Este verano TVE ha emitido la primera temporada de El coche fantástico. Cualquiera que lea esto y
haya pasado los meses de estío en Urano, por ejemplo, podría pensar que TVE ha
repuesto los míticos capítulos que encumbraron a David Hasselhoff. No hombre, no, qué locura,
cómo iba a hacer eso, lo que ha emitido es un remake, cómo va a poner la serie
original. Eso ya lo está haciendo Cuatro, hombre.
El caso es que TVE ha
emitido la nueva versión de la serie de los 80, y además lo ha hecho liderando
la franja horaria del prime time de los jueves (que me aspen si lo entiendo,
pero así ha sido). En la versión nueva, Kitt
es un Ford Mustang Shelby GT500 en vez
de un Pontiac Firebird Trans-AM. Este
dato queda guay y muy de tío para un blog en Menstyle,
pero creedme, yo no distingo un Mustang
de un 600, ni un 600 de una vaca fofa. No importa. Michael (el papel que interpretaba Hasselhoff, y que ahora
se supone que es su hijo, o sea, el conductor del coche) sigue siendo un
chulazo, guapo, musculado y mal actor. Pero ha mutado a una especie de James Bond de pacotilla, que a veces lleva
esmoquin y que vive situaciones de muchas más acción que en los 80, y además la
Fundación para la Ley y el Orden tiene
pantallas que las apartas por los aires con un manotazo, como Tom Cruise en Minority Report. Michael sigue vacilando a todo lo que se mueve
(iba a decir menea) y Kitt sigue siendo
un cachondo mental que en situaciones de peligro a mí me tocaría bastante la
tapa del delco. Mantienen la música original, eso sí, pero con mucha batería
para que parezca más moderna.
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El coche fantásttico en versión moderna |
Pero yo quería hablar más de David Hasselhoff que de su coche. Porque tengo una cuenta pendiente con él y porque me ha causado uno de los dos peores disgustos de mi vida (el otro me lo dio Soraya quedando penúltima en Eurovisión). En un viaje a California que hice para realizar unas entrevistas, uno de los reclamos era David Hasselhoff. Pero días antes anunció que no iba a acudir. Había algunas estrellas de Hollywood más importantes en el acto, pero os juro que para mí la gracia era entrevistar a David Hasselhoff. Me parecía superfriki, y yo quería. Pero no pudo ser. Al menos en ese viaje tuve el gran consuelo de conocer a Tony Aguilar y a una cohorte de periodistas femeninas que parecían sacadas de la revista Private. Con el primero sigo manteniendo una gran amistad.
¿Y por qué quería yo
entrevistar a David
Hasselhoff y luego me disgusté sobremanera?
- Pues por eso de decir
luego: yo he hablado con David
Hasselhoff. Es como decir: he entrevistado a Raphael o a Mickey Rooney. La gente te lo oye contar
y se ríe sólo de pensarlo.
- Por Los vigilantes de la playa. Quería hablar
con el tío que mantuvo viva durante años y en centenares de países una
idea tan simple, descabellada y efectiva.
- Porque tengo una
camiseta suya. En serio. Me la hicieron de encargo en una tiendecita de la
isla de Naxos, y yo elegí el color y todo (fucsia chillón).
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Mi camiseta de David Hasselhoff. |
- Porque me apetecía
hablar con él de la película que presentaban durante esas fechas (Click). La película es malísima, pero su
aparición la sube enteros.
- Porque pensaba pasar
totalmente de tocar un tema que en ese momento estaba sobre el tapete, y
que fue lo que le acojonó y le hizo no ir al evento: su alcoholismo y un
vídeo que grabó su hija y que andaba por Youtube
en el que Hasselhoff
muy borracho se comía una hamburguesa. Yo he comido cosas borracho mil
veces, pero no tengo hijas (de puta, añado) que me graben y lo cuelguen.
- Porque sí pensaba tocar
el tema de otros dos vídeos que también están en Youtube. En ellos, David Hasselhoff se
ríe de sí mismo y de todos los que alguna vez se han reído de él. El
primero es indescriptible. En el segundo se cachondea del coche, de los
vigilantes, del croma, de la cámara lenta… y si sabéis inglés y entendéis
la letra, veréis que se cachondea de muchas cosas más.
¿Un
chulo o un cachondo? Hagan juego.