miércoles, 28 de septiembre de 2011

Pa negre para los Oscar

Lo han dicho Jose Coronado y Veronica Echegui esta mañana, así, casi al alimón: ¡Pa negre! La película de Agustí Villaronga que arrasó en los Goya nos va a representar en los Oscar, lo cual no quiere decir nada: o sea, quiere decir que el 24 de enero de 2012 la Academia de Hollywood elegirá las cinco nominadas a  mejor película de habla no inglesa. Y Pa negre estará entre ellas o no.
Y hay cosas por las que puede estar y cosas por las que no. Analicemos:
POR QUÉ HA SIDO UNA BUENA ELECCIÓN:
  • Porque es una historia aparentemente sencilla (es que luego no lo es tanto), y a los americanos les gustan las historias sencillas y además se quedan en las apariencias (cielos, ¿he dicho esto último en alto?).
  • Porque allí no tienen tan manida la Guerra Civil. O sea, eso que aquí decimos “¡otra de la Guerra Civil!” a ellos no se lo parece. Les llega una nuestra de este tipo cada ocho años o asó. La de Benito Zambrano no les llegará, como no les llegó Las 13 rosas o Los girasoles ciegos. No están cansados de nuestra guerra.
  • Los que en España le auguraron poco éxito porque estaba en catalán (¡!) tampoco podrán utilizar esta excusilla como pega: allí les va a dar igual que sea en castellano, catalán o gallego (a pesar de que haya hispanohablantes, pero en la Academia no hay tantos): las competidoras estarán en danés, japonés, arameo o pigmeo. Van a tener que tirar de subtítulos, igual que les pasaría con la de Almodóvar.
  • Porque salen niños y además lo hacen muy bien. Huy, esto les encanta: Cinema Paradiso, Kolya, La vida es bella, etc. ganaron este Oscar y tenían nenes.
  • Personalmente, ya que me preguntáis, me parece estupendo que la Academia haya elegido Pa negre. Es su favorita, lo demostraron en los Goya. Y yo creo que hay que votar la película que tú creas que es mejor, no la que creas “que es mejor para los americanos”. Porque entonces que vaya siempre la de Almodóvar.

POR QUÉ PUEDE NO HABER SIDO LA MEJOR:
  • Porque, en efecto, los nombres de Pedro Almodóvar y Antonio Banderas pueden hacer que muchos académicos vean la película con óptimos ojos y la voten.
  • Porque hay temas muy bestias tratados en la película: la homosexualidad, la dureza emocional en los niños, incluso la pederastia… parte del a Academia de Hollywood es mojigata, ya se sabe.
  • Porque en principio es la que tiene más complicado el tema de la campaña promocional allí. Y eso es muy importante.
  • Porque es una historia muy localista. Esto en ocasiones no les preocupa a los americanos, pero otras veces sí.

Y poniendo ambas cosas en la balanza, creo sinceramente que es la que más posibilidades tiene de ser nominada de las tres películas que optaban. Almodóvar ya no provoca la fiebre que provocaba. Y entre las dos películas de la guerra, ésta es mejor. Y ahora suerte, Agustí.

martes, 27 de septiembre de 2011

“Otra película de huevos y un pollo” y otros títulos mata-tweets

Se ha estrenado este viernes en muy pocos cines una película de animación que se llama así, “Otra película de huevos y un pollo”. La película en España va a pasar totalmente desapercibida, porque en muchas ciudades ni aparece en la cartelera, porque son dibujos animados mexicanos y aquí no les hacemos mucho caso (está a años luz de Pixar o de Dreamworks). Y porque, no nos engañemos, la película es flojilla. Allí ha tenido mucho éxito porque procede de una serie de sketches muy autóctonos para Internet, pero nada más.
“¿Y por qué hablas de entonces de esta película, imbécil?”,  me parece escuchar nítidamente con la voz de mi cuñada. Pues porque el título de la película me hace pensar que en la era del Twitter hay películas que deberían cuidar la longitud de su nombre. Si yo quiero recomendar “Sueca bisexual necesita semental” o “Caray con el mayordomo, qué largo tiene el maromo”, Twitter no es mi hábitat. Las películas que quieran triunfar en la era de las redes sociales se deberían llamar “Ran”, “Tron”, “Dune”, “Blas” o incluso “U”.
La peliculita de los huevos.
Por eso hoy, aquí donde me veis, no pienso analizar películas plano por plano, o dilucidar sobre la dirección artística o la elaboración del guión. Hoy me voy a dedicar a recordar películas cuyos largos títulos casi necesitan, más que un par de huevos, un par de tweets.

1. Todo lo que usted siempre quiso saber sobre sexo y nunca se atrevió a preguntar (1972). Esta joya cómico-sexual de Woody Allen estructurada a base de sketches tiene un título tan largo que lo habréis oído con diferentes variantes (depende de la traducción que hagan del original): “y temía preguntar”, sin el “siempre”… Esto con “Yentl” no pasaba.
2. Las aventuras de Priscila, reina del desierto (1993). Una de esas películas que con los años se va convirtiendo en un título de culto y la gente la hace suya, hasta el punto que cuando se menciona se acorta inconscientemente el título y se dice: “eso es como en Priscilla”, “anoche volvieron a poner Priscilla”, “vaya cogorza me cogí ayer en el Priscilla” (ah no, esto es otra cosa…).
3. Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores (1974). Lo del tamaño de este título es culpa de los traductores (el original es “Monty Python and the Holy Grial”). La coña de la mesa cuadrada (que no sale en la película) puede estar bien, pero lo de los seguidores no hacía falta, no sé.

