domingo, 6 de marzo de 2011

Bienvenidos al sur, al norte o a donde se les ocurra

Tengo un problema con los remakes. Para empezar no lo pronuncio bien, mirad: reméis. Y luego me suele pasar que me pongo en plan viejuno drástico y pronuncio aseveraciones totalitarias tipo: “pues siempre es mejor la original”, recordándome a ese otro falso tópico que dice “el libro es siempre mejor que la película”. Hasta que vi Ocean’s eleven, y me di cuenta de que un rimaik puede ser mejor que la película en la que se basa: La cuadrilla de los once, que aunque sale el rat pack es lo que en el mundo del cine los eruditos calificamos como un truñete. Ese día cambió mi vida, me convertí en alguien más abierto de mente, observé los remeiks con ojos más objetivos y me cambié de champú.
Aún así, todavía me revuelvo en mi tumba (ya sé que no puedo hacer esto, pero me gusta la frase) cuando recuerdo la versión de los Coen de El quinteto de la muerte (Ladykillers, ¿por qué los Coen hacen remakes, con lo buenos que son cuando son originales?), o cuando me pregunto a quién se le ocurrió que Psicosis y Crimen perfecto necesitaban una nueva versión en los años 90 para hacer más digestible al autor más digestible que nunca ha existido: Alfred Hitchcock.
Remix. Remeix. Nada, que no me sale.
Una comida con la gente del norte.
Viene todo esto, pequeños angelotes, al estreno este fin de semana de Bienvenidos al sur, el remake en italiano de la francesa Bienvenidos al norte. La película trata de un funcionario de correos que es destinado a la otra punta del país (el norte de Francia y el sur de Italia), un lugar sobre cuyos habitantes hay miles de prejuicios, y al que llega absolutamente intimidado por las leyendas,. Y en efecto, ese lugar es diferente, la gente no habla igual, se comporta de una manera mucho menos urbana, etc, etc… pero acaba siendo un lugar maravilloso. Esta sinopsis es la misma para ambas películas.
Bienvenidos al norte es fantástica. Si no la habéis visto, intentad conseguirla en DVD o que os la baje Álex de la Iglesia. Es una de esas películas que se ven con una sonrisa continua y varias carcajadas ocasionales. Y Bienvenidos al sur también lo es. Porque es igual, sólo que se lleva los gentilicios a Italia. Si has visto la una, cuesta ir al cine a ver la otra. Si eres español, claro.
Porque tiene escenas absolutamente iguales: la del truco del funcionario en silla de ruedas, el paseo por la playa que el protagonista se da con el compañero de trabajo que le va a servir de apoyo en el nuevo pueblo (y que en la francesa interpreta el propio director Dany Boon), la llegada en coche, desternillante en la francesa, la comida con los compañeros, brillante en la italiana…
Una comida con la gente del sur.
Ahora, la comparación puede resultar interesante y te hace entender que se haga el remake. Quiero decir: Michael Haneke hizo Funny games en en alemán en 1997. Diez años más tarde la volvió a rodar plano por plano pero con actores americanos, porque sabía que allí, si no, no la ven ni locos. Rec también sufrió esta incultura antiglobal viendo como hacían Quarantine (recuerdo que Manuela Velasco me contaba que era impactante ver a otra tía haciendo las mismas escenas, diciendo las mismas frases, rodando en los mismos encuadres). Bienvenidos al sur no es sólo eso. Las secuencias, el guión, las situaciones son casi idénticas, pero aporta una cosa: las diferencias entre el norte y el sur de Italia son más evidentes y seguramente más conocidas que en Francia. Un italiano de Milán en Nápoles provoca a priori más coña que un francés del sur en el norte (de hecho, ese norte en la película es ficticio). La italiana juega más con la política, con la picaresca del sur, con la mafia, la delincuencia, con los aspavientos, etc. Entiendo que los italianos la hayan convertido en líder de taquilla. Igual que los franceses, que aman a su cine como nadie en el mundo, también lo hicieron.
Pero… podría hacerse esta película en España? ¿Estamos preparados para que alguien viaje y se ría de Cataluña, el País Vasco, Andalucía, Madrid? ¿Cuánta asociaciones políticas, nacionalistas, centralistas, culturales, pondrían el grito en el cielo si un madrileño se bromea con la tacañería de un catalán? ¿Si un andaluz se mofa de la inseguridad en Donosti? ¿Si un asturiano se mete con la chulería y el centralismo de un madrileño? ¿Si un extremeño se cachondea de la imprecisión de un gallego o de la calma chicha de un canario? ¿O si un cántabro alucina con la vagancia de un andaluz? He soltado todos los tópicos que se me han ocurrido. ¿Se imaginan? ¿Por qué me da a mí que en España no podríamos comprar una franquicia de “Bienvenidos…”?
P.D.1 Esta semana moría Jane Russell, actriz exuberante de los años 50 y 60, la morena de Los caballeros las prefieren rubias, la mujer para cuya talla 96 de pecho el mismísimo Howard Hughes diseño un sujetador, el mito al que Bob Hope definió así. “Tener cultura es saber describir a Jane Russell sin mover las manos”.

P.D.2. En este país seguimos marcha atrás: la Fiscalía de Barcelona ha denunciado a Ángel Sala, director del Festival de Sitges y personaje admirado por todos los que nos dedicamos de alguna manera a esto del cine, por exhibir la película A serbian film. Desde aquí todo el apoyo, solidaridad y disposición a la lucha contra esta vuelta a la censura mogijata, de la que ahora es víctima un tío con la libertad espiritual y ganas de difundir la cultura llamado Ángel Sala.