viernes, 18 de septiembre de 2009

Fantásticos coches

Este verano TVE ha emitido la primera temporada de El coche fantástico. Cualquiera que lea esto y haya pasado los meses de estío en Urano, por ejemplo, podría pensar que TVE ha repuesto los míticos capítulos que encumbraron a David Hasselhoff. No hombre, no, qué locura, cómo iba a hacer eso, lo que ha emitido es un remake, cómo va a poner la serie original. Eso ya lo está haciendo Cuatro, hombre.
El caso es que TVE ha emitido la nueva versión de la serie de los 80, y además lo ha hecho liderando la franja horaria del prime time de los jueves (que me aspen si lo entiendo, pero así ha sido). En la versión nueva, Kitt es un Ford Mustang Shelby GT500 en vez de un Pontiac Firebird Trans-AM. Este dato queda guay y muy de tío para un blog en Menstyle, pero creedme, yo no distingo un Mustang de un 600, ni un 600 de una vaca fofa. No importa. Michael (el papel que interpretaba Hasselhoff, y que ahora se supone que es su hijo, o sea, el conductor del coche) sigue siendo un chulazo, guapo, musculado y mal actor. Pero ha mutado a una especie de James Bond de pacotilla, que a veces lleva esmoquin y que vive situaciones de muchas más acción que en los 80, y además la Fundación para la Ley y el Orden tiene pantallas que las apartas por los aires con un manotazo, como Tom Cruise en Minority Report. Michael sigue vacilando a todo lo que se mueve (iba a decir menea) y Kitt sigue siendo un cachondo mental que en situaciones de peligro a mí me tocaría bastante la tapa del delco. Mantienen la música original, eso sí, pero con mucha batería para que parezca más moderna.
El coche fantásttico en versión moderna
Pongo Cuatro y veo un capítulo al azar de El coche fantástico, versión David Hasselhoff. Definitivamente, me quedo con la antigua, porque en ella oigo frases gloriosas como: “Me siento como el novio de la chica que cuida a los niños: temo que ellos aparezcan en cualquier momento”. Desde el famoso “la vida es como una caja de bombones”, no había escuchado un símil tan gilipollesco y rebuscado, así que me hace reír. Los malotes que se enfrentaban a Hasselhoff eran villanos grotescos tipo Los hermanos Malasombra (si tienes menos de 35 años, esta comparación te parecerá más absurda que la del novio de la chica que cuida a los niños). Eran forzudos que se quedaban pegados a una valla electrificada o que lo confesaban todo acojonados cuando eran apuntados con una pistola de agua. Eran tontos. Y hacían que te tomaras la serie menos en serio.

 
Pero yo quería hablar más de David Hasselhoff que de su coche. Porque tengo una cuenta pendiente con él y porque me ha causado uno de los dos peores disgustos de mi vida (el otro me lo dio Soraya quedando penúltima en Eurovisión). En un viaje a California que hice para realizar unas entrevistas, uno de los reclamos era David Hasselhoff. Pero días antes anunció que no iba a acudir. Había algunas estrellas de Hollywood más importantes en el acto, pero os juro que para mí la gracia era entrevistar a David Hasselhoff. Me parecía superfriki, y yo quería. Pero no pudo ser. Al menos en ese viaje tuve el gran consuelo de conocer a Tony Aguilar y a una cohorte de periodistas femeninas que parecían sacadas de la revista Private. Con el primero sigo manteniendo una gran amistad.
¿Y por qué quería yo entrevistar a David Hasselhoff y luego me disgusté sobremanera?
  • Pues por eso de decir luego: yo he hablado con David Hasselhoff. Es como decir: he entrevistado a Raphael o a Mickey Rooney. La gente te lo oye contar y se ríe sólo de pensarlo.
  • Por Los vigilantes de la playa. Quería hablar con el tío que mantuvo viva durante años y en centenares de países una idea tan simple, descabellada y efectiva.
  • Porque tengo una camiseta suya. En serio. Me la hicieron de encargo en una tiendecita de la isla de Naxos, y yo elegí el color y todo (fucsia chillón).
Mi camiseta de David Hasselhoff.
  • Porque me apetecía hablar con él de la película que presentaban durante esas fechas (Click). La película es malísima, pero su aparición la sube enteros.
  • Porque pensaba pasar totalmente de tocar un tema que en ese momento estaba sobre el tapete, y que fue lo que le acojonó y le hizo no ir al evento: su alcoholismo y un vídeo que grabó su hija y que andaba por Youtube en el que Hasselhoff muy borracho se comía una hamburguesa. Yo he comido cosas borracho mil veces, pero no tengo hijas (de puta, añado) que me graben y lo cuelguen.
  • Porque sí pensaba tocar el tema de otros dos vídeos que también están en Youtube. En ellos, David Hasselhoff se ríe de sí mismo y de todos los que alguna vez se han reído de él. El primero es indescriptible. En el segundo se cachondea del coche, de los vigilantes, del croma, de la cámara lenta… y si sabéis inglés y entendéis la letra, veréis que se cachondea de muchas cosas más.

¿Un chulo o un cachondo? Hagan juego.