jueves, 8 de septiembre de 2011

Eddie Murphy (ay Dios) y 10 presentadores de los Oscar

Llevábamos toda la semana oyendo que si Eddie Murphy era el mejor posicionado para presentar los Oscar, que si era el más gracioso de los aspirantes (!), que si los demás candidatos lo tenían mucho más negro (…), que si tal, que si cual… El martes por la noche la Academia anunciaba el dato o lo que es lo mismo, confirmaba nuestros temores. O recelos. O aprensiones, sospechas, fobias, horrores, pavores, pánicos y sustetes. Sí: lo habéis adivinado: a los que hacemos este blog no nos gusta Eddie Murphy. A ninguno de los uno.
Porque nunca me han hecho gracia sus películas, no he entendido sus comedias basadas en estar gordo o vestirse de señora, no he comprendido el éxito de su papel de superdetective, y porque cuando le he visto hablar en actos y entregas de premios (casi siempre entregándolos, nunca recibiéndolos), no me he reído. Incluso creo que su nominación al Oscar por Dreamgirls era sobrevalorarle y buscar el premio para un tipo presuntamente gracioso que hace un papel serio, como Pajares en ¡Ay, Carmela! En fin… creo que Eddie tampoco es fan de mi blog. Ni siquiera nos seguimos en Twitter.
Por todo esto, no me parece una elección acertada para presentar los Oscar. Aún diría más: me parece desacertada. Pero… algunos de los últimos presentadores de la gala se lo van a poner difícil para superar la poca gracia que ellos tuvieron. Otros, en cambio, van a ser añorados. Hoy rescatamos10 presentadores de los Oscar, casi todos de los últimos 20 años.
Eddie Murphy. ¿Lo veis? Si es que parece bobo.
Bob Hope, por empezar precisamente por ese “casi”. Es el hombre récord de los Oscar, presentándolos en 18 ocasiones entre 1940 y 1970. Bob era un interino de Hollywood, quiero decir que los conocía desde el interior. Sus bromas a los actores eran intencionadas, exclusivas, ellos se reían con Bob. Es el maestro, el modelo a seguir.
Billy Crystal. El que mejor le siguió y el segundo que más veces ha presentado los Oscar, 8 actuaciones entre 1990 y 2004 (las 4 primeras, consecutivas). Sin ser el tipo más brillante del mundo, cada vez que algún anfitrión pincha en hueso, nos acordamos de Billy. Sus vídeos de inicio de la gala mezclándose con los nominados del año o apareciéndose en sus películas han sido imitados posteriormente por otros presentadores (incluso en España por Buenafuente). Y sus momentazos con Jack Palance haciendo flexiones o apareciendo en el escenario atado como Hannibal Lecter serán siempre inolvidables.
David Letterman. Lamentablemente, su intervención en 1995 también será inolvidable. Era la opción televisiva, la opción Buenafuente (repetida posteriormente con Ellen DeGeneres), el intento de captar para los Oscar al público de un late night (el de Letterman es el más visto en EE.UU, con permiso de Jay Leno). Pero Letterman confundió las audiencias y se dedicó a hacer chistes internos sobre política casi local que nos dejó fuera al resto del mundo, que tampco entendimos un juego de palabras sobre Uma Thurman y Oprah Winfrey que Billy Crystal retomó al año siguiente.
Steve Martin, solo o en compañía de otros (solito en 2000 y 2002 y con Alec Balwin en 2010). El problema de Steve Martin es que no es gracioso. Pero no es gracioso él. Hace un par de años nos concedió una entrevista para el programa en el que trabajo, y fue como entrevistar a un Profesor de Citología Sosa. Steve aprende los guiones graciosos (o no), pero él no es gracioso. Así que ni cuando presentó solo ni con ese otro despiporre llamado Alec Baldwin fue capaz de ponerle alma, vida, improvisación, etc. Sólo leyó el guión. Y no era gracioso.
