jueves, 30 de octubre de 2008

Yanes, Díaz Yanes

Esta semana he visto dos películas. Bueno, he visto más, pero os quiero hablar sólo de dos. La una se llama Sólo quiero caminar. La otra 007: Quantum of solace. La una se estrena este mismo viernes. La otra el 21 de noviembre. La otra va a hacer una taquilla de escándalo, y la una… Dios dirá.
Sólo quiero caminar. Me gusta el título: está sacado de una canción de Paco de Lucía (sugerencia de ambientación musical: pincha aquí y escucha el tema mientras lees este post). Sólo quiero caminar es la cuarta y última película de Agustín Díaz Yanes (la última por ahora, digo, no es que piense yo que no va a hacer más). Esta semana, por avatares de la vida (como diría Juanjo Millás, qué rayos querrá decir “avatares”), he coincidido dos veces con Tano (es que a Agustín Díaz Yanes sus amigos le llaman “Tano”. Yo no soy su amigo, pero le voy a llamar “Tano” para que os creáis que sí que lo soy). Una de las veces era para hacerle una entrevista, y la otra fue una charla informal en una cantina mexicana (en la que le hacíamos otra entrevista, pero no yo, sino Cristina Teva, que es más guapa que yo, y esto último lo dice Tano, no yo, yo no sé si estoy muy de acuerdo, bueno sí). El día de mi entrevista, Tano, que es muy majo (ya me lo habían dicho: “verás qué majo es Tano”), me explicó muchas cosas de la película, y de cómo ha intentado que los personajes de sus 4 actrices fueran creíbles (Victoria Abril, Pilar López de Ayala, Ariadna Gil y Elena Anaya, que me gusta muchísimo pero que ella sabe que lo nuestro es imposible). Lo de la credibilidad viene al caso porque, menos una de ellas que al principio de la película se queda un poco impedida, las otras tres no paran de hacer butrones, disparar pistolas, enfrentarse a la mafia mexicana en México D.F. y repartir hostias con hache a diestro y siniestro. Y claro, pues hay que currárselo mucho para que el espectador se lo crea.
Agustín Díaz Yanes en "La mordida", un restaurante de Joaquín Sabina tan mexicano como su última película
El día que no le entrevisté yo, Tano me contó una anécdota buenísima de Francis Ford Coppola. Me estaba hablando del coñazo que les dan algunos actores a los directores (no se refería a los de esta peli, o eso me dijo) con el método de actuación y con preguntas como “¿cuál es mi motivación? ¿cómo era mi personaje de niño? ¿por qué digo “hola”? ¿puedo antes de decir mi frase mirar al techo y tomar una calada del pitillo?”. La anécdota: durante el rodaje de Drácula de Bram Stoker, Coppola, que no hace mucho caso a los actores mientras rueda, recibió una nota escrita por Gary Oldman desde su roulotte: “Soy Gary Oldman y deberías hablar más conmigo: te recuerdo que soy el protagonista de la película”. Coppola respondió con otra nota: “Te informo de que esta película tiene un sólo protagonista, y se llama Francis Ford Coppola”. Cómo mola, Ford Coppola. Y oye, sí que es majo Tano. Yo cuando sea mayor o majo, les diré a mis amigos que me llamen también por un nombre corto.
007: Quantum of solace. No me gusta el título. No sé bien lo que quiere decir. Hay un periodista que no sé como se llama que cuando vamos a las proyecciones para prensa a veces me pregunta alguna cosa, porque un día le respondí bien y me debe tomar por una especie de oráculo. Se sentó a mi lado y me preguntó “¿qué quiere decir “Quantum of Solace”?” Yo, que soy medio gilipollas, le dije: “Cuánto sol hace”. Pero no me pilló la coña, dijo: “ah”, se apagaron las luces y como se quedó tan serio, pues me pareció absurdo explicarle la gracia. Según avanzaba la película, debió de pensar que no soy medio gilipollas, sino gilipollas completo. Porque ahí no hacía sol ni nada.
No soy fan de las películas de James Bond. No sé ahora mismo si he visto alguna completa, porque en mi mente se agolpan miles de fragmentos. Entonces mi subconsciente mezcla a Roger Moore con una negra cachas que sonríe a Remington Steele, mientras Ursula Andress sale del agua y Timothy Dalton besa a Halle Berry, para que finalmente Sean Connery toque la gaita con falda escocesa. Luego la falda escocesa se convierte en falda de colegiala y a Sean Connery le salen dos coletas, dos peras enormes y empieza a lamer una piruleta. Pero a esta última imagen ni caso, que es fruto de mi subconsciente y de las cosas que se imagina mi amigo Luis. El caso es que me doy cuenta de que Quantum of solace está muy bien. Mi lado gay se da cuenta de que Daniel Craig tiene un atractivo brutal, y mi lado maromo se da cuenta de que Olga Kurylenko está como un queso de gruyere (perdón por el retorcido y ordinario juego de palabras). Acción por todos lados, escenas rodadas de lujo, las eternas chulerías y vaciladas de Bond… (que esta vez no dice la mítica frase “Bond, James Bond”!!!!) El problema, y es mío, es que en las de James Bond me pierdo un poco, y sé que el malo es malo, pero no me entero nunca de por qué. Y me agarro a la butaca en las escenas de acción en las que Bond se choca, le disparan, se tira desde un avión, etc. y no le pasa nada, pero siempre me mareo con el montaje y al final nunca veo con claridad el momento en el que Bond salta del avión ni por qué él se libra de la explosión y el malote no. Pero insisto, es problema mío: estoy totalmente convencido de que es un películón (hablamos de Bond, claro, esto no es Ciudadano Kane) y de que va a arrasar en la taquilla. Y estoy con los que opinan que Daniel Craig es el mejor 007 de la saga, con permiso de Sean Connery y de sus enormes peras.

