viernes, 30 de octubre de 2009

Flas Fosgruas

Hoy procedo con soltura a hablar del último gran acierto de Cuatro a la hora de comprar series extranjeras de ficción (porque la serie la emite Cuatro, no Telecinco, no nos hagamos líos todavía). Hablo de Flas Frosgruas. No. De Fash Fronguas.
Ay, qué difícil es decirlo bien.
Flas Frostgruars es como lo contrario a Flashback. O sea, un flashback es cuando tienes una visión de algo que ha sucedido en el pasado. El Flash Forward (mira, ahora me ha salido) es cuando tienes un flash con una visión del futuro.
El planteamiento de la serie es brillante. De repente, un día, toda la humanidad pierde el conocimiento durante 2 minutos y 37 segundos. Claro, esto provoca que los que estaban conduciendo la palman, los que estaban en el agua se ahogan, los que iban en avión se estrellan (como decía Gila: “No creo que nos estrellemos, porque cada uno tenemos asignado nuestro día”. “Pues como sea el día del piloto…”). Arranque apocalíptico. Pero después, cuando se va recobrando la normalidad, se descubre que en esos 157 segundos todos tuvieron una visión. Y los que piensan un poco se dan cuenta de que esa visión pertenece al futuro, concretamente a un día exacto de dentro de seis meses.
El reparto de Flash Forward, con Joseph Fiennes al frente.
Y aquí empieza lo bueno, porque se empiezan a atar cabos y resulta que si en la visión de Fulanito (a la que llamaremos ya siempre Flas Fuagrás) aparecía Menganito, en la de Menganito aparece Fulanito. Si yo te vi a ti en mi Fash Fosguard, tú me viste a mí. Con lo cual se acepta que las visiones del futuro son absolutamente fiables. Habrá quienes quieran cambiar ese futuro, y habrá quienes no. Y los que no vieron nada en su Fors Flashward, pues tienen todas las papeletas para no estar vivos dentro de seis meses.

La protagoniza Joseph Fiennes, el hermano de Ralph, o sea, Chéspir in love, que para mi gusto tiene un poco cara de cebolla. Y la serie, que lleva cuatro capítulos, es muy recomendable. Conozco a mucha gente que ya está enganchada a la serie, desde mi chica hasta Manuela Velasco. Yo os la recomiendo, porque entretiene y si quieres también te hace pensar. Eso si no cae de pronto en picado, pero si los cuatro primeros capítulos han estado en un nivel tan aceptable, no creo que eso vaya a suceder enseguida. La emite Cuatro los martes a las 22:30, y AXN los lunes, a la misma hora.
Y ahora os hago una confesión: el otro día estaba yo pelando una pera cuando de repente me desmayé durante dos minutos y 37 segundos de reloj. Como en la serie. Y sí, tuve un Fast Franguards.
Mi Flash Forward fue el siguiente: yo estaba en la cama con Angelina Jolie practicando la clásica postura de la abubilla en celo, pero iba sin gafas y al marcharse me quedé con la duda de si realmente era Angelina o no.
Así que cuando desperté, recogí la pera y la llamé al móvil, que lo tengo en la “A” detrás del de Ángel Garó. Angelina me dice que mi Flas Frostgruars está mal, porque en el suyo ella estaba con Brad Pitt, aunque también es posible que estuviera con un feto, porque desde que Brad rodó Benjamin Button, Angelina ya no sabe.
Llamo a Brad, que tiene el mismo móvil que Angelina pero acabado en 6. En su visión estaba con George Clooney, rodando Ocean’s twentynine.
Le mando un SMS a George Clooney y me dice que Brad Pitt se equivoca, porque George estaba tomando un Nespresso en la cama con un maromo argentino, y añade que no haga más preguntas. Termina el SMS diciendo: “What else?”
El maromo argentino, al que localizo gracias a una foto de Google Earth, me dice que ni de coña, que él no estaba con Clooney, que él es muy macho y que lo que le gusta es el fútbol, de hecho en su Fast Forward estaba viendo un partido de Argentina porque recuerda a Maradona y Messi, pero que a lo mejor lo que estaba viendo era el Show de Los Pitufos.
Como sólo tengo el teléfono del Pitufo Gruñón y suele estar de mala leche, llamo a Messi. Me dice que él no estaba jugando al fútbol a esa hora, porque estaba en un acto benéfico de la embajada argentina para recaudar dinero con otros insignes famosos de su país.
Conozco a argentinos adorables (Cecilia, Luciano, Germán…), pero no demasiado célebres. Así que llamo a Ernesto Alterio, que como a veces cambia de acento, pues me vale. Verás que follón, como en su Fast Forgras esté rodando La chica de ayer, y le haga hablar de una visión de futuro pero 30 años atrás, me va hacer la picha un lío…
"La chica de ayer", una serie que no puede tener Flash Forwards porque dejaron de rodarla y ya no hay más.
En efecto: en su Flas Frostramps estaba con Manuela Velasco rodando La chica de hoy, la segunda temporada de dicha serie, que supuestamente no se iba a rodar.

