miércoles, 21 de septiembre de 2011

“Cheers” no era necesario

Debo reconocer antes de empezar a escribir que:
  1. No pude ver el primer episodio doble de la adaptación española de “Cheers“.
  2. Que soy un fan acérrimo de la serie americana, en serio, recuerdo los capítulos los nombres de los personajes y los actores, los gags y la ropa que llevaba cada personaje en cada capítulo. Bueno, esto último igual no.
  3. Que había oído de todo sobre la serie, y nada bueno.
  4. Que dicho esto, la segunda entrega que vi el otro día no me pareció tan mal.
  5. Pero… tampoco me pareció bien. Me explico.
La espanis Cheers.
Compañeros de los que me fío más que de Ramón Sánchez Ocaña recomendándome un jarabe en los 70 me hablaron de lo bajonera que es la adaptación. Familiares sin los que sería incapaz de bajar el Sella en una canoa horadada me criticaron con cachondeo hasta la canción inicial. Críticos de televisión (de estos me fío menos) la pulverizaron hasta límites insospechados, como Marcos Ordóñez, que últimamente parece haber entrado en una espiral de pique destroyer con Carlos Boyero (Resines llegó a llamar “anormales” a los señores de El País, recordándoles que en cierto modo son la misma empresa, en una extraña mezcla de autodefensa y de negación de la libertad de expresión).
Así que me enfrenté a la segunda entrega con menos esperanzas de encontrar algo ingenioso que en un debate entre Rubalcaba y Rajoy. Pero intenté hacer un ejercicio de virginidad (!) consistente en tratar de poner mi cerebro en blanco (no es difícil, creedme) y enfrentarme a la serie como si no hubiera visto la original, como si no recordara las situaciones y chistes que sí recordaba (porque “Cheers” adapta la serie original, no es como la segunda versión de “Cámara café“, que mucho más inteligentemente sólo adoptó el formato). Y el caso es que…
  • Me reí en unos cuantos chistes y situaciones. Creo que un chaval de 20 años que no viera la serie en su momento, también se reiría.
  • Interpretaciones como la de Resines, Alexandra Jiménez (esta chica es(tá) buena, ¿eh?) o Alberto San Juan no me parecieron mal.
  • He visto muchas comedias originales españolas más flojas en los últimos años, me refiero a “Los quién”,” A ver si llego” o incluso “La que se avecina” o (ay) “Escenas de matrimonio”.
Pero…
En cuanto haces el ejercicio de comparación con Cheers, la original, Resines se derrumba ante el gran Kelsey Grammer (Frasier), Alberto y Alexandra no resisten a Ted Danson y Shelley Long, el bueno de Pepón Nieto sucumbe al Nooorm (cielos, en España dicen Blaaaas) de George Wendt, y Luis Bermejo ni se aproxima al descojonante cartero Cliff de John Ratzenberger. Por no hablar de la pareja de camarero-cocinero que en la original nunca convivieron y que hacen añorar como pocos personajes a los originales “Entrenador” y Woody.
Entonces, ¿por qué intentar superar una serie que ya estaba hecha? ¿Ya no hay guionistas capaces de crear una sitcom desde cero? (prefiero no escuchar la respuesta) ¿Hay que irse a “Cheers”? Lo que vi en la tele no me pareció tan mal, pero no era necesario.
Eso sí, me acuerdo de otros intentos españoles de recrear una gran serie americana y se me ponen los pelos de punta. Me refiero a “Las chicas de oro”, que en los 90 ya se intentó con una cosa llamada “Juntas pero no revueltas”, con Amparo Baró, Mercedes Sampietro, Mónica Randall y Kiti Manver y que fracasó, claro. Pero es que la que hicieron hace unos meses Concha Velasco, Carmen Maura, Alicia Hermida y Lola Herrera, bajo la firma impune de José Luis Moreno… Dios mío, eso no tenía nombre. Ni perdón de Dios.
O lo que antes comentaba de “Cámara café“, un formato francés que en España triunfó claramente, en Tele 5. Pero antes las autonómicas lo intentaron con Óscar Ladoire, mi querido Antonio de la Torre y Jorge Roelas, llamándolo “Café Express”, y fracasó, también por esa obsesión de adaptar los guiones originales.
Y también hubo por ahí un intento de “Matrimonio con hijos” con Ginés García Millán

Y lo voy a dejar ya, porque a este paso el Cheers de Resines me va a acabar pareciendo una obra maestra de la comedia mundial.