(P.D: Y aún así… ¿por qué será que al final casi me creo más las fantasmadas de Bond que las de las 4 chicas de Tano?)

martes, 28 de octubre de 2008

Tres cubanos en Madrid

Una de las pocas películas que se puede ir a ver estos días al cine sin que te salga un forúnculo en el cerebelo (no os creáis que hay tantas, y además este viernes se nos viene encima otra buena cosechita encabezada por Hermanos por pelotas y Disaster movie), es “El cuerno de la abundancia“. El cuerno éste (que representa en Cuba a esa figura que nosotros llamamos “cornucopia”) (pedazo de aclaración ¿eh? como si yo llamara “cornucopia” a muchas cosas al día) está dirigido por Juan Carlos Tabío. Y la película, sin ser Ciudadano Kane, nos ofrece una hora y tres cuartos de cine, de sonrisas y de lágrimas muy agradables. Que ya es bastante.
Pero qué iba a decir yo. Ah sí, que más que hablar de esta peli, quería hablar del señor que la dirige, de su socio en la dirección y sobre todos recomendaros tres películas que son tres excusas como tres soles así de grandes para amar el cine cubano. Intentad verlas, alquiladlas, compradlas, buscadlas en DVD (es que como trabajo en cosas relacionadas con el cine, pues no esta bien que os diga que os las bajéis del Emule).
Mirta Ibarra, Jorge Perugorría y Vladimir Cruz en una terracita de Madrid
Son éstas:
Fresa y chocolate. La dirigió Juan Carlos Tabío con Tomás Gutiérrez Alea. Cuando fui a verla en 1994, me dormí en el cine porque la noche anterior había salido hasta tarde después de ver un concierto de Paco Clavel. Oye, os lo juro, qué pasa. Y lo poco que vi me gustó tanto que volví a los pocos días para verla entera (hablo de Fresa y chocolate, no de la actuación de Paco Clavel), y ya ni me dormí ni nada. Me encantó, luego la he vuelto a ver varias veces. Con qué delicadeza trata la homosexualidad, la rebeldía política, la represión cultural… en un país en el que no se puede hacer eso.
Guantanamera. También la dirigieron los dos al alimón. Qué cosas: fíjate la palabra “Guantanamera”. Antes solamente me evocaba la famosa cancioncilla, y ahora en cambio me recuerda a la barbaridad de las barbaridades de George W. Bush. Por cierto, a un conocido mío le encantaba esa cancioncilla, y la cantaba a grito pelado diciendo “¡Juan-Tala-vera, Gua-ji-ra, Juan Tala-veraaaa!”  A saber quién pensaba éste que era Juan Talavera. Un día habrá que escribir un post sobre las cosas que a menudo entendemos en las canciones. Todos tenemos algunas gloriosas.
Se me ha ido la pinza. Guantanamera  también la protagonizaban Jorge Perugorría y Mirta Ibarra, igual que Fresa y Chocolate. Y nos cuenta un surrealista cortejo fúnebre con un camión de por medio que va reflejando como es la vida en Cuba. Una delicia.
Lista de espera. Aquí ya dirige sólo Tabío (Gutiérrez Alea murió en el 96), y dos de los protagonistas también salían en Fresa y chocolate: Perugorría y Vladimir Cruz. Otra comedia maravillosa en la que las miserias (y las virtudes) de Cuba aparecen reflejadas en la eterna lista de espera de un autobús. Perugorría  se luce con el personaje de un pobre ciego que ve mejor que yo. Bueno, los que me conozcan saben que este dicho no significa gran cosa. Hay ciegos y topos que ven mejor que yo.
En el programa en el que trabajo conseguimos reunir a Mirta Ibarra, Jorge Perugorría y Vladimir Cruz 13 años después de que trabajaran juntos en Fresa y chocolate  (en un alarde de originalidad, les invitamos a tomar un helado de fresa y chocolate). Mirta Ibarra, que era la pareja de Tomás Gutiérrez Alea cuando falleció, me contaba que ha dirigido un documental sobre “Titón” (así era conocido), y que este mes, en Cuba, va a presentar la película, un ciclo de conferencias y un libro sobre su marido. Le pregunté si era una deuda con su cine. Y me contestó que no, que era una deuda con su amor.

Entonces te quedas callado, emocionado y dices: voy a escribir un post sobre el cine de estos cubanos, a ver si soy capaz de ponerme serio un ratito.

sábado, 25 de octubre de 2008

Más títulos guarrindongos

Hace mucho tiempo, cuando este blog comenzaba a dar sus primeros pasos y vosotros seguramente no habíais ni nacido… (bueno, qué coño, hace exactamente 13 posts y 35 días), apareció en este blog un ránking con 15 títulos en castellano de películas eróticas y pornográficas (o sea, clasificadas “S” y “X”), todos ellos surrealistas, ingeniosos y divertidamente brutos.
El estreno de Los años desnudos, que precisamente lleva el subtítulo de “Clasificada S”, nos ha recordado ese post, y nos ha hecho indagar un poco más en las filmotecas guarris para sacar una segunda parte (ya sé, Julio y Wolffo, en este post no debería decir ni “sacar” ni “parte”). Es decir, otros 15 títulos. Vamos a ver: esto supone que deberían ser menos graciosos y chocantes que los 15 primeros, porque si no hubieran aparecido en el ránking de hace 35 días. Pero francamente, en esta segunda tanda también hay ideas para echar unas risas, y además es prácticamente un monográfico de “títulos de otras películas adaptados al porno con un toque de coña”. Y aviso: el tema da para una tercera tanda, y una cuarta, y una quinta…
"Sueca bisexual necesita semental". Y sí: el semental acaba siendo un caballo.
Vamos allá:
  • 15º. Arma rectal. Empezamos bien. Me gusta porque te deja clarísima la temática de la película, y porque te hace pensar que existirán Arma rectal 2, 3 y 4. Y además me imagino a Mel Gibson totalmente escandalizado por la utilización antinatura del sagrado sexo.
  • 14º. Tócamela otra vez, Sam. El título es facilón, seguro que algunos lo habréis usado ya como coña. Por eso lo que más gracia me hace es que la película exista. Y que se me viene a la cabeza una imagen super gay de Humprey Bogart y su pianista negro.
  • 13º. Abierta hasta el amanecer. Supongo que lo que más me gusta del título es fantasear con que esta versión también la protagonice Salma Hayek…
  • 12º. El conejo de la Bruja de Blair. Uf. Si ya daba miedo la película original, cómo debe ser esta versión. Los pobres chicos se pierden en el bosque, encuentran a la bruja, y cuando se creen que les va a matar… ¡zas! La vieja les enseña el conejo. Qué putada.
  • 11º. Alicia en el país de las marranadillas. Pobre Alicia, cómo ha terminado. Perdón por el chiste fácil, pero imagino que en esta película también aparecerá un conejo con prisas que llega tarde.
  • 10º. Los Pichapiedra. ¡Halaaaa, viva la sutileza! Me juego lo que sea a que la película no tiene nada que ver con Pedro y Vilma Picapiedra. De lo contrario, no quiero ni imaginarme como habrán justificado el apellido de Pablo Mármol.
  • 9º. El sueño de un chapero de verano. No sé si están homenajeando a Shakespeare, a Woody Allen o a Kevin Kline. En cualquier caso. ¿en qué se diferencia un chapero de verano de uno de invierno? No hace falta que respondáis.
  • 8º. Babe, el cerdito caliente. Me encanta. Porque no sé vosotros, pero yo no me imagino que Babe sea un cerdito, quiero decir, una cría de mamífero artiodáctilo del grupo de los suidos, sino que me imagino a un cerdo caliente. O sea: a un tío totalmente salido, un guarro, un obseso. Pero pequeñito.
  • 7º. Eduardo Manopajeras. Dios mío. Otra sutileza y un nuevo género en el porno: las películas de vicio solitario. Supongo que el protagonista no tiene las manos como el personaje de Johnny Depp, porque en tal caso, a la primera pajilla… ¡chas! se acabó el disfrute.
  • 6º. Bailando con zorras. También muy sutil. ¿Bailando? Habría que ver los bailes… ¿Y qué juego de palabras habrán hecho con el personaje de “En pie con el puño en alto?”. Tampoco hace falta que respondáis.
  • 5º. Grandes tetas levantan braguetas. Me gusta por la libre adaptación del dicho aquél de las carretas. Y porque el título de la película debe englobar todo el argumento en sí.
  • 4º. Sueca bisexual necesita semental. Un clásico. Yo ésta la vi una noche de estrangis con mi amigo Luis en casa de nuestro amigo Miguel, porque se habían ido sus padres. Tendríamos unos 15 años. O quizá 35, no me acuerdo bien ahora.
  • 3º. La manolilla del Capitán Corelli. Ésta me ha gustado especialmente porque a mí el título original, La mandolina del Capitán Corelli, ya me sonaba mal. Me imaginaba a Penélope Cruz diciéndole a Nicolas Cage: “Huuuuy Capitán, pero menuda mandolina tieneeeeeee”. Yo qué sé, yo es que a veces estoy enfermo.
  • 2º. Las azafatas se abren de patas. A riesgo de sufrir una denuncia del sindicato de azafatas mundiales, los tituladores de la película pensaron: “¡Hala, viva la rima, la delicadeza y las fantasías sexuales de toda la vida!”. Seguramente después de ésta rodaron “Las enfermeras tienen buenas tragaderas”.
  • 1º. Sé lo que os hicisteis últimamente en el ano. Me parece genial. Primero, por lo rebuscado de la referencia al original. Y después porque me suena a la reprimenda de un profesor, como a una especie de ”a mí no me engañáis, niños, sé que habéis sido malos y que os habéis introducido cositas por el orto…” (que es una palabra que suena fatal, pero que incluyo para no repetir “ano”)
Bueno, pues esto ha sido todo. Ya os digo: igual dentro de un mes seguimos con el tema. Si conocéis otros títulos, me los contáis, y si os los inventáis pero están bien, a mí también me vale.