Con Manuela hablé mucho anoche en el programa de radio de Tony Aguilar (esto último va en serio, ya os lo contaré). Aparte de reconocerse fan de la serie, me confesó que ella no estaba con Ernesto Alterio, sino con Jaume Balagueró y Paco Plaza rodando Rec 13.
Como de Paco Plaza se olvida la gente, llamo a Jaume Balagueró, que se ríe y me dice que sí, que en efecto, que en su Flax Fostward estaba rodando una escena de Rec 13, pero no con Manuela, sino con la niña de Medeiros, interpretada por una actriz enana, deforme, con tres brazos, sin pelo y con la boca muy grande. Me da su teléfono.
La llamo. Y me dice:
- ¡Por fin me llamas, Jose! Sí: en mi Flash Forward estaba en la cama contigo haciendo la postura de la abubilla en celo.
Mierda de gafas.
Y una vez narrada la gilipollez del día, allá va la pregunta para hacer pandillita: ¿cuál sería vuestro Flash Forward ideal? Imaginad… vuestra ciudad, mayo de 2011…


martes, 27 de octubre de 2009

Saw VI y otras películas no clasificadas X

El pasado viernes, Carlos Boyero escribía en El País: “Me ocurre a veces, con esa tendencia agobiante de gente cercana, distante o anónima que te interroga con esa pregunta tan natural para ellos, pero tan pesada para mí, de ¿qué película hay que ver?, que me quede en blanco o con el deseo de responder: ¿y yo qué coño sé sobre lo que le gusta a usted?”
Entiendo lo que quiere decir Carlos Boyero, aunque yo, por naturaleza, no soy tan borde. La gente nos pregunta eso porque trabajamos cerca del mundo del cine (tenemos esa suerte), porque el cine – para nosotros un trabajo – para los demás es ocio (¿qué le preguntaríais a un fotógrafo de Playboy? ¿su opinión sobre las ya extintas plagas de topillos?), y porque a veces no sabes de qué hablar. Pero sí es verdad que a veces me quedo en blanco y me olvido de lo que hay en el cine en ese momento, o lo que le ha gustado a la gente a mí me ha aburrido y viceversa. En tal caso siempre respondo: “huy hija, está muy mala la cosa, vete a ver la de Woody Allen (la que sea, casi siempre están echando una). Eso sí, lo de quedarme en blanco no me pasa sólo con el cine. Yo puedo tener perfectamente esta conversación:
  • Jose, mañana nos vamos a comer al Asquas (un restaurante que hay muy rico).
  • Vale.
  • ¿Qué vamos a hacer mañana, Jose?
  • No lo sé, ya se me ha olvidado.
La gente que me conoce sabe que no exagero. Una vez dicho esto, disertación sobre mi memoria inmediata que sin duda todos estabais esperando escuchar, os voy a decir cómo hay que afrontar esta semana cinematográfica, porque el pasado viernes se estrenaron nada más ni nada menos que 10 películas, más una undécima que nunca se llegó a estrenar. Supongamos entonces que veis a Carlos Boyero por la calle y le preguntáis: “Carlos Boyero, Carlos Boyero, ¿qué película hay que ver?” Y él os responde: “¿y yo qué coño sé sobre lo que le gusta a usted?” Entonces aparezco yo, haciéndome el encontradizo, sonriendo atractivamente, con mi aroma de Andros. Y me veis. Y me decís: “Señor raro, señor raro, ¿y usted sabe lo que hay que ver?” Y yo respondo: “Por supuesto, soy un famoso periodista especializado en cine, pese a que me escudo en el anonimato porque no tengo más huevos”. Y acto seguido saco una libreta que llevo preparada para cuando este momento se produzca por fin, y comienzo a elucubrar.
Supuesto 1
¿Has leído la trilogía de Millenium? ¿Sí, no? ¿Eres un fanático de ella? ¿Viste la primera parte? ¿Practicas el sexo tántrico?
Si has leído la saga, puedes ir a ver Millenium 2: la chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Si eres fanático de la misma, no te gustará. La película se ha saltado las partes más interesantes y se ha quedado con las comerciales. Pero claro, hay que meter un tocho de libro de no sé cuántas páginas en sólo dos horas.
Si no has leído la saga o sí la has leído  pero no eres fanático, puedes ir a ver ver Millenium 2 la chica que… todo eso. Es entretenida y tiene ritmo.
Si esperas ver una película memorable, coge el bidón de gasolina y la cerilla, súbete al coche y enciéndete un pitillo mientras conduces y escuchas el último disco de David Bisbal. Cuando acabes con este ritual, préndele fuego al disco.
Si practicas el sexo tántrico, puedes ir leyendo la saga completa entre polvo y polvo.
La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Como en el Windsor.
Supuesto 2

¿Tomabas ácidos de joven? ¿Los tomas ahora? ¿Eres fan de los Monty Python? ¿Amas a Terry Gilliam? ¿No te importa que las películas sean surrealistas y piensen que tú también lo eres? ¿Sabes imitar las voces de Leire Pajín y Michavila?
Entonces opta por El imaginario del doctor Parnassus, la última de un Terry Gilliam más cercano a Los hermanos Grimm o a Tiderland que a Brazil o Doce monos. Aunque Terry Gilliam sigue inmerso (y que lo haga por muchos años) en sus excesivos mundos oníricos, en este imaginario se pierde un poco. Pero se le justifica, ya sabéis que Heath Ledger murió en pleno rodaje (otra vez la puta mala suerte de Gilliam) y que tuvo que ser sustituido por Johnny Depp, Colin Farrell y Jude Law. El guión inicial ya era surreal sin esta desgracia, así que…
Si soportas los efectos de los ácidos y disfrutas con imágenes espectaculares y de colorines, adelante. Y si no también, la película no es mala en absoluto.
Si imitas voces de políticos, haz galas. Los Guiñoles de CANAL+ se acabaron hace tiempo y ya no necesitan gente.
Supuesto 3
¿Estás cerca de la frontera de los 40? ¿Tu vida está vacía, aunque no lo parezca? ¿Te gusta el cine español? ¿Has hecho alguna vez el amor con una cabra?
Tu película es After. O sea, ver a Guillermo Toledo, Tristán Ulloa y Blanca Romero salir una eterna noche de farra, alcohol, farlopa e intentos de arrimar la cebolleta. Se supone que Alberto Rodríguez (el director de 7 vírgenes) muestra el vacío de una generación que tiene éxito laboral e incluso físico, pero que por dentro está deprimida, desarraigada y vacía. Y estos tres amigos que no se ven hace siglos y que casi ya no salen de juerga, se citan una noche y hostias, encuentran droga debajo de las piedras y orgías privadas en cada portal al que llaman. Mierda, y yo que lo más arriesgado que he hecho en mi vida ha sido discutir borracho con Fele Martínez en una de las fiestas de María Fitz-James… División de opiniones: hay gente que le ha encontrado mucho sentido a esta metáfora de Alberto Rodríguez. Yo me quedo a medias.
Si has hecho el amor con una cabra, After te parecerá una mariconada.
Saw VI. La han clasificado X. No me extraña, se ve claramente que en el plato hay tres cipotillos.
Supuesto 4

