martes, 24 de noviembre de 2009

Susan Boyle y “el síndrome de los juguetes rotos”

Antes que nada, permitidme mencionaros una noticia que he leído en la prensa viniendo hacia el trabajo: “la edición italiana de la revista Rolling Stone elige como rockero del año a Silvio Berlusconi, porque su modo de vida deja a Keith Richards o Rod Stewart como unos meros aficionados”: Genial.
Y ahora, al tema: según tengo entendido, hoy sale a la venta el primer disco de Susan Boyle: I dreamed a dream. Susan Boyle es esa cantante tan poco agraciada (o sea, fea) que se ganó la fama mundial gracias al concurso Britain’s got talent, a Youtube y a su primera aparición en el programa, en la que los miembros del jurado fingieron quedarse sorprendidísimos y simularon que no habían oído su voz angelical ni en los cástings ni nada. El primer disco de Susan Boyle ha batido el récord de reservas previas en los 14 años que lleva funcionando Amazon, batiendo la mejor marca mundial que ostentaba Norah Jones, según me ha soplado un señor de Calasparra que es una de mis más fiables fuentes.
Reconozco que la primera vez que vi su famoso vídeo me emocioné, y no lloré porque me daba vergüenza que en ese momento subiera el del gas y me viera de esa guisa. Lo he vuelto a  ver antes de escribir este post (el vídeo, no al del gas) y, pardiez, he vuelto a emocionarme un poco. Porque Susan Boyle despierta una mezcla de admiración y lástima, pero… ¿a que no despierta envidia? No porque sea feúcha, rechoncha y algo fofilla, sino a su éxito… ¿A que no apetece? O sea, ¿es feliz esta mujer?
Susan Boyle cantando como una loca que ella ha soñado un sueño.
La respuesta es: no, amigos. Alcanzó la fama, pero no ganó el concurso, igual que Bisbal. Pero al contrario que Bisbal, Susan asimiló mal la “derrota”, y fue ingresada en un centro psiquiátrico con síntomas de “agotamiento y cansancio emocional”. Salió pronto. Y entonces Obama, que para estas cosas tiene mucho tacto, la invitó a una cena de gala para que cantara en los postres. A Susan esto le produjo un “estado de shock y nervios” y pasó de ir. Claro, es como si a mí de repente me invita Zapatero a la Moncloa para escribir un blog en directo ante su familia. Me moriría de miedo. Por las hijas.
Veremos ahora cómo reacciona Susan Boyle a la hora de promocionar el disco. Esperemos que bien. Pero de momento, ha comenzado con el SÍNDROME DEL JUEGUETE ROTO. Algo que no es bueno. Os cito 9 ejemplos más que compondrían el “Entertainment Broken Toys Top Ten” (hay qué ver qué bien suenan ciertas cosas en inglés).
  • Drew Barrymore. La niña de E.T. es nieta de John Barrymore, uno de los mayores crápulas de la historia del primer Hollywood (ya os conté cosas de él en este blog). Drew lleva la sangre del abuelo en las venas, además de muchas otras sustancias, mayormente whisky y cocaína. Porque con 9 años ya era alcohólica y drogadicta, con 13 tocó fondo y con 15 estaba supuestamente “limpia”. A esa edad presentó una solicitud al tribunal juvenil para emanciparse de su madre. Coño, hizo bien. Y aunque de vez en cuando reconoce no haber cortado definitivamente con el alcohol y las drogas (que levante la mano el que sí lo haya hecho) (caramba, en serio que pensaba que ibais a levantarla más gente), hoy en día la carrera de Drew es más o menos sólida. El juguete se rompió pero luego la arreglaron.
Drew Barrymore. De la niña de ET a la niña de JB.
  • Freddie Bartholomew era uno de los niños prodigio del cine en la época de John Barrymore. El que no le haya visto en David Copperfield, El pequeño Lord o Capitanes intrépidos, y no esté ahora mismo bebiendo o drogándose, que levante la mano. Freddie era adoptado. A raíz de su éxito, sus padres naturales intentaron recuperar su custodia, la batalla legal se fundió su pequeña fortuna, y Freddie se retiró del cine. Qué putada.
