miércoles, 24 de febrero de 2010

Malditos bastardos, Precious y Un profeta (y va de Oscars)

Ay, perdonadme que haya andado unos días un poco despistado, pero es que he estado en Venecia. Y por esta causa, estos últimos días he mantenido muchísimas veces la siguiente conversación:
  • Hola, he estado en Venecia.
  • ¿En el Festival?
  • No, vamos a ver, el Festival de Venecia es en septiembre. El que ha sido ahora era el de Berlín. He ido porque he querido.
  • Ah. ¿Y te has comprado una góndola?
  • No, qué gilipollez, eso es carísimo, tienes que pagar una licencia como en los taxis y luego comprarte la góndola.
  • No, pero yo digo una góndola chiquinina de cristal de Murano.
  • Pues peor me lo pones.
Lo que quiero decir es que si trabajas en algo del cine la gente se cree que sólo puedes ir a Venecia para acudir al Festival y a Los Angeles de San Rafael para ver los Oscars de San Rafael. Pues no: yo puedo hacer lo que quiera siempre y cuando lo diga mi chica. Y lo de la góndola en realidad no me lo ha preguntado nunca nadie, lo he puesto yo para rellenar.
Dicho esto para romper el hielo, vuelvo a retomar el tema de los Oscar mezclándolo con el sibilino arte de recomendar películas, que es lo que voy a hacer en este postecillo (es que no sé cuál es el diminutivo de “post”, ¿“postito”? no sé, a mí me suena a pastelito de chocolate con cromo dentro). Y hoy voy a hablar de una película con 8 nominaciones, otra con 6 y una tercera con una, pero que se estrena esta semana.
MALDITOS BASTARDOS. Aunque difícilmente la vais a encontrar en los cines, ya la tenéis en DVD, en alquiler y en venta, y también la podéis encontrar en el Emule en DVDRIP con subtítulos en mexicano, pero está prohibido que yo diga esto. Como todos sabéis, Malditos bastardos es esa película de Tarantino en la que un grupo de judíos se dedica a eliminar nazis en 1941. Tarantino incluso se atreve a alterar “ligeramente” el curso de la Historia, y es maravilloso que lo haga. Brad Pitt está otra vez divertidísimo en esa nueva faceta de coña que ya exploró en Quemar después de leer. Christoph Waltz se saca de la manga a un nazi políglota que le valió un Globo de Oro y que le va a valer un Oscar. Y Daniel Brühl interpreta un personaje que a veces crees que puedes llegar a respetar y que de pronto descubres que no. Tarantino no da tregua a los nazis, como debe ser.
Secuencia de "Malditos bastardos" en la que los soldados juegan a un delirante juego intelectual que parece ideado por Frasier y Nyles.
Y el resultado de la película, en mi erudita y experta opinión de mierda, es una de las mejores películas que optan este año a los Oscar (a 8). No va a ganar casi ninguno, porque Avatar y En tierra hostil, que como todos sabéis están separadas pero van a gananciales, se van a repartir la mayoría. Y Avatar es más espectacular, En tierra hostil seguramente sea mejor película, mejor historia… pero yo no me lo he pasado en ninguna de ellas como me lo pasé en Malditos bastardos.
PRECIOUS. Me gustó mucho a mí, Precious. No la chica, pobrecita mía, o no tan pobrecita, porque seguro que yo a ella tampoco le gustaría porque le parecería un tío flaco y pálido como el típex y encima un soso. Me gustaron las actrices, la que hace de Precious, que está nominada pero que no va a ganar el Oscar, y la que sí lo va a ganar, o sea Mo’nique, que hace de madre de Precious y de hija de puta. Me gustó que Mariah Carey saliera con bigote y que por una vez no me dejara perplejo con el aspecto de sus senos, pechos o peras. Me gustó que mucha gente no se diera cuenta de que Lenny Kravitz era Lenny Kravitz. Y me gustó la historia, aunque es durísima, qué digo yo durísima, mucho más que durísima. Precious es, además, una película muy buena, de ésas joyas estadounidenses que sólo se estrenan fuera cuando llegan los Oscar. Como lo eran Pequeña Miss Sunshine, como lo era Juno… y como lo son muchas historias (americanas, sí) que no llegan a España porque no las nominan a nada y porque en ellas no sale Mel Gibson. ¿Qué conclusión debéis sacar de este párrafo? Pues que Precious mola. Aún la podéis ver en muchos cines.
Precious, su hija, su madre y el sofá más resistente del mercado.
UN PROFETA. Ésta es una película francesa que se estrena este viernes, y que está nominada al Oscar a le mejor película de habla no inglesa. Que debe ser el único habla que no sale en Un profeta, porque en ella se oye francés, árabe e italiano. No va a ganar el Oscar porque lo va a ganar La cinta blanca, aunque la semana pasada sí que se llevó el BAFTA. Yo fui a verla el lunes al pase de prensa porque me la había recomendado varias veces Juan Zavala, y si Juan Zavala me recomienda Papa Piquillo, pues yo voy y también la veo. Me gustó un montón Un profeta. Otra película dura, en algunos momentos violenta, pero que cómo engancha. Qué bien contada, qué gran historia carcelaria y qué diferente de Celda 211, por citar un ejemplo reciente de película carcelaria buena. Entiendo la nominación, entiendo los premios, entiendo que le haya quitado un puesto a Trueba  o a Almodóvar. Pero hay una cosa que no entiendo y que es la única pega que le pongo a la película, pero lo hago sólo por ponerle una pega y para que vea la película quién manda en este blog, y es que el metraje me parece excesivo (dos horas y media). No porque sea largo, sino porque se hace largo (bueno, al menos a mí se me hizo, y a una persona de la que me fío y otra de la que no es que me fíe sino que lo que diga va a misa, pues también). Si una película dura cinco horas pero no me hace mirar el reloj, para mí no es larga. Pero si un corto de ocho minutos (el de Mateo Gil que acaba de ganar el Goya, por ejemplo) me hace mirar la hora, pues entonces para mí es largo. En Un profeta miré el reloj. Y encima cuando lo miro pierdo el hilo, porque no sé leer la hora bien y me quedo siguiendo el segundero con la mirada como un tontico, oye, que hay que ver qué mecanismo más curioso. Aún así, y pese a esta pega, me gustó a mí Un profeta. La estrenan este viernes. Como diría Cándida Villar, es preciosa: vayáis a verla.
El profeta y el dios al que se pasa predicando durante casi dos horas.

