martes, 31 de agosto de 2010

“Modern family” y los Emmy

Llevo unos días yo queriendo hablaros de una serie que va a llegar en breve a las televisiones y que se llama Modern family. Modern family en inglés quiere decir Moderna familia, y si tenemos en cuenta esa aburdilla manía de los ingleses de que el adjetivo tiene que ir delante del nombre, entonces significaría Familia moderna.
Y no me decidía a hablar de la serie yo, porque ya conocéis mi extremada timidez. Pero ayer recibí el empujoncito que necesitaba en forma de Premios Emmy, unos galardones que se me antojaron como una especie de revelación divina que me decía con voz profunda y un cierto eco: “Joseeeee, Modern family ha ganado 6 Premios Emmy, entre ellos Mejor comedia, Mejor guión y Mejor actor secundario para Eric Stonestreet, el más gordito de la pareja gay. Habla de ellos hoy, hoy, hoy”. El final “hoy hoy hoy” es el eco.
El reparto completo de "Modern family".
Pues bien: hace unas semanas la cadena FOX hizo un preestreno de los cuatro primeros capítulos de Modern family. El 9 de septiembre comienzan con la serie, y en breve también la emitirá Antena 3 Neox.  Jamás entenderé por qué las generalistas emiten las grandes series en sus canales secundarios de TDT (como en este caso), o a la una de la madrugada (Mad men en Cuatro) o varios años después de su estreno (Los Tudor en TVE). Y mientras me lo explican, pues yo seguiré pagando por ver buena televisión.
A lo que íbamos: Modern family es una comedia de situación de las que hacía mucho tiempo que no veía. Tiene un humor inteligente y en absoluto forzado que me recuerda a mi idolatrado Frasier (aunque de momento no llega ese sublime nivel) o a esas Chicas de oro que se revuelven en sus tumbas (bueno, todas excepto la que queda viva) esperando la versión española de Jose Luis Moreno. ¿Y por qué me recuerda Modern family a estas series? Pues posiblemente porque Christopher Lloyd, uno de sus creadores, guionista y productor ejecutivo fue antes guionista de Las chicas de oro y de Frasier, y productor ejecutivo de esta última (no confundir con el Christopher Lloyd que estaba ingresado en el nido del cuco y que inventó el condensador de Fluzzo). La serie nos cuenta la vida de una familia dividida en tres subfamilias. Una de ellas la forman un matrimonio gay que acaba de adoptar a una niña vietnamita. Otra la componen un caballero de respetable edad (Ed O’Neill, el padre de Matrimonio con hijos) casado con una colombiana mucho más joven que él y que tiene un niño y que es un cañón (es un cañón la colombiana, no el niño, y se llama Sofía Vergara y en ocasiones me pone tontorrona la puchinga). Y la tercera unidad familiar se supone que es la más “convencional”, una pareja heterosexual con tres hijos. Pero la forma que tienen de afrontat la vida, sobre todo el padre (a mi juicio el personaje mejor dibujado de la serie), les retira al instante esa etiqueta de “convencional”.
Mira que salen actores en "Modern family" y justo he tenido que elegir una foto de la web de Sofía Vergara. Qué casualidad...
El capítulo inicial es modélico. Es magistral cómo van presentando a los personajes y cómo al final confluyen todos en una misma familia global. Estoy un poco pesado con Frasier, pero en su primer capítulo pasaba algo parecido. Además, la serie tiene un formato de pseudodocumental que le añade mucha comicidad a la que ya tiene de por sí. Con esto del pseudodocumental quiero decir que entre las situaciones que van viviendo, los personajes hablan con un supuseto entrevistador que no sabemos ni quién es ni qué está haciendo, ni siquiera sabemos si existe. Pero escuchar lo que realmente piensan esos personajes - y no lo que les cuentan a sus familias – en una especie de confesionario de Gran Hermano, es muy cómico.
No sé si ha quedado claro mi consejo del día: que hagáis lo posible por ver Modern family en FOX o en NEOX o en cualquier canal que acabe en OX. En los primeros capítulos hay situaciones desternillantes sobre la relación suegro – yerno; sobre cómo un marido, por modélico que sea, no puede evitar mirar a las mujeres que pasan a su alrededor (al padre de la familia “convencional” le pone la colombiana, que si echamos cuentas sería su suegra o “suegrastra”); sobre lo absurdas que son las reuniones de guardería en EEUU, sobre todo si dos de los papás son gays; sobre lo difícil que es educar a adolescentes; sobre lo que sucede cuando tu hija de 14 años trae a casa a su primer chico… Ah, y también aparece Shelley Long, la mítica Diana Chambers de Cheers, que también es un punto a favor.
Otras series que salieron bien paradas ayer en los Premios Emmy fueron Glee (cuatro premios, la podéis ver en Fox y en Neox), Mad men 3 (mejor drama, CANAL+, aunque también la emitirá Cuatro alguna madrugada que tenga por ahí libre), The big bang (TNT), Breaking bad (Paramount Comedy), The Pacific (CANAL+), The good wife (FOX)  y las miniseries Temple Grandin y You don’t know Jack, de Al Pacino, que también pasarán por CANAL+. Sí, como veis las generalistas ni las han olido.

