viernes, 4 de septiembre de 2009

Venecia sin mí (Crónica ausente de un Festival, I)

Anda que no sabréis ya de sobra que el miércoles comenzó en Venecia el Festival de Venecia. Que es un festival que se llama así pero que no se celebra en Venecia, sino en el Lido, de hecho es posible ir al Festival de Venecia y no pisar Venecia, porque cuando se va a trabajar allí uno se pasa el día en bicicleta, Lido para arriba y Lido para abajo, y por la noche estás tan cansado que duermes en el Lido y no quieres ni oír hablar de ir a Venecia a cenar a un italiano, que aunque sea chino en el fondo siempre será un italiano por razones obvias.
Pero éste no va a ser mi caso este año, porque yo no estoy en Venecia. Aún así, conozco a un par de personas con la suerte de estar allí (o la desgracia, según se mire), y que me van a ir contando algunas cosas. Otras las voy a leer en la prensa, y otras me las voy a inventar o voy a contarlas convencido de que son ciertas, aunque no lo sean. Me pasa como con el señor con bigote vestido de odalisca que siempre está a mi lado comiendo pipas, tocándose la minina y diciéndome mientras babea que le prenda fuego a mi casa: que nunca sé si es real o no.
Maria Grazia Cucinotta es la madrina del Festival. Mi madrina es mi tía Sagrario, gran persona, pero como que no es lo mismo
De todos modos, primero os quiero explicar por qué los festivales son tan importantes para los que trabajamos en cosas relacionadas con el cine y tan tediosos para el público en general (o al menos para el público no especializado en cine). Normalmente, y esto me lo decía un amigo mío que se llama Agapito Cid, cuando el pueblo llano lee el periódico y llega a esa página que durante 10 días se le dedica a los grandes festivales, la ignora o la lee por encima, porque no le interesa oír hablar de películas que no se van a estrenar hasta Dios sabe cuándo. Pero para nosotros es una ocasión de tener juntos en una semana a Tarantino, Monica Bellucci, Eva Mendes, Ford Coppola y Almodóvar, por citar algunos ejemplos absolutamente imaginarios. Y además, los críticos pueden ver de una tacada un montón de películas que luego durante el año van a ser de las más nominadas, vistas, etc. Y porque destilan un glamour que te pasas. Es por eso, amigas.

Yo os voy a intentar contar los tres primeros días del festival sin darle demasiada cancha a mi yo sensible, al que le apasiona el cine de arte, ensayo y festival, y dejando opinar a mi lado de maromo asilvestrado de palillo, copa y puro, que también lo tengo.
- El Festival abrió con Baaria, dicho lo cual Monica Bellucci está muy buena. Este dato parece irrelevante, pero es que la película Baaria es de Giusseppe Tornatore, el señor que hizo Cinema Paradiso. Y aunque a mi parte sensible le gusta esa película (y otra joyita suya mucho menos conocida llamada Están todos bien), reconoced, maromos míos, que Cinema Paradiso era una mariconada y estaba hecha para que lloraran las nenazas. De Baaria han dicho que es “una obra maestra y que todos los italianos deberían estar orgullosos de ella”. Lo ha dicho Silvio Berlusconi, que es el dueño de la productora. Así que vosotros mismos. Sale Monica Bellucci, pero también una señora muy guapa que se llama Margareth Madè.
Giuseppe Torntatore, en el centro, con Margareth Madè. Los otros dos me dan igual.
- Hay cuatro películas españolas en Venecia, pero ninguna de ellas compite por el León de oro, sino que participan en secciones paralelas, pero esto nos da igual a los maromos, que no recordamos quién ganó antes los leones éstos, no como los Oscar, que sí que te acuerdas. Dice mi lado sensible que él tampoco se acuerda de todos los leones, que qué me he creído.

-
Rec 2 (de Jaume Balagueró y Paco Plaza) ha tenido mucho éxito de público, pero no de crítica. O sea, que mi lado maromo la vería con palomitas y dando sustos a su chica (que es la mía) como en aquél gag de Mister Bean, pero mi lado sensible saldría de la sala diciendo: “qué barbaridad”. Dicho de otro modo: el público la ha aplaudido y Boyero la ha censurado. Dice mi lado maromo que Manuela Velasco se la pone obesa. Mi lado sensible jamás lo expresaría así, pero empieza a encontrar ciertos puntos en común con su lado antagónico.
Jaume Balagueró, Manuela Velasco y olé y Paco Plaza, el pobre del que todos nos olvidamos a veces.
- También ha estado por allí en estos primeros días Viggo Mortensen, en el que desde que rodó dos películas con David Cronnenberg ya no veo a Aaragon ni a Alatriste, y creedme que lo segundo era mucho más traumático que lo primero. Ha presentado una película con niño que se llama La carretera, y que está basada en el libro de Cormac McCarthy, ya sabéis, el autor de No es país para viejos. Y ha pasado un poco lo contrario que con Rec 2, y que es algo que pasa con casi todas las películas de los festivales: que la crítica se ha puesto muy contenta pero al público se le abría la boca. Cosas que pasan.

- Este fin de semana se proyecta en Venecia Gordos de Daniel Sánchez Arévalo. Tengo mucha fe en ella y me parece que me invitan a verla el martes, así que ya os contaré. Ahora os dejo, que mi lado maromo ha resultado ser gay y se está insinuando a mi lado sensible, que como es tan indeciso es capaz de decirle que sí por no discutir. Arrivederci!