lunes, 13 de abril de 2009

Un tío estupendo en una película tontolina y un tontolín en una película estupenda

Hoy os voy a hablar de una película que se estrenó el viernes pasado y de otra que se va a estrenar este viernes. Una española y otra sueca. Una flojilla y otra estupenda. Una costumbrista y otra (pseudo) terrorífica. Una morena y una rubia. Se llaman Al final del camino y Déjame entrar. Y trabajando sobre ellas he tenido la ocasión de conocer a un tío estupendo y a otro digamos que medio rarito. Os cuento.
AL FINAL DEL CAMINO es una de las muchas comedias que se hacen en España cada año y que por suerte no pasan a la historia del cine. Trata de parejas en composición y descomposición, de falsos gurús y del Camino de Santiago (de Santiago el apóstol, no del director, que también se llama Santiago, Roberto). La ves, te ríes un poco (o no) y la olvidas. Pero gracias a este trabajo que Dios y mis jefes me dieron (más bien mis jefes), me tuve que encontrar durante dos días seguidos con Malena Alterio y Fernando Tejero, que son los protagonistas. Malena, que es un nombre de tango, es encantadora y mucho más atractiva en persona que en la tele y en el cine, aunque no es por quitarle méritos, pero yo no estoy bien y me puede parecer atractiva hasta una cebra. Podría escribir un post completo sobre Malena Alterio. También podría escribirlo sobre una lechuga, pero quiero decir que Malena Alterio se lo merecería.
Malena Alterio y Fernando Tejero. Bueno, de izquierda a derecha estarían colocados justo al revés.
Pero mira, hoy voy a escribir sobre Fernando Tejero. A él me refiero con la primera parte del título de esta entrada. Todavía no he visto que le hayan escrito un papel a su altura (ni en Días de fútbol, aunque ganó un Goya, ni en El penalty más largo del mundo, que también era de Roberto Santiago y que era casi más boba que ésta de la que os hablo hoy, ni en Días de cine, ni en Torremolinos 73 ni en Fuera de carta, película que no me hizo ninguna gracia aunque a también le nominaron al Goya. Mira, sí que me gustó en el papelito de Los lunes al sol. Y no veía Aquí no hay quien viva, y me ponía muy nervioso esa moda por la que todo el mundo te decía “Un poquito de por favor”, qué falta de originalidad, qué poca imaginación, todo Dios repitiendo la puta frase. “Fistro, pecador, cobarde, te voy a hacer pupita”: ésas sí que eran frases graciosas, hombre.

Había coincidido con Tejero en algún rodaje, festival y premios, pero nunca habia hablado con él. Y como soy gilipollas y no le he visto en ningún papel brillante, y a pesar de que tenemos un amigo común del que me debería fiar, pues no me esperaba conocer a un tío tan simpático, ingenioso, amable y sin miedo a demostar ciertas inseguridades de ésas que tanto me gustan, sin duda porque yo tengo por ahí unas trescientas. Como suele suceder, me interesó mucho más lo que en estos dos días me contó Fer (de repente voy a hacer como que nos hicimos superamigos y le voy a llamar Fer) que lo que me dijo en las entrevistas, en las que más o menos hablamos de la película y de cosas relacionadas con sus papeles, a ver si os creeéis que cuando yo entrevisto a los actores lo hago en plan Loco de la colina. Qué va, qué va.
Pero sin la cámara delante, se relajan más y te cuentan cosas mucho más divertidas, porque no saben que yo tengo este blog y que lo voy a cascar todo. Hablando de cascar, me contaba Ferdi (ahora le voy a llamar Ferdi) que lo primero que rodó en cine fue precisamente una gayola (sic). Tenía que hacer una figuración en Sobreviviré con otros dos actores (uno de ellos Dani Martín, cuya aparición en Los abrazos rotos me hace dudar de si merece el apelativo de “actor”), y les dieron a elegir: “¿qué preferís, decir una frase o simular una gayola?”. Y Fernando dio un paso adelante: “Yo una gayola, no vaya a ser que diga mal la frase”. Mira, Dani Martín podría haber elegido gayola en Los abrazos rotos. En esa película adoptó su actual nombre artísitico, me contó. Él quería ponerse el de su madre, Muñoz-Torrero, por eso de que Tejero nos sonaría todávía al 23-F, y por esta película no iba a ser recordado. Pero le dijeron: “aprovecha y pon tu apellido real: nadie se va a fijar en los nombres de los demás, pero en el tuyo precisamente sí, por eso de la gayola…”. Y así fue. En los créditos aparece: FERNANDO TEJERO, chico paja.
"El penalty más largo del mundo", que en verdad a mí se me hizo eterno.
También cuenta que no cree en las terapias de pareja, pero que haría cualquier cosa por amor. Está bien reconocer eso. Yo por amor hasta me he comprado un piso. Y también me gustaron sus dudas sobre si, por ejemplo, debería ponerse a régimen y seguir ese método que dejó el abdomen de Pablo Motos como el de Lou Ferrigno (símil sólo para frikis). Va en serio, se lo propuso el propio Pablo, porque Fernando, aunque está estupendo, no llega a tener en la tripa la famosa chocolatina. Le pasa lo que a mí, que estoy más bien delgado pero que en el abdomen, en vez de una chocolatina, tiendo a criar un Huevo Kinder.