P.D: Hablando de títulos de películas, el pasado miércoles quedé a desayunar en Cadena Dial  con mi amiguete Javier Cárdenas , pero como llegué un poco adelantado a la cita y todavía estaba haciendo su programa de radio, pues me invitó a pasar al estudio y a jugar a adivinar títulos de películas. Lo hice fatal, pero como mi cuñado Julio me grabó (¡gracias!), pues os pongo un fragmento para que juguéis vosotros también (bueno, y para que me escuchéis). ¡¡¡Mamá, mira, he salido en la radio!!!

miércoles, 22 de octubre de 2008

Tres actrices desnudas

El título de este post lo he puesto para subir la audiencia. Es totalmente engañoso, vale, pero sí que tiene que ver con el estreno más morboso de este fin de semana: Los años desnudos, película de la que ya os ha informado cumplidamente Menstyle. Yo he tenido el inmenso placer y honor de entrevistar hace unos días (concretamente dos) a sus directores y protagonistas, lo que quiere decir que… ¡sí! ¡he estado hablando cara a cara con Mar Flores! ¡¡¡¡Toooooma!!!!
Pero vayamos por partes. Os cuento:
  • Los años desnudos es la última película del tándem Dunia Ayaso y Félix Sabroso. Y es “Ayaso”, no “Ayuso”. Lo digo porque si ponéis Dunia Ayuso en Google os saldrán unas 600 entradas. Pues no,  es “Ayaso”.
  • La película está bastante bien. Y eso que a mí los anteriores trabajos de estos dos directores me parecieron lo que (los que sabemos de cine) definimos técnicamente como “pichís pichás”. Pero en Los años desnudos han hecho un acertado retrato - muy digno, muy respetuoso, divertido, dramático y bien narrado - de la época del cine de destape. No fui yo sólo el que salió contento del cine: Javier Ocaña, querido amigo y temido crítico de El País, también salió bastante convencido de la película. Su crítica de este viernes debería ser buena. 
Candela Peña, Mar Flores y Goya Toledo en una pose muy seventy-guarri

  • Candela Peña está que se sale de la película. Por cierto, odio esta expresión, “esta actriz está que se sale”, porque me parece que estoy diciendo que Candela se fue del cine porque no le estaba gustado la historia, y eso es absurdo porque ella estaba dentro de la pantalla. Es más mona, Candela… Se puso hasta contenta porque le dije que estaba que se salía. Dice que ella nunca hubiera hecho películas “S”, pero porque no la habrían llamado, que ella hubiera hecho de la criada graciosa. Bueno, yo creo que Candela podría haber hecho de lo que quisiera. Luego, y entre otras cosas, me contó que para crear su personaje la ayudó mucho… ¡¡¡Susana Estrada!!! (que tiene un cameo antológico en la película). Me encanta.
  • Goya Toledo también estuvo muy maja. No sé por qué, pero la conversación con ella se nos acabó yendo por unos derroteros superfeministas, y me pareció muy bien. Como yo tengo 6 hermanas 6, pues siempre he tenido que decir que soy superfeminista, y al final me lo he acabado creyendo. Así que no me costó nada seguirle en sus teorías, que además suscribo una por una.
  • Antonio de la Torre es un fenómeno. Lo bien que me cae a mí este actor. Porque es simpatiquísimo, se sabe tu nombre (bueno, el mío),  no va de estrellita, te habla de su personaje (un director de películas “S”) pero ni lo juzga ni se posiciona, y te viene a decir algo así como que no tiene ni idea de qué habría hecho si hubiera vivido esa época. Goya Toledo, por ejemplo, aseguraba que ella no hubiera hecho películas “S”. Él no lo sabe, y me pareció más humano. Por cierto, que ya ha vuelto a recuperar su peso ideal (es que la última vez que le vi estaba rodando Gordos de Daniel Sánchez Arévalo y había engordado unos 30 kilos) (me refiero a Antonio, Goya está estupenda, delgadísima y buenísima, como siempre).
  • Y por fin llegamos a… ¡¡¡Mar Flowers!!! Es el morbo, el reclamo, la curiosidad de la película. Vamos, que muchos medios fueron a la rueda de prensa sólo por ella. Pero luego, con toda la parafernalia y todos los prejuicios pululando a tu alrededor, resulta que la entrevistas a solas, y… ¡te cae bien! (bueno, me cae bien a mí, que manía más tonta de hablar en segunda persona del singular). Oye, que hasta me pareció sencilla y todo. Y humilde: te confiesa sus nervios fuera de la cámara porque sabe que la van a mirar con lupa, y te pregunta qué tal la has visto tú. Pues yo la he visto bien. A ver: no es Meryl Streep, pero está bastante digna, y aquí vuelvo a coincidir con Javier Ocaña (perdona Javier que te cite tanto, pero es que sé que tu opinión vale como 100 puntos más que la mía) (quiero decir que la mía vale 0 y la tuya 100).
Después apareció Pilar Rubio de Sé lo que hicisteis, me preguntó no sé qué, se me obnubiló una meninge y nublóseme la vista, y creo recordar que incluso me robó a un entrevistado. No sé. Cuando desperté (al revés que el dinosaurio de Monterroso), Pilar ya no estaba allí.

