viernes, 28 de mayo de 2010

24 o veinticuatro

Si tú me mandas un mensaje, en mi móvil suena ESTO. ¿Y qué es esto? Os preguntareis pellizcando vuestras mejillas sonrosadas. Pues es el sonido de los teléfonos de la UAT. ¿Y qué es la UAT? Os preguntareis estirando vuestros antebrazos gordezuelos. Pues la Unidad Anti Terrorista, en la que trabaja Jack Bauer. ¿Y quién es Jack Bauer? Os preguntareis haciendo equilibrios con un spagueti crudo sobre vuestra chata naricilla.
Joder, parad ya quietos.
Jack Bauer es el nombre del protagonista de la serie 24”, al que Kiefer Sutherland lleva dando vida unos 7 años, la mayor parte de ellos como productor ejecutivo, y a menudo como guionista y productor. En sus ocho temporadas, 24” ha ganado 68 Emmys, uno de ellos para Kiefer (¿cómo traduces al castellano Kiefer? Porque el apellido está claro, “Tierra del surer”, pero ¿Kiefer?).
En España 24” la han emitido siempre Fox y Antena 3. Las dos primeras temporadas se dejaban ver en Antena 3, pero a partir de la tercera te tenías que esperar a las dos de la madrugada para tragarte los capítulos de tres en tres. Y si te levantabas de la butaca, entraba en tu casa Roberto Arce y te soltaba dos hostias. Así que mejor en Fox. La nueva temporada, que empezó en abril, se ve en Fox Crime, el nuevo canal de Fox que ha heredado algunas de las series del viejo canal de Fox.
Jack Bauer, oséase, Kiefer Sutherland.
Pero por si no habéis visto nunca 24”, os cuento su principal gracia: cada temporada son 24 capítulos, y cada capítulo es una hora en tiempo real. Quiero decir, que el capítulo 1 empieza a las 18:00 de un día concreto y acaba a las 19:00. El segundo narra la historia de 19:00 a 20:00, y así sucesivamente. O sea: que cada temporada son 24 horas, un día. La acción tiene lugar en un sólo día. Si vieras los 24 capítulos seguidos, la acción habrá transcurrido en tiempo real. Una idea cojonuda, ¿no?
Perdón, acabo de escuchar un chiste en mi idolatrada serie Pelotas sobre una leyenda urbana que dice que Jordi Hurtado está muerto, me he descojonado y se me ha ido el santo al cielo. Ya vuelvo.
Ocho temporadas después, la idea cansa. Pero qué queréis que os diga, a mí Cuéntame me cansó en la segunda. Y la otra gran innovación de 24” es que para cambiar de trama, nos pasan por una pantalla en la que vemos diferentes acciones en varias ventanas, o sea, que mientras en una vemos a Bauer matando terroristas (es que en  ocho temporadas habrá matado más terroristas que los que nunca han tenido los del IRA, la ETA y Al Quaeda juntos), en otra vemos cómo está huyendo el malvado y en una tercera vemos el despacho oval del Presidente de EEUU. Y en medio, el contador de tiempo: 18:15:10, 18:15:11, 18:15.12…
Ahora estamos viendo en Fox la séptima temporada (creo que vamos por el capítulo 6), y en cuanto acabe veremos la octava, casi seguida. Una semana antes, Fox emitió el telefilme “24: redención”, un capítulo aislado de dos horas de duración, que tenía lugar en un país ficticio de África llamado Sangala, y en el que pudimos disfrutar de actorazos como John Voight y Robert Carlyle. En el séptimo día (o temporada), hay un ataque al corazón estratégico de la Casa Blanca, y luego una invasión de rebeldes de ese país ficticio de África llamado Sangala. Por cierto, en esta temporada la Presidenta de EE.UU. es una mujer. En la segunda y la tercera el Presidente era negro, seis años antes de la elección de Obama.
Bueno, como veo que a lo mejor no os he convencido, os voy a contar cómo sería una tarde mía de estas estresantes desfaciendo entuertos en el mundo del cine y la televisión narrada por la serie 24” (Las noticias que os cuento son totalmente ciertas).
18:00:00. Pongo la radio antes de irme de la oficina: oigo que Jesucristo será protagonista de una serie animada para adultos en la cadena Comedy Central donde vivirá una vida normal en Nueva York. Coño.
18:02:00. Decido indagar: reinicio el ordenador y ¡nooooo! ¡no me funciona Internet! (guiño para los Muchachadófilos). Saco la pistola y le meto un tiro al portátil y salto por la ventana.
18:10:00. Llego al Cibercafé más cercano. Tecleo: Dios + serie + Comedy Central. No encuentro lo de Cristo pero leo que en un capítulo de South Park aparecía Mahoma, pero como no se le puede dibujar, le sacan disfrazado de osito de peluche.
18:15:00. Me descojono con la idea.