  • Jackie Coogan. Por el nombre igual no le ubicáis, pero su cara y su póster son muy célebres. Es “El chico” de Charles Chaplin, y después fue Oliver Twist y Tom Sawyer. Aunque no alcanzó la fama de Bartholomew, se convirtió en el actor mejor pagado del momento. E igual que le sucedió a Freddie, cuando cumplió la mayoría de edad, sus padres ya se habían gastado sus ahorros. Volvió a cobrar cierta popularidad con la serie La familia Adams, pero nunca pudo recuperar los momentos de gloria de cuando era “el chico”.
·        Pero el niño prodigio convertido en juguete roto más así es Macaulay Culkin. Para empezar, porque cada uno pronuncia y escribe su nombre como le sale de los güevos. Para continuar, porque la fama mundial le llegó demasiado pronto y a lo bestia, gracias a Solo en casa y Solo en casa 2, esas películas un poco horrorosas en las que Macaulay berreaba agarrándose la jeta con las dos manos. A mí esa imagen siempre me ha recordado a “El grito” de Munch. A los 14 años, su carrera como actor se detuvo, otra vez por culpa de la lucha por la custodia entre sus padres. Con el tiempo, Macu fue detenido por posesión de drogas, se vio envuelto en los juicios por pederastia contra Michael Jackson, se casó y se divorció. Yo ahora no puedo pensar en Macaulay Culkin sin visualizar a Joaquín Reyes, de Muchachada Nui.
  • El último niño-prodigio-juguete-roto del cine Hollywoodiense es Haley Joel Osment, el chaval de El sexto sentido que veía muertos y a Bruce Willis muy tieso. La carrera de Haley tenía buena pinta, porque después hizo Cadena de favores y enseguida hizo con Spielberg Inteligencia artificial. Pero pronto le entró el síndrome Barrymore-Culkin, y en 2007 fue detenido por conducir borracho y por posesión de drogas.
  • Lamentablemente, el paradigma de muñeco roto lo representa River Phoenix, porque River se rompió de verdad. Fue niño y joven prodigio en Cuenta conmigo, La costa de los mosquitos o Indiana Jones y la última cruzada. Pero también se metió de lleno en el mundo de la droga, del que no supo salir. En 1993 se convirtió en mito al morir víctima de una bomba en forma de cóctel de drogas y alcohol. Hoy, su hermano Joaquin mantiene vivo en Hollywood el apellido Phoenix. Joaquin no es un juguete roto, pero todo parece indicar que se ha vuelto gilipollas.
¿Y en España? ¿Es que en España no hay juguetes rotos?
Sí, amigas.
  • Y el primero se forjó en los años 50. Se llamaba José Jiménez Fernández, pero todo el mundo le conocía como Joselito o El pequeño ruiseñor. Las generaciones más jóvenes le conocen también como “el enano de La isla de los famosos”. Joselito, que fue poco menos que un héroe nacional, perdió toda su gracia cuando le cambió la voz. Iba a decir “cuando creció”, pero eso nunca llegó a suceder. Entre otras cosas, trabajó como mercenario para grupos militares en África, se habló de su adicción a la heroína y en 1990 fue detenido por la policía de Angola por tráfico de drogas y armas. Y tocó fondo con lo de La isla de los famosos. Yo tengo discos de Joselito. Os lo juro.
  • También podríamos hablar de José Luis Fernández Expósito, alias “Pancho el de Verano azul”. Verano azul fue un bombazo tal, que casi ninguno de sus niños actores consiguió asimilar la fama y seguir adelante en la interpretación. Juanjo Artero sí, Juanjo hizo algo de cine, teatro y estuvo casi 10 años en El comisario. Pero Pancho no. Aunque formó dúo musical con Juanjo (“Pancho y Javi”, tócate los pies), tuvo muchos problemas con las drogas. Tal vez deberiamos cambiar este último “aunque” por un “porque”. La última vez que le vi fue en un acto conmemorativo en Nerja. No parecía muy recuperado, pero de eso hace ya unos cuantos años…
Pancho y Javi. Verse en una de éstas y después remontar tu vida no debe de ser fácil.
  • Y así, como colofón triste, había una chica muy guapa que se llamaba Sonia Martínez y que en los primeros años 80 presentaba programas infantiles y juveniles como 3, 2, 1… Contacto y Dabadabadá. Sonia estaba muy buena y era simpatiquísima. A los niños les gustaba, y a los que empezábamos a no ser tan niños, más todavía. Pero en 1986, Sonia apareció semidesnuda en Interviú y TVE la despidió. La heroína y el SIDA hicieron el resto. Y Sonia se murió en 1994.
Coño, qué triste he acabado este post.
Me voy a beber y a drogarme por ahí.