, no me canso de repetirlo, fijaos: fue espectacular el número musical con el que abrió la gala, fue espectacular el número musical con el que abrió la gala, fue espectacular el número musical con el que abrió la gala). Cuando una cosa funciona no hay que cambiarla, como hacemos con las bombillas. Y si Hugh Jackman funcionó, no habría por qué recurrir a Steve Martin y Alec Baldwin, que son unos sosos (Steve Martin ya presentó la gala un año, de la que no recuerdo nada, ni brillante ni no, digo yo que por algo será).
Por eso me parece bien que los Goya sí hayan decidido hacer un cambio, porque la gala del año pasado no funcionó. Pobre Carmen Machi, parecía que el guión se lo había escrito su peor enemigo pero con resaca. Sí me parece que funciona José Corbacho, aunque no me convence del todo, y creo que la mejor presentadora de los Goya ha sido de lejos Rosa María Sardá. Fue terrible el año de la pobre Antonia San Juan, que nada más empezar la ceremonia perdió el Goya que parecía más que cantado, y no me gustaron nada los chicos de Animalario, que se encontraron de chiripa con el chollo espontáneo del “No a la guerra” y al día siguiente nadie habló de las supuestas gracias intelectuales de Willy Toledo y Alberto San Juan (huy, cuántos Sanjuanes).
La clásica "foto de familia" de los ganadores de los Goya. Que no sé por qué se llama así, porque ahí casi nadie es familia de nadie.
La clásica "foto de familia" de los Goya. Que no sé por qué se llama así, porque ahí casi nadie es familia de nadie.
Pero este año la Academia tiene que cambiar. Y Álex de la Iglesia, su nuevo y flamante Presidente, lo sabe. Para darle un poquito de emoción a algo que no lo tiene, y en su empeño por darle a la Academia un aire menos solemne (durante la presidencia de Marisa Paredes parecía que para mencionar a la Academia había que suspirar antes y vestirse de Sybilla), Álex ha hecho el siguiente vídeo:
En la página web que la Academia ha habilitado para la tontería (dicho sea con todos los respetos), se pueden leer también las apuestas a las que se refiere el Presi. Pero  son sólo eso, apuestas, o sea, que no se puede votar. Algo de lo que casi me alegro, porque en la lista que se propone hay algunos nombres que son para echarse a temblar (muchos de ellos de coña). Y aunque a estas alturas de la semana todo parece indicar que el elegido va a ser Andreu Buenafuente, la ceremonia puede resultar muy distinta según quién la presente y atendiendo a la lista.
  • Ideal para que la vean los maromos: si la presenta Amaia Salamanca, Elsa Pataky (ayer estuve con ella en Valencia, qué guapa, qué mona) o Pilar Rubio (que por cierto, acaba de fichar por Telecinco, qué paradojas tiene la vida, ¿verdad?).
  • Un poco cursi y solemne: si la presenta Antonio Banderas, José Coronado, Imanol Arias, Miguel Bosé o Ana Belén (a no ser que le dé por cantar los temas de Zampo y yo, entonces la gala resultaría kitch, sorprendente, anacrónica e insufrible).
  • Inteligente, divertida y diferente: si la presenta Andreu Buenafuente (que va a ser que sí), Ángel Martín (pero sólo si lleva un buen guión), El Gran Wyoming, Javier Cámara, Joaquín Reyes (pero si lleva algo preparado, no como en Muchachada Nui), Santiago Segura y otra vez Rosa María Sardá.
  • Un quiero y no puedo, como ya ha sucedido muchas veces en las que el maestro de ceremonias es un actor a secas, sin la capacidad de improvisación de un showman o woman: si la presenta Antonio Resines, Pilar Bardem, Belén Rueda o Blanca Romero.
La presunta lista de candidatos a presentar los Goya.
  • Para apagar directamente la tele: si la presenta Ana Obregon, Ángel Llacer, Carlos Latre, Carlos Sobera, María Teresa Campos, Pablo Motos, Raquel Sánchez Silva o Risto Mejide.
  • Va a ser que no, pero sería curioso probar con: Christian Gálvez, Gemma Mengual, Jesús Vázquez, Mercedes Milá, Paris Hilton o Penélope Cruz.
  • ¿Otra vez José Corbacho? No, hombre, no… 
  • Y a ver si hay güevos de continuar con la bromita y pedírselo a: Barak Obama, Carla Bruni, Cristiano Ronaldo, Iker Jiménez, María Patiño, Belen Esteban y Jorge Javier Vázquez (que bastante tenemos con que presenten las campanadas, que eso sí que parece una coña, y de muy de mal gusto).
Como os decía, la solución de este enigma lo desvelará Álex de la Iglesia el lunes, a las 11 de la mañana. Aquí donde me veis, yo he votado por Pocoyó. ¿Por quién votarías vosotros, esté o no esté en la lista?