18:30:00. Me sigo descojonando.
18:45:00. Sigo leyendo y veo que la cosa acaba mal: la cadena recibe amenazas (¡pero de muerte!) de las asociaciones musulmanas y deciden retirar el capítulo. La intolerancia vuelve a vencer.
18:50:00. Me cabreo mucho y le meto un tiro al ordenador y al dueño del cibercafé, que le tengo unas ganas.
Jesucristo en South Park.
19:00:00. Plano en el que pasan del cibercafé a la peluquería.
19:07:00. Entro en la peluquería a cardarme el pelo un poco. Saco un tíquet: el 28. Van por el 22 y el 25 es Anasagasti. Me toca esperar.
19:10:00. Me leo el Hola.
19:15:00. Me leo el Semana.
19:20:00. Me leo el Cuore.
19:25:00. Me leo el Grandes descubrimientos arqueológicos del siglo XX, fascículo 4.
19:30:00. Cojo una revista de literatura eslava y ante mis ojos desfila la siguiente declaración de Ana Obregón: “Voy a protagonizar una miniserie para Tele 5 basada en un hecho real”. Y añade: “os dejará boquiabiertos”. Oh, Dios. ¿Será la historia de su romance con Alessandro Lecquio y de cómo educó a su hijo? Porque la parte de la educación se la pueden ventilar en una miniserie y casi en un spot…
19:40:00. No he digerido la noticia y se me quedan los pelos de punta. Le digo al peluquero que olvide el cardado y que mejor me pase la tijera.
19:50:00. El peluquero cierra en 10 minutos, va con prisa, me sienta en la silla con una pedalina para bajitos y me deja la cabeza como a un niño tiñoso.
20:00:00. Tomo un café con mis compañeros que han estado recientemente en el Festival de Cannes.
20:05:00. Demuestro un especial interés en la película ganadora, la de Apichatpong. Es que he oído que es muy rara, casi extravagante, y que mucha gente no ha entendido que gane la Palma de Oro.
20:10:10. Miguel Balanzategui, productor de CANAL+, me cuenta que tuvo que salirse de la película, que empieza con un plano secuencia de una vaca atada a un árbol que a los 10 minutos se suelta.
20:20:00. Le suplico a Miguel que no me cuente la película en tiempo real por muy rollo 24” que lleve este post.
20:30:00. Miguel pasa de mí y sigue. El siguiente plano de la película es de un mono con los ojos rojos que llega a casa de una señora y le dice que es su hijo desaparecido.
20:40:00. Se reserva lo peor para el final: una secuencia muy larga de una chica que hace el amor con un pez. Sí: la mítica frase “que te folle un pez” entendida literalmente.
20:55:00. Paso por la pescadería y me compro una lubina. Adoro las nuevas experiencias.
21:00:00. Cojo un tren a casa. Coincido con una amiga que está embarazada o se ha puesto gordísima.
21:05:00. Le doy dos besos y me vomita en el bolso, por lo que deduzco que está embarazada y le ha dado náuseas el olor a lubina.
21:10:00. Me dice que va a llamar a su bebé Jaime si es niño y Rita si es niña.
21:20:00. Le comento que los nombres más puestos este año en EE.UU. han sido Bella y Jacob, que son los nombres de los protagonistas de la saga Crepúsculo.
21:30:00. No se lo cree.
21:35:00. Que sí, tía.
21:40:00. Que no me lo creo, qué fuerte.
21:45:00. Saco el periódico y le enseño la noticia: me cree.
21:55:00. Despechado porque no me creyó sin leerlo, me arrojo del tren en marcha a la altura de Pitis.
22:00:00. Quedo a cenar con mis adorados Eva, Nacho y María. No os digo sus apellidos que luego os los pedís como amigos en el Facebook.
22:10:00. María me dice que si sé quién su nuevo mejor amigo.
22:15:00. Sin darme tiempo a pensar más me lo dice: Kevin Spacey. Creedme, y creedla: los amigos de María son casi siempre así. Kevin estuvo en España recientemente y María lo conoció y estuvo tres días con él. Se hicieron superamigos, y Kevin la ha invitado en septiembre al estreno de su nueva película en Los Angeles. Cómo mola, ¿no?
22:20:00. Me doy cuenta de que cuando yo tengo un “nuevo mejor amigo” se suele llamar Pedro o Carmen, pero nunca Kevin.
3:29:00. Unas cuantas copas y súplicas después María me permite contaros esta anécdota y poner esta foto.
Mery y Kevin.
P.D. Leo que ha muerto Gary Coleman, el niño-hombre que hacía de Arnold. Yo a veces en este blog digo ciertas cosas simplemente para que sonriamos un rato, y eso no quiere decir que me alegre cuando sucede una desgracia, como me ha llegado a decir alguien. El pobre Gary Coleman tuvo una vida muy difícil, y parte de ella la dedicó a hacernos disfrutar (o a intentarlo). Descanse en paz.