P.D: Volviendo al titular del día, os adelanto que las tres actrices no salen desnudas. Candela sí, Goya un poco, y a Mar sólo se le aprecia un delicado seno de soslayo. Así que no os hagaís demasiadas ilusiones…

lunes, 20 de octubre de 2008

El comisario (y Chanquete)

Hay tres cosas que me gustan mucho y que mis amigos dicen que no me pegan: las películas de Leslie Nielsen (como demuestra el título de este blog), los panchitos y El comisario. Lo de los panchitos no sé por qué no me tiene que pegar. Y lo de El Comisario  puedo comprenderlo, pero no puedo evitarlo. Llevo enganchado a esta serie desde el año 2000 y desde entonces creo que sólo me he perdido un capítulo porque no se me grabó (y me perdí la primera temporada porque debía de estar yonqui perdido con Gran Hermano I, y eran demasiadas emociones para mí, aunque no estoy muy seguro de que las fechas encajen).
Me gusta el personaje del Comisiario Castilla, porque de lo increíblemente serio y formal que es, me lo creo totalmente (me pasa lo mismo con el Inspector Jefe Casqueiro). Cuando empezó la serie no me encajaba Tito Valverde de madero, y seguía viendo al papá de Pepa y Pepe  y todo eso. Pero ahora no es que le identifique con un poli, es que no me lo pongas en otro papel porque se me irá la pinza y sólo veré al Comisario Castilla, aunque haga de tranformista en una película de John Waters. Hace unos años, Tito Valverde cenaba los viernes en el mismo restaurante de alta cocina oriental que yo (bueno, en realidad era un chino de menú), y les contaba a sus hijos y a su mujer, María Jesús Sirvent, las escenas que había rodado esa semana. Mi novia y yo abandonábamos nuestras habituales conversaciones sobre Ibsen y Unamuno y arrimábamos la oreja a la mesa de Tito. Molaba enterarse de la trama antes que los demás. Ya no cenamos en ese chino. Mierda.
Charlie y Elo morreando. Qué fuerte.
Me cae bien Pope, aunque desde que bebe no hay quien lo soporte, pero eso es normal, también me pasó con Pajares. Bueno no, ya me pasaba antes. Además qué digo, si no tengo ni idea de si Pajares bebe o qué es lo que le pasa. No me cae bien su mujer Elo  (su mujer de Pope, no de Pajares), que es la que le ha arrastrado hasta el alcohol (a Pope). Ah, mala mujer, con lo bueno que fue Pope contigo. Y es que me pone nervioso, siempre sufriendo y siempre tan afectada y tal. Qué zorrilla. Me cae bien Mikel, aunque no sé pronunciar ni escribir bien el apellido del actor, Patxi Freytez, siempre añado alguna erre donde no va. Pero qué importa eso. Me creo a Lucas, me encantaba Pascual (el siempre impagable Joaquín Climent), me gusta un nuevo personaje que interpreta José Luis Torrijos, que tiene un Goya por La soledad. En El comisario  hay tres Goyas que yo sepa: José Luis, el propio Tito Valverde y Ruth Gabriel, que también es nueva y que hace de policía gitana. Toma ya. Y sufrí cuando se cargaron a Osma y a Alonso (Paula Echevarría y Pilar Punzano, sufrí sobre todo porque eran guapas), o cuando murió Chacón, el gran Francesc Orella. Porque en El Comisario, cuando alguien deja la serie… ¡zas! se lo cepillan. Como en la Mafia.
Pero tengo un problema con Charlie, o sea con Juan José Artero, sobre todo en esta undécima (récord de España) temporada. En esta undécima temporada, Charlie ha intimado con la mujer de su amigo Pope y se la está levantando (ya sé, la expresión “se la está levantando” no es muy apropiada en este contexto, lo digo antes de que me afeen mi vocabulario mis amigos Julio y Wolffo). Y claro, yo pienso: “Pope, tío, o tú eres tonto o no viste Verano azul“. Porque ahí radica mi problema: que mira que han pasado los años, pero yo sigo viendo en Juanjo Artero y en Charlie  a Javi, el rubio de Verano azul. Compréndanme, si es que en mi infancia y adolescencia llegué a ver esa serie nueve veces. Si es que con mi amigo Enrique Catá soy la única persona de Europa que me sé los títulos de todos los capítulos de la serie.
Y claro, a poco que Pope se hubiera fijado en Pancho, pues habría deducido que Javi (Charlie) iba a por su chica. Porque Elo es como Bea  y los dos van a por ella. Ya se han pegado, como en ese capítulo en el que luego recitaban “Ni que el viento la toque”. Cualquier día, ya veréis, Elo se hace mujer y tiene su primera regla, Pope se rompe una pierna y reparte leche en un burro y Charlie se desnuda en una piscina y su padre le mete una hostia. Y al final no se quedará con Elo ninguno de los dos, porque se morirá Chanquete (que digo yo que aquí será Tito Valverde) y se acabará la serie. Lo que no acabo de vislumbrar es qué personaje me recuerda a Desi. Gracias a Dios, añado.