Seguiremos hablando de más películas, si os parece. Ahora os tengo que dejar, que me llaman al portero los colegas para juebar un rato al jula-jop.

viernes, 19 de febrero de 2010

Nacidas para sufrir y I’m not there

Vamos a descansar un poquito de los Goyas y los Oscars de los güevos, coño ya.
Huy perdón, he empezado demasiado cabreado para la poca importancia que tiene el asunto. Empezamos de nuevo.
Hola, hoy vamos a abandonar por un día los temas de las nominaciones y de los premios, que llevamos un montón de posts seguidos hablando de los Oscar y los Goya. Y vamos a hablar de dos películas que están de actualidad: una que acaba de llegar a lo cines y otra que llega este viernes. No son las más importantes, pero es que las más importantes las voy a dejar para los días que volvamos a hablar de los Oscars de los güevos, coño ya.
Nacidas para sufrir se estrenó el viernes pasado. Es la 8ª película de Miguel Albaladejo, un tipo al que media España llama Albadalejo y que a veces hace cosas que me gustan y a veces no, pero esto me pasa también con Guti. Me gustó su Manolito Gafotas (el de Albaladejo, no el de Guti), me conquistó Ataque verbal, no me convencieron El cielo abierto o Cachorro y me puso muy nervioso Rencor, pero me tomé una pastilla que se llama Tiadipona y se me pasó enseguida.
"Nacidas para sufrir". No me gusta el título, me recuerda demasiado a "Nasío pa matar".
Nacidas para sufrir va de más a menos. El principio es purito Azcona, purito Berlanga y purito Reig. A mí me pareció tan sorprendente, que no pensaba contarlo en este blog, como no lo conté el otro día en la radio, aunque si avisé de que era un principio desternillante, y debí de ser convincente porque Tony Aguilar se reía solo de imaginarlo, aunque a Tony Aguilar y a mí a veces nos entra la risa sin tener que decirnos nada, también me pasa con Nacho Valcárcel, pero ése de momento igual no sabéis quién es. Al tiempo.
Bueno, pues ese principio que yo no quería contar porque para mí es como medio sorpresa, lo están contando en la tele y en la prensa los propios actores y el director. Así que que les den, yo lo cuento.
Resulta que una solterona anciana (una enorme Petra Martínez) se da cuenta de que sus sobrinas y legítimas herederas están planeando ingresarla en una residencia. Así que decide borrarlas del testamento y dejárselo todo a la mujer que la ha cuidado los últimos años, que es buena buena y un poco manejable (Adriana Ozores). Pero como legalmente no puede hacer eso, decide… ¡casarse con ella! Eso les convierte en el primer matrimonio gay del pueblo, aunque en ningún momento de la trama se atisbe algún sentimiento o tratamiento homosexual. Luego la historia da un giro cuando llega al pueblo la madre de Adriana Ozores (bueno, de su personaje), y para mí la cosa baja bastante. Pero no sé, me dejó a mí buen sabor de boca, Nacidas para sufrir.
La otra película se estrenará este viernes y se llama I’m not there, que en inglés significa que el que está hablando no está allí, o sea que estará aquí. Me apetecía verla porque es de Todd Haynes, un director que me conquistó con una historia muy del estilo de Douglas Sirk que se llamaba Lejos del cielo. Y a lo mejor no os suena el título (I’m not there), pero sí os sonará si os digo que es una película sobre Bob Dylan y que lo interpretan varios actores e incluso una actriz, Cate Blanchett, que estuvo nominada al Oscar y todo, pero habíamos dicho que no íbamos a hablar de los Oscar de los güevos, coño ya.
  • Ahí va, sí que me suena, pero como de hace dos años.
  • Es que es de hace dos años, FIliberto.
  • ¿Y por qué se estrena ahora?
  • No lo sé, ¿por qué Mickey Rooney se casó con Ava Gardner?
  • Ni idea.
  • Pues eso.
I’m not there está muy bien de fotografía. Bueno, la verdad es que no lo sé, pero es lo que se suele decir cuando una película te parece un coñazo. Tal vez la palabra exacta no sea “coñazo”, ni siquiera “gran potorro”, pero yo reconozco que me aburrí bastante, y eso que eran las 10 de la mañana y estaba despejadito. Dura demasiado y aporta pocas cosas sobre Bob Dylan, en mi opinión. Y eso que a mí me gusta Bob Dylan (su música), y me entretuvo bastante oír sus canciones, yo de jovencico cantaba temas suyos con la guitarra, como Mr. Tambourine man, Like a rolling stone o Blowin’ in the wind cuya letra aún recuerdo de memoria (“sabeeer que vendraaaá, / saber que estaraaaá, / partiendo a los poooobres el paaaan”).
Seis Bobdylans seis.
Y aunque estoy seguro de que mi admirado Fermín Zabalegui le sacaría mucho más jugo que yo a esta película y a este post, debo decir que lo único que me gustó del planteamiento de la película es que la retahíla de actores que hacen de Bob (entre ellos Heath Ledger y Christian Bale) no van cambiando según la edad del cantante desaliñadete, sino según la cara de Bob Dylan de la que estemos hablando en ese momento. El resto me aburrió como una mona.
Obsesionado con esta última afirmación, me pongo a pensar qué actores me interpretarían a mí en una película en la que mostraran mis múltiples facetas. Y creo que serían esos seis:
  • Mi “yo” más encantador y atractivo. Sin duda alguna, George Cloney. Podría hacerlo Brad Pitt, pero no da el tipo, este “yo” mío es mucho más viril. Me refiero a mi  “yo encantador psicológico”, porque si luego me veis en persona puedo resultar tan viril como Paco Clavel.
  • Mi “yo” atormentado. Aquí dudo entre Sean Penn y Ángel de Andrés López. Ya lo sé, son muy distintos, pero al fin y al cabo son actores, que se lo curren.
  • Mi “yo” divertido y alocado. Lo interpretaría José Luis Perales. Qué queréis, yo cuando me aloco soy así.
  • Mi “yo” intelectual. Aquí lo tengo claro: lo haría Nacho Vidal en su debut en el cine convencional como protagonista.
  • Mi “yo” oscuro y depresivo. Lo interpretaría María Galiana. Es que me tenéis que ver cuando me deprimo, cambio un montón.
  • Mi “yo” reivindicativo y batallador. Creo que esta faceta mía la clavaría el Telettubie rojo.