martes, 25 de mayo de 2010

Azares del reparto: lo que el cásting se llevó

Seguro que alguna vez habéis pensado cómo habría sido vuestra vida si en lugar de ser seleccionados para vuestro trabajo (los que tengáis la suerte de tenerlo), lo hubierais sido para otro. O si hubierais rechazado esa oferta que aceptasteis, o si no hubierais cambiado de curro, o si a esa entrevista tan importante no hubierais tenido la absurda idea de acudir disfrazados de Fofito. Yo he tenido en mi vida alguna de ésas, a veces me he arrepentido y otras no. Algunas decisiones cambiaron mi vida y otras nunca podré saberlo. Pero parece ser que al mundo siempre se la pelaron mis azares laborales, incluso aquella vez en que me ofrecieron escribir guiones para Isabel Preysler (os lo juro). Porque yo soy un humilde gusanito hediondo y cabezudo en la inmensa sabana (que no sábana) de la historia del cine y la televisión.
Pero claro, no con todo el mundo sucede lo mismo, ah no, ahora resulta que las decisiones en la carrera de Tom Cruise interesan más que las mías, ah, claro, pues leeros el blog de Tom Cruise, hijos de perra.
Perdón, me he puesto muy nervioso.
No pienso eso de vosotros, al revés: os adoro. Me he venido abajo, venga, para que me perdonéis os voy a contar esas decisiones en las carreras de Tom Cruise y otros actores, consciente de que algunas de ellas podrían haber cambiado la historia del cine, y las mías no.
Pero que conste que me habéis hecho daño. Tal vez debí escoger aquel trabajo de stripper en el Fatty Widows Club y dejarme de televisiones y de blogs.
Empiezo con Tom Cruise, ya que lo he puesto como ejemplo y ya que algunas de las decisiones que han rodeado su carrera han sido fundamentales para que el séptimo arte no deje de llamarse “arte” o pase a ocupar la novena o décima plaza.
Así habría quedado Tom Cruise en "Matrix". Disculpadme, no soy muy bueno con el Photoshop.
Fue una de las primeras opciones para Matrix. Imaginaos a Tom Cruise ahí paradico y esquivando una bala con el cuerpo hacia atrás, como si estuviera bailando el Limbo rock. O con esa gabardina negra, que con su altura más que Neo habría parecido un murciélago. Mucho mejor Keanu Reeves. Además, como luego rodaron tres partes, a Tom no le habría dado tiempo a hacer la saga de Misión imposible, y eso habría sido una faena, ¿no? ¿Qué? ¿Que no? Ah, bueno.
Pues entonces igual os parece más faena que no hiciera El día final, porque también pensaron en él. Al final hizo el papel Arnold Schwarzenegger. Yo esto no lo entiendo: no me parecen el mismo perfil. Es como si llamas para el mismo cásting a José Carabias y Lou Ferrigno. Y además, ¿en qué podría haber acabado esto? Pues en un Tom Cruise de gobernador en Los Angeles y de un Arnold novio de Penélope Cruz, y esto sí que no me lo creo. ¿Qué? ¿Que lo de Tom y Pé tampoco os lo creísteis? Ah, bueno.
Mel Gibson también pudo cambiar el curso reciente de la historia del cine, porque pudo ser James Bond. Le ofrecieron el Goldeneye de Pierce Brosnan, y si hubiera aceptado,y la cosa hubiera salido bien, tal vez también habría hecho El mañana nunca muere, y El mundo nunca es suficiente… Conclusión: Mel se habría crecido y James Bond habría acabado hablando en arameo y lleno de sangre y ahí crucificado y diciendo Mi nombre es Cristo, Jesu Cristo.
Pero lo peor es que también pensaron en él para el papel de  Eliot Ness en Los intocables (el que hizo Kevin Costner), y que llegó a realizar una audición para el papel de Wolfgang Amadeus Mozart en “Amadeus”. Sí, el de la risita de “hahahahaha”. Mel Gibson mirando a Salieri y diciendo “hahahahaha”, crucificado y lleno de sangre. Qué chungo.
A ver, más: Julia Roberts. Julia Roberts empezó a rechazar papeles en los 90. Algunos eran un poco ñoños y es comprensible que no los aceptara, de no ser porque luego aceptó otros muchos más ñoños todavía. Por ejemplo, rechazó protagonizar Algo para recordar con Tom Hanks para que lo hiciera Meg Ryan, y también Shakespeare in love para que lo hiciera Gwyneth Paltrow. Pero llama especialmente la atención que rechazara Instinto básico, porque hubiera sido un cambio de registro brutal en su carrera que igual le habría venido hasta bien. Cuentan que rechazó el papel por dos escenas: la del famoso cruce de piernas para salvaguardar la integridad de las cámaras, porque con las piernas tan largas que tiene Julia parece ser que cada vez que las cruzaba le daba una patada al objetivo. Y la otra era la del picahielos: por lo visto Julia quería picar los cubitos con los dientes, y a Paul Verhoeven le parecía fatal.
Sharon Stone sí que aceptó ese papel, porque era capaz de cruzar las piernas sin dar patadas a nadie y mostrando con elegancia su chisme o chirri. Pero también es posible que aceptara por despecho, porque años antes se presentó al cásting de Atracción fatal, que al fin y al cabo era también la historia de una loca que se quería zumbar (y se zumbaba) a Michael Douglas. Yo no sé que tiene Michael Douglas, que para mi gusto tiene un poco cara de patata, pero que acaba volviendo chaladas a las protagonistas de las películas y frotando en ellas su veterana cebolleta. Sharon Stone, ya puestos, rechazó el papel de Kim Basinger en Batman y el de Madonna en Dick Tracy. Por lo visto es que quería cruzar las piernas en todas las escenas y a los directores no les convencía. En todas las escenas les parecía excesivo.
Pues sí: Leslie Nielsen estuvo a punto de hacer "El resplandor".
Leslie Nielsen, el grandísimo Leslie Nielsen, también rechazó sus papelillos (por cierto, creo que soy el único periodista español que le ha entrevistado dos veces, o al menos eso me dijo una persona de prensa que le trajo por última vez a España). Antes de caer en las benditas redes de los Zucker y Abrahams y de las sagas de “Cualquier cosa como puedas”, Leslie Nielsen era un actor serio y con trazas de galán. Pero claro, si hubiera aceptado el papel de Messala que le ofrecían en Ben-Hur, esas escenas que insinuaban una relación homosexual entre Stephen Boyd y Charlton Heston las veríamos ahora desconjonados. Y ya no os digo si hubiera aceptado el papel que Stanley Kubrick le ofreció en El resplandor: el de Jack Nicholson. Imaginad: la chica con la voz de Verónica Forqué gritando en el baño, el hacha destrozando la puerta, y cuando ésta se rompe aparece… ¡Leslie Nielsen! Qué lástima no haber llegado a ver eso.
Os podría contar miles de casos más, porque mi hermana Bea me suele contar  a mí cienes de miles. Pero mejor lo dejamos para otro día, para darles tiempo a las personas para que rechacen más trabajos y cambien la historia del cine, y porque me acaban de llamar para trabajar en el Circo Mundial para domar a un ligre, una curiosa mezcla entre león y tigre. Voy a escuchar la oferta…
(¿Habéis rechazado alguna vez algún trabajo que pudo cambiar vuestra vida?)