¿Has leído que el viernes se estrenaba Saw VI, pero no la ves en la cartelera? ¿Frecuentas las salas X? Te explico.
Saw VI tenía previsto estrenarse el viernes 23 de octubre. Pero ha sido clasificada X por el Ministerio de Culura. No porque Jigsaw se cepille ahora sus víctimas en el sentido más literal de la palabra, sino porque es “para mayores con reparos”. En España hay dos tipos de películas que se pueden considerar X: las pornográficas (por ejemplo: “Caperucita, la abuela y un lobo que se la cuela”) y las que hacen apología de la violencia. Pero Saw VI es la primera película de esta segunda tipología que ha sido clasificada X. ¿Esto quiere decir que Saw VI sólo se puede exhibir en salas X? Pues no lo tengo muy claro, pero creo que sí: o eso, o no les dejan comprar entradas a los menores de 18 años. Pero controla tú eso en un centro comercial con 12 salas… ¿Podría comprobar este dato con más rigor? Sí, pero llevo diez minutos haciéndole el trabajo sucio a Carlos Boyero, así que me lo compruebe él. El caso es que la distribuidora ha preferido no estrenar Saw VI. Y pregunto yo: ¿es que la apología de la violencia de Saw VI es tan superior a las de Saw V, IV, III, II y I? ¿Es que Saw VI es más violenta que Viernes 13, Parking 2 o Rasca y Pica? No lo sé, ni lo sabré nunca.

Y ya está. Me guardo mi libreta ya, porque he quedado para ir al cine. Por si acaso estrenaban Saw VI, he reservado entradas en un Cine X. Pero en el único que he encontrado en mi ciudad, sólo echan Perdidos ¿y ahora qué hacemos?  y Castigadas sin recreo (os lo juro). Así que ya veré si voy.

viernes, 23 de octubre de 2009

Tipos normales

Hace una semana se estrenaba en los cines Yo, también. Yo, también narra la relación entre una mujer “normal” que interpreta Lola Dueñas y un hombre con síndrome de down, que interpreta Pablo Pineda. Los dos ganaron las Conchas de Plata a la mejor actriz y al mejor actor en el último Festival de San Sebastián, ese premio que si eres español suena fenomenal pero que si eres argentino suena supercerdo.
Cuando le dieron el premio a Pablo Pineda, algunos críticos le pusieron pegas a la decisión, aunque no muy vehementemente (ahí va, qué palabra más curiosa, vehe-mente-mente). En resumen, se ponía en duda que Pablo Pineda estuviera realmente interpretando, porque tiene el síndrome de down, igual que el personaje.
Pablo Pineda y Lola Dueñas, los últimos ganadores, respectivamente, de la Concha de Plata y la Concha de Plata.
Creo que era Tono (no me hagáis mucho caso, porque lo cito de memoria y a lo mejor era Mihura) el que en uno de sus chistes decía: “Fulanito es muy buen actor, pero siempre hace de negro”. Claro. Denzel Washington siempre hace de negro: de policía (negro), de padre heroico (negro), de boxeador (negro)… Mi queridísimo amigo Emilio Gavira siempre hace de enano: de juez (enano), de cantante (enano) o  de Rompetechos, que no era enano, pero que en el cine Emilio hizo que lo fuera (por cierto, Emilio salió la otra noche en la flojucha serie de Álex de la Iglesia Plutón BRB Nero, evocando el famoso sueño del enano de Twin Peaks. La escena era hilarante).

Pues bien, en Yo, también, Pablo trabaja como actor, porque Yo, también no es un documental. Pablo ríe, llora, se emociona, se enamora… en definitiva: actúa. Y sí, tiene el síndrome de down, como todos los personajes que hará de aquí en adelante si sigue en esto del cine. Igual que los de Brad Pitt (si no le envejecen demasiado) son guapos. Y todos los míos, si fuera actor, serían medio gilipollas.
Si en una película necesitamos que un personaje tenga el síndrome de down, lo mejor es que lo haga un actor con el síndrome de down. Acordaos de El cantor de jazz, la primera película sonora, en la que un actor blanco se pintaba de negro y en vez de un negro parecía un blanco con cara de idiota, porque se notaba a la legua que era un actor blanco pintado de negro, como le pasó muchos años después a Rody (menciono últimamente mucho a Rody). Pero ojo, hacer de lo que no eres, y sobre todo si haces de disminuido, está muy bien considerado en el mundo del cine. Y si haces de disminuido es muy posible que te den un Oscar, aunque a la hora de la verdad todos somos disminuidos en algo: por ejemplo, Hugh Jackman es disminuido en estar fofo, y Scarlett Johansson es disminuida en ser plana.
Pero como tres de vosotros habéis levantado una ceja con incredulidad cuando he dicho lo de que hacer de impedidito está bien visto en el cine, allá va una breve lista a modo de ejemplo:
Marlee Matlin. Es el caso más parecido al de Pablo Pineda. En 1986 ganó el Oscar a la mejor actriz por Hijos de un dios menor, en el que hacía de una chica sordomuda que bailaba con William Hurt el “babumba ra-ra-ra”. Marlee también era sordomuda. Cuando recogió el Oscar, levantó su mano e izó con dicha los dedos índice y meñique, con el clásico gesto de los cuernos. Parecía que les estaba diciendo a todos “¡jodeos, cabroooones, que el Oscar es mío!” Pero luego resultó que en el lenguaje de los sordos ese geseto significa “gracias”.
Marlee Matlin agradeciendo su Oscar o bien sugiriéndoles a los académicos que se lo introduzcan en sus anos.
Jane Wyman, o sea Angela Channing, también ganó en 1948 el Oscar por hacer de sordomuda en Belinda. Pero aquí ya empezamos a comprobar lo que os decía antes: Jane no era sordomuda, aunque le habría venido muy bien durante los años en los que estuvo casada con Ronald Reagan.