Qué líos me hago. Pero cómo me gusta El comisario.

jueves, 16 de octubre de 2008

Qué se puede ver en el cine (y qué no)

No sé muy bien qué hacía yo a las 7:30 de la mañana viendo una teletienda de TVE1 en la que me ofrecían un portátil HP Pavillion. Pero me ha hecho gracia que la sonriente presentadora comenzara diciendo algo así como “Hola, qué tal están. Voy a ofreceros un producto…”  Y me ha hecho gracia porque a los cinco segundos de juego ya me había tratado de tú y de usted. Les cuento esto porque a lo mejor yo también me equivoco y a veces os llamo de usted y otras les trato de tú, es un problema que tengo porque en mi vida profesional algunas veces tengo que hablar tuteando, otras tengo que escribir ustedeando, y luego a mi jefe procuro llamarle de vos o de usía (que no Ussía). Espero que ustedes me sepáis disculpar, vosotros.
Dicho esto, y reconociendo que últimamente me he entretenido mucho con temas de televisión y he abandonado un poco los cinematográficos, recapitulemos y hagamos un repaso a la cartelera para recomendarles a vosotros lo que se puede ir a ver y lo que no. A ver, que por poder se puede ir a ver todo, esto son sólo unos consejos absolutmanete prescindibles, como los de Elena Francis.
Pre Data: (este término no sé si existe, pero debería). Luego me preguntan las fans si a mí me da tiempo a ver todas las películas. Pues todas no, pero como trabajo en un programa de cine he preguntado por las que no he visto a cierta gente de la que me fío muchísimo. Que a estas alturas de la vida, si ya me van conociendo un poco, veréis que no significa gran cosa.
SE PUEDE IR A VER:
  • CAMINO. La nueva de Javier Fesser. El que espere ver alguna reminiscencia de P Tinto o de Mortadelo, lo lleva claro. Se llora, se sufre, se pasa mal, se indigna uno… Es una muy buena película pero hay que ir a verla con los clínex y el estómago en plena forma. Y si eres del Opus, casi que no vayas. Claro, que si eres del Opus me sorprende que seas lector de este blog, pero bienvenido seas. 
Camino (Nerea Camacho) abraza al niño que le gusta, que casualmente se llama Jesús

  • EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS. Empata dignamente con el libro. O sea, es bonita, sensible y cuidada, que no es poco (la película no va ganar el Oscar, pero es que el libro tampoco ganará el Pulitzer).
  • CHE, EL ARGENTINO. Si no piensas que le quedan otras dos horas y media por estrenar, disfrutarás de la actuación de Benicio del Toro, que sí que va a ganar el Oscar.
  • QUEMAR DESPUÉS DE LEER y VICKY CRISTINA BARCELONA. Yo es que iría siempre a ver todo lo de los Hermanos Coen y lo de Woody Allen. Sí, ya sé que ninguna de las dos son sus mejores películas, pero las “obras menores” de los Coen y de Allen superan con creces las “obras maestras” del 90% de los directores. Y te vas a reír con las dos, usted.
  • HAPPY, UN CUENTO SOBRE LA FELICIDAD. Mike Leigh sigue añadiendo muescas a su exquisita filmografía. Ojo: a lo mejor te pone de los nervios la protagonista. Es un riesgo que yo correría.
  • DIARIO DE UNA NINFÓMANA. Se debe ir a verla para poder hablar de ella. Morbo por doquier.
  • LOS GIRASOLES CIEGOS. Todavía se puede ver la película que España envía a competir a los Oscar, pero a la que no van a nominar. Aún así, pocas películas españolas vemos tan bien hechas, actuadas y resueltas. Además, es el último guión de Rafael Azcona sobre la última (y única) novela de Alberto Méndez.
  • TROPIC THUNDER: UNA GUERRA MUY PERRA. Es de Ben Stiller, y seguramente sea lo mejor de Ben Stiller. Está bien la crítica al mundillo del cine y está soberbio Robert Downey Jr. Si decides llevar a los niños a verla, aprenderán a decir mamada y te la meto por el culo. Lo digo porque a Edu (un amigo mío) le pasó. Bueno, a él no, él ya sabía decirlo, les pasó a sus hijos.
 NO SE PUEDE IR A VER:

  • ASESINATO JUSTO. El famoso reencuentro de Al Pacino y Robert de Niro resulta ser un bluf así de grande. En España ya se están pensando un remake en el que Marisol se reencuentra con Joselito. Seguro que da más juego.
  • DEATH RACE. Una carrera absurda que es como un videojuego. Por lo cual te recomiendo que mejor te pongas un videojuego. No te puedo recomendar cuál, porque la última vez que eché una partida fue al Pack-man, y la máquina estaba en un bar donde aún vendian Mirinda. Yo es que soy muy viejuno, pese a mi asombroso aspecto de pipiolillo.
  • TIRO EN LA CABEZA. Parece políticamente incorrecto criticar el último experimento de Jaime Rosales, y entiendo lo que quiere hacer con dicho experimento, pero yo me aburrí como una mona (excepto al final).
  • SANTOS. Elsa Pataky está muy buena, Alejo Sauras también (también está muy bueno) y Javier Gutiérrez es un gran cómico. Pero de la película se pueden decir pocas cosas buenas.
  • ATRAPADO EN UN PIRADO. Sólo puedes ir a verla si eres fan de Eddie Murphy. Y si además eres del Opus, me inquieta que sigas leyendo este blog.
  • EL REINO PROHIBIDO (fe de erratas: me corrige mi amigo Juan Jesús, porque yo había puesto EL REINO JUSTO pensando en vete a saber qué). Es una aventura de estas de la China milenaria con Jet Li (que es bueno) y Jackie Chan (que es un pelmazo). No debes verla a no ser que seas fan de Jackie Chan y Eddie Murphy. Y si además eres del Opus, mejor quedamos otro día y yo lo dejo por hoy. Besos para ustedes vosotros.