viernes, 21 de mayo de 2010

Antonio Ozores

A estas alturas del mes pensaba que ya no iba a escribir sobre Antonio Ozores, que falleció hace diez días. Porque seamos sinceros: Antonio Ozores fue un grande de la comedia, un tío graciosísimo, pero en su filmografía, cercana a las 175 películas, hay muchos títulos olvidables e incluso deplorables, en parte por culpa de (o gracias a) su hermano Mariano. Y hay series como El sexólogo o Taller mecánico que quizá nunca se debieron grabar, y películas como Tío, ¿de verdad vienen de París?Ellas los prefieren… locas que quizá nunca se debieron filmar. Y luego está el cine del destape, y los chistes machistas, y los ligueros mágicos, y las películas con Pajares y Esteso
Ozores era un tipo hilarante, pero nunca comulgué demasiado con el cine que representa (ese del que todavía se dice “hoy echan una de Ozores”). Y tampoco me gusta eso de elogiar a las personas exclusivamente porque se han muerto, cuando las teníamos más o menos olvidadas mientras vivían. Y por todo esto pensaba yo que ya no iba a escribir sobre Antonio Ozores, que falleció hace diez días.
Y entonces leí en el blog La gran pantalla una frase de Santiago Segura sobre Antonio Ozores que decía simplemente: “Al recordarle, sonríes”. Y es cierto. Tú piensas “Antonio Ozores”, y sonríes. Si piensas “una película de Antonio Ozores” a lo mejor no sonríes, pero solamente con su nombre sí. Y eso es muy difícil de conseguir, y muy de agradecer, y quien consigue hacer eso se merece mi eterno respeto.
Por eso Antonio Ozores se merece que recordemos que no todas sus películas fueron “películas de Ozores”. Sin ir más lejos, debutó con un papelito de taxista en una joya dirigida por Edgar Neville y rodada en parte en esa Gran Vía de Madrid que ahora cumple 100 años. Se llamaba “El último caballo”, y le precedían en el reparto su hermano José Luis y Fernando Fernán Gómez, que era el dueño de un caballo llamado Bucéfalo, un animal asustado entre el maremágnum de coches que le habían sustituido. Una extraña reliquia del cine español que se ve con una melancólica sonrisa.
Antonio ozores en "El último caballo" de Edgar Neville.
Y sólo por ese pequeño detalle de hacernos sonreír cuando pensamos en él, deberíamos recordarle también por Los tramposos, Esa pareja feliz, Historias de la televisión
Aunque como os decía antes, me resisto a indultar su filmografía y obviar su papel primordial en el cine del destape y en las conocidas como “españoladas”: xizo mil veces de “número tres” en las películas de Esteso y Pajares. Pero atención a la siguiente anécdota, que a mi juicio le indulta definitivamente, y que nos contó un día el mismísimo Andrés Pajares. La cito más o menos de memoria:
Antonio Ozores llegaba al rodaje sin aprenderse el papel, porque en esa época todas las películas se doblaban. Yo decía mi frase, por ejemplo, “hay que ver qué rica está la enfermera”. Y entonces Antonio preguntaba: “¿cuántos segundos tiene que durar mi réplica?” Y el script le decía: “30 segundos”. Entonces el director (normalmente su hermano Mariano) decía “¡acción!” y Antonio soltaba eso de “Estroncios chafadreros broncios cuando las niñas trascias y esperfrentos próceres y todas cranceras y las frincias y al final la cosa no tiene tanta gracia”. Luego se doblaba a sí mismo en el estudio de sonido diciendo lo que ponía en el guión, y ya está.
Palabra de Pajares, que lo vio mil veces con sus propios ojos.
Para muchos, esa manera de hablar fue el santo y seña de Antonio Ozores. Sus speeches ininteligibles a Mayra Gómez Kemp que acababan con “No hija, no” y otras frases hicieron que mucha gente joven se iniciara en el cine de Ozores de los 70. Y así de surrealistas e incomprensibles eran sus intervenciones en el Debate sobre el estado de la nación de Luis del Olmo, primero en la COPE y después en Onda Cero (aunque creo que él sólo estuvo en la etapa de Onda Cero), con Tip y Coll, Chumy Chúmez, Gila, Summers… Joder… ¡si ya no queda ninguno!
A sus 81 años de edad, Antonio Ozores acababa de comprar el Teatro Arlequín de Madrid para relanzarlo con su hija Emma. Ella estaba representando junto a Mario Tardón “El último que apague la luz”, escrita por su padre. Qué lástima que Antonio ya no pueda apagar más la de su teatro, porque el miércoles se apagó la suya.
El último proyecto en el que se involucró Antonio Ozores.
Hace un par de años, Enrique Catá, Jefe de documentación de Hachette, enorme amigo mío y la persona con la que más horas de radio y tele he compartido, me mandó un SMS a la una de la madrugada. Nosotros sólo nos enviamos SMSs de madrugada cuando una duda existencial nos agobia de verdad y estamos realmente angustiados. Su pregunta era: “¿qué tres cosas decía Ozores en el Un, dos, tres?: No hija no, Eso no se dice: caca, y…?”
La respuesta correcta era “De todos los españoles”. Y si una pequeña tontería de Antonio Ozores es capaz de tenernos una madrugada en vilo a un tío serio como Enrique y a mí, aparte de confirmar que ambos estamos enfermos, evidencia que Antonio Ozores se merece el respeto más grande que se le pueda brindar a un cómico.
Porque cuando recordé esa tercera frase, sonreí. Y seguro que Enrique también.
Porque tiene razón Santiago Segura: cuando recuerdas a Antonio Ozores, sonríes.


