lunes, 26 de enero de 2009

El pobrecito emigrante

(Sugerencia musical: leer este post escuchando de fondo esta canción de Juanito Valderrama. Si mientras la escuchas sientes unas irrefrenables ganas de salir corriendo, prefiero que apagues la música y leas el blog)
Quería pediros perdón porque he estado unos días de vacaciones en un país bastante extranjero, lo que no me ha permitido mantener muy al día este blog. Os tengo que hablar de las nominaciones a los Oscar y de los inminentes Premios Goya, lo sé. Y también he visto que hay varios comentarios en las últimas entradas que exigen una explicación por mi parte, y esa explicación que os debo os la voy a pagar. Dadme tiempo.
Mientras tanto, permitidme que os cuente una absurda cosa que me ha sucedido estos días que he estado fuera de España. Yo lo primero que hago cuando entro en la habitación de un hotel es encender la luz y oler el baño. Después, me tiro al mando a distancia de la tele (”me tiro a” en el sentido de “me abalanzo hacia”, no de “copulo con”) y empiezo a cotillear qué canales se cogen. Y cuando llego a TVE Internacional (suele estar del Canal 30 en adelante), me quedo como tranquilo, como vinculado a España, como sabiendo que me voy a enterar de las cosillas de Zapatero y de los espionajes de Esperanza. Pero esta vez, más que nunca, me he dado cuenta de que la ventana al mundo que supone TVEi y que para mí es un mero vínculo durante unos días, para los españoles que viven fuera tiene que ser un suplicio que te cagas. Porque TVEi no es TVE emitiendo fuera. Es un canal de TVE hecho SOLAMENTE con los programas de los que TVE posee los derechos. Y la mayoría son muy malos. Durante estos días he visto las siguientes cosas:
  • Tres programas seguidos con los siguientes contenidos:
  • En el primero, una señora te explica cómo hacer un reloj con un cartón (creo recordar), al tiempo que un chico más joven te enseña a criar rosas. Al estilo de Arguiñano, el muchacho va diciendo chorradas mientras trabaja, y no se le ocurre otra cosa que hacer un chiste sobre “Las 13 rosas”. Así de fuerte.
  • En el segundo programa te dan unos consejos para educar a los niños. Veo al final que el productor ejecutivo es Melchor Miralles. Cielo santo, agradezco no tener niños.
  • En el tercero hablan de la obesidad infantil. Se conoce que no confían lo más mínimo en los consejos para educar niñosde Melchor Miralles.
  • Insisto: estos tres programas se emiten SEGUIDOS. Sin un respiro, sin recuperar algún chiste de Arévalo de archivo, nada. Los tres tal cual: zas, zas, zas.
En otro momento de otro día, cascan también de seguido:
  • Redes, de Punset. Punset me cae genial, pero el programa es como es, y eran las 7 de la tarde.
  • Pagina Dos, de libros. Lo mismo digo: es que eran las 19:30.
  • Crónicas. De este programa me enteré menos. Creo que iba sobre petróleo o sobre unas piedras de no sé dónde.
  • Un documental de un parque en el que hay un elefante que no asusta a los hipopótamos. Bueno, esta sinopsis no tiene sentido, pero es que estaba leyendo mientras.
  • Vuelvo a insistir: los cuatro programas SEGUIDOS.
Y claro, todo esto sin poder cambiar de canal, o pudiendo hacerlo a uno italiano o portugués, lo cual os aseguro que es casi peor. Bien es cierto que también vi otras cosas que se emiten en España, como a) el programa de José Mota (no puedo con él, lo siento); b) una edición de ¡Mira quién baila! en la que eliminan a Terelu Campos y de la que, todo lo fina que es ella, se despidió diciendo: “¡no me da la gana de llorar, así que iros al carajo!”; c) esa miniserie sobre el crimen de Pagos; d) un extraño documental sobre la cara (la cara en general, o sea, la jeta, la faz); o e) un curso delirante de español para extranjeros (o para retrasados) que creo que se llama Hola, ¿qúé tal, eh?, pero os he buscado la foto y veo que me estoy inventando el “eh”, pero os juro que yo lo oía.
El curso de español para que los extranjeros aprendan a hablar raro
Y por cierto, me he hecho fan de Manuel Torreiglesias y Saber vivir, pero de esto os quiero hablar un día en exclusiva. Es que me tiene  enganchadísimo, estoy por pedirle a mi jefe un cambio de turno en mi oficina…

Terrible. Pobrecitos emigrantes. En fin, esta chorrada es todo lo que quería compartir hoy. Enseguida me incorporo al ritmo habitual del blog. Pero es que si no os lo cuento a vosotros, ¿a quién se lo voy a contar?