martes, 14 de octubre de 2008

Alucina con quién baila

Antes de que me ponga a hablar del programa del que avisa el título de hoy, permitidme que me lance una florecilla a mí mismo. Resulta que, tal y como os dije al final del anterior post, mi predicción acerca de la caída del programa de Tele5 XQ no te callas había fracasado, porque le puse como fecha de caducidad el 13 de octubre. ¡Pues resulta que sólo he fallado por 4 días! Para mí, que en toda mi vida de apuestas sólo he ganado un reintegro de la Bonoloto en el año 97, esto es todo un logro. Este viernes XQ no te callas echa el cierre, y no será el único programa de sobremesa de corte sensacionalista que desaparezca ese día: Cuatro también finiquita el viernes Visto y oído, ese espacio que presentaban Joaquín Prat Jr. y mi ex-compañera (de trabajo) Raquel Sánchez Silva. En fin, desaparecen dos programas que no pasarán a la historia de la televisión. Y se enciende una lucecita en mi esperanza de que las televisiones se piensen un poco más eso de currarse los formatos (pero no canten victoria: el programa de T5 va a ser sustituido por las Matrimoniadas, que ofrecerán doble ración vespertina y nocturna).
Y ahora sí: Mira quién baila. Para empezar, vaya por delante que no es un programa que yo siga asiduamente, pero las últimas semanas he estado un poco más pendiente, tal vez por culpa de este blog, tal vez por culpa del elenco de bailarines de esta edición, que parece diseñado a medias por Enrique García Huete (mi querido psicólogo-jefe de Gran Hermano) y Tod Browning (el director de La parada de los monstruos). A saber: Ana Obregón, José Ortega Cano, Terelu Campos, Julio Salinas, Vicky Martín Berrocal, Jorge Cadaval, Elizabeth Reyes (que yo no sabía quién era) y Manuel Bandera (éste me parece el menos friki de todos).
¡Mira quién baila!, un programa de autoayuda para los espectadores que piensen que bailan mal.
He visto bailar a Ana Obregón un número musical de Chicago, y para mi sorpresa no me pareció demasiado patética (digo bailando, lo otro es una causa perdida ya hace mucho tiempo). Levantaba las piernas con cierto sentido y muy arriba, y se despatarraba muy bien (esto suena fatal, pero es que nunca sé si “despatarrarse” dicho en fino se escribe espagar, espagat, o esparragal). Sólo le pongo dos peros. Uno: que por no dejar de mirar a la cámara, a veces corre el riesgo de descoyuntarse o de que la cabeza le gire como a la niña del exorcista. No puede uno dar una vuelta completa sin dejar de mirar a un punto fijo, Ana. El otro “pero” es ella misma, en general.
Tampoco lo hace mal Manuel Bandera. Hombre, es gente que procede del espectáculo y del musical, supongo que algún poso se les tiene que quedar.
Aún no he visto bailar a la ex-Miss España Elizabeth Reyes ni a Jorge Cadaval (ya he dicho que tampoco soy un fundamentalista del  programa). A este último espero verle en breve, porque si sus coreografías me provocan una sonrisa, será la primera que me arrancan los Morancos en toda su trayectoria, juntos o por separado.
A Julio Salinas le vi bailando un tango. Bueno, bailando no. Él se queda más o menos quieto mientras la bailarina hace todo el trabajo, y en el momento decisivo, Julio falla el paso. O sea, que sigue igual que cuando era jugador de fútbol. Por lo menos mientras bailaba no escuché, y juro que me temía que sucediera, esa voz odiosa a la que le tengo asociado, gritándole: “¡¡¡Qué me dices Salinas, pero cómo bailas Salinas, jugón, jugooooón!!!”
A Vicky Martín Berrocal la he visto bailar un pasodoble. Como iba vestida de negro, la chica ha ensanchado un poco y la música era tan taurina, en ciertos momentos me parecía que su acompañante estaba lidiando un Mihura. Pero no, era Vicky. También la he visto perpetrando un rock and roll.
Algo parecido me pasó con Terelu Campos. Como yo tengo una tele de éstas con la pantalla alargada, intenté corregir el formato de la imagen, porque creía que estaba achatada. No, estaba bien, es que Terelu ahora es así. No sé muy bien qué diablos bailaba, pero al final tenía que hacer el pino sobre el fémur de su pareja (que debía estar rezando para que su musculatura no le fallara). Sólo le salió una cabriolilla, como cuando en el colegio teníamos que hacer la voltereta en el plínton y el culete no nos pasaba de la cadera. No, Terelu tampoco baila bien.
Otra cosa es José Ortega Cano. El día que le vi bailar me cambió la vida. La canción que le pusieron era You can’t stop the music, de Village People, que ya hace falta tener mala leche. No se cómo expresar lo que vi. Era como un mádelman vestido de negro, con una sonrisa que le habían pegado en la cara sin corregir la expresión de los ojos. Y así como la Obregón baila sin quitar la mirada de la cámara, Ortega Cano es capaz de hacerlo sin quitarla de su compañera. Parece que le está copiando el examen: la mira para ver lo que hace ella y hacerlo un segundo después. De todas maneras, tiene un mérito tremendo que teniendo el mismo sentido del ritmo que un ñu ibérico, pero de verdad que un ritmo cero pelotero (¿o era patatero?), sigas los pasos de tu acompañante. Porque se los sabía de memoria. Si se salta uno, se descuajeringa la coreografía. Bueno, la coreografía o lo que sea, porque también recuerda a la mítica escena de El jovencito Frankenstein que ahora ha recuperado un anuncio de telefonía. El momento cumbre es uno en el que Ortega Cano salta. Y lo hace dos veces. Desde el día que lo vi no puedo evitar el descojonarme cada vez que lo recuerdo. Es más, me ha dado por practicar en casa dicho salto, y lo digo en serio, mi novia es testigo. Y además me dice que lo hago mejor que el torero, lo que créanme, no es un gran piropo.
Como he releído estas últimas líneas y veo que no he conseguido transmitir lo que sentí viendo al maestro, os dejo con el vídeo de Youtube. De verdad que no tiene desperdicio. (PD: por cierto, prestad atención y decidme si estáis conmigo, pero yo creo que al final del baile Ortega Cano sujeta a la bailarina con el rabo, con perdón, pero es por usar un término taurino) 

