martes, 12 de octubre de 2010

En el Festival de Sitges (1): “Carne de neón” y “Secuestrados”

Iba hablar hoy de lo que estoy viviendo estos días en el Festival de Sitges, o lo que es lo mismo, de la sarta de estupideces que se me ocurren pensar y vivir cuando estoy en un certamen de cine del que el resto de periodistas del mundo mundial sacan un jugo inteligentísimo.
Pero esta mañana me he despertado con una noticia que me ha llenado de tristeza: la muerte de Manuel Alexandre. Y a este actor se le tiene tanto cariño, nos ha hecho reír tanto con tan poco, nos ha acompañado durante tantos años (en la mayoría de los casos durante todos los años que marca nuestro DNI), que se me quitan las ganas de ponerme a contar lo que está sucediendo en un festival de cine fantástico, y el cuerpo me pide hablar sólo de él, recordarle, agradecerle, echarle de menos.
Pero esta semana estoy en Sitges, toca hablar de Sitges, así que solamente vamos a darle las gracias a Manuel Alexandre por todo lo que nos ha hecho vivir, y más adelante le recordaremos como él se merece. Perdón: no como él se merece. Desde un blog, éste o cualquier otro, no se le puede recordar como él se merece. Pero vosotros me entendéis. Descanse en paz, pero que jamás descanse en nuestro recuerdo.
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Ya sabéis que yo tengo el don de pasar unos días en un festival y luego hablar durante semanas de lo que ha pasado allí, dando la impresión de que he estado en el festival más días de los que ha durado. Me pasa hasta con el de Eurovisión. Quiero con esto decir que no voy a estar en el Festival de cine Internacional de Cine fantástico de Cataluña (así se llama en realidad el Festival de Sitges) hasta que se acabe, porque tengo que dar de comer a mis hijos, si los tuviera. Pero sí tengo la suerte de estar aquí dos días mal contados (mal contados porque son tres), de ver algunas películas, reencontrarme con algunos amigos, echar unas risas grandes como una sandía, trabajar bastante y joderme a mí mismo el puente del Pilar (que digo yo que se debería decir “de la Pilar”).
Ambientico en el Hotel Meliá, sede del Festival. Como veis, el cartel del Festival es un homenaje a las niñas de "El resplandor" o a las hijas de Zapatero.
Ya sabéis que yo soy muy de ir contando las cosas de una en una, porque si no se me agolpan, no las distingo y las intento abordar todas de golpe, me pasa igual cuando como uvas. Quiero hablaros de dos películas, pero estoy seguro de que se me va a ir la pinza con otras cosas. Así que voy a ir tema por tema, punto por punto, organizaditamente.
  • Salgo de Madrid en AVE. El productor de mi programa, Alberto, con el que a veces no se puede trabajar porque te estás descojonando, se empeña en que salga de la estación para quedar con él que está fuera, así entramos juntos, pero yo estoy tomando un café dentro, y no entiendo eso de salir fuera para volver a entrar dentro. Al final creo que no salí, o sí, no lo recuerdo, pero diez minutos más tarde estábamos los dos tomando otro café en el vagón del AVE en el que te dan café.
  • Llegamos a Sitges, me encuentro con Antonio Frutos, que ha montado Carne de neón de Paco Cabezas, me da un abrazo, yo se lo devuelvo airado, quedamos en vernos en el festival y no nos volvemos a ver.
  • Me encuentro con Paco Cabezas. Me da un abrazo.
  • Vemos Carne de neón, de Paco Cabezas. Para mí es un cañón de película. Tiene que estar Paco harto de que le digan lo de Guy Ritchie, Tarantino y Almodóvar, pero también tiene que saber que son tres comparaciones cojonudas. Con Mario Casas, Ángela Molina, Vicente Romero (enorme), Macarena Gómez, Blanca Suárez, Darío Grandinetti, Antonio de la Torre… Un reparto de órdago. La película, sí, contiene violencia, pero una violencia coherente con la historia, rodada con asombroso realismo, esa violencia que a veces te hace apartar la vista de la pantalla. Y al momento, Paco te mete un volantazo emocional con un toque de humor, un golpe, una frase, muchas de ellas pronunciadas por un actorazo llamado Dámaso Conde que interpreta a “La infantita”. Y en el cine español se hacen muy pocas cosas así, sobre todo porque las que se hacen (que ahora mismo no sé cuáles son), se olvidan de la historia. Carne de neón no. Me da muy buena espina.
  • Para mi programa de televisión, obligamos a Paco a exponerse ante tres de sus actores, y que sea  él quién les entreviste, preguntándoles lo que nosotros le digamos: qué tal les ha dirigido y cosas así. El experimento resulta muy divertido, bueno, o eso o estaban todos fumados, pero el caso es que se rieron mucho.
