martes, 22 de marzo de 2011

Come fly with me

Yo creía que Matt Lucas y David Walliams no iban a volver a acercarse a la genialidad de Little Britain. Y no lo creía por dos motivos: porque las dos versiones siguientes del programa no lo hicieron (LB en USA y LB en el extranjero) y porque para que yo crea una cosa tengo que pensar un rato, y cada vez me cuesta más hacer eso.
Pero hará cosa de un mes, CANAL+ estrenaba la nueva serie de la BBC creada por estos dos geniecillos del humor inteligente con toques de grosería fina: Come fly with me.  Aparte de que la cancioncilla que usaron en los teasers se me mete de vez en cuando en la cabeza con la voz de Frank Sinatra, la serie tiene una serie de ingredientes que la hacen imprescindible y loable.
La troupe (o troupulación) de "Come fly with me".
  1. La creación de personajes. La estructura vuelve a ser la de Little Britain: gags independientes protagonizados siempre por los mismos personajes, pero esta vez todos conviven en un aeropuerto. ¿Suena claustrofóbico? Probad a comprobarlo.
  2. La caracterización. David Walliams es muy grande y da el pego lo mismo como facturadora que como dueño árabe de la línea área. Pero Matt Lucas está enorme, y le sigue costando igual de poco representar a un chaval de 18 años que a un paparazzi al borde de la jubilación.
  3. El compromiso de criticarlo ABSOLUTAMENTE TODO: la homosexualidad y la homofobia, el racismo y el mínimo compromiso de algunos inmigrantes, la desgana de los empleados y la desvergüenza de los jefes…
  4. El aprendiz aspirante a piloto que de momento trabaja en la hamburguesería (Matt Lucas), y que en cada pedido mira a su supervisor para que le diga lo que tiene que hacer. Sólo por ver los gags de ese personaje merece la pena engancharse a Come fly with me.
  5. El agente encargado de controlar la entrada de inmigrantes (David Walliams), un tipo capaz de espetarle a una mujer negra que se ha inventado el nombre de su país (Liberia) o de hacerle a un caballero sentarse  hasta que le crezca el bigote porque no le reconoce en la foto de su pasaporte.
  6. Las chicas que trabajan en facturación y que tiene un pique por ver quién sustituye a su jefa durante la baja por maternidad. Son un par de hijas de puta que sonríen a los clientes de la llínea aérea mientras los desprecian.
Las responsables de facturación.
Hay otros personajes, como el impresentable magnate árabe dueño de la aerolínea, los paparazzis que prácticamente viven en el aeropuerto y que son expertos en perder las exclusivas cuando las tienen en las narices, el relaciones públicas experto en ahuyentar a la clientela… Pero lo más divertido de Come fly with me (como lo era en Little Britain) es que no se inventa una reliada, sino que caricaturiza la que hay. Los encargados del equipaje lanzan las maletas a la cinta con el mismo mimo que los basureros lanzan las bolsas al camión. Bueno, así es en la vida real, y así tenemos todos nuestras maletas de destrozadas.
Porque la realidad supera la ficción… y sobre todo desde que hay líneas de bajo coste. A mí en los últimos años me ha sucedido:

  • Tener que preguntar si “hay un médico en el avión” (¡qué momento!). En el avión sólo había una unidad del medicamento que necesitaba mi chica. El médico que había a bordo lo abrió mal y el medicamento cayó al suelo. Para compensarlo, el piloto nos dijo que si queríamos aterrizar de emergencia en Roma o visitar su cabina. No quisimos hacer ninguna de las dos cosas.
  • Escuchar perplejo como por megafonía anuncian: “y ahora, si quieren, pueden comprar nuestro famoso calendario de nuestras azafatas en bikini” (os juro que esto es cierto, fue en un vuelo Madrid – Girona, 17 noviembre 2010).
  • Ver como un señor mayor y negro parecido a Morgan Freeman le vacilaba a una azafata (vestida) diciéndole en inglés que no sabe apagar el móvil. Cuando ella estaba ya deseèrada porque despegábamos, él le dijo en español: “que sí que sé, que es una broma”.
  • Ser el primero de la cola pero quedarte el último porque antes que tú llaman a los que tienen speedy boarding, a los niños, a los mayores, a los cojos, a los grupos, a los menonitas, a los de la tarjeta Flynosequé, a los de Burgos y a un enano.
  • Comprobar varias veces los piques entre líneas aéreas y aeropuertos, a través de las pullas que lanza el piloto por megafonía cuando aterriza y no está lista la escalerilla.

Son cosas que si viera en Come fly with me, pensaría: “cómo se pasan”.