sábado, 11 de octubre de 2008

Los Reyes de la Televisión

El título que he elegido para este post es, una vez más, inexacto. Pero queda mucho más bonito y pomposo “Los Reyes de la Televisión” que “Los Príncipes de Cuatro”, que es como debería haber encabezado estas líneas.
Todo esto viene a cuento porque hace dos días se pasaron por mi oficina don Felipe de Borbón, futuro Felipe VI de España, y doña Letizia Ortiz, futura Letizia I y última, porque no creo que vaya a haber en España más reinas que se llamen Letizia con “zeta” (me comunican por team radio que las reinas consortes no llevan número, que me fije en doña Sofía, que ni es primera ni nada. Lo que sí será Letizia es una reina consorte. Con una sorte que te cagas, matizaría yo).
Los Príncipes de Asturias saludan, muertos de la risa, a un trabajador de CNN+
Eso de “se pasaron por mi oficina” suena a que llamaron al portero y dijeron “Jose, somos nosotros, abre, que venimos a tomar un café”. Pero no, nada más lejos de la realidad. Os voy a contar lo que pasa cuando los Príncipes de Asturias van de visita oficial al edificio de un medio de comunicación como Sogecable.
1º. Para empezar, que quede claro que no venían a verme a mí. Ni siquiera a mi cadena. Venían a ver la sede de Cuatro. Lo que pasa es que los chicos de CANAL+ estamos en el mismo edificio, de hecho en muchos departamentos estamos mezclados. Pero vamos, que sus altezas no querían vernos a nosotros, que somos de pago, sino a Cuatro, que es en abierto. A ver: tampoco es que los de seguridad nos dijeran: “no, tú no , que eres de CANAL+, tú quita”. Pero casi.
2º. Dos días antes de la visita, unos señores pintaron algunos desperfectos de los pasillos, otros señores cambiaron la moqueta y unos terceros rociaron las plantas con un extraño líquido para que brillaran más. Os lo juro. Todo muy natural. Yo no me había dado cuenta de que trabajaba en un edificio de esquinas sin pintura, moquetas desgastadas y plantas mate. Pero es que soy muy dejado para esas cosas. Aunque yo creo que los príncipes tampoco se dieron cuenta, porque me fijé a ver si Letizia decía: “Mira Felipe, la sala de reuniones 0B Roja tiene sus junturas recién pintadas, o al menos con ciertos retoques”. Pero qué va, no se fijó, que estaba yo pendiente.
3º. Pero esto no es todo: a mi amiga Elena le hicieron quitar de su mesa una foto que tiene con Nacho Vidal. Sí, qué pasa, mi amiga Elena tiene fotos con quien quiere. Y yo me pregunto: ¿es que suponían que los Príncipes iban a reconocerle y deseaban evitarles ese sonrojo? “¡Mira Leti, pero si es Nacho Vidal!” “¡Es verdad, Feli! ¡Qué fuerte!”. No sé, no entiendo nada.
4º. También pasaron por la planta de Informativos de Cuatro, que están mezclados con los de CNN+. Letizia trabajó en CNN+ hace 10 años, antes de que diera el salto al informativo de Urdaci, la pobre. Me contaron que no pudo saludar espontáneamente a sus ex-compañeros en plan “¡Hombre Freddy, qué tal, qué pasa!”. Casi mejor, porque a ver qué coño se le responde a la Princesa: “Pues yo bien, ¿y tú qué tal? Al final te casaste, ¿no?” (a mi amigo Iván de CNN+ le dieron la mano dos veces, y a Sara, Ruth y Xiomara, una. Iván es el autor de la foto que he colgado más arriba, porque tiene un móvil que hace unas fotos guay).
5º. Al final se hicieron un retrato de familia (real) con todos los de Cuatro que quisieron ponerse, en un lugar del edificio donde antes no ponía “Cuatro”, pero que desde el jueves ya lo pone, y muy grande.
En fin, que a mí todas estas parafernalias reales me provocan un poco de urticaria. No sé, me humilla que no barran por donde yo paso cada día y que de pronto cambien la moqueta y abrillanten los ficus a toda prisa. Yo soy de los que colgaron un cartel republicano en su ventana el día de la boda real (absurdo y cobarde acto de rebeldía, porque por aquel entonces yo vivía en un bajo interior). Pero también soy de los que estarían encantados de tener una foto de los Príncipes dándome la mano. La hubiera colgado ahí arriba, en vez de la que me ha pasado Iván. Así que he descubierto que los que me ponen nervioso no son los Príncipes, sino los que nos autoproclamamos súbditos y cambiamos por completo la rutina y la realidad “sólo” porque viene la realeza a hacernos una visita “informal”. Y luego resulta que los únicos informales son ellos.

(Por cierto, y ya que hablamos de televisión y de Borbones, este lunes expira la fecha de caducidad que le auguré al programa de Tele5 XQ no te callas. En el último párrafo de uno de los primeros posts de este blog, vaticiné que desaparecería de la parrilla el 13 de octubre. Y aunque continua sin superar el 12% de share, y yo continúo pensando que su caída está muy cercana, he fallado claramente en mi predicción. Mea culpa, o meo fallo (lo de “meo fallo” me suena fatal, suena a que estoy orinando fuera de la taza). Una lectora me amenaza con cobrarse en carne cada día que falle en mi vaticinio. Por favor, yo no soy de ésos, pero por si acaso adjúntese foto y CV. Por mi parte, seguiremos apostando)

jueves, 9 de octubre de 2008

Una estancia fugaz en el Festival de Sitges

Me acabo de dar cuenta de que el otro día os dije que me iba un fin de semana al Festival de Sitges, y que todavía no os he contado qué tal me fue por ahí. También me acabo de dar cuenta de que nadie, absolutamente nadie, ha echado de menos la susodicha crónica.
Lo más lamentable que te puede suceder cuando vuelves de un festival de cine es que todo el mundo te pregunte: “¿qué tal, qué películas has visto?”, y tú les tengas que responder: “ninguna”. ¿Y eso por qué?, os preguntaréis con vuestras aterciopeladas vocecillas. Pues porque tal y como os comentaba antes de irme, la mía se trataba de una fugaz visita de trabajo. O sea, había que acudir a un acto, cubrirlo informativamente (más o menos) y luego asisitir a una fiesta supersocial. Así que imagino que os estaréis preguntando en qué se le ha ido el fin de semana a vuestro bloguero favorito. Pues bien: preguntádselo a él, quienquiera que sea. Yo solamente os puedo contar lo que me sucedió a mí, que es resumible en 10 puntos, algunos ligeramente surrealistas.

Soso ambiente matinal en el Hotel Meliá, sede del Festival de Sitges

  1. Acudir a la presentación de Teaserland, el festival de tráilers falsos cuyo premio principal otorga CANAL+. Ya que estaba allí, saludo a Jaume Figueras, Jaume Balagueró, Juan Cruz Juan Antonio Bayona (los Jaumes son miembros del Jurado, y los Juanes son directores invitados). Y por supuesto a Jorge Ortiz, que representaba a CANAL+ y que además es mi jefe (a pesar de lo cual me cae bien) (aquí como veréis he aprovechado para hacerle la pelota a mi jefe, aunque él sabe que es verdad) (sabe que es verdad que me cae bien, no que le estoy haciendo la pelota).
  2. Hacer un reportaje de televisión, o dos, o tres (no sé cuántos fueron) con Cristina Teva, mi presentadora favorita si excluimos a la tristemente desaparecida María Luisa Seco.
  3. No poder corresponder a la invitación del director de cine Paco Cabezas para ver la película de la que es guionista: Sexykiller. Ya la veremos en Madrid, queridos Paco y Patri ¿vale?
  4. Acudir a Pachá a la fiesta de la película Santos, a la que nos invitaban. Bueno, eso pensábamos al principio, porque a lo que realmente nos invitaron fue a pagar todas las copas que nos tomamos. Edu Mangada (que es uno de los mejores directores de fotografía que he conocido en televisión) todavía sigue sin entender esa clase de invitación.
  5. Conocer en la fiesta a un tal Mateo que nos pidió que le invitáramos a un ron con coca-cola.  A esas alturas de la fiesta llevábamos ya tantas copas pagadas que le dimos esquinazo y decidimos que mejor le invitara su abuela. Más tarde descubrimos que el tal Mateo era Mateo Gil, el director de cine y guionista de Amenábar. Es que con la barba no le reconocimos (aquí tuvo bastante culpa alguno de mis acompañantes, porque todo el mundo sabe que yo no veo tres en un burro y que sin gafas puedo confundir a Mateo Gil con Elsa Pataky).
  6. Que también pasó por allí. Elsa Pataky, digo. Que ni me saludó ni nada, a pesar de que la he entrevistado un par de veces. El que sí me saludó fue Leonardo Sbaraglia. Leonardo es un cielo, pero yo hubiera preferido que pasara de mí y que me saludara la Pataky. A la próxima fiesta, por si acaso, voy a presentarme con frac, sombrero de copa y un tractor, a ver si así llamo su atención.
  7. Encontrarme en la fiesta con el anteriormente citado Paco Cabezas. Paco me cuenta que (por fin) va a estrenar Aparecidos y que va a rodar Carne de neón, basada en un cortometraje suyo que es de los mejores que he visto en los últimos años.
  8. Tomarme otra copa con Elena Vázquez, de FOX. Con Elena empiezo a hablar de proyectos y colaboraciones futuras. Espero que me las vuelva a contar un día que esté más sobrio, aunque creo recordar que lo que hablamos tenía muy buena pinta.
  9. Conocer a Ángel Sala, el director del festival, que llegó a abandonar un set en el que iba a ser entrevistado para venirse conmigo a tomar un café. Bueno, tal vez tuviera algo que ver que conmigo viniera también Cristina Teva. No sé.
  10. Volver a Madrid en el AVE.
Sí, ya lo sé. Carlos Boyero hubiera ido al festival y habría sacado diez crónicas sobre 20 películas y 5 columnas sobre 12 temas. Pero bueno, por eso Carlos Boyero está donde está y yo no.  Pero yo me quedo en este blog, absolutamente encantado de compartirlo con vosotros y siempre a sus pies, para servirles a ustedes y a mi venerada María, mi guía espiritual en este ciber-espacio.

