No voy yo
ahora, y en este blog, a declarar mi amor personal y profesional por Elena Anaya (no
os perdáis sus fotos más sexys en GQ). Porque no sería serio, un blog
es para otro tipo de menesteres, porque sería indigno, porque sería amateur. Y
sobre todo, porque
ya lo hice hace más de un año. Tampoco hay que ser cansino. Pero
el estreno de La piel que
habito vuelve a colocar en la palestra, o incluso en el
candelero, y quién sabe si en el punto de mira o en un estante, a este pedazo
de actriz que lleva 15 años embrujándonos con sus ojos dispares (los míos
también son dispares, pero no queda igual), pero sin hacer un papel
protagonista hasta ¡por fin! hace dos años, cuando estrenó la injustamente
tratada Hierro.
Se nos ocurren
a todos muchos motivos para admirar a Elena, pero hay uno muy especial y que
además lo saco de una maravillosa frase suya que le dijo al maravilloso
guionista de esa maravillosa serie documental llamada “Actrices”: yo (por
cierto, en breve la reponen en CANAL+). La frase es:
“Si es
que soy una actriz kamikaze, qué le voy a hacer”.
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Elena Anaya y Antonio Banderas, al fondo y desenfocado. Es que hoy, en este post, Antonio nos importa un bledete. Otro día te dedicamos uno, Antonio, chato. |
·
En La piel que habito, el personaje de Elena (Vera) es difícil,
muy difícil. Pedro ha creado personajes de los que es complicado salir airosos.
Y casi todos los actores lo consiguen (no vamos aquí a descubrir a Almodóvar
como director de actores y sobre todo de actrices). Elena tiene que mostrar
pánico, terror, desprecio, odio, síndrome de Estocolmo… y muchas cosas más que
tendréis que ver. Es un papel difícil, sólo apto para actrices kamikaze.
·
Habitación en Roma (2010), con Julio
Medem. Más kamikaze que esto se me ocurren pocas cosas. Y es divertido
escuchar cómo cuenta Elena ciertas cosas de este rodaje, que debió de ser duro
como pocos. Y aunque coincido con Antonio de la Torre cuando dice esa
genialidad de“un papel que no he interpretado y que me habría gustado
interpretar es el de Elena Anaya en Habitación en Roma”, yo
soy de los que preferiría haber hecho el de Natasha Yarovenko. Bueno, o
no, yo qué sé. Que el de Elena era una locura de papel, vamos.
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Elena Anaya y Natasha Yarovenko (suspiro de amor). |
·
En
la mencionada Hierro (2009), Elena Anaya interpreta a una madre que
no está bien de la cabeza, pero tú no sabes si viene así de serie o si la están
volvieno loca aposta. Aquí su kamikazismo consiste en arriesgar con una
protagonista absoluta en una película pequeña y con un director novel (Gabe Ibáñez, cuánto le agradeceré siempre esa entrevista que me aguantó
bajo una chuza de aguanieve). Salieron todos airosos, pero no la vio ni el tato
(el tato no va nunca al cine) y nadie se acordó en los Goya ni de ella ni de
ná.
·
Para
hacer Miguel y William (2007) hay que ser un poco suicida.
La película era un delirio, y lo único que comprendías era que Shakespeare y Cervantes litigaran por Elena. Inés París mezclaba la comedia con no sabías muy bien el qué. Elena
salía airosa, porque es de estas actrices (Elvira
Mínguez es
otra) que es capaz de salir indemne de un desastre. En esta categoría también
se podría incluir también Sin
noticias de Dios,
del sobrevalorado (y majete) Tano Díaz Yanes.
Penélope Cruz y Victoria Abril también luchaban lo suyo por salir
intactas de la película.
·
Lucía y el sexo
(2001), siendo
otra cosa, también era una película en la que hay que echarle huevos, ovarios y
un par de cojoncetes. Así es trabajar con Julio
Medem.
Se podría decir que Elena con su secundario eclipsaba a Paz Vega con su protagonista, pero bueno, esto es un poco de
perogrullo y tampoco es un mérito demasiado destacable. Caramba, qué
ácido me estoy poniendo. No es mi estilo.
·
Incluso
la incursión (o una de las incursiones) de Elena Anaya en 2004 en un mainstream
de Hollywood como Van Helsing es un poco kamikaze. El
papelón consistía en ser una de las novias vampiras de Dracula, y volar, y
gritar, y sacar colmillo… Elena, lo he hablado un par de veces con ella (me
encanta decir estas cosas con naturalidad, así, de sobrao, como si hablara con
ella todos los jueves), se ríe de esta película y siempre dice lo mismo: “pues yo me lo pasé genial saltando y
volando, claro que sí”.
·
Y
luego hay otros papeles como los que hizo en África,
Familia, Dos tipos duros o Sólo quiero caminar que no me parecen tan
suicidas.
Y ahora disfrutemos de La piel que habito. O de la que habita ella.
(La piel que habito se
estrena hoy, viernes 2 de septiembre, en cines de toda España)