Mola pensar en quién te interpretaría en el cine, aunque sea sólo un actor o actriz, sin dividirse en facetas, digo. Haced la prueba.

martes, 16 de febrero de 2010

Los Goya de Celda 211

Pues sí: por fin se entregaron los Goya. Y si no os he contado antes lo que me pasó en la ceremonia es porque el domingo llegué a casa a las 3:20 de la madrugada y ayer, medio sopa, tenía que trabajar un poco para justificar mi presencia en la gala. A mi jefe no le vale con que os la cuente a vosotros, pues menudo es.
Cuando vas a los Goya para trabajar, no te enteras bien de la gala. Los periodistas de televisión estamos en el backstage, recibiendo a los ganadores según salen del escenario con su Goya entre las manos. Posan ante los fotógrafos, que son unos señores que gritan mucho (“¡aquí, a la derechaaaaaa, mira ahora aquí, mira ahora allaaaaaá, besa el Goya, sube el Goya, baja el Goya, frótate la chorra con el Goya!”). Luego les ponen un micrófono y dan las gracias otra vez a sus padres. Y luego pasan por unos cuantos periodistas que queremos entrevistarles personalmente porque somos muy nuestros. Y mientras todo esto sucede, la gala continúa, y aunque tenemos un monitor de televisión, pues como que no te enteras de casi nada.
Aún así, por lo que pude ver y por los SMS que me enviaba mi chica, me pareció que la gala fue una de las mejores de las 24 que se han celebrado hasta ahora (me lo han corroborado algunas de esas personas de las que tanto me fío y de las que tanto os hablo). Andreu Buenafuente, si quiere, puede ser el Billy Crystal español. Yo repetiría con él año tras año. Su humor fue fino, oportuno, inteligente, gracioso (lamentablemente, no siempre el humor en España es gracioso). El vídeo con el que abrió la ceremonia fue comparable (bueno, casi) al que presentó Jon Stewart en sus primeros Oscars. El de Movida en la 211, presentando Celda como si fuera una comedia tonta americana, fue sensacional. La fusión con la Sardá, el número musical, la muerte final (“¿De qué os reís, cabrones?”)… En fin, todo el mundo habla bien de Buenafuente. Chapeau.
Luis Tosar, uno de los grandes triunfadores de la noche.
Pero vosotros visteis la gala, y seguramente mejor que yo, así que me voy a dedicar solamente a contaros algunas de las cosas que no pudisteis ver porque no estuvisteis en la alfombra roja (bueno, verde, Jameson manda), que estuve mirando yo por si os veía y nada, ah, felones, que me dejasteis más solo que un perro (que un perro solo).
  • Como el que llevaba en brazos María Reyes, y al que enfocaron durante la gala en uno de los chistes más flojetes. María explicaba la historia del perro Pancho a todo el que le preguntara por él (porque fue su acompañante), y contaba de memoria esa historia tan sosa que se inventaron para mencionar a uno de los patrocinadores.
  • La pobre y encantadora Leticia Dolera, actriz que acaba de dirigir un corto, llegó a la alfombra roja (verde), se quitó el abrigo y ¡mierda! se le había llenado el vestido de pelusinas. A la pobre la tuvieron que ayudar a quitarse las putas pelusas antes de que posara ante los fotógrafos y pareciera la manta de un gato. Y aunque estuvo allí un ratito ante la vista de todos, impacientes por que se plantara ante los flashes, mereció la pena la espera. ¡Guapa, ole!
  • De repente los periodistas acreditados en la alfombra (bueno, y los que ya estamos desacreditados) quedamos cegados por un destello amarillo fluorescente que nos dañó gran parte de los ojos y nos hizo caernos hacia atrás: acababa de entrar una figura uniforme, larga, delgada, luminosa, tan suave que se diría toda de algodón, que no llevaba huesos, como un spagueti all’uovo combinado con el look del primer David Bowie. Pero era Bimba Bosé, con el pelo teñido del color de su traje: amarillo chillón. Menos mal que Óscar Jaenada decidió no teñírselo del color de su atuendo, pues iba vestido con una chaqueta rosa palo, una camiseta a juego y un borsalino negro, no recuerdo si me dijo que era regalo de su madre o de Jean Paul Belmondo. Cómo iría vestido que casi no me fijé en su pareja, Bárbara Goenaga, y mira que me parece atractiva esa chica. Aún así, me pareció más surreal la pareja Óscar Jaenada – Ana Belén sobre el escenario.
Mi mítico mentón dialogando con la mejor actriz del año, Lola Dueñas.
  • Hablando de parejas: me sigue pareciendo que Pé y Já se lo montan fatal. Eran la pareja de la noche, entregaron premios, encajaron las bromas de Andreu… ¿por qué entonces no ir juntos a la gala? Pues Bardem no pasó por la alfombra roja (verde), sino que entró a la sala por la puerta de atrás. Y Penélope no se detuvo a hacer declaraciones, y además fue porque ella no quiso, doy fe de que Antonio Rubial, su representante, intentó que me concediera la mini-entrevista que habíamos apalabrado. Esto lo digo porque mucha gente dice que son peores los representantes que las estrellas. Bueno, pues no siempre. Pé y Já me parecen dos actores magníficos merecedores de muchos premios, ya lo he dicho muchas veces, pero me sigue pareciendo que se lo montan mal, muy mal.