lunes, 6 de octubre de 2008

No sé lo que vais a hacer el próximo verano

Además que lo digo de verdad, no estoy augurando nada apocalíptico, ni estoy diciendo “vais a ver, os van a cerrar el chiringuito”, ni nada. Me refiero a que el futuro del programa más exitoso de la Sexta está en manos de un juez, y que tal vez sus creadores deberían ir rezando para que la que la cosa caiga en el juzgado de Rafael Tirado, así van ganando tiempo. Pero no veo nada claro lo que pueda pasar.
Sí es verdad que yo tengo un problema con Sé lo que hicisteis la última semana. Y es que me hace gracia, y al mismo tiempo no me parece bien. Corrijo: no me hace gracia el programa, me hace gracia Ángel Martín, y mucha. A estas alturas no hay duda de que es un animal televisivo, de que su futuro a medio plazo parece estar asegurado, en la Sexta o fuera. También me parece que Patricia Conde ha encontrado por fin su lugar perfecto en la televisión. Aún me despierto sudoroso por las noches cuando mi subconsciente repite secuencias de esa extraña serie de sketches llamada Lady Kaña (lo único bueno que tenía es que la sonorizaba impecablemente mi querido amigo Manolo Rodríguez, pero si no fuera mi amigo no me habría dado cuenta ni hubiera dicho esto). O esa especie de sucesión de gags con el elenco de El club de la comedia que se llamaba Splunge, y que escenificaba los chistes más memos que nos contábamos en la infancia. Pero ahora veo muy bien a Patricia en su “papel de tonta”, y además no tengo duda de que es un papel (digo esto porque hay gente que sí las tiene).

Los chicos de "Sé lo que hicisteis la última semana"

 No conecto nada con el papel de absoluto gañán que intrerpreta Miki Nadal (por las cosas que me cuenta una amiga, aquí sí que tengo la duda de si estamos hablando de un papel). Y veo a Dani Mateo y echo de menos la chispa y espontaneidad que tenía en Paramount Comedy, sus intervenciones me recuerdan a los estrictos guiones que seguían los colaboradores (y el presentador) de La noche de Fuentes. También veo a Pilar Rubio, pero lamentablemente no la escucho. De ella sí que soy fan (sí, me estoy refiriendo a “fan” en el sentido que le daría Miki Nadal, o su personaje, si es que es un personaje). Creo que Pilar no lo hace mal, aunque a veces me da vergüenza ajena, pero es que no puedo evitarlo, es que no la escucho, hay qué ver lo que me gusta esta chica, pero cómo puedo ser tan básico a veces, Dios mío.  Del resto de los colaboradores ni siquiera me he aprendido los nombres.
Después de evidenciar que sólo veo el primer bloque de Sé lo que hicisteis, os cuento lo que en realidad no me parece bien del programa. Todo esto venía al caso de que un juez de Barcelona ha ordenado a la Sexta dejar de emitir imágenes de Tele5. La Sexta ha recurrido la medida cautelar a la Audiencia Provincial de Barcelona amparándose en el derecho de expresión y de citación. Y a mí no me parecen bien los programas que basan sus contenidos en los de otras cadenas. No me refiero al mítico Zapping de CANAL+, que ahora en Cuatro se llama Surferos TV, o a otros programas que se limitan a mostrar momentos brillantes de otras televisiones. Me parece que se aprovechan un poco y que promocionan otro. Salir en el zapping les molaba a las teles. Es lo que se llama “derecho a citación”. Pero en Sé lo que hicisteis se construye todo un programa, con comentaristas y secciones, a base de emitir los contenidos de otros (si no fuera por ellos seguramente no conoceríamos tan bien a Paqui Peña o Carmen Hornillos), contenidos que para colmo ridiculizan e incluso (y esta es la clave) SUPERAN EN AUDIENCIA. Eso no es “derecho a citación”. Por cierto, desde que Tele5 interpuso la demanda, el programa no deja de insultar y hacer coñas con el boss de Tele5, Paolo Basile. Bueno, tampoco parece un problema: María Teresa Campos le llamó gilipollas desde Antena 3 y ahora está de nuevo trabajando para él.
El otro día mi amigo Javier Cárdenas (qué amigos tan dispares tengo) en su programa de Localia, regañó a su increiblemente sonriente colaborador Andrés Caparrós por querer ver cómo seguía un clip de Jaime Ostos que pusieron de Tele5. Javier le dijo: “No macho, si quieres ver cómo sigue la conversación tendrás que ver La Noria”. Inteligente y cínica respuesta, tal y como es Javier. Pero en el fondo estaba dando en el clavo: ésa es la diferencia entre citación y apropiación.
Quizá la Sexta gane la demanda, la justicia a veces me sorprende, como acaba de ocurrir con el tema de la apostasía. Lo malo es que si no lo hacen, los de Sé lo que hicisteis se quedan sin contenido. Y yo, iluso, sigo pensando que los programas de televisión que acaban triunfando son los que tienen un formato y un contenido.