martes, 18 de mayo de 2010

Sport Billy

Yo no sé si sois lo suficientemente ancianos como para recordar quién era Sport Billy. Era éste:
Sport Billy.
Sport Billy era un muñeco horrible que protagonizaba una serie más horrible aún que emitían en TV a principios de los 80, antes de que el Naranjito le quitara el primer puesto del ránking de muñecos horribles. Sport Billy practicaba bien todos los deportes, en absoluto era el héroe de la televisión, como pone en la foto, y no sé qué canciones dice que son las suyas porque yo sólo recuerdo una que era la de la sintonía: “Spoooort Bi-lly!”. A raíz de la serie, cuando a alguien se le daban bien los deportes, se decía de él que era un “esporbili”. Yo nunca fui un esporbili. Yo era un torpe.
Aún hay gente que cuando pasa el domingo delante de la televisor, practicando lo que también se conoce como “sillónball”, dice que ha estado el fin de semana haciendo el “esporbili”. Yo este domingo he sido superesporbili.
Resulta que el domingo tenía yo una linda resaca, no sé por qué, si el sábado por la noche apenas bebí como una bestia sedienta y ansiosa. El caso es que cuando un hombre tiene resaca, hay que dejarle que vea deporte en la tele porque si no, no se cura. Como sabréis, a no ser que acabéis de aterrizar de Urano o seais Sánchez Dragó, el domingo se jugaban los partidos finales de la Liga de fútbol en CANAL+ y CANAL+ Liga. Al mismo tiempo, Rafa Nadal se enfrentaba a Roger Federer. Y por la mañana, Fernando Alonso corría el premio de Mónaco de F1, pero yo lo grabé porque no me gusta ver deporte mientras como con mi esposa, que no es mi esposa, pero yo digo que sí porque me da un aire como más respetable. Pues bien: a eso de las 7 de la tarde me puse los 4 eventos deportivos a la vez y un zumo de grosella a las finas hierbas (buenísimo para rematar la resaca), con vodka, y a continuación os voy a hacer una crónica de lo que vi con permiso de Nico Abad, que seguro que me lo da porque es un crack (ingenioso guiño a su programa en Cuatro).
  • Estadio de La Rosaleda. Empieza el Málaga – Real Madrid. Si gana el Real Madrid y pierde el Barça, ganamos la Liga. Si gana el Málaga, nos quedamos en primera.
  • Estadio Nou Camp. Empieza el Barça – Valladolid. Si gana el Barça, somos campeones. Si pierde el Valladolid, bajamos a segunda.
  • Tenis: empieza el NadalFederer. El que ganemos, somos campeón del Open de Madrid.
  • Fórmula 1: (diferido). Alonso sale el 24º. Si adelantamos a 23, somos líderes del mundial. Si adelantamos a 24, algo raro pasa. Si no adelantamos a nadie, Alonso es un paquete.
  • Fernando Alonso adelanta a un italiano.
  • Fernando Alonso adelanta a un alemán.
  • Fernando Alonso adelanta a otro italiano.
  • Fernando Alonso adelanta a Alberto de Mónaco que había bajado un momento al paddock, que no sé lo que es.
  • Antonio Lobato tiene un orgasmo pequeñito. 
Fernando Alonso adelantando a gente por ahí.
  • Mi esposa irrumpe en el salón vestida de Sissi Emperatriz para que le haga caso. Como no se lo hago, me golpea con una caña de lomo, pero apenas me percato del impacto.
  • Zapeo. El Málaga le mete un gol al Madrid para que no se crea que puede ganar la Liga. No hacía falta: nadie se lo creía.
  • Rafa Nadal hace un punto precioso: 5-4 en el primer set y 15-0. No entiendo por qué el tenis se cuenta así: de 15 en 15, y luego de repente suman 10. Está super devaluado, el tenis.
  • El Valladolid se mete un gol a sí mismo, en plan harakiri, antes de que se lo meta el Barça pues se lo mete él. Bien hecho, así se suicidaron también Séneca o Hitler.
  • Nadal gana el primer set del match con un drive que le da el point. Ahí va, hay varias recogepelotas que están buena. Menos mal que recogen pelotas, porque si en vez de recogerlas las tocaran y las devolvieran, se llamarían “tocapelotas” y quedaría feo. Hay que buscarle otro nombre a las recogepelotas.
  • El Barça le mete otro gol al Valladolid a través de Pedro o Pedrito. Mi amigo Patxi que es del Barça estará disfrutando, mi amigo Quique que es del Madrid estará sufriendo y mi cuñado Julio estará buscando una foto de Schuster vestido del Barça para enviársela a los madridistas, porque aunque no se decanta por ningún equipo le mola ser un recogepelotas.
  • Mi señora aparece en el salón ataviada de Freddy Mercury. Ante mi indiferencia, me acaricia el cogote con una paleta de ibérico regalo de Tony Aguilar. Lo noto, pero decido no hacer caso porque cómo diablos irá el Barça.
Una imagen de Nadal de la tele que me ha quedado rarísima.