martes, 10 de noviembre de 2009

Celda 211 y el Goya de Luis Tosar

Hoy estoy muy contento por dos motivos. El primero es que ayer me picaba mucho detrás de la oreja y hoy ya no. Ya sé que esto os dará un poco igual, pero así es. Y el segundo, mucho más acorde con la filosofía de este blog (os recuerdo que ahí arriba pone “un blog de cine y televisión”) (bueno, en realidad me lo recuerdo a mí mismo), es que el pasado jueves estuve en el preestreno de Celda 211, gracias a mis queridas Sandra y Ainoa que encima de que me invitan, cuando llego al cine me dan besos, y también a Cristina Iglesias que me hace siempre de médium en estos avatares.
Yo soy un profesional, y siempre que voy a ver una película me gusta acompañarme de alguien que me pueda dar un punto de vista complementario. Por ello, para ir a ver Celda 211 llamé a una persona que trabaja con presos. No en cárceles, aunque las visita con frecuencia, pero sí directamente con ellos, y además conoce perfectamente el lenguaje y los entresijos de las penitenciarías. Vaaaaale, en realidad fui con mi chica, como a casi todos los preestrenos, pero en este caso la casualidad hizo que acompañante y temática tuvieran ese punto en común. Pero vamos, que reconozco que me he marcado un farol y que a un remake de Blancanieves no iría con un enano. Bueno… o a lo mejor sí.
Ah, que había perdido el hilo. ¿Y por qué estaba yo tan contento? Porque salí de Celda 211 con la sensación de haber visto una de las mejores películas españolas de los últimos años. En todos los aspectos: factura técnica, dirección de actores, credibilidad, documentación, ritmo, duración…
  • Llevamos diez minutos de película y de momento está todo muy bien reflejado: los funcionarios de prisiones y las normas de seguridad son así.
  • Calla Tere, que a lo mejor estamos molestando.
  • ¿Molestando? ¡Pero si el enorme tipo de tu derecha, el que se está comiendo un cubo de palomitas más grande que el pozo de San Isidro, cada vez que se menea nos mueve a toda la fila, con una cadencia que si no fuera por la temática de la película diríase que se está autoinfligiendo una pajilla!
  • Es cierto, Tere (y sabe Dios que es cierto).
El equipo de "Celda 211" en el preestreno del pasado jueves, en el Cine Capitol de Madrid.
Celda 211 es una de esas películas de las que luego se dice que “no parece española”, aunque a mí me da rabia que se diga eso. Sí que parece española, porque salen Luis Tosar, Marta Etura, Carlos Bardem y Antonio Resines, cómo no va a parecerlo. Pero entiendo lo que se quiere decir, aunque no lo comparto. Daniel Monzón, autor de una filmografía que hasta hoy no me convencía en absoluto (El corazón del guerrero, El robo más grande jamás contado y La caja Kovak), se acaba de ganar un admirador, un amigo, un esclavo y un siervo. Por adaptar tan bien la novela. Por dirigirla así. Por contar con ex-presidiarios para los papeles secundarios. Por darle a Luis Tosar el papel de su vida: Malamadre, un preso que le podía haber salido exagerado (la voz ronca), muy malote y con un toque de ternura que te crees (y ya es difícil) y mucho sentido del humor.

