jueves, 31 de marzo de 2011

Festival de Málaga: resto de días

Me dispongo a contaros algunas anécdotas inconexas de mis días en el Festival de Málaga. Debo reconocer que ya estoy en Madrid, así que no os quiero engañar: lo que estáis leyendo es en diferido. Y las anécdotas no es que sean inconexas, sino que yo soy inconexo y todo lo que cuente también lo es. Por ejemplo, si cuento dinero, también es inconexo. Lo que quiero decir es que no busquéis un orden cronológico en este post, porque no lo hay. Creo.
- Bajo solito en ascensor desde la azotea del Hotel AC Málaga Palacio. Se abren las puertas en el octavo piso y entra Blanca Suárez. Me sonríe, me da dos besos y charlamos unos larguísmos 15 segundos de nuestras cosas. El año pasado se abrieron las puertas y entró Carlos Pumares y me soltó un bufido. Amigos, no hay color. Este año Dios existe, y el pasado igual también, pero estaría en otra cosa.
- Los del GMT cambian la hora: me dicen que son el Greenwich Meridian Time, pero que yo creo que son los Gilipollas que Miden el Tiempo. Yo adelanto una hora el móvil. el móvil adelanta otra por su cuenta. Yo no sabía que el podía hacerlo y por lo que veo el tampoco pensaba que yo sería capaz.
- Me levanto dos horas antes. No contento con ello, arrastro a mi chica al desayuno en el que, por las horas que son, sólo hay un camarero que canta muy alto. Qué molesto.
- Me meto en Twitter y compruebo que Daniel Sánchez Arévalo acaba de colgar una foto de copas con David Broncano y Julián López. Vaya, con los dos últios he quedado dentro de un rato para trabajar. Me parecen dos desconsiderados, no porque salgan de copas, sino por no avisarme.
Julián López. Que dice que quiere venirse a nuestro programa así, sin motivo. Pues vente, hombre.
- Julián López acude a nuestra cita fresco como una lechuga (fresca). Qué tío. Le entrevisto junto con Mariano Peña y Oriol Capel, director de No lo llames amor, llámalo X, película que va fuera de concurso y que no fue de mi agrado: fue de mi desagrado. Charlamos de más cosas: de la locura del público de Málaga, de si Julián López debería o no tener Twitter, de la paz mundial…
- Comemos en La Cuchara. Despuiés de dos platos, el dueño nos obsequia con un ligero guiso de arroz, sangre, tocino y chorizo. Como dijo Jaime. camarógrafo en ciernes, “yo prefiero tarta”.
- Para el programa de tele en el que trabajo, mantenemos una charla con Daniel Sánchez Arévalo, miembro del Jurado, de lo que hace y no hace un Jurado. Básicamente: ver películas, alternar y hacerme trasnochar a David Broncano y Julián López. Como es Académico, vota el 10 de abril entre Bigas Luna y González Macho. No sé si el voto es secreto o no, pero a él se la peló: votará a Enrique González Macho. Graicas, Dani, hijo, qué bien nos tratas siempre. 
Daniel Sánchez Arévalo con Cristina Teva y David Broncano, diciéndoles cosas.
- Comemos más. Es que en Málaga se come mucho. Pero comer con las anécdotas de David Broncano es como cenar en casa viendo en la tele Saturday night live. Qué grande.
- Hablamos con Fernando Tejero y Malena Alterio de Cinco metros cuadrados, película que participa en la sección oficial (la mejor que he visto hasta hoy). Malena está estupenda, y Fernando está enorme. Y humilde, como siempre. También hablo con Max Lemcke, el director, de Berlanguismo, corrupción, malaguismo y especulación. Un tipo interesante, Max.
- El festival organiza con la FNAC un concierto del grupo Cosmonauta. Magnífico. Saludamos a sus componentes y acabamos cenando con ellos y de copas en el Tolouse. Una vez allí, entrarn Santiago Segura y Mario Casas, y observo que entre ambos hay un par de diferencias físicas más que considerables. También me encuentro con Álvaro Vega, de Vértigo, que ha presentado un corto del que es productor. Tiene buena pinta. Qué glamouroso es todo.
- Títulos de crédito. estos días en Málaga han estado muy bien, pero sin Edu, Antonio, Jaime, Mario, Carlos, Andrés, Cristina (que firma estas dos fotos), Víctor, David Broncano y Cristina Teva (qué placer trabajar con ellos) sólo habrían estado bien. Y sin mi chica, a lo mejor es que ni habrian estado. ¿O es que a estas alturas todavía alguien piensa que he ido a trabajar?