  • Hablando de bordes: Marisa Paredes, la ex-presidenta de la Academia, pasó por delante de mí y le solicité unas declaraciones de diva a diva con mi exquisita educación (“¡¡¡¡Marisaaaaaaaaa, anda párateeeeeeeeee!!!!”). Marisa, que como dice Miguel Parra se ha quedado anclada en el personaje de La flor de mi secreto, me dijo “No, es que ya he hecho siete entrevistas”. No sabía que había un límite, ni que fuera siete. “No importa, yo he hecho más”, le dije por si colaba. Pero no coló.
  • Y volviendo al tema de parejas premiadas: aunque Pé y Já pueden presumir de tener en casa dos Oscars, que supongo que usarán para machacar almendras amargas para la salsa,  me gusta mucho más lo de Luis Tosar y Marta Etura. Aparte de que los dos me encantan, cada uno en su estilo, ¿os imagináis lo que debe de molar pedir un taxi - cada uno con un Goya -, entrar en casa – cada uno con un Goya -, ver quién de los dos busca las llaves porque tienen ocupadas las manos – cada uno con un Goya -, y dormirse cada uno abrazado a su Goya? Es más, ¿os imagináis lo que debe de molar dormirse abrazado a un Goya, soltarlo y abrazarse a Marta Etura?
Mi cogote con Marta Etura. Si no fuera porque Luis Tosar es un tipo fantástico y parece más brutote que yo, me fugaría con Marta Etura a Sabiñánigo, Huesca.
  • Otra extraña pareja: Pilar Castro y Luis Zahera, el actor que tenía que haberse llevado el Goya al mejor secundario pero no le nominaron. Luis iba grabando a Pilar con una camarita, y tanto esto como que los dos fueran juntos tiene una explicación, pero no sé si es sorpresa, así que por si acaso ya me callo.
  • Debo reconocer que me sorprendió ver frente a mí, durante las casi dos horas y media que duró el desfile de estrellas por la alfombra roja (verde), a Carlos del Amor de TVE bastante ocioso. Estaba ahí como solo. Yo pensé que se habría equivocado en la hora o que habría quedado con el cámara en otro sitio. Pero no, al final sí que hizo entrevistas y fue de los únicos que tuvo a Penélope Cruz (cosa que yo no conseguí, porras). Es que era  muy raro, si no.
  • También debo reconocer mi debilidad por la belleza que exhibieron Maribel Verdú, Manuela VelascoVerónica Sánchez. Además, reconozco que me salí literalmente de mi cuerpo de gozo y orgullo cuando las dos últimas van y me reconocen y me besan y me dicen “¡¡¡qué taaaal!!!” antes de entrevistarlas. La verdad es que quedas como Dios delante de los demás. Yo les dije a todos que eran unas ex-novias a las que dejé por Tere y que hemos quedado como amigos, pero no me creyeron.
Maribel Verdú. Cómo me gusta a mí, Maribel Verdú. Mirad cómo me sonríe, Maribel Verdú, aunque tal vez se esté descojonando de mí, no le pregunté por si acaso.
  • Igualmente ilusionóme el abrazo de ánimo y mis deseos de suerte que les pude dar a Antonio Naharro, Álvaro Pastor y Javier Recio, con quienes estuve el otro día y el pasado post. También vi pasar con Natalie Seseña Nuria Verde, pero en ese momento estaba entrevistando a no sé quién o sufriendo el desaire de Marisa Paredes y no pude darle un beso. Te lo doy ahora, Nuria.
  • Luego aparecieron algunos personajes que nunca me acuerdo de si están vivos hasta que llegan los Goya. Y además, vi a Massiel, Analía Gadé, Silvia Marsó, Pajares con Maricielo, Victoria Vera… que seguro que están todos trabajando en algo, pero ahora mismo (salvo en dos casos) no sé en qué.
  • Y tras la gala, tuvimos el placer de hablar con los ganadores, ya sintiéndose ganadores: Lola Dueñas con un subidón que parecía que se había comido unas pirulas entre el escenario y el backstage, Luis Tosar, Alberto Iglesias, Javier Recio, Alberto AmmannMarta Etura, Raúl Arévalo… y Álex de la Iglesia, que fue el gran triunfador por el “efecto Pedro”, y cuyo discurso inaugural ensayó unos minutos antes delante de mi micrófono (os lo juro). No me comentó que iba a pedirle a la gente que no se alargara en los agradecimientos. Es verdad que es un coñazo, pero como reivindicó Belén Rueda en la gala de Mar adentro, es quizá el momento más importante en la vida de un actor. ¿Le vas a quitar ese gusto?
  • A la 1:30 todavía estábamos entrevistando a Alejandro Amenábar y a Daniel Monzón. Justo después, los sufridos cámaras Antonio y Mario y mi superproductora Cristina Iglesias subimos al cocktail para comernos un canapé de queso y así no desfallecer mucho, y también porque arriba estaban Xiomara García (a la que debéis en parte el magnífico vídeo con el que empezó la gala) y mis amigos y grandes actores Emilio Gavira y Jorge Merino. A Cristina le debéis todas estas imágenes de mi cogote. Pero si queréis ver fotos buenas buenas de los Goya sin que se entrometa mi colleja, no os perdáis el especial que ha preparado Menstyle.
Amenábar Amenábar, moro de la morería. Mi cogote con el "perdedor" de la noche, si es que se puede ser perdedor y ganar 7 Goyas.
Ah, y para terminar, repaso mis apuestas y veo que:
  • Me libro de pagaros una cena para dos personas en un pequeño restaurante de Almorox, Toledo, pero os tengo que invitar a un plato de garbanzos con repollo  en Casa Perico.
  • Me tenéis que pagar una excursión a Chipre de dos días y seis noches.
  • Me tengo que follar a un pato.

