Llevamos tres domingos viendo
en Telecinco, a la
hora en la que habitualmente veíamos Camera
Café, una especie de sucedáneo llamado Fibrilando. Es como si
por la veterana serie hubieran pasado los pintores: en lugar de una oficina
amarilla ahora vemos el pasillo de un hospital, pero con el cuarto de baño en
el mismo lado, el ascensor al fondo y las plantas a la derecha. El actor que
hacía de chófer ahora es el cura, pero se sigue llamando Arturo Cañas y siendo un
borde. El director sigue ejerciendo como tal, ahora es el cirujano jefe, y se
sigue llamando Gregorio Antúnez
(el genial Luis Varela,
¡qué grande!). Y Carolina
Cerezuela sigue estando igual de jamona, y aunque lleve bata de
médico, la audiencia masculina sigue soñando con zambullirse imaginariamente en
su escotamen y nadar en él entre olas de espuma artificial. Bueno, no sé, a lo
mejor esto es sólo cosa mía.
¿Qué ha pasado entonces?
Pues que Camera Café necesitaba un
lavado de cara. Lleva en Telecinco
cuatro años y cerca de nueve mil sketches, y ya no arrastra tanto público como
antes. Porque aunque nunca ha dejado de resultar rentable, Camera Café tuvo una
temporada gloriosa: en 2006 colocaba sistemáticamente sus cuatro emisiones
entre las diez más vistas de la semana. Y prácticamente entre las seis, porque
sólo se veía superada por CSI
y Aída (todo esto
sucedió antes de la caída en picado de Telecinco
y la ascensión a los cielos de TVE1).
Entonces, Telecinco
comenzó a alternar Camera Café
con esa joya del humor sutil llamada Escenas
de matrimonio, pero que todos llamábamos Matrimoniadas (por suerte, Telecinco decidió hace poco
acabar con ellas). Y desde entonces, Camera
Café empezó a vivir una especie de esquizofrenia y empezó a
emitirse viernes – domingo – lunes; martes – miércoles – jueves; domingo a
secas; todos los días si era verano… Ante esta situación, el desgaste del
tiempo y la caída de audiencia, la idea era darle a la serie una última
oportunidad con su mutación en Fibrilando,
en lugar de cargársela.
![]() |
Fibrilando, que es gerundio. |
A mí esto mismo me ha pasado con Fibrilando, pero me da la impresión de que se me puede pasar pronto. Es demasiado parecido, demasiado más de lo mismo. Aunque me reí mucho con un capítulo de un nuevo personaje que sale muy poco, un forense interpretado por Carlos Areces (Muchachada Nui), que es un maníaco que si le cambias algo de lugar enloquece y empieza a cumplir absurdas rutinas como Jack Nicholson en Mejor imposible (sobrevaloradísima película para mi gusto que, por cierto, ayer emitió Antena 3). Carlos Areces es de esos tipos que tienen gracia hasta cuando no hablan.
Me gustaría que Fibrilando funcionara, porque
uno de los guionistas es amigo mío. O por lo menos fue muy buen compañero mío,
porque hace tiempo que no hablo con Álex
Mendíbil. Y también porque me parece un giro inteligente por
parte de su director, Luis
Guridi. Luis
Guridi era la mitad de La
cuadrilla, aquella pareja de directores que hizo las decrecientes
en calidad Justino un asesino
de la tercera edad, Matías juez de línea y Atilano Presiendente. La otra
mitad, Santi Aguilar,
también fue guionista de Camera
Café, pero se retiró del proyecto.
Porque Fibrilando es una idea de Guridi, tengo entendido. Pero
Camera Café no es
una idea española, ni siquiera Telecinco
fue la primera en traerla a España. Camera
Café es un producto francés de la cadena M6, y está pululando por
medio mundo. A España llegó en 2003, más o menos. La emitían las autonómicas
bajo el nombre de Café
Express, y los protagonistas eran Óscar Ladoire, Antonio de la Torre
y Jorge Roelas.
Pero no funcionaba. Principalmente porque adaptaba los guiones franceses, en
lugar de crear guiones nuevos partiendo del humor español, como hace Camera Café. Y eso que Café Express lo sonorizaba
un genio de las mesas de mezclas, mi amigo Manolo Rodríguez (este sí que es amigo –
amigo), pero ni aún así la cosa acababa de cuajar. Eso sí, sonaba de bien…
Hace poco me vi metido en una
conversación sobre Café
Express (¿y cómo se mete uno en una conversación así, os
preguntaréis con razón). Dos personas defendían la apabullante superioridad
de la versión de Telemadrid
(que duró unos cuantos meses), lo injustamente que la trataron en la parrilla,
cómo el público no llegó a entenderla, lo mucho más irreverente que era… Tenían
sus razones. Yo intenté abogar por la versión de Telecinco, hasta que me di cuenta de que ni me
escuchaban ni querían oír una opinión diferente. Y yo en esos casos me aburro,
así que me limité a apostillar “es
verdad, qué putada, ay que ver, cosa más injusta”. Veréis lo que
vamos a hacer: yo os pongo un capítulo de Café Express, porque muy poca gente se
acuerda de esta versión, y juzgáis vosotros mismos.
Camera
Café me parece brillante, aunque se haya
desgastado. Y creo que una temporadita de Fibrilando
puede ser una digna retirada.