4. El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante (1989). Por suerte, Peter Greenaway no siguió enumerando a gente en el título, que podría haber seguido “…y su hijo, el gato, la criada, un enano y la puta madre de todos”.
5. Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos (2009). La versión de Zhang Yimou de Sangre fácil de los Hermanos Coen multiplicó por infinito el tamaño del título, pero no el de su calidad, por cierto. Aquí funcionó eso de “el tamaño no importa”.
6. A Wong Foo, gracias por todo, Julie Newmar (1995). Esta película habría que condenarla no sólo por su largo título, sino por  lo incomprensible que se nos antoja. Yo la habría llamado “La de Patrick Swayze y las chinas”, y me habría ahorrado 9 caracteres y muchas caras de incomprensión.
7. El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007). Otra que con “Jesse James y Robert Ford” habría ido que chutaba. El metraje de la película tampoco se quedó atrás: 160 minutos. De los tamaños de Brad Pitt y Casey Affleck ya no puedo deciros nada.
8. Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto (1995). Esta la pongo como muestra de que un título largo puede ser sugerente, interesante, maravilloso… como yo cuando tomo seis cervezas. Aquí el tamaño se perdona, por superar con creces el contenido de la película.
9. El mundo es grande y la felicidad está a la vuelta de la esquina (2008). Otro título desconcertante, incluso ya que hablamos de Twitter, me parece una de esas frases de filosofía barata que te llegan de vez en cuando, tipo: “Si de noche lloras por el sol, mañana será otro día”.
10. Nadie hablara de nosotras cuando hayamos muerto (1995). Sirva la película de Agustín Díaz Yanes como representante de toda una tradición española y ochentera (aunque esta sea noventera) de títulos obesos: “Qué hace una chica como tú en un sitio como éste”, “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, “Sé infiel y no mires con quién”, “Cómo ser infiel y no morir en el intento”, “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”, “Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera”, y el récord nacional que habría batido Pedro Almodóvar si “La flor de mi secreto” se hubiera llamado como Pedro pensó inicialmente: “¿Existe alguna posibilidad, por pequeña que sea, de salvar lo nuestro?”
"Nadie hablará...", un XL nacional.
11. Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet (2007). Ojo, no confundir con esas películas que tienen un subtítulo: el de la película de Tim Burton es éste, tal cual. Puedes decr “Sweeney Todd”, pero estarías mutilando el título, como si dijeras “Lo que el viento se” o “Cantando bajo la llú”. Hay que decirlo entero.
12. Los hombres que miraban fijamente a las cabras (2009). Aquí podríamos incluir también a toda la saga de “Millenium”, con los hombres que quemaban a las mujeres con una cerilla y unas corrientes de aire las apagaban en un palacio de gasolina. Pero considero esa longitud mérito de los libros, así que me quedo con este delirio de George Clooney, Jeff Bridges y cia, delirante hasta en el título.
Y para terminar, hablaremos del récord mundial de longitud de título. La película de Sacha Baron Cohen, en España titulada como “Borat”, en su versión original se llamó “Borat: Cultural Learnings of America for Make Benefit Glorious Nation of Kazakhstan”. 83 caracteres. El 60% de un tweet.


sábado, 24 de septiembre de 2011

Enrique Urbizu, José Coronado y los malvados

Enrique Urbizu. Bilbaíno. Director de cine. Nacido en 1962. José Coronado. Madrileño Actor. Nacido en 1957. Rafa Nadal. Manacorí. Pero éste último no viene a cuento, centrémonos en los dos primeros.
Porque esta semana se estrena, después de presentarse en San Sebastián con gran éxito de crítica y de público no se sabe todavía porque en el Festival va todo Dios a ver todo, “No habrá paz para los malvados”, una película de bonito nombre, con muchas cosas a favor y no demasiadas en contra (aunque sí algunas).
El principal logro de la película es el mismo que consiguió “La caja 507” hace 9 años: es un género que en España no se hace, normalmente porque se hace mal, que es el thriller policíaco. Y no se hace porque queda poco creíble, porque no estamos acostumbrados a ver policías españoles en la tele, y porque cuando nos los ponen, parecen clichés de los americanos. No, de los americanos no, de los de las series americanas. El día que alguien entre en una comisaría española y sea tratado por agentes de casting con lenguaje de telefilm como que vi la otra noche en la sonrojante “Homicidios”, que me avise. Pero ojo, no nos engañemos, que uno, por motivos que prefiere no recordar, estuvo en una comisaría de Nueva York y no fue atendido precisamente por el Capitán Furilo o Gary Sinise.
José Coronado: Santos, el malote.
Dicho esto, y superado el trauma de que uno de los policías sea Juanjo Artero, o sea, el Charlie Márquez de El comisario, la serie que me tuvo enganchado creo que 9 temporadas? (de Verano azul ya ni hablo), y que en la primera secuencia se carguen a su compañera en la serie Elo (Cristina Perales), la película se ve con cierta facilidad, y es verdad que el personaje de Jose Coronado está muy bien construido, y que Jose no estaba así precisamente desde “La caja 507”. Es entretenida, la trama tiene sentido (aunque me perdí un par de veces, pero luego me encontré), ese Santos que interpreta Coronado está justificado, el giro que hace la película es inesperado… Estas son las cosas buenas.
Pero… los personajes que rodean a Coronado no pasan de ser meros bocetos (excepto alguno, como el confidente árabe). Hay una juez muy fría a la que de repente se pretende humanizar en una secuencia aislada (interpretada por la cantante Helena Miquel, ver entrevista en GQ.com). El policía que interpreta Rodolfo Sancho está ahí solamente para que se vea que se le puede tener cariño a Coronado, pero no sabes por qué. El que interpreta el lostie Pedro Mari Sánchez es un poco cliché, da un poco de risilla. Estas son las cosas malas.
Total, que en mi línea habitual de crítico cagueta e indefinido, ni la ensalzo como si fuera un entregado a la causa ni me la cargo como si fuera Boyero (que en este caso, y previsiblemente, no se la carga, porque le pega totalmente).
Coronado en "La caja 507" hace 9 años, con Goya Toledo. Igual le vemos ahora con otra clase de Goya.
Pero dejando aparte la película, os decía que hay que ensalzar la valentía de Enrique Urbizu (hombre GQ de la semana, por cierto). Porque se sale de la comedia desenfadada, de las películas de la guerra civil, de las adaptaciones literarias, de los dramas locales vascos o catalanes… de los tópicos del cine español. Y por apartarse de algunas de sus primeras películas como “Cuernos de mujer” o “Cómo ser feliz y disfrutarlo”.
Y a José Coronado, que ya colaboró con Urbizu en “La caja 507” y “La vida mancha” por saltarse su imagen, por engordar a base de helados, por descuidar su imagen de galán… El otro día me contaba José que está oyendo muchos rumores, muy buenas vibraciones… Yo le decía que se le comparaba con “Malamadre” (comparación benévola, pero sé a lo que se refieren), y contrariamente a lo que suelen hacer los actores (“no, no, no digas eso, por Dios”), él confesaba haberlo escuchado también, pero tomárselo con cautela.

