sábado, 19 de marzo de 2011

La mitad de Óscar y el cine de silencios

Julio Iglesias decía en una canción dedicada a Chabeli: “Eras niña de largos silencios, y ya me querías bien”. Pues bien, después de esta puta mierda de cita, esta entrada sólo puede ir hacia arriba. Ánimo.
Porque vamos a hablar de cine de grandes silencios. No hablo del de Chaplin, Fatty o Buster Keaton, eso es cine mudo, no de silencios. El cine de silencios es un cine pausado, calmo, lento, que no teme a planos secuencia de 5 minutos, que no se asusta de enseñar que un protagonista está pensando. Es un cine agradecible, de autor, arriesgado, no pensado para el gran público. Es el cine por el que ha optado esta semana Manuel Martín Cuenca en La mitad de Óscar. Y hoy he elegido 5 películas recientes “de silencios”, género que, a estas alturas del post, os confieso que no existe. Me lo acabo de inventar.

"La mitad de Óscar": el perfil de Verónica Echegui y el de Rodrigo Sáenz de Heredia.
1. La mitad de Óscar (2011). Primera película española que después del “Torrentazo”, y no puede estar más en las antípodas. Martín Cuenca se aleja de La flaqueza del bolchevique y Malas temporadas, que sin llegar a serlo, eran mucho más convencionales. Se habla de que se ha acercado al cine de Rosales, el más conocido autor de este tipo de cine, pero creo que Rosales maneja mejor estos ritmos. La película permite a Verónica Echegui salirse más todavía del cliché de la Juani, permite que veamos a un Antonio de la Torre enorme en sus cinco minutos a través de un retrovisor, y nos presenta a un prometedor Rodrigo Sáenz de Heredia. La historia es dura. Bien contada. Comienza con un plano fijo de un tío que viene en bicicleta desde lejos, y hasta que llega, pues no llega. Declaración de principios loable, historia que te alcanza y te hace pensar, pero reconozco que miré más de una vez el reloj. Coincidí en mis sensaciones con la productora Cristina Iglesias.
2. Luz silenciosa (2007), de Carlos Reygadas. Con Jaime Rosales, es seguramente el mejor exponente de este cine. He elegido esta película de su filmografía porque lleva la palabra “silencio” en su título y porque empieza con un plano secuencia de las estrellas girando hasta que amanece. Oye, y tu ponte a mirar las estrellas hasta que amanezca, que pasa un buen rato. Cuenta la vida, ya lenta de por sí, de una comunidad menonita, donde uno de sus miembros, con siete hijos, tiene una relación bastante adúltera. También aparece al concepto de milagro, por ahí en medio. Y me gustó, pero me resultó pretenciosa. La vi con el director Manuel Fernández, que la adoró, y me encontré con mi crítico favorito, Javier Ocaña, que me dijo una frase que se me quedó grabada: “está bien pero es un poco cargante”.
3. Uzak (Lejano) (2002), del turco Nuri Bilge Ceylan. He mirado en Imdb a ver si lo había escrito bien y sí, pero no tiene mérito porque le entrevisté una vez en Granada. Y tampoco tiene mérito el ritmo de su cine, porque qué señor tan lento y soso. Uzak también empieza con un plano secuencia de 5 minutos de un tío andando desde lejos hasta que llega. Pero la historia de dos primos hermanos que se reencuentran pero que están más lejos el uno del otro que José Luis Garci de Santiago Segura, me enganchó. Esta la vi solo. Qué raro, con la de fans que tengo.
Uzak. ¿Y que sigo pensando por qué la vi solo? ¿Dónde estaban ese día Rafa Nadal y Juan Erasmo Mochi? Qué raro...
4. Las horas del día (2003) y Tiro en la cabeza (2008). He juntado estas dos películas de Jaime Rosales porque el blog lo escribo yo, supongo. Las horas del día me sorprendió esa “chulería” maravillosa de Jaime de dejar la cámara quieta y si los actores se salen de ella pues peor para los actores, esas pausas, ese transcurrir de las horas… y ese giro bestial de la película (no lo cuento por si no la habéis visto)… Me gustó pero no me entusiasmó: con la que Jaime Rosales me conquistó definitivamente fue con La soledad. Creo que con el tiempo he mejorado su recuerdo, pero Teresa, mi chica y no os imagináis qué crítica de cine tan dura, fue menos entusiasta. Tiro en la cabeza la vi en su tensísimo estreno en San Sebastián. Entiendo el experimento pero me pareció una sobrada, a pesar del espectacular y sobrecogedor final (el susodicho “tiro en la cabeza”). Cristina Teva, la mejor presentadora de cine de Eurasia y Gondwana, coincidió conmigo en que esa horita y pico con audio de la calle viendo a los etarras en sus locales desde fuera… pues que como que no.
5. Whisky (2004). De Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll. La muerte de Rebella en 2006 fue uno de los disgustos más grandes que nos ha dado la vida a los cinéfilos, por negarnos lo que esta pareja podría haber hecho. Whisky es lenta y silenciosa porque si no no vale, esa relación (inventada) entre jefe y empleada tiene que ser así, esa rutina diaria de abrir la tienda tiene que ser así, esos sentimientos que afloran y se reprimen tienen que ser así. Whisky es una maravilla. También la vi con mi chica, pero cuando pienso en Whisky me acuerdo de Tony Partearroyo, la persona que más sabe de cine que he conocido.

¿Qué faltan Dreyer, Apitchapong, Mariano Ozores…? Lo sé, pero esto es un post que habla de 5 películas silenciosas, no un tratado sobre estilos cinematográficos. Yo es que para hacer tratados no valgo. Para escribir posts tampoco, pero es más fácil. ¿Qué por qué he citado a la gente con la que vi cada película? Pues para que veais que este cine despierta sensaciones diferentes. Y para que les haga ilusión ver su nombre y me sigan en Twitter. Y ahora, como homenaje al cine de silencios y por respeto a vosotros, me callo.