Bueno, pues lo que haré será irme con el puto pato a Chipre para que el sexo sea con cariño, que es mucho mejor, y mientras tanto vosotros os coméis los garbanzos de Casa Perico. Os recomiendo que los pidáis con ropa vieja, creo que la hacen los viernes.

viernes, 12 de febrero de 2010

Los Goya: apuestas y cortometrajistas

Alguien me preguntaba hace poco en los comentarios de este blog que si iba a hacer predicciones para los Goya. La respuesta es NO. O bueno, ésa era la respuesta en ese momento, pero como no tengo carácter y basta que me digan una cosa para que la haga por si acaso (¿por si acaso qué? no lo sé, llevo años preguntándomelo), pues la respuesta ahora ha cambiado y es SÍ.
Pero las voy a decir muy rápido, porque mis apuestas de este año van en una dirección muy clara: Celda 211. Venga, yo digo que va a ganar mejor película, dirección, actor para Luis Tosar y guión adaptado. Si no es así, os pago una cena para dos personas en un pequeño restaurante de Almorox, Toledo.
  • Así que según yo, Celda 211 derrota a Ágora. A Ágora le dejo el Goya al mejor guión original y un buen puñado de Goyas técnicos. Si acierto, me pagáis una excursión a Chipre de dos días y seis noches, que me hace una ilusión…
Luis Tosar en "Celda 211", haciendo de hijo de mala madre.
  • La otra gran triunfadora será Yo, también: dirección novel, actriz principal para Lola Dueñas y actor revelación para Pablo Pineda. Si fallo uno de estos tres os invito a un plato de garbanzos con repollo  en Casa Perico.
  • Otros Goyas: Resines y Marta Etura, actores de reparto. Blanca Romero, actriz revelación. El secreto de sus ojos, mejor película de habla hispana. Déjame entrar, mejor película europea. Si me equivoco en una, en sólo una de estas predicciones, me tiro a un pato. Pero me lo tiro en el sentido carnal, que me lo zumbo, vamos.
  • Y por supuesto, La dama y la muerte va a ganar el premio al mejor corto de animación (aunque es una pena que Alma se vaya a quedar sin el premio, es otro corto cojonudo). ¿Aún no habéis visto La dama y la muerte, el corto que está nominado también al Oscar? Anda, aquí lo tenéis, que no sé qué haríais sin mí (y sin Plus TV, las cosas como son).
Lo de La dama y la muerte os lo cuento tan así porque la otra tarde estuve con Javier Recio, su director, y me estuvo contando muchas cosas del corto, de Antonio Banderas (que es el productor), y también que para los Oscar le van a vestir Victorio y Luchino, pero que para los Goya le ha comprado un traje su madre. También estuve con los directores de Yo, también, y con tres de los cuatro nominados al mejor corto de ficción.
¿Pero dónde estuviste tú? os preguntaréis medio desnudos. ¿En una especie de bar de La guerra de las galaxias versión española para cortometrajistas y frikis como tú?
Pues no, en un encuentro digital televisado por internet entre nominados, estudiantes e internautas que organizó plus.es, que llamaron “Del corto al Oscar pasando por el Goya” y que me pidieron que moderara yo, que es como pedirle a Belén Esteban que modere una sesión extraordinaria de la Academia de la Lengua (de la lengua española, matizo, porque si no el chiste pierde su gracia). Aún así, como me lo pidieron Choni Martín Herranz y Cristina Merino, pues les dije que sí, porque son dos personas que si un día me piden que intente matar con un clip a un rinoceronte cabreado, yo creo que también les digo que sí.
Y me lo pasé pirata, tíos. Porque conocí a seis personas estupendas (me refiero a los nominados, a los demás ya los conocía, aunque también son estupendos, como Esther & Carlos, realizadores de lujo), porque me vi inmerso en una charla sobre cortos y cine que me interesó una cosa mala y porque me dejaron hacer el tonto delante de tres cámaras.
Por ejemplo, me gustó comprobar que:
  • Antonio Naharro y Álvaro Pastor, los directores de Yo,también, traían un jetlag imponente porque venían del Festival de Sundance ý de ganar el premio del público del Festival de Rotterdam. Pese al agotamiento, estuvieron simpatiquísmos y encantadores, y a pesar de que han triunfado con su primer largo y están preparando el segundo, no veais cómo apoyaron a los cortometrajistas y escucharon a los estudiantes.
  • Javier Recio, el director de La dama y la muerte, va a estar el domingo en la gala de los Goya. Al día siguiente, en Los Angeles, tendría la comida de los nominados al Oscar. Así que tuvo que elegir entre una cosa y otra. Y dice que va a lamentar mucho no comer en el mismo salón que James Cameron y Quentin Tarantino, pero ha elegido estar en los Goya. “Espero que merezca la pena”, añade con cierta coña.
  • Esteban Crespo, el director de Lala, entró en el plató de CANAL+ donde hicimos el encuentro, y cuando vio las cámaras y las luces, tuvo dos golpes de humor seguidos de éstos que a mí me encantan: “Vaya, es duro ver que te van a entrevistar con más medios técnicos de los que tú has tenido para hacer el corto por el que entrevistan”. Y acto seguido: “¿Os importa dejarme un momento solo en el plató, que voy a rodar otro corto?” Echadle un vistazo a Lala, con Gustavo Salmerón, Marta Berenguer, Ramón Barea y Mariví Bilbao (la musa otoñal de los cortometrajistas).
Yo con los cortometrajistas y directores nominados a los Goya (y Oscar). A sus pies pone “ANAL+”, pero porque falta una “C”. 
  • Nuria Verde, la única nominada acabada en “a” por Terapia, guionista y redactora del programa Cámara abierta de TVE , se reveló como una maravillosa “sinopsista”: en una frase resumió su corto y el de Esteban Crespo con una precisión y una capacidad de síntesis que ya me gustaría tener a mí, y a vosotros que la tuviera, porque en una frase os contaría todo lo que yo llevo intentando contar desde hace un par de horas. Terapia es un duelo psicológico-emocional entre Daniela Féjerman y Natalie Seseña.
  • Martín Costa, nominado por La Tama, explicó a internautas y estudiantes cómo se busca una actriz, como se consigue la financiación para un corto o para qué sirve un Goya (según él, más útil para ligar y hacer amigos que para pagar hipotecas). Y oye, un buen rollo con sus compañeros, que no olvidemos que el domingo serán rivales…
La conclusión que saqué es que el único corto que no quiero que gane es el de Mateo Gil, el cuarto en discordia. Primero, porque es el único que no asistió al encuentro. Esto ha sonado a venganza, pero no, porque no pudo venir porque estaba de viaje, lo que quiero decir es que como no vino pues no le pude coger cariño. Y segundo, porque su corto es el que menos me gusta de los cuatro.
De verdad que fue un placer conocerles, y será un placer saludarles el domingo en los Goya, donde estaré porque me lo han rogado encarecidamente. ¿Los altos cargos de la Academia? Pues no: mi jefe. Porque voy a trabajar, no a sentarme en el patio de butacas a aplaudir y a comer ganchitos. Lo de “encarecidamente” y lo de “rogado” lo he añadido yo. Por suerte, voy con Cristina Iglesias, mi productora favorita después de Paula Wagner y con Antonio y Mario, mi equipo de cámaras preferido pero con el que posiblemente me suceda algo extraño, como que extraviemos el Palacio de Congresos o electrocutemos a Buenafuente.
Si no me pasa nada raro, os pago un viaje a Cancún para dos personas con escala en Hi-Fi. Os lo juro.