Bueno, os dejo, que voy a mirar otro  rato la foto de Patricia Vergara.

martes, 24 de agosto de 2010

Lo bueno y lo malo de “The prisoner”

El lunes fui a la frutería a comprar una sandía sin pipas, porque si las frutas no tuvieran pipas ni huesecillos todos comeríamos más y estaríamos más sanos. Y en éstas andaba cuando escuché la siguiente conversación entre una señora de unos 60 años y el frutero, que se llama Bernabé.
- Señora: Qué rabia tengo, Bernabé. El sábado se acabó The prisoner y yo estaba enganchada.
- Bernabé: Ah, pues yo casi me alegro, gorda señora (Bernabé no suele tratar así a los clientes, pero se conoce que no sabía cómo se llama la señora y no nos engañemos, estaba levemente obesa).
Y aquí haría falta una tercera persona en el papel de narrador para introducir datos que Bernabé y la señora, adictos a las series, conocen de sobra, pero que el lector de este blog igual ignora, así que en un asombroso derroche de recursos narrativos, voy a introducir a un personaje ficticio al que llamaremos Tobías Manuel.
- Tobías Manuel: Ustedes dispensen si me inmiscuyo es su cháchara, pero ¿se refieren a The prisoner, la serie que este verano ha emitido CANAL+ y que está basada en un antiguo éxito de la televisión británica de los años 60? ¿A la serie en la que un hombre aparece extrañamente en una ciudad llamada ”La villa” de la que no puede escapar? ¿A la serie de la AMC, creadora de maravillas como Mad men, y que el año pasado aspiró a varios premios Emmy? ¿Se refieren a dicha serie, señora fornida pero encantadora y Bernabé, ave fénix de los fruteros?
(Tal vez me ha salido un poco forzado este personaje, pero es necesario que aporte datos así)
Una imagen de la serie "The prisoner" de los años 60.
-       Bernabé (obviando por completo a Tobías Manuel, porque no olvidéis que es un personaje ficticio y a los personajes ficticios hay que ignorarles y no darles cancha, como hago yo con el hindú que se me aparece a veces y me insulta): Y le diré por qué me alegro de que se acabe, lozana clienta: porque me parece que es una serie que se ha estrenado exclusivamente para aprovechar el filón de Perdidos.
-       Señora: Pero qué dices, si esta serie ya estaba creada en 1967, y entonces no existía Perdidos, si lo de ahora es solamente un remake…
-       Bernabé: Ya lo sé, pero mira que se podían haber hecho remakes de miles de cosas y justo lo hacen de una serie en la que el protagonista aparece en un sitio que no conoce y del que no puede salir, y el espectador tampoco puede ayudarle. Qué casualidad, ¿eh, rechoncha señora? Qué casualidad.
-       Tobías Manuel: Tal vez tenga razón Bernabé. Tras el éxito de Perdidos hay muchas series que han intentado repetir el esquema de un grupo de gente a la que le sucede algo que no entienden ni ellos ni el espectador, y cuyo misterio va creciendo con los capítulos. A bote pronto se me ocurre Flash Forward, que prometía ser un éxito pero que no coló, porque no parecían saber resolver el misterio ni los propios guionistas, y hasta tuvieron que detener la serie para replanteársela…