La niña de El milagro de Ana Sullivan, que se llamaba Patty Duke, ganó el Oscar a la mejor actriz de reparto por hacer de ciega, sorda y muda, como Shakira. Ese mismo año (1962) Anne Bancroftt, que interpretaba a  Ana Sullivan, ganó el de mejor actriz. No hacía de disminuida, pero sí de mujer que no veía un pimiento, de hecho el personaje real acabó ciego. El milagro de Ana Sullivan es la película que me ha arrancado el sollozo más vergonzante de mi historia como espectador. ¿Cuándo? En la escena en la que la niña de golpe lo comprende todo. Qué momento.
Mira, otra muda: Holly Hunter en El piano (1993). Oscar a la mejor actriz. ¿A que ya van saliendo muchos ejemplos?
Dustin Hoffman, que no ganó un Oscar por El graduado, ni Perros de paja, ni Cowboy de medianoche, ni Marathon man, ni Papillon, lo ganó en 1988 por hacer de autista. Mejor actor por Rainman. Como dice mi hermana Bea, en la recogida del Oscar él también parecía autista.
4 años después, otro grande que no ganó el Oscar por El padrino, ni Tarde de perros, ni Sérpico, se lo llevó por hacer de ciego, para colmo en un remake. Es la muestra más clara de que interpretar a un discapacitado que dé penita se valora más que interpretar, por ejemplo, a un charcutero de Lugo. Estaba hablando de Al Pacino en Esencia de mujer, que no os lo había dicho.
Al Pacino en el famoso tango de "Esencia de mujer". Para ser ciego, qué bien sabe dónde tiene que arrimar la cebolleta.
El primer Oscar de los dos que tiene Daniel Day Lewis fue por Mi pie izquierdo. O sea, por el suyo. Vamos, por el de un escritor y pintor irlandés con parálisis cerebral que trabajaba con su pie izquierdo. A Daniel Day Lewis le he visto posteriormente ganar Oscars y estar nominado por interpretar a personajes “normales” de una forma mucho más exagerada (como en Pozos de ambición o Gangs of New York).

Y el segundo de los dos Oscars (consecutivos) que ganó Tom Hanks fue por hacer de tonto, aunque todo el mundo a estas alturas sabe que Forrest Gump no era tonto, porque tonto es el que hace tonterías.
En 1996 aparece un Oscar para un actor que interpreta a un discapacitado que para mí es el más merecido de este ránking: Geoffrey Rush en Shine, por encarnar a un pianista prodigioso que tenía una enfermedad mental. La interpretación de Geoffrey Rush ponía los pelos de punta incluso a los hermanos Matamoros. En la entrega de los Oscar actuó el verdadero pianista, David Helfgott. A parte del público le entró la risa nerviosa, pero no porque se rieran de David o por disimular su compasión, sino porque el tipo estuvo simpatiquísimo y sobre todo porque acojonaba cómo Geoffrey Rush lo había clavado en la película.
A Pablo Pineda tampoco le gustaría despertar compasión. Pero mira tú por dónde, el miércoles pasado Pablo Pineda me dio mucha pena. Pero no porque tenga el síndrome de down, sino porque le invitaron a El Hormiguero y tuvo que ir.


miércoles, 21 de octubre de 2009

De películas favoritas

Yo no sé si tengo una película favorita. Me gustó mucho Fue a por trabajo y le comieron lo de abajo, pero no puedo decir que sea mi película favorita. Tampoco sé si habré visto ya la película de mi vida, o si esta experiencia aún está por llegar, me gustaría pensar lo segundo, pero también me agradaría saber que nunca voy a superar alguna de las maravillas que ya he visto.
Supongo que para que una película esté entre tus preferidas, tienes que ser una de ésas que te dejan enganchado cada vez que la pasan por televisión. En ese caso, algunos de mis títulos fetiche los mencioné el otro día en el post aquél sobre las subastas: Alguien voló sobre el nido del cuco, Atraco a las tres, Cadena perpetua, Con faldas y a lo loco, Aterriza como puedas… También me gustan mucho El pequeño salvaje, Rocky (en serio, la uno), Uno dos tres, El gran Lebovsky… Pero si me pusieran una pistola en la cabeza y me dijeran: “Cita un título, sólo uno, maldito hijo de perra”, entonces diría sin dudarlo: “Descalzos por el parque”. No porque sea mi favorita, porque no lo es ni de coña, sino porque yo con una pistola en la cabeza me pongo muy nervioso y no razono bien.
La trilogía de El Padrino, para muchos lo mejor de la historia del cine.
Hace unas semanas, el canal TCM realizó una encuesta en la que les preguntaban a señores muy famosos y muy listos cuáles eran sus películas preferidas, o mejor dicho, cuáles marcaron sus vidas (de ellos). Tengo entendido que del resultado de esa encuesta va a salir una especie de ciclo, o algo así. Por ejemplo, Pedro Almodóvar mencionó Esplendor en la hierba, básicamente porque le ponía cachondo de niño. Me parece lícito. Yo tengo dos películas de Almodóvar entre mis favoritas: Átame y Mujeres al borde de un ataque de nervios. No me ponían cachondo, y además, a quién pretendo engañar, cuando las vi tampoco era un niño. Luis Eduardo Aute mencionó Niágara, por los mismos motivos eréctiles. Aunque cualquiera que haya estado en las cataratas del Niágara sabe bien que ponerse ese chubasquero y esos patucos que huelen a húmedo y usado no es tan erótico como nos hizo creer la mítica imagen mojada de Marilyn. Candela Peña dice que cuando vio Vestida para matar “le corrieron hormigas por los genitales”. Qué maja es Candela. A mí la última vez que me corrieron hormigas por los genitales fue en una piscina pública. No porque hubiera mujeres semidesnudas a mi alrededor, sino porque había un hormiguero justo debajo de mis incautos güevos.