Blanca Suárez, Mario Casas y Macarena Gómez, riéndose seguramente de alguna barbaridad que habrá dicho Maca.
  • Asisto a una de las surrealistas y deliciosas genialidades de Macarena Gómez: me dice que no le gusta nada la Couldina que le han dado (la pobre está acatarradica), pero porque se la está comiendo como si fuera una galleta, acompañando cada bocado con un buchito de agua, o sea, efervescencia en la boca, no en el vaso. Si algún día Ferrán Adrià crea un plato con Couldinas, seguro que se come así, deconstruído.
  • Hablo un ratito con Blanca Suárez, que está encantada con el momento profesional que está viviendo. Acaba de rodar con Almodóvar (cuatro días), y dice que todavía no se lo cree del todo. Pues que se lo vaya creyendo, porque Blanca va a ser muy buena actriz. Y también es muy guapa, no me había fijado. Bueno, en realidad sí, y además hace un huevo.
  • Andá, observo que con Mario Casas no hablo casi… ¿por qué tendré yo estas preferencias para hablar según con quién? Que falta de profesionalidad.
  • Eduardo, Jaime, Inma, y el resto de mis compañeros de la tele nos comemos un arroz caldoso en el Restaurante Posit que no se lo salta un torero, primero porque no hay ningún torero cerca, segundo porque si lo hubiera no creo que saltara por encima de nuestro arroz, qué gilipollez, y tercero porque a lo mejor también está prohibido en Cataluña que los toreros merodeen cerca de los arroces, por si rematan a las gambas.
  • Me encuentro con Paco Cabezas. Me da un abrazo. Me encuentro con su mujer, Patri. Me da un abrazo. Me encuentro con la sección femenina del coro de Alabarderos de San Juan. Me dan un abrazo.
  • Vemos Secuestrados, de Miguel Ángel Vivas, otra de las sensaciones del Festival. Dicen que es la Rec de este año, y ha sido premiada como mejor película y director en el Festival de Austin. Y suena como posible premiada aquí en Sitges.
  • Me decepciona. A ver: resulta que unos secuestradores albanos muy violentos, como los que retuvieron a José Luis Moreno pero a lo bestia, encierran en su casa a una familia formada por Fernando Cayo, Ana Wagener y Manuela Vellés. El asunto no es nada refinado, como en Funny games: éstos quieren la pasta. Pero la violencia va creciendo, el padre tiene que salir de la casa con uno de los brutos ´setos para sacar dinero de los cajeros, y la madre y la hija se quedan dentro… Pero llega un momento en el que la acción no avanza, sólo parece aguardar a que se termine la película para resolver el asunto. Violencia, claustrofobia y vale, algo de originalidad formal, pero da la sensación de que la historia podía durar tres días, dos meses, una hora o siete noches.
  • Cristina Teva, presentadora de mi programa, o mejor dicho del suyo, me dice al salir del cine una frase que me gusta y que ella ya sabía que le iba a robar: “si te pones a clavar agujas a un bebé bajo las uñas, también puedes haces sufrir al espectador”. Se entiende perfectamente, ¿no? Aún así, para no dejarla mal con nadie, diré que a Cris le gustó la película más que a mí. Y ojo: no está nada mal hecha (ni la película ni Cris).
  • Hablo un poquito con Manuela Vellés. Qué fijación tienes con las jóvenes actrices hermosas, diréis. Pues no: es que Manuela es amiga de la hija de una amiga de mi hermana Susana, que es como de la familia. Bueno, y que tengo cierta fijación con las jóvenes actrices hermosas, vale.
Manuela Vellés durante la entrevista que nos concedió, pizpireta y amable. No tiene pájaros en la cabeza: es un efecto óptico.

  • Entrevistamos a Miguel Ángel Vivas, Ana Wagener, Fernando Cayo, Manuela y a Martijn Kuiper, que hace del secuestrador más malote. Carlos García, mi superrealizator-man, me sopla una frase que dijo Martijn y que yo no escuché: “yo no veo películas sólo para entretenerme: prefiero tocar un instrumento, leer un libro o mirar una pared”. No sé, yo sí que veo películas para entretenerme. ¿Prefiero leer un libro? Pues a veces sí y a veces no, depende de la película y del libro. ¿Prefiero tocarme el instrumento? Pues depende de la película: si es porno, sí. ¿Y prefiero mirar una pared? No, por Dios, eso nunca, qué coñazo.
  • Empiezan a pasarme más cosas, pero también empiezo a pasarme de espacio y de tiempo… así que os lo sigo contando otro día. Voy a ver si me como otro arroz caldoso con éstos, que me parto de risa con ellos.