-       Señora: Pero ¿y Ian McKellen? ¿Qué me dices de la actuación de Ian McKellen? ¿Y de esa gran idea de la ciudad de la que resulta imposible salir?
-       Tobías Manuel: Joder, no me hacen ni puto caso, a ver si voy a ser un personaje ficticio.
-       Bernabé: Ah bueno, es que tú a Ian McKellen lo metes en un episodio de las matrimoniadas y sale airoso. Además, señora rolliza, yo no desprecio las actuaciones ni las tramas, sino el hecho de que la serie no ha sabido ir aumentando la intriga sobre el quiz de la cuestión. Y al final esa sociedad inexpugnable donde aparece el protagonista (que es el Prisoner en cuestión) no es una genialidad, ya no la comparo con la isla de Perdidos, sino que me recuerda demasiado al mundo de 1984 de Orwell, y Ian McKellen no es otro que el Gran Hermano, que incluso les vigila con cámaras…
-       Tobías Manuel: ¿El Gran Hermano de Mercedes Milá? ¿Quién es Orwell? (perdón, creo que he introducido un narrador ficticio con ciertas carencias culturales).
-       Señora: Pues tú dirás lo que quieras, Bernabé, pero a mí la simple presencia de Ian McKellen y James Caviezel me justifican la serie.
-       Bernabé: Porque estará usted en celo, mi querida clienta mofletuda, yo no puedo con James Caviezel, cada vez que aparece me acuerdo del Cristo gore de Mel Gibson y me pone de los nervios.
-       Señora: Qué obtuso te pones a veces, Bernabé. Anda, ponme un kilo de picotas.
Ian McKellen y James Caviezel en "The Prisoner" versión 2010.
La conversación continuó durante un buen rato, pero yo, que ya había sido atendido por el ayudante de Bernabé, me alejé de la frutería. Y me quedé pensando en The prisoner. Al haberse emitido en CANAL+ y en verano, supongo que muchos de vosotros no la habréis visto, pero también supongo que pronto caerá en alguna de las televisiones generalistas. Así que tal vez puede interesaros saber que es cierto que la serie tiene de bueno todo lo que decía la señora. Por ejemplo, es inquietante que en la serie los personajes no tengan nombre, sino un número identificativo. James Caviezel es Número 6. Ian MCKellen (enorme, en efecto) es Número 2, el líder. No es Número 1 para demostrar humildad al resto de la sociedad, un “detalle” que me parece un puntazo de los guionistas, y que por lo visto ya estaba en la serie original de 1967. Todo recuerda a esas sociedades tipo 1984, Brazil de Terry Gilliam o Farenheit 451 de Truffaut. Y sí, tiene un cierto tufillo de aspirar a ocupar parte del hueco de Perdidos, aunque The prisoner lo intenta creando historias individuales para cada capítulo y olvidando la trama que les une, que queda en un segundo plano para volver a la palestra solamente al final de cada episodio. Y tal vez ahí radique el error de la serie: esas tramas semanales, por lo menos a mí, no han conseguido atraparme.
- Tobías Manuel: ¿Y sabías que Iron Maiden le dedicó en 1982 una canción a The Prisoner? Al principio del tema incluso se oía el audio de la serie de los sesenta: “We want information… information… information…”
Déjalo ya, Tobías Manuel. Conmigo no tienes por qué hacer el papel de narrador. Vete al limbo de los personajes ficticios con Don Pimpón y José Luis Moreno.

Qué plasta se pone el tío.