Chris Rock. Lo cual tampoco explica gran cosa, porque Chris Rock se supone que escribe sus guiones de stand up comedy (no así los de sus películas) y en los Oscar de 2004 tampoco funcionó. Pero aquí el problema fue mayor: en mucha gente se preguntaba: ¿quién es ese? Como el año de Letterman (o el de DeGeneres, y van dos menciones), los Oscar olvidaron que son un espectáculo mundial, no sólo americano. Y sus ataques a pesos pesados de la industria como Tobey Maguire, Colin Farrell o Jude Law no gustaron demasiado.
Whoopie Goldberg. A Whoopie, con el tiempo, la recuerdo con más añoranza que la impresión inmediata que me dieron sus cuatro ceremonias (1993, 1995, 1998 y 2001). Sí me gustó ese año de Shakespeare in love en el que se iba cambiando de indumentaria (léase disfraz) en sus sucesivas apariciones, u aunque siempre estuvo menos ácida de lo que se esperaba, pero con un humor mucho más universal que Chris o David, mantiene el honor de ser una de las pocas mujeres que han presentado la gala (aquí iría la tercera mención a Ellen DeGeneres).
Anne y James, Ana y Jaime, Hathaway y Franco. La pareja del año (pasado), que no funcionó.
Jon Stewart. Suponía la misma opción que Letterman y DeGeneres (…), de hecho es el único presentador que repitió. Porque su late night, aunque en el resto del mundo no lo conzcamos, es más ágil, moderno, universal. Su primera gala (2006) fue brillante, de las mejores. Su speech inicial metiéndose con los actores fue magnífico. El segundo año (2008) le pilló la huelga de guionistas, y vaya que si se notó. Y ya no repitió más, maldición.
Hugh Jackman. 2009 nos trajo la sorpresa más agradable de los últimos años (sobre todo para la vista de mujeres, homosexuales y heterosexuales que no somos capaces de negar la evidencia). Hugh parecía que iba a ser un modelo de “actor que se aprende el guión y lo suelta porque no es gracioso). Pero Hugh nos regaló una ceremonia plagada de números musicales (buenísimos, como el que abrió la gala con un decorado pobre porque era la crisis) que bailaba y cantaba él, con chistes buenos, una estampa impecable y capacidad de improvisación (cuando vino a España a padecer El hormiguero, volvió a demostrar que es un puto showman, y punto). Lástima que no accedió a repetir.
Anne Hathaway y James Franco. Aún me recorren sudores fríos por la espalda cuando recuerdo la imagen del año pasado de la pizpireta Anne intentando reanimar a un James Franco que parecía haberse quedado dormido en la grieta de 127 horas. Ni un desfibrilador parecía poder despertar a un James que, según cuentan, luego twitteaba la gala desde el camerino (sería la que estaban viviendo los demás). Si esto lo acompañas de un guión soso y de una supuesta química que iba a captar audiencia joven, el resultado es un desastre que la Academia va a resolver este año… con Eddie Murphy.
Y el presentador que nunca fue: Ricky Gervais. Sus dos apariciones en los Globos fueron demoledoras. La primera, ácida, irreverente, irrespetuosa… mantuvo un nivel de humor tal que le pidieron repetir. En la segunda, sus chistes o dardos envenenados directamente lanzados a Tom Cruise (¡sal del armario!), Johnny Depp (¡haces malas películas!), Tim Allen (¡no tienes currículum!) o Charlie Sheen (¡alcohólico!) le valieron ser tachado definitivamente de la lista de futuribles. A mí me hubiera gustado verle en los Oscar. Como creo que no lo haría mal un actor del que no soy demasiado fan, Ben Stiller, pero cuyas apariciones en los Oscar han sido siempre colosales, como cuando apareció vestido con un mono verde para que la gente entienda los efectos digitales y viéramos sólo su cabeza, o como cuando apareció vestido de Starsky pero Owen Wilson olvidó ir de Hutch, o cuando apareció imitando a Joaquim Phoenix, con su barba, su chicle y sus gafas de sol.

Pero este año toca Eddie Murphy. ¡Ojalá me equivoque!