(¿Os animáis a hacer apuestas?)

miércoles, 10 de febrero de 2010

Cómo se vota en los Goya

Estoy tonto, llevo unos días venga a hablaros de los Oscar como si fuera Miguel Parra, y resulta que dentro de cuatro días lo que se entregan son los Goya. Así que habrá que hablar de los Goya. Y como hace un año ya os hice un repaso graciosísimo sobre la historia de estos premios tan absurdos que consisten en darle a un cineasta la cabeza de un pintor sordo, pues hoy os voy a hablar de una cosa nueva de los Goya.
Por motivos que no vienen a cuento, este año he asistido muy de cerca a todo el proceso de votación de los Premios Goya. Y como sucede en todos los premios, el sistema no es justo, pero podría serlo. Por lo menos es democrático y no se me ocurre un método mucho mejor. Veréis:
  • La Academia envía a sus miembros un libraco con todas las posibilidades que tienen para elegir los nominados de cada categoría. El libraco incluye todos los títulos estrenados en el año (en este caso 2009), y todas las candidaturas que han enviado cada una de esas películas. Yo lo he visto y da mucha pereza.
El libraco que envía la Academia con todos los aspirantes a ser nominados a los Goya.
  • ¿Cómo se convierte uno en miembro de la Academia? Primero, tienes que dedicarte al cine. Una vez que ya te dedicas al cine, hay dos caminos. Uno: que te nominen a un Goya. Automáticamente, pasas a ser académico. O sea, que Lolita, por ejemplo, es académica. O sea, no puede ser académico un charcutero bajito, a no ser que haga una película y le nominen. Dos: que varios académicos presenten y avalen tu candidatura, y que la Asamblea la apruebe con ilusión. Así que el charcutero mejor que haga una película, porque si no nadie va a avalar su propuesta.
  • Las productoras de las películas son las que presentan a sus candidatos. O sea, es Celda 211 la que pone a Luis Tosar como actor principal, a Resines como secundario, a Amman como revelación… Por eso a veces vemos algunas “trampas”, como que dos actrices que aparecen los mismos minutos en una película estén nominadas una como principal y otra como secundaria (sucedió en Belle epoque o Mar adentro). Así puedes ganar más Goyas y evitas que tu gente luche entre sí. Y si te has llevado mal con el de sonido porque era un bastardo, pues es el momento de la venganza: que se joda y no le presentamos como candidato.
  • Cada académico coge ese libraco y va mirando los nombres de cada categoría, que a veces son 50, a veces 100, a veces 80… Elige a cuatro, da igual en qué orden, y los apunta con buena letra en el impreso que también le ha enviado la Academia. Pasa la lengua húmeda como un pescado fofo por la goma pegajosa del sobre, que por qué no harán con un sabor rico, y lo cierra con destreza.
  • Ni que decir tiene que el académico no ha visto ni la décima parte de las películas que había en el libraco. Yo he hecho la prueba, y he visto 43 películas de las 119 que se han hecho en España en 2009, y eso que por mi trabajo me temo que tengo más posibilidades de ver cine español que muchos actores, que estarán trabajando en series y no tendrán tiempo. Y yo también trabajo mucho, pero a veces mi trabajo es ver precisamente esas películas. Los pobres académicos acaban votando entre las pocas que ha visto. Y claro, todos han visto Ágora y Celda 211. Y nadie ha visto Hierro o V.O.S.
  • Por eso muchas distribuidoras envían sus películas a los académicos en DVD, para que las vean y las voten. Eso sí, la Academia ha ideado este año un sistema para que todos puedan ver todo. Cada académico puede entrar en la web con un código personal e intransferible, y allí ver en streaming todos los títulos. Eso sí, no puedes prestar tu número, porque la web memoriza la dirección IP del ordenador y ya no permite que ese número entre desde otra máquina. Pero, francamente, no me imagino a Manuel Alexandre, Juanjo Ballesta o Asunción Balaguer viendo Planet 51 en streaming. Aunque quizá me equivoque.
  • El voto se envía por correo a un notario, y días más tarde, se anuncian las candidaturas. Cuatro por categoría, las más votadas.
  • Días más tarde, el académico vuelve a recibir un impreso que ya es como la quinielica: cuatro opciones por categoría, de las que ya sólo puede marcar una.
  • Se lo vuelve a mandar al notario, que recuenta los votos definitivos, y de ahí sale el ganador. Y ya está. 
Un Goya ahí solo.
Este año, por quinta vez, estaré trabajando en los Goya. Es una pena, porque me gustaría celebrar el 14 de febrero con mi chica como hacemos siempre: cenando un plato de queso y acelgas, yo le regalo una flor y un merengue y ella me regala una corbata rosa palo con la inscripción: “Es la moza segoviana / la mujer que yo más quiero”. Siempre es así. Pero este año no podrá ser. Este año me toca pasar San Valentín con el cine. Del que, al fin y al cabo, también estoy enamorado.


