Leo en el periódico que el Consejo Superior de
lo Audiovisual Francés (al loro con el nombrecito
del organismo) ha prohibido “editar, difundir o promover programas anunciados
como específicamente para niños menores de tres años”, porque “pueden frenar su
desarrollo, sueño y concentración”. Toma ya. Como en el tema éste de las
prohibiciones a los occidentales nos encanta contagiarnos, me imagino que
nuestro Consejo
Superior (si es que lo tenemos, y si es que es
superior, porque igual el de España es inferior) se apuntará al carro. En
principio no me preoupa. Yo de bebé no veía la tele, a partir de los 3 años no
dejé de verla y ya veis, he resultado ser una persona completamente normal.
Aunque sobre esta última afirmación sospecho que habrá opiniones
contradictorias.
Pero sigo leyendo la noticia
y de pronto llego a una frase que me toca la fibra sensible (mi fibra sensible
son los huevos): “entre los programas afectados estarían Los Lunnis, Little Enstein,
Pocoyó y Los Teletubbies. ¿¿¿Los
Teletubbies???
Hace unos 8 años, Alicia y
Alejandro, dos de las personas con las que más a gusto he trabajado y que mejor
me han terminado conociendo, me regalaron cuatro Teletubbies. Sabían que yo era
muy devoto de ellos. Desde entonces, me acompañan cada día colgados de la
lámpara de mi escritorio. Adjunto foto para que veais que no es coña. ¿Por qué?
Porque los Teletubbies son muy grandes. Me explico.
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Los Teletubbies que me regalaron Alicia y Alejandro cuelgan de la lámpara de mi oficina |
- La primera razón por la que fui y soy
fan de los Teletubbies
es porque mis sobrinos se quedaban absortos viéndolos y se callaban.
Además, cuando acababan de verlos, no me gritaban ni me daban patadas.
Porque los Teletubbies son sinónimo de paz y amor. Desde entonces, procuro
que todo el mundo tenga un Teletubbie en casa. Yo he regalado varios de
peluche, uno de ellos a mi novia, que lo mima con denuedo.
- Segunda razón: son de colores, y
a mí me caen bien las cosas de colores. Quizá la única excepción sea
el grupo Parchís.
Iban de colores pero me ponían nervioso, en especial Tino y el niño que
bailaba como un loco, que creo que era la ficha blanca.
- Tercera razón: los quisieron
prohibir en Gran Bretaña porque Tinky Winky, el Teletubbie más alto y de
color morado, era gay (eso decían). Y lo era porque llevaba bolso. Vamos a
ver: a mÍ los Teletubbies me parecerían cuatro bujarrones si fueran macho.
Pero no sé lo que son, es más, me extrañaría un huevo que tuvieran sexo.
Me extrañaría que tuvieran sexo en el sentido de que tengan algo
genital entre las piernas (que no lo tienen), pero también en el
sentido de que tuvieran sexo entre ellos, o con un conejo que también
sale en la serie. Por eso me parece absurdo que digan que Tinky Winky es
homosexual por llevar bolso. A ver: yo llevo bolso. Mi madre lleva bolso.
Loquillo lleva bolso (bueno, Loquillo no lo sé, pero me viene bien como
ejemplo). Y sobre todo, no sé que daño puede hacerle a un niño que un
Teletubbie sea homosexual. O sea, si es hetero, es buenísimo. Pero
como sea homosexual… ¡ay! los niños la cagarían definitivamente en su
formación. Claro, como los menores de 3 años tienen ese buen ojo para
distinguir a los gays…
- Cuarta razón, y
definitiva.
Soy fan de los Teletubbies por razónes filosóficas. 40 siglos de filósofos
dando tumbos y los Teletubbies te resumen la vida con dos ruidos guturales
muy parecidos: “Ooooh” y “Oh-oh”. El “Ooooh” hay que decirlo con el tono
que usamos cuando un bebé hace algo gracioso y entrañable, por ejemplo,
tocarse un pie: “Ooooooh”. El “Oh-oh” denota preocupación, como
cuando de pequeños se nos caía el cepillo de dientes al W.C. por hacer el
tonto con él (qué pasa, a mi me sucedía a veces): “Oh-oh”.
Y a partir de ahí, los Teletubbies se cargan las teorías de Platón, Aristóteles, Kant,
Hume, Sánchez Dragó o las de todo
filósofo que se precie. El mundo y la vida se reducen a cosas “Oooh” y a cosas
“Oh-oh”.
Ejemplos empíricos:
- “Durante la conferencia de hoy van a
hablar sobre el cambio climático”: “Oooooh”.
- “El que va a hablar es Aznar“: “Oh-oh”.
- Nadal se ha retirado del
Masters de París”: “Oh-oh”.
- Federer también: “Oooooh”.
- “Han hecho una película sobre la
revolución de mayo de 1808?: “Oooooh”.
- “La ha dirigido José Luis Garci“:
“Oh-oh”.
- “Va a haber una cumbre mundial para
arreglar la crisis económica”: “Oooooh”
- “Entre los encargados
de arreglarla están Bush, Blair, Sarkozy y a lo mejor Zapatero“:
“Oh-oh”.
No hacen falta más
elucubraciones: con esos dos sonidos los Teletubbies resumen todas las opiniones
posibles sobre economía, deporte, cine, política, relaciones sexuales…
- “Te invito esta noche a una fiesta
en la que habrá un montón de tías buenas”: “Ooooh”.
- “También he invitado a tu novia”:
“Oh-oh”.
Y así con todo.
Leo que Andrew Davenport, el
creador de los Teletubbies acaba de estrenar en España El jardín de los sueños, otra
serie para menores de 3 años (”Oooooh”). A ver si la veo un día para contaros
más conclusiones filosóficas… si no la prohíben antes los del Consejo
Superior (”Oh-oh”).