Yo hace un año era alguien.
Hace un año yo acudía al Festival
de San Sebastián, la vida me sonreía de oreja a oreja, las mujeres
polinesias me recibían en chozas con guirnaldas de flores y luego andaban
juguetonas en mis partes bajas… Un año después, todo esto ha cambiado.
Bueno, en realidad no ha
cambiado tanto. Simplemente ha cambiado que este año no he ido al Festival de San Sebastián. Lo
de las mujeres polinesias nunca me sucedió, si os soy franco. Y la vida no me
sonreía tan claramente, sólo de vez en cuando me hacía una mueca, pero igual se
estaba riendo de mí.
Por suerte, tengo en San
Sebastián dos de las mejores espías que uno puede enviar a un festival: Raquel Matahari Santos y Cristina Matahari Teva, las
dos de Cinexprés,
de CANAL+ (ya sé
que me repito en lo de “Matahari”, pero es que no me sé el nombre de ninguna
otra espía con fama de inteligente y guapa). Y las dos me están contando
algunas cosas de esta edición que yo, como no me puedo callar, pues os las
cuento a vosotros, que sois otros cotillas.
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Brad Pitt firmando autógrafos en la donostiarra y encarnada alfombra. |
Como por ejemplo, que el
Festival se inauguró el viernes con una película de Atom Egoyan. Ayer mismo
hice la prueba con gente que no es experta en cine pero que si está conectada con
el mundo de la cultura, y no le ponían cara. Yo les dije que no se preocuparan,
que ya la tenía puesta. Poco glamour debió de parecerle a los del Festival,
porque poco después consiguieron que el día de la inauguración aparecieran
también Brad Pitt y
Quentin Tarantino
a animar un poco el cotarro o el catarro, porque me chivan que esa noche estaba
lloviendo asaz. El guapo de cara y el raro de ídem presentaban Malditos bastardos fuera de
competición. ¿Abrir Donosti con una película que ese mismo día está en los
cines de toda España? No sé, no sé, yo creo que esto con Diego Galán no pasaba. Y
con Franco no lo sé. Pero por lo menos Brad
Pitt queda bien en las primeras fotos y en las alfombras rojas
(que también han animado Robert
Duvall y Maribel
Verdú, que cada día me gusta más).
Por lo visto Tarantino se pasó medio
rodaje sacando fotos con un consolador a quien se dormía. O sea, se las sacaba
con una cámara, el consolador se lo ponía al lado. Por eso, durante la rueda de
prensa, un periodista comenzó a blandir un vibrador rosa de 37 centímetros
(bueno, el color y el tamaño me los he inventado), tan sólo unos minutos
antes de que Berta
Collado, de Sé
lo que hicisteis… formulara una pregunta chorra vestida de Uma Thurman en Kill Bill. Es que
últimamente, las ruedas de prensa de cine consisten en que los actores soporten
cien mil gilipolleces de estos programas tan graciosos, y cuando acaban, algún
periodista despistado pregunta algo sobre la película. Esto lo sé porque mis
espías acudieron a la rueda de prensa vestidas respectivamente de Rocco Torrebruno y José Luis Rodríguez “El Puma”,
pero por órdenes mías y para pasar desapercibidas, no para preguntar chorradas.
Precisamente Raquel y Cristina (las Mataharis) me cuentan que
también han estado por allí Juan
José Campanella y
Ricardo Darín, que son prácticamente pareja de hecho desde
antes de El hijo de la novia.
Presentaban una película que se llama El
secreto de sus ojos, que se estrena este viernes y que es una
preciosidad. Darín
aprovecha que está en Donosti para presentar también El baile de la victoria, de Fernando Trueba, al que
no sé qué le parecerá que su actor le comparta con una película que se llama El secreto de sus ojos. De
los ojos de Trueba
hablaremos más tarde. Mis espías, camufladas en esta ocasión bajo los disfraces
de Manolo Orantes y
Raffaella Carrá, me
confirman que Ricardo Darín
es un encanto (yo ya lo comprobé hace un año y pico, en una de las entrevistas
más agradables que he realizado en mi corta vida) (vale, en mi mediana vida).
Tengo con Darín
cuatro cosas en común: los ojos, el atractivo físico, la personalidad
arrolladora y que se quedó fascinado con Cristina
Teva. Releo estas cuatro características y descubro que en
realidad sólo compartimos una.
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Fernando Trueba con dos de los actores de "El baile de la victoria". |
De El baile de la victoria de Fernando Trueba oigo
opiniones dispares. O sea, que no son pares, vamos que oigo tres. Y una la pone
bien y dos regular. Con Trueba
tengo un problema: nunca he tenido ocasión de entrevistarle, y me da miedo
hacerlo. Imaginad que os toca entrevistar a Rossy de Palma y acudís a la cita con una
nariz postiza de coña. Seguramente se molestaría. Pues bien: el día que yo
entreviste a Fernando
Trueba puede suceder esto mismo, sólo que lamentablemente lo
que yo estaré haciendo con los ojos no será de coña. Por cierto, un aplauso
para Trueba por esa
promo para La Sexta en
la que dice: “Yo veo El
Intermedio, pero con este otro ojo veo Telecinco”. Si Dios te
obsequia con un sistema de polivisión en la mirada, lo mejor es tomárselo a
coña. Tiene sus ventajas: gente como Fernando
Trueba y yo entendimos mucho mejor La soledad, de Jaime Rosales.
Espero que mis espías me
cuenten más cosas del Festival. Anoche habrán cenado en el Aldanondo, mi restaurante-taberna
favorita de San Sebastián (no cuento a Arzak
y a otros grabndes restaurantes de otro nivel, que para eso os
los cuenta ya Menstyle).
Yo mismo les reservé una mesa desde Madrid…