lunes, 8 de febrero de 2010

Nine e Invictus

El día que salieron las nominaciones a los Oscar me propuse dos cosas:
1. Iros hablando de las películas candidatas a las categorías principales.
2. Hacer algo de ejercicio, que estoy superfofo.
Soy consciente de que el segundo reto no lo voy a cumplir a corto plazo, porque igual que Tono, mi gimnasia diaria consiste en darle cuerda al reloj. Así que decido volcarme en el primero, que es más fácil. Y voy a empezar por la película por la que está nominada Penélope, Nine, y por la que están nominados Morgan Freeman y Matt Damon, Invictus. Además, fui “invitado” al preestreno de ambas, así que voy a mezclar crónica social con crítica cinematográfica, pero dónde vais a encontrar algo mejor que esto, un espectáculo híbrido entre Carlos Boyero y María Patiño.
Me acerco al cine en el que se preestrena Nine, un evento al que Penélope Cruz decide no asistir. Yo creía que me habían regalado dos entradas para que fuera al cine y viera la película con mi chica. Pues no. Cuando llegué me estaba esperando un cámara de CANAL+ para que entrevistara con él a los famosos que fueron a la premiere, entre los que no estaba Penélope Cruz, creo haber dicho. David (el cámara) y yo, ayudados por Teresa (mi chica, que cuando me acompaña a estos eventos trabaja como una negra) (como una negra trabajadora) nos ubicamos en el único sitio en el que nos enfocaban todas las cámaras de los demás programas. Si al día siguiente visteis algún reportaje sobre Nine en La Sexta, Antena 3, Telecinco, Teledeporte o Duson TV, me tuvisteis que ver. Salía en todos los planos, como Sardá en su programa, yo era uno moreno con barba, muy delgado y con cara de croqueta.
Penélope, que no acudió al preestreno porque estaría haciendo el tonto en un columpio.
En éstas estábamos cuando de repente apareció un señor muy alto y con acento parecido al de Apu el del Badulake y le metió a David, el cámara, un cable por detrás. Por detrás de la cámara, no de él. Y de pronto todo lo que captaba su cámara conenzó a salir en la pantalla del cine, para que la gente que estaba dentro no se aburriera y viera a los que no habían entrado. Así que si quedaba alguien que no hubiera visto todavía mi imagen moderna y casual captada por una cámara, ya podía verme a toda pantalla. Pierdo bastante de esta guisa, debo decir.
Por la alfombra roja (caramba, ahora mismo no recuerdo si era roja, salmón o negra, ni siquiera recuerdo si había alfombra) pasó gente a la que no hice mucho caso, como Chenoa, una hija o sobrina de Rocío Jurado muy famosa, el niño de Aída… Pude hablar con Juanjo Puigcorbé, que aprovechó para pedir trabajo en algún musical, un género que ya ha interpretado en teatro. Con Imanol Arias, un tipo encantador que va a estrenar en breve Pájaros de papel y que en cualquier momento yo creía que me iba a llamar “Merche”. Con Antonio Garrido, otro simpaticón que ya me dio una vez una entrevista muy maja y que me confirmó que ese vozarrón que tiene también sabe cantar. Con Miriam Giovanelli, una actriz jovencísima que no sé que me dijo porque yo estaba perplejo mirándole la naricilla y la boca. Con Paco León, que le da igual hacer un musical, un drama o una de romanos, porque todo parece que lo hace de coña. Y con Raúl Arévalo, que es muy majete pero a veces es tan tímido que te da respuestas tipo test, aunque con una sonrisa amplia y sincera, la verdad.
A mí Nine me gustó, pero soy de los pocos a los que les pasó eso. En general no ha gustado, pero a mí me distrajo, los números musicales me entretuvieron, aunque no recuerdo las canciones excepto la de Cinema italiano, que ahora mismo acabo de parar de escribir y la estoy cantando, mirad, “Ci-ne-maaaaa ita-liano”. La actuación de Pé también me gustó, y mucho, no me parece exagerada la nominación, y su número musical me sorprendió para bien, es de las pocas veces en las que Penélope Cruz me ha puesto obesa la puchinga (como decía Tip). También me gustó la parte que Nine tiene de homenaje a Fellini 8 y ½, y el tema del director existencialmente perdido entre mujeres. Nicole Kidman y Sofía Loren parece que se van a romper en cualquier momento, eso sí. Y a Daniel Day Lewis le vi como un más que digno Guido Contini, aunque mentí a Santiago Segura y le dije que a mí también me parecía un soso, pero porque Santiago estaba muy gracioso y yo no quería llevarle la contraria.
Días más tarde me invitan al estreno de Invictus, de Clint Eastwood. Por si acaso también me está esperando un cámara, esta vez voy con una careta de Ronald Reagan del año 83 para que no me reconozcan. Sí que me reconoce mi presentadora favorita, Cristina Teva (que precisamente dijo unas palabras graciosísimas en el preestreno de Nine con Antonio Muñoz de Mesa). Me descubre porque pese al perfecto disfraz, yo iba con mi chica, y ambas se conocen. Cris iba con un muchacho encantador que edita una revista que me iba a enviar, pero yo no le dije dónde. Mierda de cabeza.
A este estreno sí que asistió la estrella. No Penélope, sino Morgan Freeman, que salió al escenario y dijo unas palabras en español (pero pocas, “hola”, “gracias” y “reconstituyente tácito”). También salieron la productora de la película y John Carlin, el autor del libro en el que se basa Invictus, que habla español mejor que tú y que yo. Sus lo aprometo.
Morgan Freeman con John Carlin, la productora de "Invictus" y sus sombras, en el cine Palafox de Madrid.
Morgan Freeman sigue siendo negro, lo cual me encanta porque denota una gran coherencia. Está nominado al Oscar al mejor actor, y no me extraña nada, porque aunque ya se parece de serie, realmente borda el personaje y crees estar viendo al auténtico Nelson Mandela. De hecho, fue el propio Mandela quien dijo que si un día le interpretaban en cine, le gustaría que lo hiciera Morgan. Yo una vez entrevisté a Morgan Freeman (por otra película) y me cantó “Al pasar la barca me dijo el barquero”, porque se la había enseñado Paz Vega. Esto no viene a cuento, pero ¿a que mola la anécdota?
Invictus me gustó, aunque en ningún momento me entusiasmó. Me pareció muy correcta, tal vez demasiado correcta, como siempre, Clint Eastwood no sabe hacer películas malas. Quizá con los personajes algo estereotipados, aunque luego resulta que están basados en hechos reales y comprobables. Pero no le perdono a Clint la media horita final de partido de rugby casi en tiempo real, con ralentizados, melés y familias ñoñas, negras y blancas aplaudiendo unidas a una misma Sudáfrica.
Bueno, venga, sí se lo perdono. Te lo perdono, Clint.

(Nine tiene cuatro nominaciones: la de , vestuario, dirección artística y una canción. Invictus tiene dos: Morgan Freeman mejor actor principal y Matt Damon mejor actor de reparto)