Y así, los chicos de TCM han ido preguntando hasta a 100 personajes, cuyas respuestas han emitido en un programa especial. Pero vayamos a la lista. Según la encuesta, las películas que más han marcado a nuestros famosos han resultado ser (por este orden):
  1. La saga de El padrino. Es típico y tópico. Tan típico como que en las listas de “la mejor película de la historia” aparezca siempre en primer lugar Ciudadano Kane.
  2. El verdugo, de Berlanga. Hace unos días le han dado un homenaje en Valencia. A Berlanga, no al verdugo.
  3. Con faldas y a lo loco. Otro de los títulos que me trago en la tele cada vez que lo echan. Y entre otras figuras, la ha elegido Joaquín Sabina.
  4. Amarcord. Ésta es normal que haya marcado la infancia de muchos varones. De hecho, todos los que la han votado son varones, entre ellos otra vez Sabina, al que se ve que le gustan los enormes pechos y quién sabe, tal vez también los cómicos vestidos de mujer.
  5. El apartamento, Blade Runner, Plácido, La tía Tula, Noche de estreno, El guateque, Eva al desnudo… Y así hasta una larga lista que podéis consultar si tenéis curiosidad y que podéis no consultar si no tenéis curiosidad. Yo estoy de acuerdo con casi todas ellas.
"Carros de fuego", la curiosa primera elección de Bear Grylls.
Hace unos meses os hablaba en este blog de Bear Grylls, el protagonista de El último superviviente (Cuatro). Es un personaje que me engancha y me fascina. Y hace también unas fechas Eva Díaz, una periodista que entre otras muchas cosas hace el site de este programa, me estuvo comentando cuáles eran las películas favoritas de este tipo. ¿A quién puede interesarle eso?, os preguntaréis. Pues a mí. Me interesan mucho  más los gustos de Bear Grylls que los de Elías Querejeta. Entre otras cosas, porque si le conocéis (y si no leed por encima el post del que os hablo o el site de Cuatro), os preguntaréis si este tío en el cine comerá palomitas o larvas de gusanos, o si ingerirá el DVD después de ver una película en casa, si es que vive en una casa en lugar de en una choza, y sobre todo qué emociones puede encontrar en el cine una persona que se tira en paracaídas cada vez que sobrevuela un desierto, una selva o un vertedero.

Sus títulos favoritos, en este orden, son: Carros de fuego (de acuerdo), Greystoke, la leyenda de Tarzán (bueno, yo casi que prefería a Weissmuller, pero entiendo que Bear se identifique más con Lambert, que era como más agreste), Forrest Gump (no está mal, Forrest Gump es mejor película de lo que nos creemos), Cadena perpetua (¡bravo Bear! ¡ésta también está en mi top ten!), Tierra de penumbras (vaya, el aventurero se puso meloso), Billy Elliot (Bear… que te me estás amariconando…), La milla verde (otra de Darabond, como Cadena perpetua, bien, Bear…), This is Spinal Tap (ni puta idea de cuál es ésta, Bear…), Le llaman Bodhi (aquí no coincido en absoluto, a no ser que se trate de homenajear a Patrick Swyze) y Gladiator (por aquí sí que no paso, yo soy un poco anti-Gladiator).
Pues así son los gustos de Bear. Y así son los gustos de los entrevistados por TCM. Y los míos. Y ahora toca ver cómo son los vuestros. Venga… un titulillo cada uno… o dos.


