lunes, 28 de septiembre de 2009

Fibrilando café

Llevamos tres domingos viendo en Telecinco, a la hora en la que habitualmente veíamos Camera Café, una especie de sucedáneo llamado Fibrilando. Es como si por la veterana serie hubieran pasado los pintores: en lugar de una oficina amarilla ahora vemos el pasillo de un hospital, pero con el cuarto de baño en el mismo lado, el ascensor al fondo y las plantas a la derecha. El actor que hacía de chófer ahora es el cura, pero se sigue llamando Arturo Cañas y siendo un borde. El director sigue ejerciendo como tal, ahora es el cirujano jefe, y se sigue llamando Gregorio Antúnez (el genial Luis Varela, ¡qué grande!). Y Carolina Cerezuela sigue estando igual de jamona, y aunque lleve bata de médico, la audiencia masculina sigue soñando con zambullirse imaginariamente en su escotamen y nadar en él entre olas de espuma artificial. Bueno, no sé, a lo mejor esto es sólo cosa mía.
¿Qué ha pasado entonces?
Pues que Camera Café necesitaba un lavado de cara. Lleva en Telecinco cuatro años y cerca de nueve mil sketches, y ya no arrastra tanto público como antes. Porque aunque nunca ha dejado de resultar rentable, Camera Café tuvo una temporada gloriosa: en 2006 colocaba sistemáticamente sus cuatro emisiones entre las diez más vistas de la semana. Y prácticamente entre las seis, porque sólo se veía superada por CSI y Aída (todo esto sucedió antes de la caída en picado de Telecinco y la ascensión a los cielos de TVE1). Entonces, Telecinco comenzó a alternar Camera Café con esa joya del humor sutil llamada Escenas de matrimonio, pero que todos llamábamos Matrimoniadas (por suerte, Telecinco decidió hace poco acabar con ellas). Y desde entonces, Camera Café empezó a vivir una especie de esquizofrenia y empezó a emitirse viernes – domingo – lunes; martes – miércoles – jueves; domingo a secas; todos los días si era verano… Ante esta situación, el desgaste del tiempo y la caída de audiencia, la idea era darle a la serie una última oportunidad con su mutación en Fibrilando, en lugar de cargársela.
Fibrilando, que es gerundio.
He visto los primeros capítulos y la idea no parece mala. Porque es verdad que cuando pintas el salón de otro color, te parece nuevo y te hace ilusión unos días. Cuando cambias las canciones de tu Ipod, te hace ilusión oírlo los primeros días. Cuando cambias de novia, te hace ilusión… huy qué burrada iba a decir, empezaba por “f” y no era la “f” de fibrilando.

A mí esto mismo me ha pasado con Fibrilando, pero me da la impresión de que se me puede pasar pronto. Es demasiado parecido, demasiado más de lo mismo. Aunque me reí mucho con un capítulo de un nuevo personaje que sale muy poco, un forense interpretado por Carlos Areces (Muchachada Nui), que es un maníaco que si le cambias algo de lugar enloquece y empieza a cumplir absurdas rutinas como Jack Nicholson en Mejor imposible (sobrevaloradísima película para mi gusto que, por cierto, ayer emitió Antena 3). Carlos Areces es de esos tipos que tienen gracia hasta cuando no hablan.
Me gustaría que Fibrilando funcionara, porque uno de los guionistas es amigo mío. O por lo menos fue muy buen compañero mío, porque hace tiempo que no hablo con Álex Mendíbil. Y también porque me parece un giro inteligente por parte de su director, Luis Guridi. Luis Guridi era la mitad de La cuadrilla, aquella pareja de directores que hizo las decrecientes en calidad Justino un asesino de la tercera edad, Matías juez de línea y Atilano Presiendente. La otra mitad, Santi Aguilar, también fue guionista de Camera Café, pero se retiró del proyecto.
Porque Fibrilando es una idea de Guridi, tengo entendido. Pero Camera Café no es una idea española, ni siquiera Telecinco fue la primera en traerla a España. Camera Café es un producto francés de la cadena M6, y está pululando por medio mundo. A España llegó en 2003, más o menos. La emitían las autonómicas bajo el nombre de Café Express, y los protagonistas eran Óscar Ladoire, Antonio de la Torre y Jorge Roelas. Pero no funcionaba. Principalmente porque adaptaba los guiones franceses, en lugar de crear guiones nuevos partiendo del humor español, como hace Camera Café. Y eso que Café Express lo sonorizaba un genio de las mesas de mezclas, mi amigo Manolo Rodríguez (este sí que es amigo – amigo), pero ni aún así la cosa acababa de cuajar. Eso sí, sonaba de bien…
Hace poco me vi metido en una conversación sobre Café Express (¿y cómo se mete uno en una conversación así, os preguntaréis con razón). Dos personas defendían la apabullante superioridad de la versión de Telemadrid (que duró unos cuantos meses), lo injustamente que la trataron en la parrilla, cómo el público no llegó a entenderla, lo mucho más irreverente que era… Tenían sus razones. Yo intenté abogar por la versión de Telecinco, hasta que me di cuenta de que ni me escuchaban ni querían oír una opinión diferente. Y yo en esos casos me aburro, así que me limité a apostillar “es verdad, qué putada, ay que ver, cosa más injusta”. Veréis lo que vamos a hacer: yo os pongo un capítulo de Café Express, porque muy poca gente se acuerda de esta versión, y juzgáis vosotros mismos.

Camera Café me parece brillante, aunque se haya desgastado. Y creo que una temporadita de Fibrilando puede ser una digna retirada.