miércoles, 25 de marzo de 2009

Un año (ya) sin Rafael Azcona

Parece mentira, pero ayer se cumplió un año desde que Rafael Azcona decidió poner punto y final al guión de su vida. Parece mentira que haya hecho un año, y parece mentira que Rafael ya no esté en este mundo, escribiendo las mejores películas de la historia del cine español (El verdugo, El pisito, El cochecito, Plácido, Vivan los novios, La grande bouffe, El bosque animado, Ay, Carmela, Belle epoque…). No sé escribir homenajes basados en filmografías de cineastas, así que me voy a limitar a contaros algunas cosas que sé sobre Rafael Azcona porque antes alguien me las han contado a mí.
Yo no supe quién era Rafael Azcona por  sus películas. Yo no soy un cinéfilo nato, como mi hermana Beatriz, a mí en el mundo del celuloide me ha ido curtiendo la vida (léanse estas últimas palabras superafectadamente, como las dirían Marisa Paredes o Rocío Jurado). La primera noción que tengo de Azcona es un libro muy viejo que había en mi casa y que se llamaba Los muertos no se tocan, nene, y que yo me leí muchas veces de niño junto con Diario de un niño tonto de Tono y Todos los ombligos son redondos de Álvaro de la Iglesia. Me moría de risa con ese moribundo que pronunciaba su última frase muy bajito, y que sólo la oye uno de los hijos, que entiende: “Papá dice que quiere patatas”. Descubrí el humor de Tono, Mihura y Azcona (y muchísimas otras cosas)  gracias a mi padre, que les conoció en persona en las tertulias del Gijón y en unos certámenes de humor que se llamaban “Paleta Agromán”, y que andará por ahí arriba (o donde sea) partiéndose de risa con ellos y haciéndoles caricaturas.
Rafael Azcona
Cuando en agosto pasado se estrenó Los girasoles ciegos, tuve que entrevistar a José Luis Cuerda y a algunos de sus actores. Todos hablaron de Azcona, les preguntara o no. Cuerda, que ha escrito muchos guiones con él, me contaba que lo mejor de Rafael era que tenía un “detector de mierda” en la cabeza. En cuanto leía una frase (suya o no), sabía perfectamente si iba a funcionar. A este trabajo entre el escritor y director, Rafael lo llamaba “hablar el guión”. Y me contaba (Cuerda) que de sus colaboraciones con Azcona aprendió tres frases que siempre repetía el maestro. Una: “Lo más mezquino es ir directamente al corazón del espectador. Es lo más fácil y lo más cobarde”. Dos: “Los directores españoles no escribís mejores guiones porque no vais en autobús” (= no escucháis cómo haba la gente) . Y tres: “No le pongas pie a la foto” (= si ya has contado una cosa con una imagen, mejor que los actores no hablen). Qué curso debería haber dado Rafael Azcona a tantos guionistas españoles que se quejan ahora de la crisis de nuestro cine. Aunque el curso está ahí para quien quiera hacerlo, consiste en unas 100 películas que están a disposición de todo el mundo.