lunes, 19 de octubre de 2009

Yo soy el Obama de los bloggers

Barack Obama está un poco de moda, ¿no? Sale en los periódicos, Menstyle le dedica este artículo, yo hablo de él en este post… Es como si estuviera viviendo una segunda etapa de plenitud y popularidad, después de los meses previos a las elecciones de EEUU, que a mí se me hicieron larguísimos. Se me hicieron tan largos porque los vivimos con demasiada intensidad (los medios de comunicación se pusieron muy pesadicos). Por no hablar de las primarias entre Barack y Hillary, no recuerdo haber vivido así unas primarias, ni de EEUU ni de nadie, hubo unas primarias entre Borrell y Almunia, ésas que ganó Borrell pero que luego el candidato fue Almunia, durante las que los telediarios preferían abrir con noticias sobre el estado de salud del drago milenario de Icod de los Vinos y dejar las primarias para el final, cuando los presentadores estan cansados y cuentan ya las noticias como si fueran chistes. Bueno, pero supongo que lo de Obama no fue para menos. Su elección es importante e histórica, lo sé.
Y ahora Obama vuelve a ser un medio-héroe por tres motivos. Uno: porque por fin Zapatero le ha recibido en la Casa Blanca (esto quizá haya sido al revés, no me hagáis caso). Dos: porque unas semanas antes mantuvo la compostura cuando se hizo la foto con las hijas de, vaya por Dios, otra vez Zapatero. Y tres: por recibir el Premio Nobel de la Paz, ése que da un poco de risa porque es como si le dieran el de Literatura a Sánchez Dragó por si acaso algún día acaba escribiendo bien. Pero bien pensado, ¿por qué no a Obama? No olvidemos que hace unos años propusieron a George Bush y Tony Blair, y eso no daba risa: daba miedo.
Lo que voy a contar ahora no estoy muy seguro de si empezó antes o después de que eligieran a Barack Obama Presidente. Pero desde entonces he observado que casi todo el mundo es “el Obama” de algo. Fulanito es “el Obama” de la medicina, Perenganito es “el Obama” de los funambulistas, Zutanita es “la Obama” de las fundidoras de plomo, y así siempre. Cuando empecé a detectar esta moda tan absurda, decidí guardar recortes de prensa para demostrarlo, así que tengo estudiadísima la tesis. Para ser “el Obama” de algo hace falta cumplir alguno de estos cuatro requisitos:
1.      Ser negro.
2.     Ser el primero en algo.
3.     No ser negro.
4.     No ser el primero en algo.
Si cumples alguna de estas premisas, lo tienes hecho: eres el Obama de tu disciplina. Pero además, estas cuatro premisas se pueden combinar de diferentes maneras, dando lugar entonces a tres vías para ser un Obama.
VÍA 1. Ser negro y ser el primero en algo. Es la combinación más segura, porque así la comparación no ofrece dudas. Obama es el primer presidente negro, o sea que si tú eres negro y eres el primero en algo, pues eres superobama en lo tuyo. Como Jackie Robinson, el primer negro del béisbol. Es el Obama del béisbol. Hamilton sería el Obama de la Fórmula 1 (bueno, no estoy seguro, a lo mejor no). Y Michael Jackson, que en paz descanse, fue el Obama de los negros que se vuelven blancos.
Vía 1: ser negro y ser el primero en algo, como Jackie Jackson.
VÍA 2. Ser negro pero no ser el primero en algo ,como Will Smith. Will Smith es el Obama del cine. ¿Por qué? Porque le sale de los cojones al redactor que lo ha escrito (huy, perdón, no suelo escribir la palabra “cojones”, de hecho creo que es la primera vez que lo hago, si este post fuera negro seria el Obama de los posts en los que escribo la palabra “cojones”). El propio redactor tiene la duda de si ese honor le correspondería a Will Smith o a Denzel Washington, o a Morgan Freeman, y yo añado a Sidney Poitier y a Rody. Es absurdo: si nos ponemos así, siempre que haya un negro y una disciplina, habrá un Obama de algo.
Vía 2: ser negro pero no ser el primero en algo, como Will Smith.
VÍA 3. No ser negro ni ser el primero en algo. A ver: resulta que a Soraya, la cantante que nos dejó en el puesto 24 de 25 en el último Festival de Eurovisión, los eurofans la apodaron “la Obama de Eurovisión”. Pero en este caso no era por ser negra, porque si por esto fuera la Obama de Eurovisión habría sido Lucrecia, pero Lucrecia nunca nos ha representado. Soraya tampoco es la pionera en nada, porque en tal caso la Obama de Eurovisión sería Conchita Bautista, que fue la primera que nos representó. Puede ser porque iba a actuar con ropa interior negra, como la piel de Obama, pero tampoco creo que fuera por eso, porque un día dijo que iba a actuar sin bragas, en cuyo caso habría sido la Marta Chávarri de Eurovisión, no la Obama. El caso es que no sé por qué la llamaban así antes del Festival. Después sí que lo entiendo, porque Soraya quedó la penúltima en las votaciones, igual que Obama quedó penúltimo en las presidenciales. Recordad que el último quedó John McCain.
Soraya, antes de ir a Eurovisión y quedar en un puesto muy así.
Dicho lo cual, yo podría ser el Obama de los bloggers. Vale, soy tan blanco que si cuando vuelvo de la playa colocas a mi lado una tiza, os parecerá que está morena. Pero cumplo los mismos tres requisitos que Soraya: no soy negro, nunca he sido el primero en nada, y para colmo ayer fui a trabajar sin bragas. Si ella es la Obama de Eurovisión, pues yo también quiero ser el Obama de algo. Y como en mi trabajo ya hay un negro, pues a ver si cuela y puedo ser el Obama de los bloggers.

(P.D. Atención, pregunta: ¿mencionar a Will Smith y al Festival de Eurovisión justifica esta entrada en un blog de cine y televisión? Yo creo que no, chatos, pero ya me diréis.)

viernes, 16 de octubre de 2009

Qué se recomienda ir a ver a cine (y qué no)

Una vez más peco de prepotencia en el título de este post, que escribo cada cierto tiempo y que tiene vocación de servicio público (ya sabéis, de WC). La idea es orientar a los desorientados a la hora de elegir una película en la que invertir una media de 7’5 € (carallo, qué caro se está poniendo lo de ir al cine). Y la prepotencia del título radica en que lo que vais a leer es simplemente mi breve y modesta opinión, y encima yo no soy crítico, con lo cual: ¿qué se recomienda ir a ver al cine? Pues lo que os salga del níspero o en su defecto papaya. Yo sólo aporto algún datillo de nada a vuestras absurdas elucubraciones.
Y siempre os digo lo mismo: no he visto la totalidad de estas películas, pero sí la mayoría. Las demás opiniones las comparto con vosotros a través de comentarios que me han hecho en persona (nada de reseñas en periódicos, que para eso no necesitáis mi ayuda) críticos de cine, directores de pelis, periodistas especializados o personas ajenas al mundillo, pero de las que me fiaría incluso a la hora de pedir consejo para comprar un boli.
QUÉ SE RECOMIENDA IR A VER
  • SI LA COSA FUNCIONA. Woody Allen vuelve por sus fueros, si es que alguna vez los abandonó. Y de nuevo en su cine, la sencillez inteligente se eleva sobre el artificio pomposo (no sé muy bien lo que he querido decir con esto, o para ser exactos, sé muy bien lo que quería decir pero no sé muy bien lo que he dicho).
  • MALDITOS BASTARDOS. Lo que hace aquí Tarantino con su violencia, su humor negro y todo lo que quieras, es un ejercicio de buen rollo para hacernos soñar con que la Historia podría haber transcurrido de otra manera. Es como una venganza utópica, pero qué bien sienta, coño.
Los malditos bastardos de Tarantino con Tarantino, que cada día se parece más a la caracterización de Joaquín Reyes.
  • KATYN. En cambio, Andrzej Wajda nos recuerda que por mucho que mole cambiar la Historia, ésta fue como fue. Durita durita pero buena buena (perdón, esto parece un anuncio por palabras en una revista de porno gay).
  • YO, TAMBIÉN. Mejor actriz y mejor actor en el Festival de San Sebastián. Una historia bien contada y tierna, y con la lagrimita que provoca siempre el tema del síndrome de Down, con el aliciente de que el discurso que transmite la película es el mismo que defiende el actor Pablo Pineda.
  • EL SECRETO DE SUS OJOS. Bonita, inteligente, diferente… Además, la presencia de Ricardo Darín daría sentido incluso a un drama romántico ambientado en la Suecia de los años 70, dirigido por Mariano Ozores y protagonizado por Leticia Sabater (pregunta de Trivial: ¿dónde trabajaron juntos estos dos?).
  • ÁGORA. Aunque no me emocionó ni me encandiló, creo que no pasa nada por verla. Es un peliculón en toda regla. No me parecería justo mandarla al bloque de “No hay que ir a ver…”.
  • UP. La décima maravilla de Pixar. La décima maravilla del mundo.
Up. Deliciosa.
QUÉ SE RECOMIENDA IR A VER, PERO SÓLO SI NO SE NOS OCURRE OTRA

