domingo, 2 de noviembre de 2008

Teletubbies

Leo en el periódico que el Consejo Superior de lo Audiovisual Francés (al loro con el nombrecito del organismo) ha prohibido “editar, difundir o promover programas anunciados como específicamente para niños menores de tres años”, porque “pueden frenar su desarrollo, sueño y concentración”. Toma ya. Como en el tema éste de las prohibiciones a los occidentales nos encanta contagiarnos, me imagino que nuestro Consejo Superior (si es que lo tenemos, y si es que es superior, porque igual el de España es inferior) se apuntará al carro. En principio no me preoupa. Yo de bebé no veía la tele, a partir de los 3 años no dejé de verla y ya veis, he resultado ser una persona completamente normal. Aunque sobre esta última afirmación sospecho que habrá opiniones contradictorias.
Pero sigo leyendo la noticia y de pronto llego a una frase que me toca la fibra sensible (mi fibra sensible son los huevos): “entre los programas afectados estarían Los Lunnis, Little Enstein, Pocoyó y Los Teletubbies. ¿¿¿Los Teletubbies???
Hace unos 8 años, Alicia y Alejandro, dos de las personas con las que más a gusto he trabajado y que mejor me han terminado conociendo, me regalaron cuatro Teletubbies. Sabían que yo era muy devoto de ellos. Desde entonces, me acompañan cada día colgados de la lámpara de mi escritorio. Adjunto foto para que veais que no es coña. ¿Por qué? Porque los Teletubbies son muy grandes. Me explico.
Los Teletubbies que me regalaron Alicia y Alejandro cuelgan de la lámpara de mi oficina

  1. La primera razón por la que fui y soy fan de los Teletubbies es porque mis sobrinos se quedaban absortos viéndolos y se callaban. Además, cuando acababan de verlos, no me gritaban ni me daban patadas. Porque los Teletubbies son sinónimo de paz y amor. Desde entonces, procuro que todo el mundo tenga un Teletubbie en casa. Yo he regalado varios de peluche, uno de ellos a mi novia, que lo mima con denuedo.
  2. Segunda razón: son de colores, y a mí me caen bien las cosas de colores. Quizá la única excepción sea el grupo Parchís. Iban de colores pero me ponían nervioso, en especial Tino y el niño que bailaba como un loco, que creo que era la ficha blanca.
  3. Tercera razón: los quisieron prohibir en Gran Bretaña porque Tinky Winky, el Teletubbie más alto y de color morado, era gay (eso decían). Y lo era porque llevaba bolso. Vamos a ver: a mÍ los Teletubbies me parecerían cuatro bujarrones si fueran macho. Pero no sé lo que son, es más, me extrañaría un huevo que tuvieran sexo. Me extrañaría que tuvieran sexo en el sentido de que tengan algo genital entre las piernas (que no lo tienen), pero también en el sentido de que tuvieran sexo entre ellos, o con un conejo que también sale en la serie. Por eso me parece absurdo que digan que Tinky Winky es homosexual por llevar bolso. A ver: yo llevo bolso. Mi madre lleva bolso. Loquillo lleva bolso (bueno, Loquillo no lo sé, pero me viene bien como ejemplo). Y sobre todo, no sé que daño puede hacerle a un niño que un Teletubbie sea homosexual. O sea, si es hetero, es buenísimo. Pero como sea homosexual… ¡ay! los niños la cagarían definitivamente en su formación. Claro, como los menores de 3 años tienen ese buen ojo para distinguir a los gays…
  4. Cuarta razón, y definitiva. Soy fan de los Teletubbies por razónes filosóficas. 40 siglos de filósofos dando tumbos y los Teletubbies te resumen la vida con dos ruidos guturales muy parecidos: “Ooooh” y “Oh-oh”. El “Ooooh” hay que decirlo con el tono que usamos cuando un bebé hace algo gracioso y entrañable, por ejemplo, tocarse un pie: “Ooooooh”. El “Oh-oh” denota preocupación, como cuando de pequeños se nos caía el cepillo de dientes al W.C. por hacer el tonto con él (qué pasa, a mi me sucedía a veces): “Oh-oh”.
Y a partir de ahí, los Teletubbies se cargan las teorías de Platón, Aristóteles, Kant, Hume, Sánchez Dragó o las de todo filósofo que se precie. El mundo y la vida se reducen a cosas “Oooh” y a cosas “Oh-oh”.
Ejemplos empíricos:
  • “Durante la conferencia de hoy van a hablar sobre el cambio climático”: “Oooooh”.
  • “El que va a hablar es Aznar“: “Oh-oh”.
  • Nadal se ha retirado del Masters de París”: “Oh-oh”.
  • Federer también: “Oooooh”.
  • “Han hecho una película sobre la revolución de mayo de 1808?: “Oooooh”.
  • “La ha dirigido José Luis Garci“: “Oh-oh”.
  • “Va a haber una cumbre mundial para arreglar la crisis económica”: “Oooooh”
  • “Entre los encargados de arreglarla están Bush, Blair, Sarkozy y a lo mejor Zapatero“: “Oh-oh”.
No hacen falta más elucubraciones: con esos dos sonidos los Teletubbies resumen todas las opiniones posibles sobre economía, deporte, cine, política, relaciones sexuales…
  • “Te invito esta noche a una fiesta en la que habrá un montón de tías buenas”: “Ooooh”.
  • “También he invitado a tu novia”: “Oh-oh”.
Y así con todo.

Leo que Andrew Davenport, el creador de los Teletubbies acaba de estrenar en España El jardín de los sueños, otra serie para menores de 3 años (”Oooooh”). A ver si la veo un día para contaros más conclusiones filosóficas… si no la prohíben antes los del Consejo Superior (”Oh-oh”).