martes, 10 de noviembre de 2009

Celda 211 y el Goya de Luis Tosar

Hoy estoy muy contento por dos motivos. El primero es que ayer me picaba mucho detrás de la oreja y hoy ya no. Ya sé que esto os dará un poco igual, pero así es. Y el segundo, mucho más acorde con la filosofía de este blog (os recuerdo que ahí arriba pone “un blog de cine y televisión”) (bueno, en realidad me lo recuerdo a mí mismo), es que el pasado jueves estuve en el preestreno de Celda 211, gracias a mis queridas Sandra y Ainoa que encima de que me invitan, cuando llego al cine me dan besos, y también a Cristina Iglesias que me hace siempre de médium en estos avatares.
Yo soy un profesional, y siempre que voy a ver una película me gusta acompañarme de alguien que me pueda dar un punto de vista complementario. Por ello, para ir a ver Celda 211 llamé a una persona que trabaja con presos. No en cárceles, aunque las visita con frecuencia, pero sí directamente con ellos, y además conoce perfectamente el lenguaje y los entresijos de las penitenciarías. Vaaaaale, en realidad fui con mi chica, como a casi todos los preestrenos, pero en este caso la casualidad hizo que acompañante y temática tuvieran ese punto en común. Pero vamos, que reconozco que me he marcado un farol y que a un remake de Blancanieves no iría con un enano. Bueno… o a lo mejor sí.
Ah, que había perdido el hilo. ¿Y por qué estaba yo tan contento? Porque salí de Celda 211 con la sensación de haber visto una de las mejores películas españolas de los últimos años. En todos los aspectos: factura técnica, dirección de actores, credibilidad, documentación, ritmo, duración…
  • Llevamos diez minutos de película y de momento está todo muy bien reflejado: los funcionarios de prisiones y las normas de seguridad son así.
  • Calla Tere, que a lo mejor estamos molestando.
  • ¿Molestando? ¡Pero si el enorme tipo de tu derecha, el que se está comiendo un cubo de palomitas más grande que el pozo de San Isidro, cada vez que se menea nos mueve a toda la fila, con una cadencia que si no fuera por la temática de la película diríase que se está autoinfligiendo una pajilla!
  • Es cierto, Tere (y sabe Dios que es cierto).
El equipo de "Celda 211" en el preestreno del pasado jueves, en el Cine Capitol de Madrid.
Celda 211 es una de esas películas de las que luego se dice que “no parece española”, aunque a mí me da rabia que se diga eso. Sí que parece española, porque salen Luis Tosar, Marta Etura, Carlos Bardem y Antonio Resines, cómo no va a parecerlo. Pero entiendo lo que se quiere decir, aunque no lo comparto. Daniel Monzón, autor de una filmografía que hasta hoy no me convencía en absoluto (El corazón del guerrero, El robo más grande jamás contado y La caja Kovak), se acaba de ganar un admirador, un amigo, un esclavo y un siervo. Por adaptar tan bien la novela. Por dirigirla así. Por contar con ex-presidiarios para los papeles secundarios. Por darle a Luis Tosar el papel de su vida: Malamadre, un preso que le podía haber salido exagerado (la voz ronca), muy malote y con un toque de ternura que te crees (y ya es difícil) y mucho sentido del humor.

  • Pero es que los presos son así. Yo me he reído con muchos presos.
  • ¿En serio?
  • Sí. Muchos son graciosos por naturaleza. Igual que los no presos.
Me creo lo que dice Tere y me creo a Luis Tosar. Malamadre incluso cuenta un chiste, el de las setas y los Rólex (el preferido de Cristina Teva), y hasta eso le queda bien. ¿Sabéis lo difícil que es que en una película alguien cuente un chiste y que quede bien? La última vez que oí contar un chiste en una película el resultado fue patético. Claro, que era en Papá Piquillo.
Os resumo el argumento, sin desvelaros nada. Un joven funcionario de prisiones que va a entrar a trabajar en una cárcel acude el día antes de su toma de posesión para conocer a sus compañeros, el centro, etc. Va vestido de paisano  y ningún preso le ha visto nunca. Durante su visita se produce el motín liderado por Malamadre, y al futuro funcionario le pilla dentro. Para sobrevivir entre todos los presidiarios, se hace pasar por uno de ellos, supuestamente recién llegado. Si Malamadre y los suyos se enteran de que en realidad “pertenece al enemigo”, está muerto.
Tengo que agradecerle a Daniel Monzón un homenaje, en forma de mensaje tallado en la pared, a Cadena perpetua, una de mis dos películas carcelarias favoritas (la otra es La leyenda del indomable). Y creo que Celda 211 se va a colocar, aunque a cierta distancia, como la tercera película carcelaria de mi ránking. Ay no, calla, que también está La gran evasión. Y Papillon. Y luego está La hija de Juan SImón, en la que Antonio Molina cantaba Soy un pobre presidiario, pero eso es ya otra historia. No sé, es que el género carcelario es muy grande. Y Celda 211 muy digna.
Calzones y Malamadre, los dos protagonistas de "Celda 211"
Al salir, la persona que trabaja con presos con la que vi la película me explicó algunas de las reivindicaciones de los amotinados, lo que son los módulos FIES, los aislamientos de celda, el realismo de las armas caseras que se fabrican los presos, la lógica aplastante de que nadie sospeche que el funcionario es un funcionario…. Está bien ver las películas así. Al estreno de Crepúsculo 2: Luna nueva pienso ir con un murciélago.

Y ahora, allá va una “arriesgada” predicción: Luis Tosar va a ganar el próximo Premio Goya al mejor actor. Lo siento por Antonio de la Torre y los 33 kilos que tuvo que meterse entre pecho y espalda para Gordos, pero otra vez será. Estoy de acuerdo en que Malamadre es un personaje muy propicio para ganar un Goya, pero amigo, luego hay que hacerlo bien y no pasarse de la raya. Dáselo a Robert deNiro y verás que recital de muecas te devuelve. También Alberto Amman, el funcionario involuntariamente infiltrado, se puede llevar el Goya al mejor actor revelación. Pero de eso estoy menos seguro.

Esta “arriesgada” predicción ya la hice el viernes en la radio. Entonces Javier Cárdenas, siempre al quite, resaltó la increíblemente poblada perilla de Luis Tosar. Tiene razón. A Luis Tosar le sale una perilla con la que podría hacerse una melena como la de Aznar. Aunque no le hace ninguna falta, porque la calvicie de Tosar es de ésas que molan e imprimen carácter. Le pasa al revés que a mí, que tengo que esperar dos meses para que mi barba tenga tres pelos, pero con los que me salen en la cabeza me podría hacer una como la de Papá Pitufo, aunque claro, estaría aún más espantoso. Creo que esto del pelo en la cabeza y la barba tiene que ver con la testosterona y con ser más macho y tal, pero me temo que no me interesa nada averiguar cuál de las dos combinaciones se corresponde con la de la hombría. Prefiero no saberlo y seguir siendo tan así.