lunes, 29 de junio de 2009

El aventurero total

A ver, os pongo en situación. Hará cosa de dos meses vinieron a casa unos amigos a tocar rock’n’roll, ingerir sustancias tóxicas y beberse unas cervezas, concretamente 21 por cabeza. Esto que acabo de decir y que suena a coña, es totalmente cierto. Mi chica huyó para no asistir a tamaño espectáculo. El caso es que a la mañana siguiente, sábado era, me desperté con una resaca del nueve. Sólo pude sentarme en el sofá y encender la tele. Puse Cuatro. Y me encontré con el programa de un tipo caminando por la selva en condiciones precarias, comiendo lo que se le ocurre y acompañado por un cámara que va en las mismas condiciones que él pero cargando con un bicharraco en el hombro que lo graba todo. Hipnotizado por este aventurero total, me quedo viéndole cerca de una hora. Qué cosa más entretenida. Luego he probado a verlo sin resaca y el asunto también funciona.
Llego el lunes al trabajo y comento mi descubrimiento con Eva Díaz de Cuatro, con la que como veis mantengo elevadas conversaciones en los cafés matutinos (Eva es una pedazo de profesional de la televisión y de las tendencias que está desaprovechadísima, aunque en la web de Cuatro seguro que piensan que no hay nadie a quien puedan aprovechar mejor). Y Eva me desvela, para mi regocijo, que es ella la que está haciendo el site de este programa que nos tiene a los dos anonadados, y que en realidad se llama El último superviviente. El individuo es Bear Grylls y sus aventuras se emiten los sábados y domingos de 12:20 a 14:20.
¿Es UmaThurman en "Kill Bill"? ¿Tom Cruise en "El último samurai"? NO. Es Bear Grylls, el último superviviente.
Pero para que entendáis de lo que hablo, voy a ponerme a ver un programa al azar de El último superviviente y os lo voy contando. Esperad, que aún no son las 12:20.

12.17. Todavía no.
12:18. Tengo un poco de gusa, me voy a por un trozo de queso.
12:21. Mierda, ya ha empezado. Un helicóptero lleva a Bear Grylls a un sitio lleno de hielo y le suelta en paracaídas con sus dos cámaras (así empieza el programa todas las semanas, qué hijos de puta los del helicóptero). Insisto: para mí los verdaderos héroes son los cámaras, pero no vamos a romperle la magia.
12:26. Debe de estar en Siberia, aunque también podría ser el microclima de los pingüinos de Faunia, pero me parece demasiado grande y no veo pingüinos.
12:34. Dice que tiene que recorrer 200 kilómetros para coger el transiberiano y que si no se muere. O sea que sí que está en Siberia, y decíais vosotros que no.
12:41. Para demostrarnos el frío que hace, decide coger un objeto que esté húmedo para que se congele y se le pegue a la mano. Por ejemplo, un cuchillo. Con lo fácil que hubiera sido pegarse un termómetro y mirar la temperatura. Una vez unido para siempre al cuchillo, dice que la única manera de quitárselo sin sangrar es orinar sobre él, y va y lo hace. A un amigo suyo, cuenta, se le pegó un tornillo en los labios y se lo tuvo que arrancar a lo bestia y sangró mucho porque no podía mearse en la boca. Pues yo lo hubiera intentado, agachándome y apretándome fuerte el pito para llegar lejos, yo qué sé, puestos a hacer el cerdo… Pero si voy a Siberia lo que haré será no pegarme cuchillos.
12:48. De repente, sin previo aviso, se come un trozo de oso muerto que se encuentra por ahí. La dieta del aventurero total es lo mejor del programa. Eva me cuenta que sus hits son un ojo de cordero y un testículo de cabra. Que digo yo que sería de cabrón. Luego le quita la piel al oso y se hace una cazadora majísima. Y con los restos va y se fabrica un trineo. Qué apañado es el último superviviente éste…
12:54. Empieza a estresarme, porque cada cosa que hace te dice que si no la haces tú, te mueres. Yo ni jarto de vino me meo en las manos, me como un oso y me fabrico un abrigo, así que en 12 minutos me habría muerto ya tres veces, el superviviente me habría comido (le daría para un par de pinchos morunos) y se habría hecho un pareo con mi piel.
13.03. Ay, me he despistado, pero creo que se ha comido un mosquito. Bear Grylls, ¿era necesario? Yo creo que esto ya es vicio, si un mosquito no debe de llenar nada.
13:08. De repente decide cruzar un lago helado y se queda en gallumbos. Hace un agujero en el hielo y se mete en el agua sin ropa. Me parece como lo de los mosquitos innecesario, pero acojona. Eso sí, no deja de aconsejarte que tú no lo hagas, como Flippy a los niños que ven El hormiguero: “eh, no hagáis esto en casa, ya lo hace todo Pablo Motos”.
Bear Grylls metido en una gruta helada. Imaginaos al pobre cámara, que debe de ser el penúltimo superviviente.
13:16. No sé cómo ha llegado a un bosque de Siberia, porque me he puesto a cambiar una bombilla. ¿Veis? Esto hay que verlo con resaca, para tener actividad cero.