  • [REC]2
    . Como ya os conté, yo no le he encontrado ninguna gracia que no tuviera la primera parte. Pero eso no quiere decir que sea mala, ojo, además está arrasando en taquilla y a la gente le está gustando, entre ellos a Javier Ocaña de El País, un amigo tan brillante que cada vez que le gusta una película que a mí no, o viceversa, me hace pensar que yo soy el equivocado.
  • GORDOS. Pues lo mismo. No me parece una obra maestra, pero se deja ver y echas unas risas. El que me cae cada vez mejor es su director, Daniel Sánchez Arévalo, del que ya os hablaré más despacio otro día porque coincidimos en un programa de radio. “Coincidir” debe entenderse aquí como que él estaba invitado al programa y yo me apunté para conocerle.
  • PARÍS. En Francia ha tenido mucho éxito, y es comprensible, pero no deja de ser una de esas películas basadas en “vidas cruzadas”, o sea, diferentes historias que de pronto se encuentran. Pero al contrario que en las películas de Iñárritu, éstas van por orden en el tiempo.
  • MOON. Vaya por delante que aún no he podido ver el debú en cine del hijo de David Bowie, Duncan Jones. “¿Y por qué no se llama entonces Duncan Bowie?” “Pues porque David Bowie se llama en realidad David Robert Jones, mis queridos julandrones”. “Ah”. La ubico en esta categoría porque me llegan vibraciones contrapuestas: acaba de ganar el premio a la mejor película en Sitges, pero a Javier Ocaña le ha aburrido mucho (pobre, le menciono más que Belén Esteban a Andreíta, cualquier día me cobra derechos). Y para colmo,  en el On Madrid les ha gustado. Así que la dejo aquí, a medias.
QUÉ SE RECOMIENDA NO IR A VER
  • ¡EL SOPLÓN!. Podría ser buena, pero no lo es, porque al final no sabes si Soderbergh quería hacer una comedia y le ha salido un thriller o al revés, porque no te enteras de nada de lo que están pretendiendo los protagonistas y porque a Matt Damon se le ve un poco perdido y también un poco gordito. Lo segundo lo ha hecho aposta, pero lo primero creo que no.
  • DISTRICT 9. Una de invasores marcianos y campos de concentración, con supuesta acción y pretendidas metáforas. Un día me llamó Javier Cárdenas (Cadena Dial) y me dijo: “¡José María! (Javier siempre me llama José María, dicho así, con mucho entusiasmo) ¡Me voy al cine! ¿Qué veo? ¿District 9  o Anticristo?” Le mandé a District 9. Ese mismo viernes me lo reprochó en antena. Si le llego a mandar a Anticristo, yo creo que directamente me despide.
Cartel del campo de concentración de "District 9".
  • IMAGINE. Es de Eddie Murphy y una niña. ¿Hace falta decir más?
  • LOS SUTITUTOS. A estas alturas ver una peli apocalíptica de robots en la que Bruce Willis hace de policía-robot, me da una pereza… ¡Si a mí Bruce Willis en El sexto sentido ya me parecía un robot!

Total: hacedme caso, no me lo hagáis, elegid una película, vedla, añadid alguna recomendación positiva o negativa, poned agua al fuego… pero haced algo, amigos, que no se diga que somos unos sosainas. Besos.