El segundo día, Teji (ahora le llamo Teji) llegó casi sin voz. Era el día fuerte con la prensa y aún se pone nervioso y su cuerpo reacciona así. Fue un placer comprobar que la entrevista con nosotros le relajó bastante. Ah, y para colmo adora a Jack Lemmon y se pasea por el mundo con su mascota Woody, que es igual que la perrra de mi madre, quiero decir que mi madre tiene una perra igual que Woody, lo cual también une mucho, porque a dicha perra (que se llama Mica, no Woody) yo la paseo dos días por semana, como los padres divorciados a sus hijos. Fernando se lleva a Woody a rodajes, entrevistas y festivales. Es un tío estupendo.
Ya me callo, pero antes deciros que el otro tipo al que me refería en la segunda parte del título de esta entrada es Tomas Alfredson. Este viernes estrena una película magnífica que se llama Déjame entrar. Es una historia de acoso escolar, de amor infantil, de lealtad, de incomunicación… y de un tema relacionado con el género de terror que no os voy a desvelar, aunque lo vais a descubrir a poco que os pongáis a buscar en Internet. Yo le agradezco al realizador Nacho Valcárcel, que fue quien me la recomendó, que no me dijera nada.
"Déjame entrar". Durante la entrevista con su director, más bien me dieron ganas de decirle "Déjame salir".
En fin, que la película está tan bien contada y es tan diferente al cine de terror que sueles ver, que solicité una entrevista con su director para mi programa Cinexprés, de CANAL+. Fui con Nacho. Y los dos nos quedamos muy decepcionados con algunas respuestas: - Hay un personaje (a vosotros no os digo cuál) que da especialmente qué pensar. ¿Cómo lo concebiste? - No sé, en el libro en el que se basa la película era así. / - ¿Fue difícil combinar el clima de terror y el de normalidad? - No, fue fácil. / - El tema del acoso escolar se trata mejor en esta película de terror que en muchas películas sociales… - Bueno, es que así venía en el libro. / - ¿Cuáles eran tus películas de terror favoritas de niño? - Nunca he visto una película de terror (esto directamente no me lo creí)) / - Bueno pues… ¿cuáles son al menos tus referentes cinematográficos? - No tengo ninguno (tampoco me lo creí, más bien me pareció que Tomas iba de “soy superoriginal y no me parezco a nadie”). Hasta le planteé una posibilidad para el final semiabierto que deja, y él me contó otra opción que a él le hubiera gustado más y que os juro que si acaba así la película es para matarle.

Haciendo honor a su patria y al refran, yo creo que Tomas Alfredson se hizo el sueco. Pero igualmente os digo que la película es estupenda, y que merece la pena ir a verla. Y justo por eso te decepciona más cuando asistes a un discurso tan fofo por parte de un director. Pero como ya escribió Billy Wilder, nadie es perfecto.