  • Pero es que los presos son así. Yo me he reído con muchos presos.
  • ¿En serio?
  • Sí. Muchos son graciosos por naturaleza. Igual que los no presos.
Me creo lo que dice Tere y me creo a Luis Tosar. Malamadre incluso cuenta un chiste, el de las setas y los Rólex (el preferido de Cristina Teva), y hasta eso le queda bien. ¿Sabéis lo difícil que es que en una película alguien cuente un chiste y que quede bien? La última vez que oí contar un chiste en una película el resultado fue patético. Claro, que era en Papá Piquillo.
Os resumo el argumento, sin desvelaros nada. Un joven funcionario de prisiones que va a entrar a trabajar en una cárcel acude el día antes de su toma de posesión para conocer a sus compañeros, el centro, etc. Va vestido de paisano  y ningún preso le ha visto nunca. Durante su visita se produce el motín liderado por Malamadre, y al futuro funcionario le pilla dentro. Para sobrevivir entre todos los presidiarios, se hace pasar por uno de ellos, supuestamente recién llegado. Si Malamadre y los suyos se enteran de que en realidad “pertenece al enemigo”, está muerto.
Tengo que agradecerle a Daniel Monzón un homenaje, en forma de mensaje tallado en la pared, a Cadena perpetua, una de mis dos películas carcelarias favoritas (la otra es La leyenda del indomable). Y creo que Celda 211 se va a colocar, aunque a cierta distancia, como la tercera película carcelaria de mi ránking. Ay no, calla, que también está La gran evasión. Y Papillon. Y luego está La hija de Juan SImón, en la que Antonio Molina cantaba Soy un pobre presidiario, pero eso es ya otra historia. No sé, es que el género carcelario es muy grande. Y Celda 211 muy digna.
Calzones y Malamadre, los dos protagonistas de "Celda 211"
Al salir, la persona que trabaja con presos con la que vi la película me explicó algunas de las reivindicaciones de los amotinados, lo que son los módulos FIES, los aislamientos de celda, el realismo de las armas caseras que se fabrican los presos, la lógica aplastante de que nadie sospeche que el funcionario es un funcionario…. Está bien ver las películas así. Al estreno de Crepúsculo 2: Luna nueva pienso ir con un murciélago.

Y ahora, allá va una “arriesgada” predicción: Luis Tosar va a ganar el próximo Premio Goya al mejor actor. Lo siento por Antonio de la Torre y los 33 kilos que tuvo que meterse entre pecho y espalda para Gordos, pero otra vez será. Estoy de acuerdo en que Malamadre es un personaje muy propicio para ganar un Goya, pero amigo, luego hay que hacerlo bien y no pasarse de la raya. Dáselo a Robert deNiro y verás que recital de muecas te devuelve. También Alberto Amman, el funcionario involuntariamente infiltrado, se puede llevar el Goya al mejor actor revelación. Pero de eso estoy menos seguro.

Esta “arriesgada” predicción ya la hice el viernes en la radio. Entonces Javier Cárdenas, siempre al quite, resaltó la increíblemente poblada perilla de Luis Tosar. Tiene razón. A Luis Tosar le sale una perilla con la que podría hacerse una melena como la de Aznar. Aunque no le hace ninguna falta, porque la calvicie de Tosar es de ésas que molan e imprimen carácter. Le pasa al revés que a mí, que tengo que esperar dos meses para que mi barba tenga tres pelos, pero con los que me salen en la cabeza me podría hacer una como la de Papá Pitufo, aunque claro, estaría aún más espantoso. Creo que esto del pelo en la cabeza y la barba tiene que ver con la testosterona y con ser más macho y tal, pero me temo que no me interesa nada averiguar cuál de las dos combinaciones se corresponde con la de la hombría. Prefiero no saberlo y seguir siendo tan así.