viernes, 20 de agosto de 2010

TVE Internacional empieza a no serlo tanto

Yo sigo con el síndrome de la cuesta de agosto, o como quiera que se llame esta cuesta que pasamos todos cuando volvemos de vacaciones. El otro día os conté mi viaje disimulándolo patéticamente bajo un halo de falsa cinefilia. Hoy quiero compartir con vosotros algo que ya he comentado varias veces durante la vida de este blog: la perplejidad que me produce TVE Internacional cuando estoy fuera de España. Cuando estoy dentro, por motivos laborales y horarios, veo muy pocos programas de TVE. Bueno, por motivos laborales y porque cuando tienes DIGITAL+ o alguna plataforma de cable automáticamente dejas de ver las cadenas públicas y privadas (me refiero a DIGITAL+, Imagenio, u ONO, no a la TDT, esa presunta panacea que ha conseguido lo que parecía imposible: bajar la media de la calidad de las cadenas de televisión). Cuando estoy fuera, la poca tele que veo en los hoteles es siempre TVE Internacional (a partir de ahora, TVEi). Y descubro joyas que me pierdo durante el año.
A ver, también os diré que durante mis vacaciones intenté ver la televisión italiana. Pero es que el panorama es éste: RAI 1 (de Berlusconi), RAI 2  (de Berlusconi), RAI 3 (de Berlusconi), RAI SPORT (2 canales, de Berlusconi), Mediaset (de Berlusconi), Tele 5 (de Berlusconi), La 7 (de Berlusconi)… Debo decir, pese a todo, que la Tele 5 de allí es como la Tele 5 de aquí… pero cuando empezó. En Italia mantienen el logo aquél del 5 y la florecita, y todavía puedes ver programas de actuaciones musicales en una piscina con bailarinas en bikini de fondo (véase Desde Palma con amor, Tele 5 España, 1990) o Veredicto, ese programa de juicios que aquí presentaba Ana Rosa Quintana (véase Tele 5 España, 1994). También podría haber elegido entre Angela Lansbury doblada al italiano (La donna in giallo, se llama allí su serie) o Penélope Cruz (¡doblada al italiano por sí misma!) en Elegy, de Isabel Coixet. Así que qué queréis, me decanté por TVEi.
Para empezar, diré que TVEi ha empezado a parecerse más a la actual TVE. Porque no tiene publicidad. Porque tira de contenidos de producción propia. Porque emite series un poco antiguas, como Guante blanco, que es de hace dos años pero que TVE, la de España, ha recuperado también este verano. Entre eso y entre que sólo emite cine español, TVEi es un sospechoso engendro que mezcla La1, La2 y Cultural.es.
No sé si es algo bueno o malo, pero como dice Joaquín Reyes, esto es así.
"Guante blanco", una serie que TVE estrenó, retiró precipitadamente y luego recuperó. Y que no está mal, por cierto.
Así que ahora mismo paso a detallaros algunas cosas que he visto en TVEi y que me han llamado la atención durante estos días en los que he estado lejos de mi patria, pero dejando dicho en los hoteles que si me ocurre cualquier cosa sólo quiero que me entierren con la bandera de España, o en su defecto que me disequen con la camiseta de Iniesta y me ubiquen en el Museo de Cera de Madrid a ver cuánto tiempo tardan en darse cuenta de la falacia.
Por ejemplo, pude ver esa especie de revival pueblerino con famosos que se llama “Volver con…”. Y descubrí que cuando Chenoa vuelve a Mallorca habla medio en argentino. Y que cuando se encuentra con su profesor de música clásica le deja en evidencia, porque éste le toco al pianito la Sonata nº 11 de Mozart (por el nombre igual no la cuadráis, pero la conocéis todos), y Chenoa soltó que eran las Cuatro estaciones de Vivaldi. Quedó un poco como el ano, el profesor. Otro día el que volvió a su pueblo fue José Sacristán, que lo hacía saliendo desde mi barrio, porque vive al lado, y lo único que me quedó claro es que si algún día se tomaran un café juntos Sacristán y Juan Luis Galiardo juntos, se les enfría el café y la cena del día siguiente. Jesús, lo que raja este hombre.