Pero Coronado huele a nominación a los Goya. Y tal vez cuando leáis esto ya le hayan dado la Concha de Plata al mejor actor.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

“Cheers” no era necesario

Debo reconocer antes de empezar a escribir que:
  1. No pude ver el primer episodio doble de la adaptación española de “Cheers“.
  2. Que soy un fan acérrimo de la serie americana, en serio, recuerdo los capítulos los nombres de los personajes y los actores, los gags y la ropa que llevaba cada personaje en cada capítulo. Bueno, esto último igual no.
  3. Que había oído de todo sobre la serie, y nada bueno.
  4. Que dicho esto, la segunda entrega que vi el otro día no me pareció tan mal.
  5. Pero… tampoco me pareció bien. Me explico.
La espanis Cheers.
Compañeros de los que me fío más que de Ramón Sánchez Ocaña recomendándome un jarabe en los 70 me hablaron de lo bajonera que es la adaptación. Familiares sin los que sería incapaz de bajar el Sella en una canoa horadada me criticaron con cachondeo hasta la canción inicial. Críticos de televisión (de estos me fío menos) la pulverizaron hasta límites insospechados, como Marcos Ordóñez, que últimamente parece haber entrado en una espiral de pique destroyer con Carlos Boyero (Resines llegó a llamar “anormales” a los señores de El País, recordándoles que en cierto modo son la misma empresa, en una extraña mezcla de autodefensa y de negación de la libertad de expresión).
Así que me enfrenté a la segunda entrega con menos esperanzas de encontrar algo ingenioso que en un debate entre Rubalcaba y Rajoy. Pero intenté hacer un ejercicio de virginidad (!) consistente en tratar de poner mi cerebro en blanco (no es difícil, creedme) y enfrentarme a la serie como si no hubiera visto la original, como si no recordara las situaciones y chistes que sí recordaba (porque “Cheers” adapta la serie original, no es como la segunda versión de “Cámara café“, que mucho más inteligentemente sólo adoptó el formato). Y el caso es que…
  • Me reí en unos cuantos chistes y situaciones. Creo que un chaval de 20 años que no viera la serie en su momento, también se reiría.
  • Interpretaciones como la de Resines, Alexandra Jiménez (esta chica es(tá) buena, ¿eh?) o Alberto San Juan no me parecieron mal.
  • He visto muchas comedias originales españolas más flojas en los últimos años, me refiero a “Los quién”,” A ver si llego” o incluso “La que se avecina” o (ay) “Escenas de matrimonio”.
Pero…
En cuanto haces el ejercicio de comparación con Cheers, la original, Resines se derrumba ante el gran Kelsey Grammer (Frasier), Alberto y Alexandra no resisten a Ted Danson y Shelley Long, el bueno de Pepón Nieto sucumbe al Nooorm (cielos, en España dicen Blaaaas) de George Wendt, y Luis Bermejo ni se aproxima al descojonante cartero Cliff de John Ratzenberger. Por no hablar de la pareja de camarero-cocinero que en la original nunca convivieron y que hacen añorar como pocos personajes a los originales “Entrenador” y Woody.
Entonces, ¿por qué intentar superar una serie que ya estaba hecha? ¿Ya no hay guionistas capaces de crear una sitcom desde cero? (prefiero no escuchar la respuesta) ¿Hay que irse a “Cheers”? Lo que vi en la tele no me pareció tan mal, pero no era necesario.
Eso sí, me acuerdo de otros intentos españoles de recrear una gran serie americana y se me ponen los pelos de punta. Me refiero a “Las chicas de oro”, que en los 90 ya se intentó con una cosa llamada “Juntas pero no revueltas”, con Amparo Baró, Mercedes Sampietro, Mónica Randall y Kiti Manver y que fracasó, claro. Pero es que la que hicieron hace unos meses Concha Velasco, Carmen Maura, Alicia Hermida y Lola Herrera, bajo la firma impune de José Luis Moreno… Dios mío, eso no tenía nombre. Ni perdón de Dios.
O lo que antes comentaba de “Cámara café“, un formato francés que en España triunfó claramente, en Tele 5. Pero antes las autonómicas lo intentaron con Óscar Ladoire, mi querido Antonio de la Torre y Jorge Roelas, llamándolo “Café Express”, y fracasó, también por esa obsesión de adaptar los guiones originales.
Y también hubo por ahí un intento de “Matrimonio con hijos” con Ginés García Millán

