No soy yo muy de hablar de deportes, ni en este blog ni fuera,
aunque los lunes sí que hablo de fútbol con mi amigo Patxi, o mejor dicho me
habla él a mí. Pero hoy lo voy a hacer, porque llevo unos días siguiendo en TVE
los resúmenes del París - Dakar, cuando a mí en realidad el
París-Dakar me interesa menos que la presunta mononucleosis de Ana Obregón, además este año ya ni pasa
por París ni va a pasar por Dakar. Además me encontré ayer con Nico Abad, que es el que de verdad
sabe de deportes en el blog de aquí al lado, y me dijo que me daba permiso para hablar del
Dakar y de lo que yo quisiera. Qué majo. El caso es que estoy siguiendo estas
retransmisiones de televisión por dos alicientes que me fascinan: Carlos Sainz e Isidre Esteve.
Ayer todos los telediarios
sacaban el mismo tipo de reportaje sobre Carlos
Sainz. Para quien no se haya enterado, a falta de 3 etapas para
que acabara el rally (lo hace el domingo), Carlos Sainz era el líder en coches,
y le sacaba media hora (que es mucho) al segundo. Pero ayer ¡zas! se cayó
por un terraplén de cuatro metros “mal señalizado” (que hay que ser hijo de
puta para señalizar mal un terraplén. Si no lo señalizas, bueno, puede ser que
no lo hayas visto, pero, ¿señalizarlo mal?). Teniendo en cuenta la de peligros
que tienen estos rallies, que si se te estropea el motor, se te pincha la
rueda, pierdes la orientación, o lo que es peor, te entra arena en el zapato…
ya hay que tener mala suerte para abandonar por un motivo tan bestia: caerse
por un pedazo precipicio del copón.
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El coche de Carlos Sainz. Como veis, ni aunque tratara de arrancarlo, por Dios. |
El otro motivo, os decía, es Isidre Esteve. Isidre Esteve no va a ganar el Dakar, pero sí que lo va a terminar. Ahora mismo ocupa el puesto 79º de 87, o sea, que sólo hay 8 participantes que vayan por detrás de él (bueno, y unos 50 que han abandonado). Pero esos 8 participantes, cuando acaban la etapa, no se suben a una silla de ruedas. Ni, hace un año y medio, se debatían entre la vida y la muerte tras un accidente de moto. Tuve el enorme placer de conocer a Isidre hará cosa de un año, para hacer con él un reportaje que me pidieron para un programa de CANAL+ llamado Informe Robinson. Ni antes ni después he vuelto a trabajar en un tema de deportes, aunque este reportaje no era nada “deportivo”, se supone que era “humano”, y humano a lo bestia, porque menuda lección de humanidad nos dio este tío en menos de dos meses. Durante una semana convivimos con él, con su rehabilitación, con su adaptación a un mundo en el que no vale andar. Porque por aquel entonces, hacía sólo seis meses de su terrible accidente de moto. Ninguno sospechaba que Isidre pudiera volver a conducir. Le costaba un mundo subirse a su silla. Y cuando lo hacía, despacio, costosamente, todos le mirábamos con una compasión… que no le hacía ni puta falta. Ahora se sube a otra silla con ruedas, pero menudas ruedas, las de su coche Ssangyong en el Dakar, y se traslada de una silla a otra en menos tiempo del que tú o yo empleamos en levantarnos de la cama, os lo juro.
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Detalle del libro de Isidre Esteve. Lo tengo dedicado, pero no he querido enseñaros la dedicatoria por no parecer un patético y orgulloso fan suyo. Que en realidad, es lo que soy |
Se
supone que Isidre iba a hacer este año las cónicas del Dakar para el
diario EL PAÍS. Si no me he despistado, creo que sólo ha escrito dos. Se
supone que no le ha apetecido o que no ha tenido tiempo… aunque hace unos meses
llegué a comentar con él la idea de hacer un blog como éste pero de motor, y
decía que eso de escribir le daba un poco de pereza.
Hace
un año, cuando estuve con él, cuando ninguno dábamos un duro por él, Isidre me
decía cosas como éstas:
- “Tengo una
vida por delante en la que existen unas limitaciones, hay muchísimas
cosas que no puedo hacer, pero intento darle la vuelta y decir: no voy a
pensar todo el día en lo que no puedo hacer, voy a pensar en lo que sí
puedo hacer.”
- “La lesión
está ahí, yo sé perfectamente que a no ser que un día llegue un avance de
la ciencia, pues yo no voy a volver a andar, esto es algo que está
clarísimo. Pero me estoy dando cuenta de que si mi hija echa a correr para
un sitio que no debe, difícilmente puedo ir a pararla, pero sí puedo
hablar con ella antes de que eche a correr.”
- “Al
principio, cuando vi lo que hacían otros con la silla de ruedas, me
dije: esto no lo voy a hace nunca en la vida. Y ahora te das cuenta
de que muchas cosas que no creías que harías pues las haces. ¿No quieres
probar? Pues deberías probar…”
Y
se cachondeaba de nosotros porque nos daba miedo subirnos a su silla para bajar
las rampas que él bajaba, o subir los bordillos que él subía. Una semana
después, cuando celebramos el final del reportaje comiendo un arroz en
Barcelona con su maravillosa novia Lidia y con él, ya no es que no diéramos un
duro por Isidre… es que nos hubiéramos apostado lo que fuera a que volvería a
correr el Dakar. Y como el del año pasado se suspendió, pues lo ha hecho
éste, sin llegar a perderse ninguna edición.
Desde
entonces, cuando Isidre viene a Madrid, mi compañero Alberto del Valle y yo
quedamos con él y con Lidia a tomar un café. Y nos cuenta sus
progresos, nos invita a la presentación de su libro, o nos felicitamos la
Navidad.
Un
abrazo, Isidre. Y ánimo, Carlos, por Dios, trata de reponerte.