martes, 27 de septiembre de 2011

“Otra película de huevos y un pollo” y otros títulos mata-tweets

Se ha estrenado este viernes en muy pocos cines una película de animación que se llama así, “Otra película de huevos y un pollo”. La película en España va a pasar totalmente desapercibida, porque en muchas ciudades ni aparece en la cartelera, porque son dibujos animados mexicanos y aquí no les hacemos mucho caso (está a años luz de Pixar o de Dreamworks). Y porque, no nos engañemos, la película es flojilla. Allí ha tenido mucho éxito porque procede de una serie de sketches muy autóctonos para Internet, pero nada más.
“¿Y por qué hablas de entonces de esta película, imbécil?”,  me parece escuchar nítidamente con la voz de mi cuñada. Pues porque el título de la película me hace pensar que en la era del Twitter hay películas que deberían cuidar la longitud de su nombre. Si yo quiero recomendar “Sueca bisexual necesita semental” o “Caray con el mayordomo, qué largo tiene el maromo”, Twitter no es mi hábitat. Las películas que quieran triunfar en la era de las redes sociales se deberían llamar “Ran”, “Tron”, “Dune”, “Blas” o incluso “U”.
La peliculita de los huevos.
Por eso hoy, aquí donde me veis, no pienso analizar películas plano por plano, o dilucidar sobre la dirección artística o la elaboración del guión. Hoy me voy a dedicar a recordar películas cuyos largos títulos casi necesitan, más que un par de huevos, un par de tweets.

1. Todo lo que usted siempre quiso saber sobre sexo y nunca se atrevió a preguntar (1972). Esta joya cómico-sexual de Woody Allen estructurada a base de sketches tiene un título tan largo que lo habréis oído con diferentes variantes (depende de la traducción que hagan del original): “y temía preguntar”, sin el “siempre”… Esto con “Yentl” no pasaba.
2. Las aventuras de Priscila, reina del desierto (1993). Una de esas películas que con los años se va convirtiendo en un título de culto y la gente la hace suya, hasta el punto que cuando se menciona se acorta inconscientemente el título y se dice: “eso es como en Priscilla”, “anoche volvieron a poner Priscilla”, “vaya cogorza me cogí ayer en el Priscilla” (ah no, esto es otra cosa…).
3. Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores (1974). Lo del tamaño de este título es culpa de los traductores (el original es “Monty Python and the Holy Grial”). La coña de la mesa cuadrada (que no sale en la película) puede estar bien, pero lo de los seguidores no hacía falta, no sé.

4. El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante (1989). Por suerte, Peter Greenaway no siguió enumerando a gente en el título, que podría haber seguido “…y su hijo, el gato, la criada, un enano y la puta madre de todos”.
5. Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos (2009). La versión de Zhang Yimou de Sangre fácil de los Hermanos Coen multiplicó por infinito el tamaño del título, pero no el de su calidad, por cierto. Aquí funcionó eso de “el tamaño no importa”.
6. A Wong Foo, gracias por todo, Julie Newmar (1995). Esta película habría que condenarla no sólo por su largo título, sino por  lo incomprensible que se nos antoja. Yo la habría llamado “La de Patrick Swayze y las chinas”, y me habría ahorrado 9 caracteres y muchas caras de incomprensión.
7. El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007). Otra que con “Jesse James y Robert Ford” habría ido que chutaba. El metraje de la película tampoco se quedó atrás: 160 minutos. De los tamaños de Brad Pitt y Casey Affleck ya no puedo deciros nada.
8. Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto (1995). Esta la pongo como muestra de que un título largo puede ser sugerente, interesante, maravilloso… como yo cuando tomo seis cervezas. Aquí el tamaño se perdona, por superar con creces el contenido de la película.
9. El mundo es grande y la felicidad está a la vuelta de la esquina (2008). Otro título desconcertante, incluso ya que hablamos de Twitter, me parece una de esas frases de filosofía barata que te llegan de vez en cuando, tipo: “Si de noche lloras por el sol, mañana será otro día”.
10. Nadie hablara de nosotras cuando hayamos muerto (1995). Sirva la película de Agustín Díaz Yanes como representante de toda una tradición española y ochentera (aunque esta sea noventera) de títulos obesos: “Qué hace una chica como tú en un sitio como éste”, “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, “Sé infiel y no mires con quién”, “Cómo ser infiel y no morir en el intento”, “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”, “Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera”, y el récord nacional que habría batido Pedro Almodóvar si “La flor de mi secreto” se hubiera llamado como Pedro pensó inicialmente: “¿Existe alguna posibilidad, por pequeña que sea, de salvar lo nuestro?”
"Nadie hablará...", un XL nacional.
11. Sweeney Todd, el barbero diabólico de la calle Fleet (2007). Ojo, no confundir con esas películas que tienen un subtítulo: el de la película de Tim Burton es éste, tal cual. Puedes decr “Sweeney Todd”, pero estarías mutilando el título, como si dijeras “Lo que el viento se” o “Cantando bajo la llú”. Hay que decirlo entero.
12. Los hombres que miraban fijamente a las cabras (2009). Aquí podríamos incluir también a toda la saga de “Millenium”, con los hombres que quemaban a las mujeres con una cerilla y unas corrientes de aire las apagaban en un palacio de gasolina. Pero considero esa longitud mérito de los libros, así que me quedo con este delirio de George Clooney, Jeff Bridges y cia, delirante hasta en el título.
Y para terminar, hablaremos del récord mundial de longitud de título. La película de Sacha Baron Cohen, en España titulada como “Borat”, en su versión original se llamó “Borat: Cultural Learnings of America for Make Benefit Glorious Nation of Kazakhstan”. 83 caracteres. El 60% de un tweet.