También vi en España directo que a un tío le llegó una factura de teléfono móvil de 1000 euros, debido a sola una llamada de 1000 euros que supuestamente se hizo a sí mismo cuando tenía el teléfono apagado durante un vuelo transoceánico (demostrable por la hora) y que duró 0 segundos (la llamada, el vuelo duraría más). Así figuraba en la factura. Niños, cuidado con las telefónicas, en serio, te la cuelan en cuanto pueden. Es mi consejo del día.
Que por cierto, ahora en España directo todos los reporteros tienen que ser medio humoristas y hacer tontunas con las señoras y los cocineros. Claro, que también cómo abordas un reportaje sobre un tío que busca malas energías por las casas con un péndulo, y que cuando el péndulo se mueve (supuestamente solito) al tío casi se le disloca la clavícula.
Pero los que hayáis leído alguna vez mis elucubraciones sobre TVEi, sabréis que mi programa favorito es Las mañanas, antes conocido como Saber vivir (yo es que sólo veo este programa de vacaciones). Durante todo el año el programa lo presenta Mariló Montero, pero estos días de estío lo conduce el colaborador macizo, José Ángel Leiras, mucho más fresco y tal. Pues bien: el primer día que sintonizo mi espacio fetiche se produce la magia: en el sumario anuncian que una chica va a explicar cómo se da un masaje con cremas y que se lo van a aplicar a José Ángel sin camisa. Ole. Eso es un reclamo, qué coño, y todas las señoras maduras, que son las únicas que ven el programa (bueno, y yo), tan contentas y cachondas y dando palmas. Debo decir que finalmente José Ángel no se quitó la camisa y que todo era una estrategia falsa para captar espectadoras salidas y tal vez algunos espectadores.
José Ángel Leiras, Luis Gutiérrez con gafas nuevas y un entrevistado que a mí me recuerda un poco a Pepín Blanco.
En esto aparece mi ídolo del verano: el Señor Tomate, el ex-colaborador ocasionalmente humillado por el mítico Manuel Torreiglesias y reconvertido en experto en salud Luis Gutiérrez, que me cae a mí bien este señor. Pues va José Ángel y le llama Señor Cacao porque va a explicar unas cosas del cacao. No, perdona, yo le puse mucho antes que tú el mote y es Señor Tomate, y no porque explicara nada con tomates, sino porque se lo puse yo y listo. No me vengas ahora tú con Señor Cacao ni Señor Cacao. Hombre.
Superado este trauma, entre los dos entrevistan al doctor más nervioso y antitelevisivo que he visto en mi vida, que habla a trompicones de talasoterapia. En éstas estaban cuando la otra, la que le iba a dar el masaje a José Ángel sin camisa, empieza a aplicarle uno (con camisa) apoyando dos pelotitas de golf en su espalda y haciéndolas rodar levemente. Y José Ángel suelta de repente:
- “Doctor, ¿qué se consigue con las pelotas que no se consiga con las manos?”
Os lo juro que dijo eso. Estará en el archivo de TVE. Mi mente, que andaba preparando la mochilita para la excursión del día sin prestar demasiada atención al tema del programa, se adelantó automáticamente a la respuesta:
- “Se consigue follar, José Ángel. Con las manos sólo vas a conseguir hacerte pajillas”.
Pero el doctor fue mucho más discreto que mi mente enferma y respondió no sé qué de las cervicales y tal.
Adoro Las mañanas de TVE.
Y poco más. Como decía, el resto es muy parecido a la TVE normal: La huella del crimen (qué malo es el episodio sobre Anabel Segura, no lo vi en su día), Documentos TVE, El hombre y la tierra
No quería terminar este post post-vacacionero (hace unos años no me habría creído que algún día iba a escribir dos veces seguidas el vocablo “post” con acepciones diferentes) sin un par de consejos para Zapatero y Rajoy. José Luis: cuando vuelvas de vacaciones y les pongas las fotos a tus amigos, sáltate las de tus hijas que luego la liamos. Mariano: en el viaje de vuelta a casa ponte el cinturón de seguridad, o mejor aún, no hagas vídeos absurdos que nadie te ha pedido.

