viernes, 2 de septiembre de 2011

Elena Anaya, la actriz kamikaze

No voy yo ahora, y en este blog, a declarar mi amor personal y profesional por Elena Anaya (no os perdáis sus fotos más sexys en GQ). Porque no sería serio, un blog es para otro tipo de menesteres, porque sería indigno, porque sería amateur. Y sobre todo, porque ya lo hice hace más de un año.  Tampoco hay que ser cansino. Pero el estreno de La piel que habito vuelve a colocar en la palestra, o incluso en el candelero, y quién sabe si en el punto de mira o en un estante, a este pedazo de actriz que lleva 15 años embrujándonos con sus ojos dispares (los míos también son dispares, pero no queda igual), pero sin hacer un papel protagonista hasta ¡por fin! hace dos años, cuando estrenó la injustamente tratada Hierro.
Se nos ocurren a todos muchos motivos para admirar a Elena, pero hay uno muy especial y que además lo saco de una maravillosa frase suya que le dijo al maravilloso guionista de esa maravillosa serie documental llamada “Actrices”: yo (por cierto, en breve la reponen en CANAL+). La frase es:

“Si es que soy una actriz kamikaze, qué le voy a hacer”.

Elena Anaya y Antonio Banderas, al fondo y desenfocado. Es que hoy, en este post, Antonio nos importa un bledete. Otro día te dedicamos uno, Antonio, chato.
Y si echamos un vistazo a su filmografía, entendemos por qué es una actriz kamikaze. Vamos a ir hacia atrás en el tiempo, caminando por él como si fuéramos Benjamin Button, un cangrejo del reloj o un imbécil. Elegid.
·        En La piel que habito, el personaje de Elena (Vera) es difícil, muy difícil. Pedro ha creado personajes de los que es complicado salir airosos. Y casi todos los actores lo consiguen (no vamos aquí a descubrir a Almodóvar como director de actores y sobre todo de actrices). Elena tiene que mostrar pánico, terror, desprecio, odio, síndrome de Estocolmo… y muchas cosas más que tendréis que ver. Es un papel difícil, sólo apto para actrices kamikaze.
·        Habitación en Roma (2010), con Julio Medem. Más kamikaze que esto se me ocurren pocas cosas. Y es divertido escuchar cómo cuenta Elena ciertas cosas de este rodaje, que debió de ser duro como pocos. Y aunque coincido con Antonio de la Torre cuando dice esa genialidad de“un papel que no he interpretado y que me habría gustado interpretar es el de Elena Anaya en Habitación en Roma, yo soy de los que preferiría haber hecho el de Natasha Yarovenko. Bueno, o no, yo qué sé. Que el de Elena era una locura de papel, vamos.
Elena Anaya y Natasha Yarovenko (suspiro de amor).
·        En la mencionada Hierro (2009), Elena Anaya interpreta a una madre que no está bien de la cabeza, pero tú no sabes si viene así de serie o si la están volvieno loca aposta. Aquí su kamikazismo consiste en arriesgar con una protagonista absoluta en una película pequeña y con un director novel (Gabe Ibáñez, cuánto le agradeceré siempre esa entrevista que me aguantó bajo una chuza de aguanieve). Salieron todos airosos, pero no la vio ni el tato (el tato no va nunca al cine) y nadie se acordó en los Goya ni de ella ni de ná.
·        Para hacer Miguel y William (2007) hay que ser un poco suicida. La película era un delirio, y lo único que comprendías era que Shakespeare y Cervantes litigaran por Elena. Inés París mezclaba la comedia con no sabías muy bien el qué. Elena salía airosa, porque es de estas actrices (Elvira Mínguez es otra) que es capaz de salir indemne de un desastre. En esta categoría también se podría incluir también Sin noticias de Dios, del sobrevalorado (y majete) Tano Díaz Yanes. Penélope Cruz y Victoria Abril también luchaban lo suyo por salir intactas de la película.
·        Lucía y el sexo (2001), siendo otra cosa, también era una película en la que hay que echarle huevos, ovarios y un par de cojoncetes. Así es trabajar con Julio Medem. Se podría decir que Elena con su secundario eclipsaba a Paz Vega con su protagonista, pero bueno, esto es un poco de perogrullo y tampoco  es un mérito demasiado destacable. Caramba, qué ácido me estoy poniendo. No es mi estilo.
·        Incluso la incursión (o una de las incursiones) de Elena Anaya en 2004 en un mainstream de Hollywood como Van Helsing es un poco kamikaze. El papelón consistía en ser una de las novias vampiras de Dracula, y volar, y gritar, y sacar colmillo… Elena, lo he hablado un par de veces con ella (me encanta decir estas cosas con naturalidad, así, de sobrao, como si hablara con ella todos los jueves), se ríe de esta película y siempre dice lo mismo: “pues yo me lo pasé genial saltando y volando, claro que sí”.
·        Y luego hay otros papeles como los que hizo en África, Familia, Dos tipos duros o Sólo quiero caminar que no me parecen tan suicidas.
Y ahora disfrutemos de La piel que habito. O de la que habita ella.

(La piel que habito se estrena hoy, viernes 2 de septiembre, en cines de toda España)