  • Fernando Alonso se ha puesto el sexto porque todos han parado para cambiar los neumáticos y él ya los había cambiado. Qué listo es Alonso. A ver si los autobuses de Tres Cantos aprenden y cambian las ruedas en la estación y llegan antes a su destino, demonio.
  • Federer le rompe el saque a Nadal. A ver si te voy a romper yo la cara a ti, Federer, hombre.
  • Zapeo. Gol del Barça de un tal Messi, que es un chico muy bajito. Creedme: este chaval juega bien, llegará a ser alguien. Menudo ojo tengo yo.
  • Guti discute en el banquillo con Chendo, que ahora es como el delegado de la clase. Joder, Chendo. Chendo es de cuando yo era más joven que los futbolistas. Una amiga mía que jugaba al fútbol me recuerda a Chendo.
  • Gol del Barça, del tal Messi. Uf, esto empieza a ponérsele cuesta arriba al Madrid.
  • Alonso sigue sexto, lo cual es un éxito porque ha adelantado a 18. Yo nunca he adelantado a 18. Yo nunca he adelantado.
  • Aparece mi chica en el salón ataviada como Angus Young con una Fender Stratocaster. Ante mi aparente desdén, la desestructura violentamente en mi corcova o giba.
  • Nadal le rompe el saque a Federer. Si yo tuviera el brazo izquierdo de Nadal le rompería el saque a Godzilla. Pero en mi cuerpo no hay nada con el perímetro del brazo de Nadal, si acaso mi abdomen o barriga. A quien no le rompería nunca el saque Nadal es a mi cuñado, porque no sabéis que saque tiene mi cuñado.
  • Gooool, gooool, goooool del Real Madrid.
  • Me comunican en la tele que este gol no sirve para nada. Ah, bueno.
  • Nadal derrota a Federer 6-4 y 7-6. Qué torpes son los del tenis, que no saben sumar: el resultado final es 13-10. Somos campeones del Open de Madrid.
  • Schumacher adelanta a Alonso en la última curva y le deja séptimo aprovechando que se había colado delante un turismo que iba muy lento.
  • Me comunican que no es un turismo, que es el coche de seguridad. No entiendo nada.
  • Qué tonto Alonso, dejarse robar la cartera así. Ya no ha quedado sexto sino séptimo.
  • Por lo visto el adelantamiento de Schumacher era ilegal, le penalizan y Alonso vuelve a quedar sexto. Qué tonto Schumacher. El sexto puesto es un gran éxito nuestro y del Banco de Santander. Topo por el pasillo con mi mujer y la adelanto 18 veces. Me rompe en la cabeza mi cuadro dedicado por Antonio de Felipe.
  • El Barça somos campeones de Liga. El Madrid quedamos subcampeones y sin ganar ningún título. El Málaga nos quedamos en primera y el Valladolid baja a segunda con Javier Clemente. A mí hay mogollón de gente que no se acuerda de mi nombre y que me llama Javier Clemente.
  • Mi cuñado me envía una foto de Schuster cuando estaba en el Barça.
  • Andá, pero si está aquí mi chica. Voy a ver qué tal le va.