Y lo voy a dejar ya, porque a este paso el Cheers de Resines me va a acabar pareciendo una obra maestra de la comedia mundial.

jueves, 15 de septiembre de 2011

15 cosas que hacer en (el Festival de) San Sebastián

Por motivos que no os deben interesar, pues no es este un blog en el que me guste airear mi vida personal (bueno esto no es del todo cierto), este año no podré estar en el Festival de San Sebastián, que suelo frecuentar con denuedo. A los más curiosos sí les diré que estos motivos tienen que ver con una cabra y unas pruebas de paternidad. El Festival de Donosti empieza mañana, 16 de septiembre, y acaba el 24.
Y es una lástima, pues grandes momentos he disfrutado en Donosti tomando pintxos y viendo cine con Cristina Teva, Gonzalo de Prado, Nando Salvá, Carlos Alonso, Elena Pascual, Juan Zavala, mi señora y otros grandes profesionales de este gremio tan así como es el periodismo cinematográfico. Y con una cabra. Pero dije que no iba a hablar de mi vida personal.
Y si bien no descarto una visita a Donosti pagada de mi bolsillo (si trabajara en Intereconomía os pediría una aportación), sé las cosas que me voy a perder y las que, si vais por allí o tenéis la suerte de ser donostiarras (¡qué suerte vivir allí!), debéis hacer estos días.
1. Ver “Intruders”, de Juan Carlos Fresnadillo. Intruders inaugura el Festival este viernes, y por allí estarán los primeros días Clive Owen, Pilar López de Ayala, Daniel Brühl y Fresna (dillo). Me he enterado de que el séquito y la protección de Clive Owen contrastan con los de los españoles. Pero esto es siempre así, en Hollywood están un poco tarados con el concepto de estrellas y mortales.
Un intrusillo llamado Clive.
2. Pasear por la playa de la Concha con vuestra chica. Si sois chicas, con vuestro chico. Si no tenéis chico, con un gatete. Y si sois argentinos, casi pasead por Ondarreta, es también muy bonita.
3. Ver “No habrá paz para los malvados”, de Enrique Urbizu, otra de cine negro del mejor director español de thrillers de España. Ayer estuve charlando un ratico con Jose Coronado (ya sabéis que a mí me encanta decir estas cosas así, con naturalidad, como si me pasaran todos los días) y era consciente del papel que ha hecho, de lo diferente que está a la idea que tenemos de Jose Coronado (algo así pasó ya en La caja 507, pero no tan a lo bestia, decía Jose).
4. Comer en el Gambara. Si está lleno, probar en el Oquendo. Unas tapitas o un menú os dejarán muy satisfechos y harán que vuestra sonrisa amaine los vientos, aunque huela un poco a ajo, luego.
5. Buscar en el Kursaal las últimas películas de Isaki lacuesta (“Los pasos dobles”) y de Asier Altuna (“Bertsolari”). Por hacer patria, aunque sea chica.
6. No dejar escapar las películas de Rodrigo García (“Albert Nobbs”, con Jonathan Rhys Meyers), “Amén” (Kim Ki-duk), Arturo Ripstein (“Las razones del corazón”) o Sarah Polley (“Take this waltz”, con Seth Rogen y la mujer desesperada  Michelle Williams).
7. Subir al Monte Igueldo y mirar desde allí el Monte Urgull, o subir a la terraza del Aquarium bajo el Monte Urgull y mirar el Monte Igueldo. Hacerse fotos junto a las esculturas de Chiliida que hay debajo de cada uno. Decir patata. Si sois ingleses, decir Cheese. Si sois franceses decir “Je suis une petite fille en train de chercher mon destine”.
8. No perderse “La voz dormida”, lo nuevo de Benito Zambrano y que como ya sabréis compite con La piel que habito y Pa negre por representar a España en los Oscar. También compite por la Concha de Oro. Atentos al trabajo de María León, la hermana de Paco León. Aunque en algunos momentos se parece un huevo y me parecía estar viendo la parodia de Raquel Revuelta, su trabajo es espectacular. Me juego el ojo izquierdo a que la nominan al Goya revelación. Tampoco pujéis muy fuerte: mi ojo izquierdo no vale gran cosa.
9. Reservar mesa en Aldanondo. Esto es obligatorio. Podréis cenar uno de los mejores chuletones de San Sebastián, con sus pimientos, patatas y tortillita de bacalao por un precio muy razonable. Seguramente coincidáis en la mesa de al lado con algún actor famoso, quizás Javier Bardem o Clive Owen, o tal vez el productor Elías Querejeta, un fjo del Aldanondo. Y constatar que la dueña se parece un huevo a Pilar Bardem.
10 .Si veis al nuevo director del festival, José Luis Rebordinos, felicitarle por su nueva gestión: tiene pinta de ir a revolucionar el festival.
11. Salir de pintxos y dejarse caer en el Sport y pedir el pintxo de foie a la plancha. También podéis adoptar mis finas facciones y espetarle al camarero: “ponme lo de siempre”. Y os pondrá eso.
12. Pasarse por la sección Zabaltegi, muchas veces lo más interesante está allí. Este año se puede ver lo último de Manuel Huerga, David Trueba, Nacho VIgalondo o Eduardo Chapero-Jackson.
13. Ver en el Velódromo “Los tres mosqueteros”, una superproducción a lo Hollywood, pero ver una película en el velódromo de Anoeta es una experiencia inolvidable.
14. Ver el documental sobre George Harrison de Martin Scorsese. O rastrear por toda Donosti en busca de un autógrafo de su premio honorífico de este año, Glenn Close. O ver “Shame“, que para muchos ha sido lo mejor del Festival de Venecia, con el gran Michael Fassbender.