Ya está. Para que luego digan que no es útil, este blog.

martes, 17 de agosto de 2010

Sicilia Paradiso

Martes, 17 Agosto 2010

Los que me conocéis un poco sabéis que lo que más me gusta en este mundo es viajar, conocer otros pueblos, otras culturas, tratar con sus habitantes, mezclarme con sus gentes, sus costumbres, empaparme de sus tradiciones.
Y los que me conocéis de verdad sabéis que esto es mentira.
Pero vamos, que de vez en cuando me escapo por ahí a hacer un viajecito cuando me dan unas vacaciones y todo eso.
Lo que sí que habréis notado, tanto los que me conocéis bien como los que no, es que desde que empecé con este blog he vivido sumido en una confusión que me impide dirimir si mi tarea es hablar de cine y televisión o redactar un diario íntimo. Así que ahora mismo, tras unas semanas de asueto, me veo en una encrucijada horrorosa: mi cuerpo me pide contaros mis vacaciones y colgar mis fotos en bañador tipo Meyba, pero mi mente me empuja a retomar el blog hablando de cine, que es lo suyo. Y ahora que lo pienso, no sé si es mi mente la que quiere colgar las fotos y mi cuerpo hablar de cine. Bueno, no importa.
El caso es que al final he decidido tirar por la calle de en medio, que es Fuencarral, y recomendaros tres películas (ya clásicas) para desempolvar y ver en DVD durante lo que queda de veranito. El truco está en que de todas ellas me he acordado durante estas vacaciones porque he visitado los lugares en los que se rodaron.
Para empezar: ¿dónde he estado de vacaciones?
Pista: en Sicilia.
Mierda, qué malo soy dando pistas.
Película 1: Cinema Paradiso. Giuseppe Tornatore, 1988.
Seguro que la habéis visto, pero merece la pena repasar esta preciosidad que ha envejecido mucho mejor de lo que yo me esperaba, y que además es uno de los cantos de amor al cine más grandes que he visto en mi vida. Hay por ahí otro canto de amor al cine de Nacho Cano, pero no es lo mismo porque dice cosas como “las primeras escenas de aproximación / consiguen que te metas en la situación / y poco a poco se va desarrollando la acción (chimpón)”. La historia intuyo que la conocéis: un señor con canas que se llama Totó y que se supone que es director de cine (la película no lo cuenta) regresa a su pueblo de Sicilia cuando se entera de que ha muerto Alfredo. ¿Y quién es Alfredo? Pues Alfredo es Philippe Noiret. No hombre, que quién es Alfredo en la historia. Ah, pues es el proyeccionista del Cinema Paradiso, y el hombre que enseñó a Totó a manejar el proyector cuando era un niño, uno de esos niños (Salvatore Cascio, se llamaba) con una cara y una manera de actuar que te enamoran en la pantalla, fuera de la pantalla no os puede enamorar, que es delito, que os conozco y luego sois capaces de colgar en Internet fotos del niño en la bañera, que sois unos pederastas y unos hijos de perra (me comunican que me he crecido y que me he equivocado de personas, ustedes perdonen).
Junto a esas casitas que observo con distraída actitud (y estudiadísima pose, añado), Alfredo les proyectaba cine a los pescadores de Cefalù en verano.
Pues bien, como os decía, Cinema Paradiso es una declaración de amor al cine, a Jean Renoir, a Luchino Visconti, al Dr. Jeckyll y Mr. Hyde de Spencer Tracy, a Casablanca, a John Wayne, al otro Totó (el cómico que en Italia es un ídolo y en España nunca comprendimos del todo)… Y contiene un homenaje, supongo que intencionado, a la escena más bonita de Los 400 golpes, de Truffaut, ésa en la que unos niños más reales que la leche en bote ven entusiasmados una función de guiñol. Si alguna vez me preguntan cuál es mi secuencia favorita de la historia del cine, diría que es ésa.
Pedrito, un lector entregado: “¿Cuál es tu secuencia favorita de la historia del cine, audaz bloguista?”
Yo, con gesto superinteresante: “La de los niños viendo una función de guiñol en los 400 golpes, de Truffaut”.
¿Lo veis?
Antes de viajar a Sicilia, repasé Cinema Paradiso con mis dos esposas, Teresa y Susana. No las veía llorar así desde que se enteraron de que Ricky Martin era julandrón. Pero es que hay que tenerlos muy bien puestos para no llorar con Cinema Paradiso. Yo mismo, que los tengo puestos normal, resistí sin llorar casi hasta el final. Pero esa escena en la que el Totó mayor ve un montaje que le ha guardado Alfredo compuesto por los besos de celuloide que el cura y censor del pueblo les mandó cortar de las películas que proyectaban… ay, ese final… el que aguante ese final sin llorar es que no tiene alma. O simplemente que no le emociona la escena, que también puede ser, oye.
Uno de los pueblos en los que se rodó Cinema Paradiso se llama Cefalù. Doy fe de que Totó no ha vuelto por allí.