13:23 Ahora empieza a hablar de unas ardillas asesinas que un día se comieron a un perro, como el conejo de
Monty Python. Así que, por supuesto, decide cazar una para comérsela. Coño, ¿no te podías comer otro mosquito para matar el hambre? La caza, la pela y se la come. Dice que está deliciosa y que quiere más. Esta misma noche me voy a un restaurante y pido un solomillo de ardilla a la pimienta. Sigue con hambre y se come el cerebro crudo y dice que es como paté congelado. Así que pediré el solomillo y luego un micuit de foie (ver el vídeo de lo de la ardilla frita).
13:30. Al final el muy gilipollas casi pierde el tren y lo coge de un salto. Los cámaras perecerán en la nieve, supongo, porque graban esta escena desde fuera.
13:36. Se baja en la siguiente parada y dice que “si se le sale un moco de la nariz se quedará congelado al instante”. Me muero de asco de pensarlo. De pensar en el suyo, en uno de otra persona o mío me da más igual, pero es que él seguro que se lo come.
13:45. De repente, un tumano (ya sabéis, los tumanos, no me hagáis explicaros ahora quiénes son los tumanos) le invita a “una morcilla con intestinos hervidos de oveja y sangre”. ¡Por fin, algo que prueba y que dice que no le gusta! Pero se lo acaba, el tío. Ya nos avisó al principio: “en el siguiente capítulo comeré cosas que os harían vomitar”.
Bear Grylls degustando una espuma de saltamontes y una araña camello deconstruida.
13:50. Dice que con el frío entran más ganas de orinar. Oh, Dios, ya veréis, va a orinar un chorro congelado y se lo va a beber como si fuera un Burmar Flash. Eso si no se orina en la lengua por si se le ha pegado alguna cosa más.

13:58. Sin previo aviso, se desnuda por completo y se baña. Le pixelan la cola, supongo que porque con el frío que hace se le habrá quedado chica. O igual se la pixelan para que no la vea y se la coma, el omnívoro éste.
14:03. Como no se ha visto la cola y tiene más hambre, se encuentra un yak y le saca un ojo (“yak” de animal, no yak de nicholson). Y se lo come. Es asqueroso, le sale líquido de la boca cuando lo muerde. Y tampoco era necesario lo de ojo, tenía al yak entero. Es como tener delante a Angelina Jolie y comerle un juanete (ver el vídeo de lo del ojo del pobre yak).
14:12. Felizmente saciado, da por terminada su aventura en Siberia.
En serio, estoy enganchado a este tío. A su estilo. A su peligrosa locura. A sus dotes de comunicador. A su asquerosa dieta. Es que yo creo que lo más asqueroso que he comido en mi vida son los espaguetis carbonara del comedor de Sogecable, o unas hormigas en Tailandia, que luego no me parecieron tan asquerosas. ¿Vosotros qué es lo más asqueroso que habéis comido? Digo en la mesa, no en la cama.