15. Y por favor, y sobre todo… tomarse unos txiquitos a mi salud. Unos doscientos.

sábado, 10 de septiembre de 2011

El 11 de septiembre y el cine

Joder, 10 años ya. Una de las pocas fechas que todos tenemos grabadas en nuestras memorias al minuto, al instante. Todos, absolutamente todos, recordamos qué estábamos haciendo el 11-S, cómo recibimos la noticia, quién nos dio la primera información, quién o dónde se encendió esta tele en la que muchísimos españoles vimos en directo cómo se estrellaba el segundo avión, cómo se desplomaban las torres, cómo caía el símbolo del poder intocable de Occidente.
El mundo cambió ese día, y de qué manera. Los americanos (y todos, pero ellos más que nadie, lógicamente) se dieron cuenta de muchas cosas, y reaccionaron con un doble rasero de dolor y desconcierto (los ciudadanos) y de revancha y más desconcierto (los políticos). De ahí nacieron las guerras de Irak, Afganistán, etc. Y hace muy poco las fuerzas estadounidenses liquidaban al culpable (como si fuera el único) de los atentados. Como en una película.
El cine, era obvio, también reaccionó. También de muy diferentes maneras. Acusando, exaltando a los héroes del 11-S, contando las historias que nunca se contaron… Éstas son las películas que nos contaron el mayor atentado sufrido por un país occidental en su propio terreno.
1. 11 de Septiembre. En 2002, 11 directores contaron su punto de vista sobre los atentados. Entre ellos, Samira Makhmalbaf,  Danis Tanovic, Ken Loach, Alejandro González Iñárritu, Amos Gitaï o Sean Penn.
2. Farenheit 9/11. En 2004, Michael Moore lanzó el documental más visto en los cines de la historia, en el que desenmascaraba muchas cosas de las tácticas de George W. Bush, de la relación de su padre con la familia Bin Laden o del beneficio político que EE.UU. sacó después de los atentados. Impagable ese momento en el que, cuando a George W. Bush le dan la noticia del atentado, se encuentra en un colegio con unos niños leyendo ‘Mi mascota la cabra’, y tarda unos eternos minutos en reaccionar.
Farenheit 9/11.
3. World Trade Center. Una de las primeras películas que se pusieron a hablar abiertamente del 11-S desde la ficción. Oliver Stone, en modo ñoño, contaba cómo unos policías y bomberos ayudaron a la gente. Un homenaje a los héoes del 11-S que no quiso ir más allá. No muy Oliver Stone.
World Trade Center.
4. United 93. Paul Greengrass contó maravillosamente la historia del cuarto avión, del que no llegó a su objetivo, ese vuelo 93 de United Airlines que supuestamente vivió una rebelión de los pasajeros y que se estrelló de camino, matando “solamente” a los que iban dentro. La película te hace intuir lejanamente (y perdón por la tremenda idiotez que estoy diciendo) la angustia que se debió de vivir en eses avión.
United 93.
5. En algún lugar de la memoria. Mike Binder, en 2007, sacó otra película ñoña sobre las intrahistorias del 11-S, en este caso la de un dentista que perdió a su familia, y que trata de mitigar el dolor en una antigua amistad. Adam Sandler y Don Cheadle tampoco ayudan demasiado.
6.
Extremely loud and incredibly close. Stephen Daldry, al que nunca le agradeceremos demasiado Billy Elliot o Las horas, está ultimando la última película sobre el 11-S, 10 años después del atentado. La historia que nos cuenta es la de un niño que encuentra una llave que padre escondió antes de fallecer el 11-S. Se trata de encontrar lo que abre esa llave… El reparto es un buen homenaje a los desaparecidos en los atentados: Tom Hanks, Sandra Bullock, John Goodman, James Gandolfini y Max von Sydow.