viernes, 14 de mayo de 2010

Robin Hood que estás en los bosques

Andá, pero si mi anterior post era el número 200 y yo sin enterarme, enhorabuena chavalote, cantemos todos juntos, aleluya, aleluya, el Cid cabalga.
Dicho esto, hoy se estrena Robin Hood. No sé si os suena Robin Hood: era una especie de arquero inglés que se vestía como un elfo de calzas verdes y robaba a los ricos para dárselo a los pobres, un poco como un implicado del caso Gürtel pero con los valores éticos trastocados. El Robin Hood que se estrena hoy es el de Ridley Scott. Lo aclaro porque hay un huevo de versiones, e igual alguien piensa que lo que se ha estrenado es el Robin Hood de Douglas Fairbanks de 1922. No, eso es tontería, ésa ya se ha estrenado. Pero lo cierto es que mira que hay versiones de Robin Hood, casi tantas como de la canción Al Uruguay.
Cuando se les pregunta a Ridley Scott y Russell Crowe (que hace de Robin Hood, pero que también produce la película) que por qué han considerado que era necesario hacer una versión nueva, dicen básicamente que porque en ésta se cuenta lo que nunca se había contado: los orígenes de Robin de Locksley. Ni falta que hacía, añadiría yo. Es más, esta justificación me pone un poco nervioso y me parece un precedente muy peligroso, porque por esa misma regla de tres, Sylvester Stallone se podría poner a contar los primeros pasos de Rambo, y ahora que lo pienso, el cine español nunca indagó demasiado en los orígenes de Joselito. Así que como las entrevistas a Ridley y Russell se difundan mucho, pronto nos llegará Rambo 7: el nacimiento de la bestia parda y El cigoto del ruiseñor.
Russell Hood cabalgando y cortando el viento cuando pasa por el puerto camini (pum pum) to de Jerez.
Yo no he podido hablar con Russell Crowe ni Cate Blanchett (que hace de Lady Marian), pero mi compañera Raquel Santos sí, y además está estos días en el Festival de Cannes, que inauguró precisamente el jueves Robin Hood. No como Ridley Scott, que no ha ido a Cannes porque tiene un problema en la rodilla, pues vaya, debería aprender de Xavi, que jugó lesionado porque es un valentón.
A ver: Robin Hood no está mal, pero a mí me sigue llamando mucho la atención que la gente emplee varios años y mucho dinero en hacer cosas que ya estaban hechas y bien hechas, como por ejemplo remodelar la Plaza de Colón de Madrid. Quiero decir que esta película no aporta nada nuevo, que no hacía falta que se hiciera, que no es mejor que la de Kevin Costner, aunque tampoco mucho peor. Y a pesar de que aparecen más extras que en Ben-Hur mezclada con Braveheart, y aunque la batalla final es como el desembarco de Normandía pero en tierra firme, y aunque todo es espectacular, Ridley Scott encadena con ésta demasiadas películas lejos de la excelencia: Red de mentiras, Un buen año, El reino de los cielos, Gladiator (a la que Robin Hood me recuerda un huevo)… Como decía Antonio Gassett, “cada vez que Ridley Scott rueda una película se confirma que Blade Runner la dirigió un primo suyo”.
En resumen, que si vuestro padre no os da la paga y no podéis ir al cine, no os preocupéis mucho. Y si sí os la da, pero no llega a los 200 € que hacen falta para ir al cine (entrada + palomitas + botellita de agua + algo de chocolate para postre + unas gafas 3D por si acaso + un menú Bigmac con patatas grandes a la salida + un almax + el autobús de vuelta a casa + un condoncete por si pillas), lo mejor que podéis hacer es alquilar en DVD cualquiera de las versiones anteriores de Robin Hood. Yo me limitaría a estas 5:
1. Robin de los bosques, la de Errol Flynn. Antes está la ya mencionada de Douglas Fairbanks, pero ésta mola más. Porque es un clásico. Porque Lady Marian es Olivia de Havilland. Porque es la cara que más tiempo hemos asociado a Robin Hood. Porque en cualquier DVD de Errol Flynn puede suceder que en los extras nos deleite con un solo de piano (ver este post sobre Errol). Porque puestos a ver un Robin Hood australiano, entre Errol Flynn y Russell Crowe no hay color.
Errol Flynn como Robin Hood, aunque por la pose y la ropa parece el Duende Verde de Spiderman.
2. Robin y Marian, la de Sean Connery. Porque si Ridley Scott presume de mostrar los prolegómenos de Robin, esta versión nos muestra la prórroga y los penaltis. Porque Lady Marian es Audrey Hepburn. Porque se sale de la habitual película de aventuras entre arqueros y guerreros del Príncipe Juan sin Tierra y se centra en una historia de amor otoñal. Porque sale Sean Connery post-007 y pre-madurito con presencia arrolladora. Porque si en la anterior dudas de si Robin hará un solo de piano (de cola), en estos extras podría suceder que se ponga a blanquear dinero y a construirse una mansión recalificando el Bosque de Sherwood. Por cierto, ¿robaría Robin Hood a los ricos del Caso Malaya para dárselo a los pobres? No sé, no sé.
3. Robin Hood de Walt Disney. Es mi favorita. Desde la Canción silbada de los créditos iniciales hasta la trova del gallo juglar en ese extraño acento disneyano que no es mexicano, ni portorriqueño ni ná: “Robin Hood y Little John venían por el bosque, riendo de las bromas que solían los dos desiiiir”. Y desde lo malo y tonto que es el Prínsipe Juan hasta los adorables que son los conejitos pobres a los que roba el Sheriff de Notthingam. Me encanta esta versión.
El Robin Hood de Disney, que era un zorro, con el fraile, Little John y Lady Marian, que era una zorra.
4. Robin Hood, príncipe de los ladrones, la de Kevin Costner. Porque no está nada mal como película de aventuras. Porque sale Morgan Freeman. Porque el malo es Alan Rickman, un pedazo de actor que aparte de salir en Harry Potter se prodiga menos de lo deseable. Porque la canción de Bryan Adams Everything I do (I do it for you) se ha quedado superñoña, pero cuando la escuché por primera vez en el cine me pareció buenísima. Porque el cameo final de Sean Connery (ex-Robin Hood) como Ricardo Corazón de León es antológica. ¡Atención, spoiler! Ah no, esto lo tenía que haber dicho antes de contar el final ¿no? Mierda. Perdonándome.
5. Robin Hood el Magnífico. La verdad es que ésta os la digo para que parezca que conozco muchas versiones, pero recuerdo que la vi después de la de Kevin Costner (es que curiosamente son del mismo año) y me pareció bastante aburridilla. Salía Uma Thurman, eso sí, pero yo pertenezco a ese reducido grupo de machos ibéricos a los que no les pone demasiado Uma Thurman.

Según la IMDB, hay 115 versiones más de Robin Hood de las que os he dicho aquí. Y luego también podéis alquilar Gladiator, cerrar los ojillos e imaginad que Russell Crowe, en vez de con redecilla y un pincho gordo, sale con unas flechas y va vestido de verde chillón.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Qué raras son las estrellas (las excentricidades de los actores)

