martes, 2 de noviembre de 2010

Miedos

Estaba yo este fin de semana ataviado como suelo hacer en Halloween, con una calabaza en la cabeza, un canesú corto y las vergüenzas desafiando al viento, cuando de pronto me di cuenta de que aborrezco Halloween, porque me parece una tradición absurda y nueva que cuando yo era pequeño no existía en España. Y ya me dan pereza las tradiciones en general, así que como para incorporar una de otro país. Pero vamos, que se me quedó en la cabeza runruneando lo de Halloween, y en la cola un fescorcete que resolví con unas enaguas de felpa.
Acto seguido, abrí mi correo y me encuentro un mail de Liliane Meric de Universal Pictures (¿por qué me enviará estos correos el día de Todos los Santos?), celebrando que Los ojos de Julia se ha puesto líder de taquilla este fin de semana por encima de The town, de La red social y desbancando a Gru, mi villano favorito. Y también se me quedó runruneando en la cabeza esto. Y pensé: “una peli de miedo lidera la taquilla en un fin de semana ideal para pasar miedo. Qué miedo”. Y acto seguido, pues soy un voluble mental, me dije: “¿Y a qué le tendrán miedo las estrellas del Hollywood?”
Y entonces recurro a una hermana que tengo que sabe de todas estas cosas, y me dice que leyó un artículo así en la revista Images hace 15 años, y entonces bajo a preguntarle a mi vecina de abajo, que da susto verla, y resulta que tiene exactamente ese número guardado entre sus pechos. Qué casualidades tiene la vida, ¿verdad?
Así que rescato ese artículo, lo releo, y quedo en condiciones de comentaros unas cosas tan curiosas sobre el miedo como que:
Alfred Hitchcock, el mago del suspense, uno de los directores que más cague nos ha hecho pasar a todos, le tenía miedo a la policía. No es de extrañar, a mí también me da miedo, pero en su caso se debía a una coña de su severo padre, que para darle una lección por llegar tarde a casa, consiguió que la policía le encerrara toda una noche en el calabozo. A mí la única vez que me ha detenido la policía fue por hacer pis en Granada. Ya sé que no está bien, pero yo era joven y estaba beodo, nadie es perfecto, como escribió Billy Wilder.
Alfred Hitchcock, quién sabe si de niño aquella noche que pasó en tre rejas, porque pega que Alfred de niño ya tuviera cara de lechón mayor.
David Caruso, el agente Horatio de CSI Miami, el que no se ríe ni aunque vea a las hijas de Zapatero en Halloween, también le tiene miedo a la policía (paradójicamente). Más o menos como Hitchcock, pero en su caso tiene más sentido: siendo joven, alguien le propuso a él y a dos amigos atracar un supermercado. Él declinó tan generosa y pintoresca invitación, pero sus amigos aceptaron, porque parecía un plan para hacer dinero fácil con riesgo mínimo. Pero todo salío mal y la policía los mató.
Y si esta historia acojona, las dos siguientes más: Natalie Wood le tenía miedo a las aguas profundas. Murió ahogada. Y Audrey Hepburn siempre dijo que temía morir lentamente. Murió de cáncer. Vaya con el destino.
Vincent Price, maestro del cine de terror de serie Z de los 50 (por favor, intentad ver una maravillosa película producida por William Castle y que se llama The tingler), el hombre de la voz terrorífica, el tipo que nos hizo temblar de miedo con su speech y su risa al fnal de Thriller, de Michael Jackson, luego era un gallina capitán de la sardina y le daba miedo conducir. Y a Al Pacino le dan miedo las inyecciones. Buah, qué nenazas.
Una vez le preguntaron a Jack Lemmon qué era lo que le daba más miedo, y contestó que encontrarse en una cama con 12 personas. Yo depende de las personas. Si son 12 colegialas de obesos pechos, más que miedo me da agotamiento sólo de pensarlo. Si es la plantilla titular del Real Madrid y Benzema, no me da miedo, me da sorpresa. Y si son 11 japonesas y Sánchez Dragó, ahí ya sí que me da miedo. Me da miedo Sánchez Dragó, las japonesas me dan igual. Curioso temor, el del bueno de Lemmon.
Jack Lemmon. Por ejemplo, aquí no tiene miedo. Si les metes a todos en la cama, le acojonas.
Jean Claude Van Damme, que así a simple vista sólo le debería tener miedo a su filmografía, tiene miedo a no ir perfectamente afeitado. Lleva siempre una maquinilla encima. Y Marlon Brando también tenía un miedo relacionado con su careto: le daba pánico que le arrojasen ácido a la cara. Bueno, yo lo entiendo, a mí también me lo daría, pero no voy agobiado por la vida con el tema. Aunque sí que es verdad que un día me salpicaron con un limón en el ojo y jode un huevo.
Aidan Quinn le tenía un miedo brutal a las ratas. Se lo quitó rodando Robinson Crusoe. Yo no recuerdo ahora mismo esas ratas, si me dices que se lo quitó rodando un biopic de Pixie y Dixie, me lo creo más, pero bueno, será verdad. Y Billy Crystal también le tiene miedo a unos bichos, pero más surrelaistas que las ratas: las langostas. Supongo que serán las langostas de las plagas, no las de las bodas.
Y luego está el miedo más común del mundo: el miedo a volar. Doris Day, Joanne Woodward, Mia Farrow, Telly Savalas… todos ellos han acudido a especialistas para quitarse esta fobia. El recientemente desaparecido Tony Curtis recurrió a una terapia basada en convencerte de que el piloto tiene tantas ganas como tú de seguir vivo (como en el chiste de Gila en el avión: “Estos cinturones los ponen para que no se desparramen los cadáveres”. / “Señora, no… cada uno tenemos asignado nuestro día…” / “Pues como sea el día del piloto…“). Lamentablemente para Curtis, cuando se casó con Janet Leigh descubrió que ella tenía miedo al avión y al tren. Que digo yo que entonces viajaría en burrete, la mujer. Y Christopher Lee, que tantas veces voló con alas de murciélago, también tenía miedo a volar. Y eso que en la Segunda Guerrra Mundial pilotó aviones de combate.

¿Qué más os puedo contar? Pues no sé… es que no os conozco a todos, y no sé cómo vais a manejar esta información… O sea, que me da miedo.