jueves, 8 de septiembre de 2011

Eddie Murphy (ay Dios) y 10 presentadores de los Oscar

Llevábamos toda la semana oyendo que si Eddie Murphy era el mejor posicionado para presentar los Oscar, que si era el más gracioso de los aspirantes (!), que si los demás candidatos lo tenían mucho más negro (…), que si tal, que si cual… El martes por la noche la Academia anunciaba el dato o lo que es lo mismo, confirmaba nuestros temores. O recelos. O aprensiones, sospechas, fobias, horrores, pavores, pánicos y sustetes. Sí: lo habéis adivinado: a los que hacemos este blog no nos gusta Eddie Murphy. A ninguno de los uno.
Porque nunca me han hecho gracia sus películas, no he entendido sus comedias basadas en estar gordo o vestirse de señora, no he comprendido el éxito de su papel de superdetective, y porque cuando le he visto hablar en actos y entregas de premios (casi siempre entregándolos, nunca recibiéndolos), no me he reído. Incluso creo que su nominación al Oscar por Dreamgirls era sobrevalorarle y buscar el premio para un tipo presuntamente gracioso que hace un papel serio, como Pajares en ¡Ay, Carmela! En fin… creo que Eddie tampoco es fan de mi blog. Ni siquiera nos seguimos en Twitter.
Por todo esto, no me parece una elección acertada para presentar los Oscar. Aún diría más: me parece desacertada. Pero… algunos de los últimos presentadores de la gala se lo van a poner difícil para superar la poca gracia que ellos tuvieron. Otros, en cambio, van a ser añorados. Hoy rescatamos10 presentadores de los Oscar, casi todos de los últimos 20 años.
Eddie Murphy. ¿Lo veis? Si es que parece bobo.
Bob Hope, por empezar precisamente por ese “casi”. Es el hombre récord de los Oscar, presentándolos en 18 ocasiones entre 1940 y 1970. Bob era un interino de Hollywood, quiero decir que los conocía desde el interior. Sus bromas a los actores eran intencionadas, exclusivas, ellos se reían con Bob. Es el maestro, el modelo a seguir.
Billy Crystal. El que mejor le siguió y el segundo que más veces ha presentado los Oscar, 8 actuaciones entre 1990 y 2004 (las 4 primeras, consecutivas). Sin ser el tipo más brillante del mundo, cada vez que algún anfitrión pincha en hueso, nos acordamos de Billy. Sus vídeos de inicio de la gala mezclándose con los nominados del año o apareciéndose en sus películas han sido imitados posteriormente por otros presentadores (incluso en España por Buenafuente). Y sus momentazos con Jack Palance haciendo flexiones o apareciendo en el escenario atado como Hannibal Lecter serán siempre inolvidables.
David Letterman. Lamentablemente, su intervención en 1995 también será inolvidable. Era la opción televisiva, la opción Buenafuente (repetida posteriormente con Ellen DeGeneres), el intento de captar para los Oscar al público de un late night (el de Letterman es el más visto en EE.UU, con permiso de Jay Leno). Pero Letterman confundió las audiencias y se dedicó a hacer chistes internos sobre política casi local que nos dejó fuera al resto del mundo, que tampco entendimos un juego de palabras sobre Uma Thurman y Oprah Winfrey que Billy Crystal retomó al año siguiente.
Steve Martin, solo o en compañía de otros (solito en 2000 y 2002 y con Alec Balwin en 2010). El problema de Steve Martin es que no es gracioso. Pero no es gracioso él. Hace un par de años nos concedió una entrevista para el programa en el que trabajo, y fue como entrevistar a un Profesor de Citología Sosa. Steve aprende los guiones graciosos (o no), pero él no es gracioso. Así que ni cuando presentó solo ni con ese otro despiporre llamado Alec Baldwin fue capaz de ponerle alma, vida, improvisación, etc. Sólo leyó el guión. Y no era gracioso.
Chris Rock. Lo cual tampoco explica gran cosa, porque Chris Rock se supone que escribe sus guiones de stand up comedy (no así los de sus películas) y en los Oscar de 2004 tampoco funcionó. Pero aquí el problema fue mayor: en mucha gente se preguntaba: ¿quién es ese? Como el año de Letterman (o el de DeGeneres, y van dos menciones), los Oscar olvidaron que son un espectáculo mundial, no sólo americano. Y sus ataques a pesos pesados de la industria como Tobey Maguire, Colin Farrell o Jude Law no gustaron demasiado.
Whoopie Goldberg. A Whoopie, con el tiempo, la recuerdo con más añoranza que la impresión inmediata que me dieron sus cuatro ceremonias (1993, 1995, 1998 y 2001). Sí me gustó ese año de Shakespeare in love en el que se iba cambiando de indumentaria (léase disfraz) en sus sucesivas apariciones, u aunque siempre estuvo menos ácida de lo que se esperaba, pero con un humor mucho más universal que Chris o David, mantiene el honor de ser una de las pocas mujeres que han presentado la gala (aquí iría la tercera mención a Ellen DeGeneres).
Anne y James, Ana y Jaime, Hathaway y Franco. La pareja del año (pasado), que no funcionó.
Jon Stewart. Suponía la misma opción que Letterman y DeGeneres (…), de hecho es el único presentador que repitió. Porque su late night, aunque en el resto del mundo no lo conzcamos, es más ágil, moderno, universal. Su primera gala (2006) fue brillante, de las mejores. Su speech inicial metiéndose con los actores fue magnífico. El segundo año (2008) le pilló la huelga de guionistas, y vaya que si se notó. Y ya no repitió más, maldición.
Hugh Jackman. 2009 nos trajo la sorpresa más agradable de los últimos años (sobre todo para la vista de mujeres, homosexuales y heterosexuales que no somos capaces de negar la evidencia). Hugh parecía que iba a ser un modelo de “actor que se aprende el guión y lo suelta porque no es gracioso). Pero Hugh nos regaló una ceremonia plagada de números musicales (buenísimos, como el que abrió la gala con un decorado pobre porque era la crisis) que bailaba y cantaba él, con chistes buenos, una estampa impecable y capacidad de improvisación (cuando vino a España a padecer El hormiguero, volvió a demostrar que es un puto showman, y punto). Lástima que no accedió a repetir.
Anne Hathaway y James Franco. Aún me recorren sudores fríos por la espalda cuando recuerdo la imagen del año pasado de la pizpireta Anne intentando reanimar a un James Franco que parecía haberse quedado dormido en la grieta de 127 horas. Ni un desfibrilador parecía poder despertar a un James que, según cuentan, luego twitteaba la gala desde el camerino (sería la que estaban viviendo los demás). Si esto lo acompañas de un guión soso y de una supuesta química que iba a captar audiencia joven, el resultado es un desastre que la Academia va a resolver este año… con Eddie Murphy.
Y el presentador que nunca fue: Ricky Gervais. Sus dos apariciones en los Globos fueron demoledoras. La primera, ácida, irreverente, irrespetuosa… mantuvo un nivel de humor tal que le pidieron repetir. En la segunda, sus chistes o dardos envenenados directamente lanzados a Tom Cruise (¡sal del armario!), Johnny Depp (¡haces malas películas!), Tim Allen (¡no tienes currículum!) o Charlie Sheen (¡alcohólico!) le valieron ser tachado definitivamente de la lista de futuribles. A mí me hubiera gustado verle en los Oscar. Como creo que no lo haría mal un actor del que no soy demasiado fan, Ben Stiller, pero cuyas apariciones en los Oscar han sido siempre colosales, como cuando apareció vestido con un mono verde para que la gente entienda los efectos digitales y viéramos sólo su cabeza, o como cuando apareció vestido de Starsky pero Owen Wilson olvidó ir de Hutch, o cuando apareció imitando a Joaquim Phoenix, con su barba, su chicle y sus gafas de sol.