En el pasado Festival de Málaga, una actriz muy famosa nos exigió poder fumar durante una entrevista para televisión. Momentos más tarde, antes de concederle un reportaje a una revista, les pidió el cuestionario y tachó varias preguntas.
Todos tenemos nuestras manías, el que no tenga manías que le tire una piedra a José Luis Moreno. Pero los actores tienen más, o al menos da esa impresión, porque están expuestos al público. Quiero decir que yo puedo tener como manía lavarme los dientes con la escobilla del WC, pero nadie se entera porque aún no soy una estrella (por cierto, probadlo, si la usáis sólo para los dientes quedan brillantísimos, los míos parecen inodoros de lo blancos y brillantes que los tengo). Pero por ejemplo cuando Errol Flynn les inyectaba vodka a las naranjas para llevárselas a los rodajes en los que estaba prohibido el alcohol, convirtió su manía en un dato histórico. Y si Ana Belén se lavara los dientes como yo o se inyectara vodka en ellos, pues esto ya sería la bomba.
Lo que a continuación os voy a contar son “cosas que se dicen”. O sea, rigor periodístico cero. Muy en mi línea. Son excentricidades que se comentan de los actores, pero yo no he podido comprobarlas. Si os portáis bien, algún día os contaré otras rarezas que sí que he podido vivir in situ (pero mucho menos espectaculares que las de hoy).
Tom Cruise en "El último samurai". Ni se os ocurra mirarle a los ojos. Ahora os cuento por qué.
El más raro de todos es Tom Cruise. De él se dijo durante mucho tiempo que pedía por contrato que nadie del equipo de rodaje le mirara a los ojos, y podéis encontrar declaraciones de algunos técnicos de El último Samurai o Misión: Imposible que corroboran esta manía tan tonta (también se dice que le contagió su ojofobia a Val Kilmer). Jonathan Rhys Meyers, que trabajó con Tom Cruise en Misión: Imposible 3, dice que en un par meses de rodaje no llegó a hablar más de dos minutos con él (aunque ojito también con Johnny, porque muy normal no es, os remito a un antiguo post en el que os conté la experiencia que una compañera y yo tuvimos con él en Dublín).
Y ya en plan criticón y cotilla acusica, os cuento que en febrero de 2009, durante la promoción de Valkiria, a Tom le preguntaron en Brasil qué era lo que más me gustaba de ese país, y el pobre respondió que el tango. Vaya. Os dejo con un vídeo de Tom Cruise de la época de El informal que me hace mucha gracia (dicen que el programa nuevo de Flo se parece a El informal, pero yo digo que no).
Y ya que hablamos de Tom, vamos a pasar ahora a una increíble manía de su ex, Nicole Kidman. Por lo visto, cuando Nicole llega a los hoteles, les da a los empleados sus propias sábanas y unas indicaciones sobre cómo hacer su cama. Yo la entiendo, después de hacer una película en la que tenía que cerrar todas las cortinas y cerrar una puerta antes de abrir la siguiente, pues esta secuela de las sábanas me parece una ñoñería.
De Jennifer López, que acaba de pasar por España promocionando El plan B, también se dice que lleva sus propias sábanas a los hoteles, pero en su caso es porque no puede dormir entre telas confeccionadas con menos de 250 hilos. Tócate los pies. También suele pedir que cambien la iluminación de la habitación si no es de su agrado, y procura que todo sea de color blanco (paredes, mesas, sillas, flores, velas, vibradores… bueno, lo último me lo he inventado). Y no puede haber en la habitación nada de comer que pueda tentarla, como bombones o trozos de pollo seco, que Jennifer es muy dada a echar culete y si tiene que echarlo pues que no sea por culpa de la industria hotelera.
Las manías que se comentan de Woody Allen son muy acordes con el personaje hipocondríaco que se ha labrado a lo largo de los años. Por lo visto se toma la temperatura cada dos horas, y a veces duerme con los zapatos puestos porque tiene un incontrolable miedo a la muerte. Esto último yo no lo entiendo y me parece un poco absurdo, porque si te tienes que morir da igual que lo hagas con zapatos o con aletas de buzo, pero como no le puedo preguntar a Woody si esto es verdad o no porque he perdido su móvil, pues ahí os dejo con la duda.
A Julia Roberts le gusta bañarse con agua mineral porque es muy bueno para la piel, y se llegó a decir que una vez se retiró de un rodaje porque las tuberías de su camerino no estaban adaptadas para este tipo de agua. Yo si algún día soy una estrella pediré que en las botellas de agua mineral esté dentro Julia Roberts. Por llevar la contraria.
Jim Carrey tiene contratado permanentemente a un masajista para que una vez por semana le quite la tensión. Esto igual no os parece raro. Pues sí lo es, porque al que tiene que quitarle la tensión el masajista es a su perro, no a Jim. Yo creo que a Jim alguien le debería quitar la tensión facial a base de masajes o de hostias. Huy, qué macarra me he puesto de repente. Perdón.
Mel Gibson no come pollo porque dice que le hace crecer el vello pectoral. Sin comentarios.
Mel Gibson después de un atracón de pollo que hizo que le creciera en exceso el pelo de la cabeza.
Bueno no, qué coño, comentemos. ¿Pero es que este tío es lerdo, o qué? Todo el mundo sabe que si comes pollo te salen plumas en el culo, no pelos en el pecho. Ay, qué tontito eres, Mel
Gerard Depardieu se cuela en las cocinas de los hoteles en los que se aloja para copiar las recetas de los chefs. Las cocinas tienen que ser grandes, porque si no Gerard no cabe.
De John Travolta se dice que nunca se pone dos veces la misma camiseta durante un rodaje. Teniendo en cuenta que el rodaje medio de una película dura 90 días, pues Travolta necesita 90 camisetas. La madre que lo parió, este acaba con las existencias del Carrefour.
Como todos sabéis, Jack Nicholson tiene la manía o la devoción de ir a todos los partidos que Los Angeles Lakers juegan en casa, o sea que lleva dos años viendo semanalmente a Pau Gasol. Jack ha llegado a incluir cláusulas en sus contratos que dejen claro que si durante el rodaje juegan los Lakers, él se pira del set.
Y algo parecido exige Sean Connery: si cerca de las localizaciones donde tiene que rodar no hay un campo de golf, el equipo de producción tiene un serio problema. Pero ahora mismo el que tiene un serio problema es don Sean, porque a lo mejor lo que tiene que buscarse en España es una cárcel con un campo de golf cerca. ¿Os imagináis qué absurdo, Sean Connery jugando al golf y compartiendo celda en España con el Doctor No y con Malamadre? Tal vez Julián Muñoz o la Pantoja ya le han adelantado algunas gestiones… Qué cosas tiene la vida, señor Sean.