Ha llegado a los cines Sherlock
Holmes 2: Juego de sombras, la segunda parte de las
aventuras del detective de Sir
Arthur Conan Doyle pasado por el delirante tamiz de Guy Ritchie. La película
tiene muchas virtudes, como todas las películas de este señor: realización espectacular,
efectos impactantes, estética filigranera o filigranosa, recreación magnífica
de ciertos lugares de Europa, escenas de acción como para parar un tren (en
este caso un par de trenes)… De ese lado bueno de la película vais a oír hablar
en tráilers, programas de cine y espacios patrocinados por Sherlock Holmes. Pero eso
ya se sabía. Yo vengo hoy a hacer del malo de la película. A contaros el
lado oscuro de Sherlock
Holmes 2. Y es que yo, ante estos motivos para elogiarla, tengo
10 para, si no denostarla, por lo menos no alabarla.
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Noomi Rapace, Robert Downey Jr. y Jude Law. Que se comportan como Catwoman, Batman y Robin |
1) Salí de verla con la sensación de haber
sido zarandeado bruscamente por alguien más fuerte que yo. O
sea, por cualquier persona. Así que no quiero ni pensar en el zarandeo que ha
debido de sentir (por segunda vez, y las que te rondaré, morena) Sir Arthur Conan Doyle,
haciendo que el espectador que esperara utilizar sus dotes deductivas salga más
mareado que un tertuliano de Garci de una trifulca del “Sálvame”.
2) Ritchie utiliza a Holmes para sacarlo de
su leyenda y convertirlo en casi un superhéroe, pero da la
impresión de que podría haber hecho lo mismo con Tom Sawyer, Hercules Poirot o el duende
Pumuky. Vale, no voy a decir ahora que esperaba ver una
película pausada en la que tuviéramos que adivinar si el asesino es el
mayordomo o el Profesor
Moriarty, pues todos sabemos que el Holmes de Ritchie es un héroe
de acción más cercano a
Spiderman que a Basil Rathbone. Y sí, ya sé que el Holmes de
Doyle también boxeaba y se disfrazaba y cosas así, pero Ritchie exagera estas
características hasta límites insospechados.
3) Lo malo de “Sherlock Holmes 2: Juego de
sombras” no es que el espíritu de Holmes sea zarandeado, ese es
un problema para los puristas y si acaso para los herederos de Conan Doyle (que
no sé si poseerán todavía los derechos de autor, porque Teddy Bautista no tiene
mano en Gran Bretaña, por suerte para los derechos y sobre todo para el tesoro
público). Lo que da más rabia es que hayan convertido al personaje en un
cretino. Robert Downey Jr.
no se comporta como un detective, ni siquiera como un héroe de
acción, sino como un dibujo animado que pretende hacernos reír en cada plano.
Si hay un tiroteo peligrosísimo, Sherlock enciende una pipa mientras está en el
suelo esquivándolo. Si va a golpear a alguien, antes le hace un chiste
graciosísimo. Si le persiguen, pone caras y dice cosas ingeniosas, aunque tenga
la muerte en los talones.
4) Su arte en los disfraces llega hasta tal
punto que a veces parece que estás viendo a Mortadelo en lugar
de a Sherlock. Con este pretendido sentido del humor, Guy Ritchie merma muy mucho la eficacia
de las escenas de acción (perfectamente rodadas, como siempre),
porque no te deja entrar en ellas, porque sabes que Holmes va a salir airoso de
cada peligro, porque si un personaje enciende una pipa durante un tiroteo es
porque no le van a matar. Imaginaos la cara de imbécil que se nos quedaría si Indiana Jones se enciende
un cigarrillo en medio de un ataque zulú y de repente van y le matan de un
flechazo. No hombre, eso en el cine no pasa. Aunque bien pensado, algún día
habría que rodarlo…
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Sherlock Holmes con un catalejo guay. |
5) Y encima, tampoco podemos buscar intriga:
aquí no hay nada que descubrir. El malo es el malo, y ya está. Y los métodos
para descubrirle son tan inverosímiles e impredecibles que el espectador no
puede jugar a los detectives, incluso a veces se pierde en la trama… ¡y eso ya
es humillante! (claro, también tened en cuenta que yo soy torpe, y que si me
cuentan las cosas demasiado rápido, me pierdo. Yo por ejemplo, era incapaz de
seguirle el hilo a Raquel
Sánchez Silva cuando resumía el día a día de la granja).
6) Así que lo
confieso: el argumento no
me ha interesado demasiado, el carácter de Holmes me ha puesto
nervioso y los árboles de la acción no me han dejado ver el bosque del
contenido. Aunque me temo que si talas los árboles (y en la película se talan
muchos, ya lo veréis), a lo mejor no hay ni bosque…
Eso sí, el que solamente
busque “cine-espectáculo”, que no me haga ni caso. Es más, que no me haga ni
caso nadie. Pero en mi opinión, Sherlock
Holmes nos trae mucha forma y poco fondo. Un espectacular
castillo de fuegos artificiales, pero un guión demasiado elemental (querido
Watson).