Pero este año toca Eddie Murphy. ¡Ojalá me equivoque! 

martes, 6 de septiembre de 2011

La nueva temporada de series en 5 títulos (o más)

Es muy fácil notar cuando llega septiembre. Yo, por ejemplo, que soy un alma empírica y sagaz, suelo percibirlo por cuatro motivos:
 1. Los niños empiezan el colegio y las madres se ponen más nerviosas.
2. En la tele hay anuncios de fascículos absurdos, como “dedales del mundo”.
3. En el calendario pone: “septiembre”.
4. Empiezan muchas series nuevas en las cadenas de televisión.En este blog nos interesan especialmente los puntos 2 y 4. Hoy vamos a desarrollar el 4. El 2 lo dejamos para otro día que estemos todos.
 Así que vamos a analizar algunas de las series de televisión que empiezan ahora, en septiembre-octubre, sus andaduras y nuevas temporadas. Como veréis, poco tiempo vamos a dedicar a las cadenas generalistas. Salvo excepciones, hace mucho tiempo que las grandes series no empiezan ahí.
 1. The Killing. Es una de las sensaciones de la temporada. Lleva una semana en emisión, o sea, un capítulo más el piloto, que es el que se hace para ver si la serie funciona, lo digo por si alguien no sabe lo que es un piloto aparte de Fernando Alonso, o un señor que lleva un avión y al que le aplauden los horteras cuando aterriza bien. The Killing , la penúltima producción de la AMC, puede verse en Fox Crime, ese canal que nos ofrece joyas como Dexter, y está basada en una serie danesa, hay que ver los escandinavos qué bien escriben sobre las cosas de matar. En este caso, se nos cuenta la investigación del asesinato de una joven, desde los puntos de vista de todos los personajes implicados. Una especie de  Rashomon de la criminología. De momento, lo interesante es ver cómo el crimen va afectando a familia, policía y sospechosos, más que las pesquisas para averiguarlo. La versión danesa la estrenará AXN a finales de octubre. Ahí, compitiendo con buen rollito…
The Killing, la versión americana de la AMC.
2. True Blood.  La cuarta temporada comenzó ayer en CANAL+. Tiene un arranque espectacular, resolviendo esa presencia de Sookie en el país de las hadas, lo que me hace olvidar un poco el aburrimiento final (y personal) de la tercera temporada, que acabó siendo una complicada rencilla entre vampiros, hombres lobo y haditas. Sigue sin alcanzar el ritmo, la sorpresa y la originalidad de la primera temporada, pero parece que va a volver a ser una de las sensaciones de la temporada.
3. Cosmopolitan estrenará la que para nosotros será la tercera versión de Los Borgia. Primero vimos la española, más cutrecilla, una película-serie dirigida por Antonio Hernández con Lluís Homar, María Valverde y Sergio Peris Mencheta. Este verano vimos la que va a pasar a la historia: la de Jeremy Irons como Rodrigo Borgia creada por Neil Jordan, Y en octubre llega la versión europea, en la que aparece, oh, Assumpta Serna, esa mujer que ya hizo de italiana en Falcon Crest cuando nos creíamos que se iba a comer el mundo y no al revés. Veremos.
4. Mildred Pierce arranca el 10 de septiembre en mi CANAL+. Nominada nada menos que a 21 Premios Emmy, esta miniserie (a Kate Winslet no le gusta que la llamen así, pero es que es una serie de pocos capítulos, o sea, una miniserie) es una especie de película por capítulos. La dirige Todd Haynes, el artífice de películas de corte tan clásico como Lejos del cielo, y está basada en la novela de James M. Cain en la que ya se basó Alma en suplicio, de Michael Curtiz, que está emitiendo TCM, por cierto. En otras obras suyas se basaron Perdición y El cartero siempre llama dos veces, lo cual hace que podamos decir que es una autor muy adaptable cinematográficamente, ¿no os parece, chicas? Mildred Pierce es el nombre de una mujer trabajadora (cuando ninguna lo era) y recién divorciada que intenta construir una nueva vida en la Gran Depresión.
Kate Winslet es Mildred Pierce. En serio, creedme, jamás os mentiría en esto. 
5. Franklin and Bash se estrena el 3 de octubre en Sony Television, y también se la espera con ciertas ganas. Es una serie de abogados, pero no muy al uso: Franklin y Bash son dos letrados bastante raretes que coinciden en un bufete en California. En un bufete de abogados, no en estos bufetes tipo playa de “Coma cuanto quiera por 10 euros”. El socio fundador es Malcolm McDowell, toda una garantía de, por lo menos, transgresión.

