Emite la cadena Cuatro un programa
mensual que se llama 21
días. Es una serie de reportajes de investigación, en los que
una periodista, siempre la misma periodista (Samanta Villar, a algunos les sonará de España directo, a mí no) se mete de lleno
durante 3 semanas en un tipo de vida diferente a la suya. Me he explicado fatal
y puede parecer que Samanta experimenta en primera persona dentro de, por
ejemplo, una ameba. No. Lo que hace es vivir en su piel la realidad de personas
que viven situaciones duras e incluso trágicas. Por ejemplo, en enero se emitió
“21 días entre cartones”, en los que
Samanta se convertía en la becaria de un homeless (este término de “becaria
de”, que me encanta por lo preciso, se lo he robado a mi amigo Raúl Rubio). El pasado
viernes se emitió la segunda entrega, “21 días
sin comer”, en el que Sammy (de repente la voy a llamar así) ingresa en
un centro de recuperación de anoréxicos y bulímicos y se está 21 días
trastornando a propósito su alimentación.
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Samanta Villar. Es muy mona pero dice mucho “joder” |
1. Para empezar el formato no es original, lo que tampoco es una gran pega, porque en la tele está todo inventado excepto el programa perfecto. Cuatro no oculta este dato (aunque tampoco lo airea): en su página web simplemente habla de “un excepcional y revolucionario formato nunca realizado hasta ahora en nuestro país“. Porque el formato es una idea de Morgan Spurlock, que en EE.UU. va ya por su tercera temporada y que se llama 30 days (huy, casi casi se les podría acusar de plagio, Cuatro se salva por 9 días). Morgan Spurlock transformó uno de estos episodios en un magnífico documental para cine llamado Supersize me, que estuvo nominado al Oscar. Lo habréis visto, o habréis oído hablar de él, es ése en el que Morgan se alimentaba durante un mes exclusivamente de menús McDonald’s, lo cual casi le acaba llevando al otro barrio. El documental era más divertido que didáctico, porque la conclusión anti comida basura a la que te intenta conducir es loable, pero ponte tú un mes a desayunar, comer y cenar fabada Litoral, a ver qué pasa. Y a mí contra la fabadita que no intente alinearme nadie. En su programa de TV Morgan Spurlock se ha pasado 30 días en una mina, alcoholizado, conviviendo con homosexuales (ignoro si en el término más amplio de la palabra “convivir”), en una reserva india, en silla de ruedas, enganchado a las drogas… todo esto en distintos programas, claro, no a la vez. Mola este Morgan.
2.
Veo en la versión de Sammy que el experimento en sí no es lo más fuerte del
programa. Me refiero a que muchas veces con lo que me quedo es con los
testimonios de las verdaderas anoréxicas, con las explicaciones de los médicos,
con los rostros de las hospitalizadas. Quiero con esto decir que a Samanta se
le olvida que ella debería ser la más importante, y que a menudo el programa se
convierte en un (buen) documental sobre la pobreza o la bulimia, pero no en la
simbiosis de una persona normal con la dureza de estas tragedias. Tal vez sea
que los resultados del “experimento” no dan para un reportaje interesante de
una hora y media. Pero debería ser así. Para mí el espacio pega un bajón cuando
Saman (ahora de repente la voy a llamar Saman) se queda sola y habla con su
cámara. Es cuando menos me creo la historia.
3. Y en el fondo, el concepto del programa me crea un dilema
moral: no sé si me parece bien que Saman se meta de lleno en estos “tipos de
vida” sabedora de que luego va a salir. No digo que sepa que va salir bien
parada, ni que no sea duro hacer este periodismo, pues claro que lo es. Pero
vamos, que Saman no se va a quedar viviendo en la calle porque al mes siguiente
tiene que ponerse a adelgazar, ni se va a quedar en una clínica para anoréxicas
porque el mes que viene tiene que ponerse a fumar porros (en serio: es el
tercer episodio). No sé cómo llevaría yo que Saman se pusiera a experimentar
mis desgracias y a preguntarme por ellas y que de repente me dijera: “bueno, gracias, que ya me voy, ya
te quedas tú ahí con tus cosicas”. A mí me sentaría muy mal y
a lo mejor querría pegar a Saman.
Yo estoy planteándome hacer mi propia
versión de 21 días. Para que no me
acusen de plagio, lo llamaría 20 días y uno de
propina, y tendría 10 episodios:
- 21 días drogándome, como Morgan y Saman.
Más que nada por experimentar cosas nuevas, creo que nunca lo he hecho 21
días seguidos.
- 21 días follando, o sea, siendo
super-prostituto, me da igual de hombres o de mujeres. Este capítulo me
saldría mal, porque a mí no me contratarían 21 días seguidos ni en sueños.
De hecho, dudo mucho que me contrataran uno. Creo que al final acabaría
reeditando el programa y se llamaría 21 días pasando frío.
- 21 días haciendo
deporte.
Bueno, este capítulo no me lo creo ni yo. Lo haría un doble mío.
- 21 días viendo
Matrimoniadas.
Como veis, en mi programa arriesgo la vida de verdad, no como Saman y
Morgan.
- 21 días siendo bien
educado.
Yo creo que lo puedo conseguir sin problema, porque soy un tipo muy
educado, pero la audiencia se quedaría perpleja y cambiaría de canal.
- 21 días
escuchando la COPE y viendo Intereconomía. No descarto que tras
la experiencia, el día 22 acabe manteniendo sexo con una gallina.
- 21 días leyendo El País
y escuchando la SER. Más que nada para compensar. Esto es casi peor,
porque os aseguro que ya lo he probado y mirad cómo me quedé. Es broma: yo
también leo el ABC y El Mundo, me lo impuse hace tiempo como ejercicio
democrático. Por lo de la COPE ya no paso.
- 21 días bebiendo vodka. Bueno, lo complicado
para mí sería estar 21 días sin beberlo.
- 21 días muerto. Éste sería el último
episodio, por si acaso no existe la vida eterna y me sale mal el
experimento.
Se admiten ideas para nuevos episodios,
las televisiones compran las series en packs de 13 ó 26.