viernes, 5 de febrero de 2010

Penélope Cruz y los nominados a los Oscar

El pasado martes se anunciaron las nominaciones de los Oscar, y todos nos pusimos muy contentos, los unos por esto y los otros por aquello. La mayoría de los españoles nos pusimos muy contentos por la nominación de Penélope Cruz, porque aunque durante el año la podamos criticar o la tengamos un poco de manía (o no), cuando ganamos algo los españoles hacemos piña. Nos gusta que gane Nadal, que gane Penélope y que gane Carlos Sainz. Yo mismo, durante las olimpiadas, me entusiasmo si el equipo de waterpolo llega a la final, y os aseguro que durante los cuatro años siguientes por mí como si le dan por saco al waterpolo, deporte del que no sé deciros ni un sólo equipo. Con Pé pasa igual. Y con el corto de animación que también han nominado, ya ni os cuento.
Así que lo normal es que para hablar de las nominaciones empezáramos por la de Pé, ¿verdad? Pues no. Voy a empezar por otra cosa.
Voy a empezar con el enfrentamiento del siglo. Más que un duelo en los Oscar parece un pleito tras un divorcio. Avatar tiene 9 nominaciones. Es la que más ha conseguido, pero empatada con En tierra hostil. A estas alturas todos sabréis que James Cameron y Kathryn Bigelow, sus directores, fueron marido y mujer. Así que yo me imagino las declaraciones cruzadas en la alfombra roja: “Manirroto, que eres un manirroto, que no sabes hacer cine sin gastar y gastar”. “Anda, tía cutre, que ni usas 3D ni metes en tú película a soldados azules como los Pitufos, sigues igual que en casa, que eras una cutre”. “Anda, que no sé qué te ha pasado que cada día te pareces más a tu madre”. “Envidia cochina, que ya te gustaría sacar la décima parte de taquilla que yo”. “Pues entonces ya podías pasarle la pensión a tus hijos”. Y así todo el rato. En cualquier caso, el duelo está servido, y entre ellos estará la mejor película y el mejor director. Tarantino, Lee Daniels y Jason Reitman sólo podrán asistir como voyeurs, y si quieren se pueden tocar entre ellos, por mí como si se la machacan con una piedra pómez ya gastada por el uso.
Venga, y ahora sí que hablo de Penélope. En estos días que han pasado desde que la nominaron, he oído muchas veces que no se lo merece y que algo les debe de pasar en Hollywood con ella. Bueno, no dudo que esté un poco de moda, como les pasó (y les sigue pasando) con Almodóvar, o cuando les dio unos años por el cine oriental, pero francamente, los tres trabajos por los que han nominado a Penélope a mí me gustan mucho. No sé si están entre los 5 mejores del mundo, o de Europa, o de Alcobendas (¿cómo diablos se mide eso?), pero me gustan. Y en Nine Penélope está muy bien. Está sensual, canta bien, baila bien, está sensual, habla en inglés con acento italiano, cosa que se me antoja difícil de hacer creíble y lo hace, está sensual…
Pero no va a ganar. Va a ganar Mo’nique por Precious, por una razón de peso: es una cómica muy famosa por allá que hace un papel dramático. Y eso les encanta. Eso quiere decir que Maggie Gyllenhaal y las dos actrices de Up in the air tampoco lo van a ganar.
Penélope Cruz en "Nine". Yo el lunes intenté poner esa postura y aún no he podido cerrar las piernas.
Malditos bastardos tiene 8 nominaciones. Hablo ahora de ella para no llevar ningún orden lógico en esta crónica. Se va a llevar uno seguro: el de mejor actor de reparto para Christoph Waltz, que tiene apellido de año nuevo en Viena. Y ese premio va a dejar con cara de tonticos a los pobres Matt Damon, Woody Harrelson, Christopher Pummer (Dios mío, ¡si en Sonrisas y lágrimas ya me parecía mayor!) y a Stanley Tucci. La única pega que le pongo a Christoph Waltz es que su nombre tiene dos haches, y eso me pone nervioso, como me pasaba con el popular payaso Phophito.
Las ya mencionadas Precious y Up in the air han sumado seis nominaciones. A las de las actrices ya citadas hay que añadir las más importantes: las de película y director. Pero es que este año, con lo de que al premio a la mejor película opten 10 candidatas, pues lo difícil es quedarse fuera. Aún así, Invictus y Nine lo han conseguido. Bueno, y The road y La herencia Valdemar también (las 10 nominadas, por cierto,son Avatar, The blind side, District 9, An education, En tierra hostil, Malditos bastardos, Precious, Un tipo serio, Up y Up in the air).
Pero volviendo a Up in the air, su nominación más glamourosa es la de George Clooney a mejor actor. Todo parece indicar que tampoco lo va a ganar, porque las apuestas señalan a Jeff Bridges por Corazón indomable, con permiso de Morgan Freeman por Invictus. Colin Firth y Jeremy Renner parece que van a ser meros espectadores. Lo dicen los expertos, no yo. Bueno, yo también lo digo.
En cuanto a las actrices principales, creo que le deberían cambiar el nombre a esta categoría. Deberían llamarla “Oscar a la mejor Meryl Streep y otras cuatro tías”. Es aburridísimo: Meryl Streep rueda una película que se llame: “Historia muda que es sólo un plano quieto y soso de Meryl” y la nominan. Eso sí, luego Meryl no gana. La han nominado 16 veces y sólo ha gando 2, y muy al principio. Este año la favorita es (agárrense) Sandra Bullock, por una película que se llama The blind side, que aún no la hemos visto en España. Creo que Sandra está muy bien, aunque como dice Antonio Muñoz de Mesa, cada vez se parece más a Michael Jackson (en su etapa chunga). Helen Mirren, como ya tiene un Oscar, pues tampoco creo que se lo quite. Y a Carey Mulligan y Gabourey Sidibe, que son las otras, no hagáis ahora como que las conocéis, listos.
Sandra Bullock en "The blind side".
Up obtuvo 5 nominaciones. Entre ellas la de mejor película, con lo cual no debería haber duda de que el premio para el mejor film de animación debería ser para Up. Es categoría siempre me ha gustado especialmente: la de las pelis de dibujos. Este año se quedará sin Oscar esa delicia llamada Los mundos de de Coraline, y tampoco ganarán la estatuilla ésa del tío desnudo bañado en oro Fantastic Mr. Fox (de Wes Anderson), y Tiana y el sapo, la de Disney a la antigua usanza, con una princesa que es la primera aristócrata negra de la Disney, pero que está más delgada que las chicas de Precious. No llegó a salir nominada Planet 51. Bueno, qué se le va a hacer. Pero la alegría en animación nos la dio el cortometraje La dama y la muerte, una joya española con humor, ternura, sensibilidad, belleza… Competirá con uno de plastilina de Nick Park, el padre de Wallace, Gromit y las gallinitas de Evasión en la granja, así que lo tiene complicado. Pero dudo que haya algún trabajo mucho mejor que La dama y la muerte. En serio, es una maravilla (por cierto, si queréis verlo, si os gustan los cortos, si os apetece conocer mejor mejor al director nominado, etc, echad un vistazo a Cocinatucorto. Allí podréis ver también algunos de los cortos nominados a los Goya, y el martes pordréis ver en acción a uno de los grandes sex-symbols de la comunicación audivisual de Europa y Asia).
Y la última alegría nos la dan dos películas en castellano: la soberbia El secreto de sus ojos y la más que aceptable La teta asustada, preciosa película peruana que no narra la historia de uno de los pechos de Yola Berrocal. Las dos tienen coproducción española, y aunque a mí me parecen superargentina la una y megaperuana la otra, pues también nos tiene que poner muy contentos.

La ceremonia de los Oscar la emite mi querido CANAL+ el 7 de marzo de madrugada. Para quien quiera apuntarse, os adelanto que la presentadora será Manuela Velasco, de la que me declaro fan y tuno si hace falta. La acompañarán Juan Zavala, del que también soy fan (pero a Juan no le rondaría) y Pepe Colubi. Y en la alfombra roja de Hollywod estará por quinto año Cristina Teva, del que ya no soy fan, sino una especie de groupie que le lleva las baquetas en un bolso gris, sí, sí, sí. Si os animáis, pues trasnochamos juntos esa noche. Pero si tenéis tele, si no es una gilipollez que lo hagáis.