jueves, 18 de junio de 2009

100 años de Errol Flynn y de sus dotes para el piano

El libro que os digo de Errol Flynn. Este pie de foto era innecesario.
En este año 2009 se cumple un curioso doble aniversario: hace 100 años que nació Errol Flynn y hace 50 años que se murió Errol Flynn (Actividades: ¿A qué edad murió Errol Flynn? Razona la repuesta).

Así que este post homenaje a Errol Flynn podría haber sido escrito en cualquier momento del año, pero he elegido hoy porque el 20 de junio (o sea este sábado, pero yo os lo cuento ahora porque el sábado he quedado), Errol cumpliría 100 años si viviera, pero no es el caso. Para celebrar el cincuentenario de su muerte habría que esperar al 14 de octubre, pero ese día también he quedado. Y seguramente a causa de estos dos aniversarios vais a ver este año en las librerías una autobiografía titulada “Errol Flynn, aventuras de un vividor”, que nunca se había editado en España. Algunas de las cosas que os cuento hoy vienen en ese libro. Pero otras no. Porque yo podría ponerme a escribir un post del estilo: “Oh, Errol Flynn, qué estrella más grande, ése Robín de los Bosques, ese Pirata del Caribe, oh”. O ponerme a elogiar sus dotes actorales, o su mítica figura. Pero no es mi estilo (Actividades: ¿Cuál es mi estilo? Y si encuentras una respuesta a esta pregunta, ¿me la puedes enviar?). Así que mejor voy a ser frívolo y contaros cosas que, al menos a mí, me resultan curiosas de este tipo tan así.
 Por ejemplo, que Errol en realidad se llamaba Leslie, como Leslie Nielsen y como la hermana pequeña de la Nancy. En realidad era Leslie Thompson Flynn, y nació en Tasmania, Australia, o sea, como el diablo de los dibujos y como Hugh Jackman, Nicole Kidman, Russell Crowe, Mel Gibson… Tanto como se habla ahora del boom de los actores australianos y resulta que el primero de ellos era del año de la tana (Actividades: ¿De qué año es “La Tana”? Es más, ¿quién coño es “La Tana”?).
Errolcín, de niño, estudió en los mejores colegios de París y Londres, y fue expulsado de todos ellos. Errolcito, de adolescente, puso sus primeros cuernos con 17 años, mejor dicho, ayudó a la mujer de su superior en el ejército a ponérselos a su marido. Cuando el oficial descubrió a su cadete echando un polvete en su sofacete, le empezó a dar de hostias hasta que la cosa acabó en el hospital. Acabó en el hospital  el marido cornudo, porque Errol salió ileso de la pelea. Errolcillo, de joven, trabajó como buscador de oro, contrabandista de diamantes y policía. Era muy extremista, como veis.
En 1937, no me preguntéis por qué, Errol Flynn fue depositario de una importante suma de dinero destinada a la II República Española. En cambio, el FBI tenía documentación de sobra que identificaba al actor con una ideología próxima al fascismo. Es más, dada su ascendencia irlandesa, se temía que el dinero pudiera acabar en el IRA. No hubo problemas: la pasta no le llegó ni a Azaña, ni al IRA ni a Hitler ni a nadie. Nunca se supo lo qué pasó con ella. Que se la fundió, vamos.
Sus fiestas eran míticas. Eran prácticamente orgías. Y aquí llega el gran dato, la gran leyenda urbana. En esas fiestas, cuando se tomaba más de una copilla, Errol Flynn deleitaba a sus amistades tocando el piano con el rabo. Huy, perdón, que poco fino he estado. Lo tocaba con el pene, ya sabéis, con el miembro, con el canutillo. Así entre nosotros, a mí no me parece para tanto: yo toco la batería. Pero se supone que, como os he dicho, esto es una leyenda urbana. Una leyenda, eso sí, confirmada por la mismísima Marilyn Monroe, que un día asistió a uno de estos conciertos para piano y pepino en Re Mayor (Actividades: ¿es posible tocar el piano como Errol Flynn pero poniendo acordes?).
Errol Flynn. Nunca le he visto tocar el piano, pero lo de la foto son espadas.
Pero hay una leyenda urbana mejor (o casi). John Barrymore, abuelo de Drew Barrymore y uno de los mitos del cine mudo, era un fijo de sus fiestas, porque aunque tenía 30 años más que Errol Flynn, aguantaba más drogas y alcohol que él y los Rolling Stones juntos. Cuentan que, cuando John murió, sus amigos lo desenterraron y lo llevaron a casa de Errol para que asistiera de cuerpo presente a una última fiesta en su honor. Por supuesto, todos lo negaron. Pero yo un día vi un documental sobre John Barrymore en el que varios supervivientes de esa época decían: “Sí, es una leyenda, pero no es cierta, cómo va a ser verdad, qué burrada, qué delito más grande…” Hasta que llegaban a Mickey Rooney, que añadía: “En efecto, yo mismo ayudé a desenterrarle”. Así que yo me creo esta leyenda. Y la del piano.

La verdad es que Errol era un poco alcohólico. Como dice Javier Cansado, fue el inventor del destornillador (mi anticuada y preferida copa, debo decir). Cuando le prohibían llevar alcohol a los rodajes, Errol inyectaba whisky en un kilo de naranjas, y se las iba zampando en el plató. Qué maestro. No en vano, el alcoholismo le castigó el hígado y el corazón de tal manera (el instrumento no sé si se lo castigó tanto, me refiero al piano), que murió con 50 años, pero la autopsia decía que su cuerpo parecía el de un hombre de 75. Cuentan que fue enterrado con seis botellas de whisky “para el camino”.

P.D. Iba a colgar una secuencia de alguna de sus películas, pero hay un vídeo de “El informal” de cuando Florentino era gracioso - Florentino Fernández, no Pérez - que cada vez que lo veo me meo de la risa (en las teclas del piano). Pertenece a la película El burlador de Castilla. Salud, Errol.