Y en nuestro país, también empiezan la nueva temporada de El barco; la adaptación televisiva de la exitosísima novela El tiempo entre costuras; una serie que se llama Homicidios con Eduardo Noriega, al que no recuerdo haberle visto en la tele nunca; la versión de Telecinco de Cheers (oye, que igual les sale bien, pero después de los fallidos experimentos de españolizar (¡dos veces!) Las chicas de oro o Matrimonio con hijos, no sé cómo se atreven)… pero las series españolas son otra historia y serán contadas en otro momento.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Elena Anaya, la actriz kamikaze

No voy yo ahora, y en este blog, a declarar mi amor personal y profesional por Elena Anaya (no os perdáis sus fotos más sexys en GQ). Porque no sería serio, un blog es para otro tipo de menesteres, porque sería indigno, porque sería amateur. Y sobre todo, porque ya lo hice hace más de un año.  Tampoco hay que ser cansino. Pero el estreno de La piel que habito vuelve a colocar en la palestra, o incluso en el candelero, y quién sabe si en el punto de mira o en un estante, a este pedazo de actriz que lleva 15 años embrujándonos con sus ojos dispares (los míos también son dispares, pero no queda igual), pero sin hacer un papel protagonista hasta ¡por fin! hace dos años, cuando estrenó la injustamente tratada Hierro.
Se nos ocurren a todos muchos motivos para admirar a Elena, pero hay uno muy especial y que además lo saco de una maravillosa frase suya que le dijo al maravilloso guionista de esa maravillosa serie documental llamada “Actrices”: yo (por cierto, en breve la reponen en CANAL+). La frase es:

“Si es que soy una actriz kamikaze, qué le voy a hacer”.

Elena Anaya y Antonio Banderas, al fondo y desenfocado. Es que hoy, en este post, Antonio nos importa un bledete. Otro día te dedicamos uno, Antonio, chato.
Y si echamos un vistazo a su filmografía, entendemos por qué es una actriz kamikaze. Vamos a ir hacia atrás en el tiempo, caminando por él como si fuéramos Benjamin Button, un cangrejo del reloj o un imbécil. Elegid.
·        En La piel que habito, el personaje de Elena (Vera) es difícil, muy difícil. Pedro ha creado personajes de los que es complicado salir airosos. Y casi todos los actores lo consiguen (no vamos aquí a descubrir a Almodóvar como director de actores y sobre todo de actrices). Elena tiene que mostrar pánico, terror, desprecio, odio, síndrome de Estocolmo… y muchas cosas más que tendréis que ver. Es un papel difícil, sólo apto para actrices kamikaze.
·        Habitación en Roma (2010), con Julio Medem. Más kamikaze que esto se me ocurren pocas cosas. Y es divertido escuchar cómo cuenta Elena ciertas cosas de este rodaje, que debió de ser duro como pocos. Y aunque coincido con Antonio de la Torre cuando dice esa genialidad de“un papel que no he interpretado y que me habría gustado interpretar es el de Elena Anaya en Habitación en Roma, yo soy de los que preferiría haber hecho el de Natasha Yarovenko. Bueno, o no, yo qué sé. Que el de Elena era una locura de papel, vamos.
Elena Anaya y Natasha Yarovenko (suspiro de amor).
·        En la mencionada Hierro (2009), Elena Anaya interpreta a una madre que no está bien de la cabeza, pero tú no sabes si viene así de serie o si la están volvieno loca aposta. Aquí su kamikazismo consiste en arriesgar con una protagonista absoluta en una película pequeña y con un director novel (Gabe Ibáñez, cuánto le agradeceré siempre esa entrevista que me aguantó bajo una chuza de aguanieve). Salieron todos airosos, pero no la vio ni el tato (el tato no va nunca al cine) y nadie se acordó en los Goya ni de ella ni de ná.
·        Para hacer Miguel y William (2007) hay que ser un poco suicida. La película era un delirio, y lo único que comprendías era que Shakespeare y Cervantes litigaran por Elena. Inés París mezclaba la comedia con no sabías muy bien el qué. Elena salía airosa, porque es de estas actrices (Elvira Mínguez es otra) que es capaz de salir indemne de un desastre. En esta categoría también se podría incluir también Sin noticias de Dios, del sobrevalorado (y majete) Tano Díaz Yanes. Penélope Cruz y Victoria Abril también luchaban lo suyo por salir intactas de la película.
·        Lucía y el sexo (2001), siendo otra cosa, también era una película en la que hay que echarle huevos, ovarios y un par de cojoncetes. Así es trabajar con Julio Medem. Se podría decir que Elena con su secundario eclipsaba a Paz Vega con su protagonista, pero bueno, esto es un poco de perogrullo y tampoco  es un mérito demasiado destacable. Caramba, qué ácido me estoy poniendo. No es mi estilo.
·        Incluso la incursión (o una de las incursiones) de Elena Anaya en 2004 en un mainstream de Hollywood como Van Helsing es un poco kamikaze. El papelón consistía en ser una de las novias vampiras de Dracula, y volar, y gritar, y sacar colmillo… Elena, lo he hablado un par de veces con ella (me encanta decir estas cosas con naturalidad, así, de sobrao, como si hablara con ella todos los jueves), se ríe de esta película y siempre dice lo mismo: “pues yo me lo pasé genial saltando y volando, claro que sí”.
·        Y luego hay otros papeles como los que hizo en África, Familia, Dos tipos duros o Sólo quiero caminar que no me parecen tan suicidas.
Y ahora disfrutemos de La piel que habito. O de la que habita ella.

(La piel que habito se estrena hoy, viernes 2 de septiembre, en cines de toda España)