martes, 13 de octubre de 2009

Adjudicado

He leído durante estas semanas algunas noticias sobre subastas. Me llama la atención el tema de las subastas, aunque nunca he estado en una. Estoy seguro de que si asistiera, me dejaría llevar por la emoción y pujaría desproporcionadamente por un paquete de anacardos, sólo por el placer de oír eso de: “El caballero de la mirada inquietante y la barba fusiforme ha ofrecido 20.000 euros, ¿alguien ofrece 20.001? ¡Adjudicado al cretino de la mirada inquietante y la barba fusiforme!” Sí que he estado en una lonja gallega en una subasta de pescado a la baja, pero no pujé porque era un poco estresante y estaba rodeado de profesionales del gremio, y no venía a cuento pujar por una ración de chopitos, que es lo que yo quería. ¿Nunca habéis estado en una subasta a la baja? Molan un pasote, tía.
El caso es que leo recientemente que el Teatro Lara de Madrid ha subastado sus viejas butacas para financiar su reforma y cambiarlas por unas nuevas. Lo de “subasta” era de mentirijillas, porque costaban 350 euros te pusieras como te pusieras, pero la llamaron así. A mí me encantaría tener una butaca del Teatro Lara en mi salón, si viviera solo seguro que la tendría ya, pero por suerte vivo con alguien a quien le cuadran mejor las cuentas, porque si yo viviera solo tendría un montón de chorradas carísimas y no tendría dinero para pagar la casa en la que meterlas. Así que en vez de una silla del Lara, tengo una mesa del Ikea.
También leo que hace una semana se ha subastado una serie de objetos de Ingmar Bergman: desde el famoso tablero de ajedrez de El séptimo sello hasta su equipo de música. Picado por la curiosidad que suscita en mis adolescentes meninges la combinación “subasta + cine”, decido llamar a mi hermana Beatriz para que me cuente cuáles son las cosas más extrañas por las que los mortales hemos podido pujar en nombre del séptimo arte (mi hermana Beatriz es mucho más cinéfila que yo, y sabe mucho más de estos temas. Para compensar esta injusticia, Dios me dotó con unos peronés arrebatadoramente sexies de los que ella carece). Y mi hermana me habló de:
  • El vestido negro de Givenchy que llevaba Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes. Fue vendido por unos 630.000 euros, el precio más alto jamás pagado por una prenda de vestir confeccionada expresamente para el cine.
El vestido de Audrey. Cualquier hombre en sus cabales pujaría por él.
  • Porque luego hay prendas por las que se ha pagado mucho más, pero que no estaban hechas para el cine. El vestido que llevaba Marilyn para cantarle el “Happy Birthday” a John Fitzgerald Kennedy superó esta cifra, y fue adquirido por más de 680.000 euros. En cambio, el camisetón rojo con el que Fofó le cantó el “Feliz, feliz en tu día” a Arias Navarro, nunca se subastó. Es más, tal vez esta historia nunca sucedió.
  • Para acabar con los trajes: el de Christopher Reeve en Superman alcanzó 80.000 euros. Es tan barato porque sólo se puede usar como pijama y con los gallumbos por dentro. Y por el coñazo de tener que buscar una cabina de teléfonos para ponérselo, porque ya casi no quedan.
Ahora viene una tanda de objetos por los que reconozco que hubiera pujado gustoso:
  • Uno de los bastones que Charles Chaplin utilizaba para hacer de Charlot: Unos 7.000 euros.
  • La estatuilla de El halcón maltés, que como todos sabéis, estaba hecha del material con el que se hacen los sueños. 32.000 euros. A mí me vendría genial, porque últimamente no pego ojo, pero creo me sale más a cuenta la Dormidina.
  • El platillo volante en miniatura de Planeta prohibido. ¿Por qué me interesa semejante frikada? Pues porque es de una película de Leslie Nielsen. 700.000 eurazos.
  • El anillo que llevaba Bela Lugosi en Drácula. 27.000 euros. Pujaría encantado por cualquier objeto de Bela Lugosi.
  • La bola de discoteca de Fiebre del Sábado Noche. Unos 4.700 euros. Iría fenomenal en mi casa, que está decorada en un estilo retro-pop. De hecho ya tenemos una bola, pero más pequeña. La nuestra es del tamaño de un huevillo de John Travolta. Bueno, es mentira, es mucho más grande.
  • Los bañadores de Pamela Anderson y David Hasselhoff en Los vigilantes de la playa. No digáis que no molaría ir por Gandía con el bañador rojo, corriendo a cámara lenta, y tu chica al lado con el de Pamela Anderson moviendo sucintamente las peras. Te quedarías con toda la gente. Unos 2.000 euros el de ella y unos 1.000 el de él. Esto empieza a parecer la megafonía de El Corte Inglés.
Los bañadores de "Los vigilantes de la playa". Dios, cómo molan.
Y ahora una serie de objetos por los que yo no pujaría, pero que me han hecho gracia y si me los regalaran, me los quedaría:

  • El látigo de Indiana Jones: 40.000 euros. Ideal para sadomasoquistas.
  • La cabeza de C3PO en El retorno del Jedi. Yo me la pondría para darle sustos a mi cuñada Rosa. 47.000 euros.
  • Ya que estamos en Star Wars, la espada láser utilizada por Luke Skywalker: Unos 120.000 euros. A mí me viene bien como mechero para encender la pipa desde lejos.
La espada Láser de Luke. Yo prefiero la de Darth Vader, porque puedes usarla para cortarles las manos a los niños mientras les dices: "Yo soy tu padre" con la voz de Constantino.
Por subastarse, se ha llegado a subastar una cita con Scarlett Johansson por 27.000 euros y con Anne Hathaway por 8.000 (para fines benéficos). Seguro que a la cita va también su representante, y hasta es posible que luego no te dejen copular con ellas al tiempo. Pues vaya caca de cita.

Pero a mí en realidad lo que me gustaría es ir a una subasta y que el lote lo formaran, por ejemplo, estas cinco cosas:
  • El envoltorio del chicle que McMurphy (Jack Nicholson) le da a “El Jefe” en Alguien voló sobre el nido del cuco, y que hace que éste pronuncie sus primeras palabras: “¡Es de frutas!”.
  • El póster de Marilyn que Andy Dufresne (Tim Robbins) coloca en su celda de Cadena perpetua, y que en realidad oculta el túnel que lleva cavando décadas con un pequeño martillo para tallar minerales.
  • El cochecito de juguete que se quiere quedar Cassen en Atraco a las tres y que utiliza José Luis López Vázquez para explicarles a todos el plan para robar el banco.
  • Uno de los dos panecillos en los que Charles Chaplin clavó un tenedor para hacer la más tierna coreografía jamás vista en una película (La quimera del oro).
  • Cualquier prenda íntima de Angelina Jolie, Ava Gardner, Charlize Theron, Rita Hayworth, Scarlett Johansson, Martina Klein… (Martina Klein no tiene nada que ver con el cine) (Maldita sea, gracias por avisarme, me había lanzado e iba a seguir enumerando las de algunas compañeras del trabajo).

Y digo yo, ¿por qué objetos de cine pujarías vosotros, mis queridos gorrioncillos?