viernes, 28 de noviembre de 2008

Julián Muñoz y el cénit de la telebasura

La verdad es que el título de este post me ha quedado muy parecido a los de los libros de Harry Potter. Pero no tiene nada que ver. Os cuento.
Hace unos años (bastantes), Jesús Quintero realizaba en TVE un magnífico programa que se llamaba Cuerda de presos. En él, entrevistaba a presidiarios, hasta ese momento anónimos, que le contaban sin ningún pudor y con toda naturalidad cómo delinquieron, robaron o mataron, argumentando con cierta y delirante lógica sus razones y sus idearios. El loco de la colina simplemente les escuchaba y fumaba.
Hace unas semanas que Telecinco parece haber intentado recuperar esa buena idea, pero llevándosela a su inseparable terreno de la telebasura. Y ha decidido hacer un show a costa de pagar y llevar al plató a los delincuentes más mediáticos y a sus putas madres (digo esto de manera casi literal, porque a Telecinco ha ido desde la mujer del agresor y ya veremos si asesino de Jesús Neira, hasta la madre de El Solitario). Dos de esos delincuentes que ya han sido invitados se llaman Luis Roldán y Julián Muñoz, y da miedo pensar en quiénes serán los siguientes. Eso sí, tranquiliza saber que la Justicia anda detrás de la cuentas y los pagos en el tortuoso camino que va desde Telecinco a la productora privada, al testaferro y al delincuente en cuestión. Yo confío en que no puedan cobrar estas entrevistas, pero tengo mis dudas. Aunque lo ideal sería que Telecinco no las pagara ni las programara, y mejor aún, que a la gente no le interesaran lo más mínimo (la de Roldán hizo una audiencia bastante baja).
El caso es que rompo este último deseo y me pongo el viernes por la noche frente al televisor, con mi vasito de zarzaparrilla y una bolsa de panchitos, dispuesto a tragarme entera la entrevista a Julián Muñoz para después comentaros y preguntaros lo que nos parece.
Pero no va a poder ser. Porque no he entendido nada.
No sé si estoy viendo un programa del corazón o de política, si el interés está en la Pantoja o en el caso Malaya, no entiendo por qué modera a medias Jorge Javier Vázquez desde Madrid, ni entiendo qué tipo de periodismo pretende estar ejerciendo Jordi González desde Málaga (el juez no ha dejado viajar a Julián Muñoz a Madrid, supongo que por miedo a que recalificara y construyera una urbanización ilegal en el aeropuerto).
Tampoco sé por qué los presentadores le tratan como si fuera un miembro de la familia real, ni por qué le dan tantas veces las gracias al delincuente, ni por qué prácticamente babean. No entiendo por qué Julián Muñoz se pone tan tremendo para hablar de la cárcel o de su hermana fallecida, si es que actúa fatal, hay un momento patético en el que simula una lagrimita, saca una flor blanca y Jordi González le entrega un retrato de su hermana (de su hermana de Julián, no de Jordi) y se quedan los dos muy tristes. No entiendo por qué dice que en la cárcel se ha encontrado a sí mismo, coño, pues anda que ha tardado. No entiendo por qué Jordi González tiene las orejas así. No entiendo que Isabel Pantoja le guste a un hombre. Estas dos últimas cosas no vienen a cuento.
Y como no entiendo nada, pues apago la tele bastante pronto: no acabo de ver la entrevista, no me quedo al debate en el que oigo a lo lejos decir no sé qué muy enfadado a José Calabuig (que fue jefe mío hace unos 15 años, antes de rendirse al star-system). Me termino la zarzaparrilla y me como los panchitos. Y me acuesto pensando en la telebasura, y el cénit que con estos programas parece haber alcanzado Telecinco. También me entra la duda sobre si habré utilizado bien la palabra “cenit”: la busco en rae.com y sí, está bien.

Lo peor de estos especiales es que Telecinco ha quitado El Comisario. Mierda.