Y qué quiere decir “glee”, os
preguntaréis con vuestras absurdas vocecillas de somormujo. Pues un “glee” es
el nombre por el que se denomina a un coro de una jáiscul, o sea de un
instituto americano. Pero además, “Glee”
es una nueva serie que acaba de estrenar el canal Fox, y que tengo entendido
que pronto emitirá Neox, el canal de TDT de Antena 3 (por el que está apostando
fuerte, porque el año que viene se lleva a los chicos de “Muchachada Nui”). Glee ganó hace unos meses el
Globo de oro a la mejor comedia o musical (y aquí habría que añadir: “en este
caso musical”), o sea que había que estar pendiente de ella si es que queremos
llegar a ser alguien en este mundillo voraz en el que los peces grandes se
comen a los otros.
El caso es que el otro día vi
el primer episodio de Glee,
por lo que sería injusto que me lanzara a hacer una crítica de la serie como si
la hubiera visto entera y como si fuera Boyero.
Voy a contaros sencillamente las cosas que me pareció apreciar en el primer
capítulo de la serie, que igual es el mejor pero que igual es el peor, eso sólo
lo saben Dios y Enrique
Muñoz de Luna.
Glee es un musical. No suele haber muchas series de televisión
musicales. A mí ahora mismo se me vienen a la cabeza Fama y la de UPA dance, porque El gran circo de TVE no era
un musical, aunque yo cantara sus canciones como una perra loca. Pero Glee no es un musical de los
que dan perecilla: tiene muchas historias detrás y las canciones no se cantan
enteras (salvo excepciones), o sea que no es como si estuvieras viendo una gala
de Operación Triunfo
bien actuada. En Glee
suenan temas de Chicago,
de John Denver,
de Grease, de Fama… Pero también se oyen de
fondo versiones de Beethoven
cantadas a capella, como si las interpretara un coro formado por seguidores de Bobby McFerrin. Y una
curiosidad muy significativa: todos los temas que se cantan en Glee se convierten en éxitos
inmediatos en iTunes: las versiones de la serie y las canciones originales, que
viven así una segunda juventud.
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Los chicos y los profes de "Glee". |
En el instituto éste, un
profesor de español que lo habla fatal (o por lo menos en la V.O. que yo he
visto, porque igual en la versión doblada lo convierten en profesor de
esperanto) decide montar un coro (un glee) sin demasiado apoyo por parte del
resto del claustro profesorero. Pero cuando hace el casting, descubre que se le
apuntan los alumnos más inadaptados y problemáticos de todo el instituto. Ése
es el punto de partida, porque Glee
es una serie de perdedores, y en la vida todos somos perdedores. Yo mismo
pierdo muchísimos paraguas y bufandas. Ayer perdí un boli.
Pero la gran garantía de esta
serie es que está creada, escrita, producida y dirigida por Ryan Murphy. ¿Y quién es Ryan Murphy? ¿El actor
que hacía del Señor Roper,
cuya voz en castellano falleció hace unos días? No, ése se llamaba Brian Murphy. Éste es Ryan, y es el creador y
artífice de las seis temporadas de una de las series más cañeras, destroyers y
a menudo alucinógenas que he visto en los últimos años: Nip/Tuck, desafortunadamente
subtitulada en España como “A
golpe de bisturí”. Nip/Tuck cuenta la historia de dos cirujanos
plásticos de Miami (que en las últimas temporadas se trasladan a L.A.) en
cuyas vidas hay operaciones, sexo, drogas, homosexualidad, celos, venganza,
asesinatos, incesto, prostitución, pornografía, ninfomanía, etc. Y aunque a Ryan Murphy en cada
temporada se le iba más la olla, era un placer dejar que tu olla se fuera con
la de Ryan y con
las de los doctores McNamara y
Troy. Y hablo en pasado porque Nip/Tuck
se acabó ya para siempre jamás. En España ha sido emitida por Calle 13 y por
las autonómicas, pero éstas últimas han tratado a la serie como al puto pompis.
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El logo de “Glee”, que se hace con los dedos. A mí esta foto me recuerda a la campaña ésa de la ceja de Zapatero. |
Glee conserva algunas de estas señas de identidad de Ryan Murphy. Sus dos
primeros capítulos (es que mientras escribía esto he visto el segundo, así que
ya soy mucho más profesional que hace unos párrafos) tiene sus toques bestias,
como los que utiliza para narrar la biografía de una de las alumnas, o en las
situaciones tierno-macabras que provoca un alumno paralítico que quiere
participar (y participa) en números musicales. Y sólo porque Glee es hermana de Nip/Tuck por parte de padre,
merece una oportunidad. Luego si no os gusta, pues mandáis a tomar por el ano a
la serie, a mí y a vuestros problemas más fastidiosos.
(Lo único malo de Glee es que, para emitirla,
Fox ha parado temporalmente la sexta temporada de Mujeres deseperadas, una serie de supermachotes
a la que, efectivamente, estoy más que enganchado).
Tema a debate: ¿Odias el
musical? / ¿Cuál es tu musical favorito? / ¿De pequeño te gustaba Leticia
Sabater? Mis respuestas serían: No / Cabaret / Ni en mis años más onanistas,
por Dios.