Película 2: Stromboli (Tierra de Dios). Roberto Rossellini, 1950.
Cuando ves películas como Stromboli comprendes que Rossellini era un genio del cine y que, pese a ello, lo más genial que hizo en su vida fue conquistar a Ingrid Bergman.
Stromboli es una película durísima. Una película en la que un matrimonio que no se quiere y que forman Ingrid Bergman y Alvaro Vitale tienen en la isla de Stromboli la única oportunidad de huír de un campo de refugiados. La cara de Ingrid Bergman la primera vez que ve la isla y el volcán que van a ser su nueva casa es toda una lección de interpretación. Que digo lección, es un curso entero. Ingrid cuenta con un solo gesto, sin un ápice de maquillaje o disfraz, muchas más cosas que la mayor parte de las interpretaciones completas que vemos hoy en día por ahí. Y no se equivoca con esa cara de duda, de miedo, de desesperanza: en Stromboli se van a encontrar con una sociedad áspera, machista, casi primitiva, que les rechazas desde un primer momento y que vive por y para el volcán, que les domina y condiciona. El volcán es el dios de esa tierra que reza el título.
Una foto de Stromboli y del Stromboli. Lo que hay por encima de él no es una nube, es el humo de su lava. Según un amigo mío, la lava es la espumisilla del mama, pero no hagáis mucho caso de esta absurda definición.
También os podría haber hablado de Pinocho, porque el titiritero cabrón que lo metía en una jaula se llamaba Señor Stromboli. Pero la referencia a Rossellini me ha parecido como más guay y más cinéfila, ¿no?
Stromboli es una isla preciosa. Ver desde el barco (al anochecer) cómo del interior del volcán salen unos pedrolos de fuego así de grandes acojona bastante. Bueno, es mentira, no acojona nada porque estás en un barco bien lejos. Lo que debe de acojonar es verlo en erupción (¿eruptando?) allí debajo.
Película 3: El Padrino 3, Francis Ford Coppola, 1990.
El País Semanal publicó hace unas semanas una lista de las cien mejores películas de la historia del cine según cien cineastas españoles. La primera era, de calle, El Padrino. Dicho esto, la primera y la segunda parte podrían competir en calidad. La tercera parece ser, unánimemente, la más floja. Aún así, tiene momentos absolutamente brillantes, de cuando Al Pacino todavía no tenía vicios y Andy García parecía que iba a marcar una época. Pero lo mejor de la tercera parte es el final, en las escaleras del Teatro Massimo de Palermo, tras asistir a una representación de la ópera Cavalleria Rusticana de Mascagni, cuando Michael Corleone salva su vida de milagro pero una de las balas que iban destinadas a él matan a su hija Mary, que no es otra que Sofia Coppola (hay quien opina que Sofia Coppola merecía este final por su interpretación, y hay quien lamenta que ese final no fuera real, porque nos habría ahorrado que películas como Maria Antonieta vieran la luz). La genialidad de esa escena está en el grito desgarrado de Al Pacino que no escuchamos, porque el tiroteo y el dolor están sustituidos por las notas de Pietro Mascagni. Coppola en estado puro.
El Teatro Massimo de Palermo decepciona un poco, porque no puedes pisar las escaleras y hacerte una foto en ellas haciendo el tonto porque están siendo utilizadas por las parejas de Palermo que se casan para hacerse fotos haciendo el tonto. Qué envidia.
Las escaleras del Teatro Massimo de Palermo. ¿Por qué los novios pueden hacerse fotos haciendo gansadas y yo no? Porca miseria.
Sicilia me ha hecho muchísimos más guiños cinéfilos, ha sido una cosa mala. Por ejemplo, en La Piazzeta, un restaurante de Lipari, podéis cenar en la misma mesa que otrora reservara Audrey Hepburn. En la ciudad de Messina podéis tomaros una Messina (una marca de cerveza) en un clarísimo homenaje a Giulietta Messina, la musa y mujer de Fellini, o en su defecto una Moretti (otra marca de cerveza) en honor a Nani. El personaje de Marcello Mastroiani en Divorcio a la italiana (me sopla Bea) se llama Ferdinando Cefalù… ¿No os parecen unos guiños evidentes, puestos ahí por el destino para que mi cinefilia disfrute? Ah, ¿no? Bueno, yo qué sé, yo es que tenía que sacar un post adelante, y no sé, he añadido estos últimos guiños, disculpadme.
He escrito este post escuchando de fondo la banda sonora de Cinema Paradiso, de Enio Morricone. Paradójicamente, la música es preciosa, no sé cómo ha podido salir esta entrada. También es cierto que una pequeña parte la he escrito viendo un partido del Bayern de Munich, perplejo porque en ese equipo juega un tío que se llama Sosa, otro que se llama Contento y un tercero que a mí me sonaba a Masturber, aunque luego lo he buscado en Google y resulta que se escribe Bastuber.

Yo no sé por qué os cuento estas cosas.