A Jesús Franco, el último Goya de Honor, el Tío Jess, el autor de 180 películas, se le pone una sonrisa en la boca sólo con mencionar a Mihura, TonoNeville y Azcona. Luego te cuenta algunas anécdotas y entonces ya sí, le entra la risa a él y a ti también. Rafael Azcona, que también fue Goya de Honor, no iba nunca a recoger los premios (”no por modestia, sino porque lo paso mal físicamente”). Tenia alergia a los homenajes. Además del honorifico, recibió 7 Goyas, el último hace unos meses precisamente por Los girasoles ciegos. Todavía nos queda un trabajo de Azcona por estrenar: Los Esperpentos de Valle-Inclán, un trabajo de José Luis García Sánchez que TVE lleva meses anunciando pero que no acaba de estrenar, se ve que está muy liada con Águila roja.
Javier Cámara es de Logroño, como Azcona y como mi hermana Silvia, y cada vez que se encontraban (Cámara y Azcona, no Cámara y mi hermana SIlvia) no hablaban de cine, sino de Logroño. Y dice Javier Cámara que cuando alguien de La Rioja le saluda, siempre le acaba diciendo: “Conocerás a Rafael Azcona… ¡Ése sí que era un genio!”. En Logroño están muy orgullosos de ser paisanos de Rafael. El famoso “repelente niño Vicente” de Azcona no es más que un compendio de las virtudes que obligaban a aprender los nacionales a los niños logroñeses de la posguerra.
"El repelente niño Vicente". Durante años, en España se llamaba así a los niños repipis de la clase, sin saber que se aludía a un personaje de Azcona ni nada.
Raúl Arévalo no conoció en persona a Azcona, pero dice que se lleva para él el inmenso honor de compartir la primera escena de Los girasoles ciegos (un primer plano de Raúl rezando) con las palabras “A Rafael Azcona”. Aún no se cree que haya filmado un trabajo de uno de los mejores guionistas del mundo (sic). Y lo mismo dice José Ángel Egido, que cuando Cuerda le envió el guión y le dijo de quién era, comenzó a repetir como un niño: “¡Voy a hacer un guión de Rafael Azcona!”. Tampoco le conoció en persona, pero dice que es el guión más hermoso y mejor escrito que ha leído nunca.

Y ahora llega el redoble de tambores… ¡tachán! ¡Yo sí conocí a Rafael Azcona! Bueno, conocer, conocer.. quiero decir que tuve la inmensa suerte de hablar unos minutos con él y entrevistarle (ojalá le hubiera conocido). Fue en la presentación de un libro de Elvira Lindo,  el 5 de abril de 2001, me acuerdo del día exacto no porque lo conserve en la memoria (que debería), sino porque justo antes de hacer la entrevista me llamó mi amigo Nacho Utges para comunicarme que habían echado a Carlos el Yoyas de Gran Hermano 2, y esa fecha se encuentra fácil en Internet. Perdón por la anécdota.
Yo no me pongo muy nervioso cuando hago entrevistas, no porque no me impongan (que sí que lo hacen), sino porque en mis venas hay una horchata, o algo así me han dicho a veces. Pero con Rafael Azcona la admiración bloqueó todas las sinapsis que pudieran realizar mis neuronas. Me acerqué a saludarle y él me mostró su mano y dijo: “No te la estrecho porque la tengo dislocada”… pero no le dejé acabar, porque mi cerebro ya había enviado la orden de “saludar a Azcona”, y le cogí la mano y se la apreté con furia, además yo saludo como los hombres, no como esas personas que en vez de una mano firme te ofrecen una trucha blanda. Nunca olvidaré la carita de dolor de Azcona, el rubor que inundó mi jeta y la vergüenza que pasé.  Solamente dijo: “Vaya”. Luego Azcona estuvo cariñoso, amable, ocurrente, ingenioso… Y al acabar la entrevista me contó un cosa que desde entonces hago todos los días: “Yo leo el periódico de atrás a adelante. Así empiezo contento por la tele, luego me salto la economía y los deportes, llego a cultura y sociedad, y así disfruto leyendo unos minutos. Y sólo al final, las noticias de verdad me amargan el rato. Si empiezo por el principio, me leo todo el periódico deprimidísimo”. Desde ese día, yo leo el periódico del revés. Y reconozco que no siempre, pero muchos días, cuando estoy leyendo lo que echan por la tele, me acuerdo de Rafael Azcona. Cuando nos despedimos, me ofreció la otra mano. Yo no me hubiera ofrecido ninguna.

Si queréis saber más cosas de Rafel Azcona, CANAL+ emitió un especial con su última gran entrevista, dirigido por David Trueba, realizado por Gonzalo Cabrera e ideado y defendido por Jorge Ortiz. Se llama Rafael Azcona, oficio de guionista”, y estuvo nominado al Mejor Documental por la Academia de la Televisión. Es una delicia.