Ayer estuve en un concierto de AC/DC. Hoy tengo la voz muy ronca,
un zumbido en los oídos, algo de sueño y una resaca muy tonta. Por eso prefiero
rendirle el homenaje que le debo a la música de Maurice Jarre otro día, porque hoy no voy a escuchar bien el corte que os
pensaba poner.
Y mejor voy a hablaros de
una de las películas que se estrenan en los cines este viernes: La casa de mi padre. Es una producción
modesta que se presentó en el pasado Festival
de San Sebastián y que supone el debú del director Gorka Merchán. La
película está bien, es discreta pero correcta, pero sobre todo es valiente,
porque de lo que nos habla Gorka
Merchán es del miedo a ETA dentro del País Vasco. Bueno, no
sólo a ETA, también a su entorno. A la amenaza, a no poder hablar con libertad
por si el que te está oyendo en la mesa de al lado es proetarra, a la violencia
callejera, a las etiquetas que te colgaron en el pasado, etc. En la película me
pareció escuchar algunos diálogos forzados, me pareció no ver a los
mejores Álex Angulo,
Carmelo Gómez
o Emma Suárez…
pero sí me convencieron una Verónica
Echegui que cada día está más buena… digo… que cada día es
mejor actriz (creíble totalmente en su papel de hija de un vasco nacida en
Argentina que vuelve a Euskadi sin entender ni papa del conflicto) y Juan José Ballesta, que
aunque no llega a clavar el acento vasco, sí que se quita por fin el acento
macarrilla con el que le hemos visto siempre. La película se deja ver, y
tampoco te pierdes la historia del siglo si no la ves, pero se me hace más
cercana que otras películas sobre ETA como Todos
estamos invitados, El lobo
o incluso la infumable GAL (¿por
qué cuesta tanto hacer una bien del todo? Días
contados me gustó en su momento, pero tendríais que verla ahora y
comprobar lo mal que ha envejecido).
![]() |
Fragmento del cartel de la casa de su padre. |
![]() |
Juanjo, Emma y yo. Como notaréis en la mirada, entre Emma y yo está surgiendo la irrefrenable llama de la pasión, de la que Juanjo tan sólo es un mero testigo. |
Pues para empezar Juanjo es tan natural que se presentó a la entrevista con un pantalón de chándal. Se disculpó: “es que ayer estuve cazando conejos y los únicos vaqueros limpios que tenía, los he manchado de sangre. No me los saquéis mucho por la tele”. Mientras esperábamos a Emma nos pusimos a hablar de cocina, por eso de los conejos que caza, y empezó a contarme que lo que hace bien “es la paella… ¡hago unas paellas pra 20!… me salen tan bien como las fideuás. Qué fideuás hago. Hago una fideuá y vienen 25, como cuando hago fabadas… Hago unas fabadas para 30…”. Yo creo que si no le paro acaba haciendo un cocido para 50. “Pero vaya cocinero… ¿y las tortillas qué tal te salen?” “No, tortillas no sé hacer”.
Llegó a la entrevista con un
libro de catalán bajo el brazo. Cotilla como soy, le preguntó que si lo está
aprendiendo en la intimidad. No, es que va a rodar una película entera en
catalán. Para la que presenta ahora (La casa de
mi padre, os recuerdo), tuvo que aprender algo de euskera. “El euskera es más fácil que el catalán”. Y yo
le digo: “¿¿??” Y él me explica: “Claro, porque el euskera me lo aprendía de memoria.
El catalán hay que entenderlo”. Y cada vez que suelta algo así yo me
parto, y él se ríe contigo. Te contagia y se contagia.
Luego estuvimos hablando de
cine en general. Me contó que en el cine de su barrio le molesta que la gente
le tire palomitas y chicles al pelo. “¿Pero a
qué cine vas tú, Juanjo?” “Es que Parla es Parla…” Entonces no sé qué me
comentó Emma de Meryl
Streep, y Juanjo interrumpió: “Hostias,
Meryl Streep. Un año estuvo en San Sebastián cuando yo, y yo estaba
andando y de repente todo el mundo se puso a gritar: ¡Meryl Streep! ¡Meryl
Streep! Y yo entonces no sabía ni quién era. Bueno, tampoco lo sé ahora”.
Y como a continuación se descojona, no sé si me está vacilando, si es verdad y
se ríe de si mismo, o si las dos cosas juntas. Cuando se despide,
nos pregunta que a ver cuándo le entrevistamos otra vez, que ha molado.
A mí
también me moló. ¿Y os habéis fijado? Salvo en el título del post, a Juanjo ya
no hay que llamarle “El bola”.