El otro día fue San Valentín. A mí no me gusta nada el día de San
Valentín, me parece un timo inventado por los grandes almacenes (”me parece” lo
del timo, lo de los grandes almacenes no es que me lo parezca, es que es
así). Por eso, mi chica y yo decidimos el sábado no ser nada
románticos y nos regalamos una vaca. Pero luego me quedé pensando en San
Valentín, y me di cuenta de que aunque ese día nunca me ha gustado, sí que me
gustaban las películas de “El día de los enamorados”, así que me puse a cantar
por la Gran Vía de Madrid eso de “San Valentiiiiiín, yo no te olviiiiido”. Hecho esto, seguí pensando
y fui más allá: ¿me gusta Dios? ¿me gustan las películas sobre Dios? ¿habría
películas sobre Dios si Dios existiera y no quisiera que hubiera películas
sobre él? ¿son Rouco Varela y Paco Clavel familia?
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Rouco Varela y Paco Clavel, que no pudiendo ser más distintos, se parecen un huevo |
Hace unas semanas hubo una gran polémica con la historia de los
“autobuses ateos” y los “autobuses santurrones”. La historia: una asociación de
ateos hereda una idea nacida en Londres que consiste en contratar
publicidad agnóstica en ciertos autobuses durante un mes (sale bastante barato,
yo estoy por anunciar mi blog en los autobuses, y mi chica está por anunciar
nuestro divorcio en el caso de que se me ocurra gastar dinero en anunciar mi
blog). El mensaje ateo a mí me parece divertido y no ofensivo: “Probablemente Dios no existe.
Deja de preocuparte y disfruta de la vida”. Pero a la Iglesia sí se lo
ha parecido (ofensivo), y ha contraatacado con este otro mensaje: “Dios sí existe. Disfruta de la
vida en Cristo” (me apunta un buen amigo que esta iniciativa procede de los
evangelistas, no de los católicos: al César lo que es del César). Bueno, a mí
este mensaje tampoco me parece ofensivo, pero me cae peor. ¿Por qué? Pues
porque afirma categóricamente una cosa, sea la que sea, en este caso que “Dios
sí existe”. Y a mí me cae mejor la gente que duda. Me cae mejor un tipo que
dice “probablemente hoy es viernes” a otro que dice “el mar es líquido, y
punto”. Porque como un día el mar se solidifique, va quedar como el culo. Pero
con la ventaja de que ninguno nos reiremos de él por el flipe que tendremos si
esto sucede (con esta misma ventaja juegan los católicos sobre los ateos: si
Dios y el Cielo no existen, nadie se podrá reír de ellos. Pero ay de los ateos
como al final sí que exista…). Tampoco entendí que la Iglesia y las
asociaciones católicas despotricaran contra la manera de emitir mensajes y
luego respondieran haciendo exactamente lo mismo. No sé, es como si alguien
dijera: “matar
está prohibido, si matas a alguien te matamos nosotros” (me comunican por línea
interna que hay muchos países que hacen esto. Qué cosas).
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El "bus ateo", que probablemente sí existe, pero yo aún no lo he visto (tampoco he visto el "bus santurrón") |
La polémica de los autobuses
ya se ha pasado. Este mes han estado circulando por Madrid y Barcelona,
pero yo, que vivo en Madrid, no he visto ninguno. Y después de la bronca que
les echó Rouco, y de las cienes de páginas de periódicos que inspiraron estas
trifulcas, ya nadie habla de ellos. Entonces yo, que soy más de los que piensan
que probablemente no exista ni Dios, ni Alá, ni Vishnú, ni Anubis; pues me he
puesto a pensar en qué dioses creería y en cuáles no. Y como esto es un blog de
cine y tele, pues se me han venido a la cabeza éstos:
- Creo en el Dios de
Fernando Trueba,
que es Billy Wilder.
Al día siguiente de su discurso tras el Oscar por La niña de tus ojos (“Me gustaría creer en Dios para agradecérselo,
pero sólo creo en Billy Wilder, así que gracias a Billy Wilder”), Wilder llamó a Trueba y le dijo: “Hola, soy Dios, felicidades”. ¿Veis? Si
el Dios de Rouco cogiera el teléfono y me llamara para cualquier cosa, por
supuesto que creería en él. Esto no me podría pasar nunca con Rouco,
porque tengo su móvil guardado como “Rouco no coger”. (Fe de erratas evidente: el Oscar fue por Belle
epoque. Gracias, Bea).
- Creería en el
Dios de Monty
Python (La vida de Brian). Un presunto hijo de Dios con
dudas que muere en la cruz silbando y bailando una canción. Y cuya madre
(que era un señor, cosa igual de difícil a que sea una virgen ¿no?) les
dice a los Reyes Magos que les deje el oro y el incienso, pero que se
lleven la mirra, que no sabe lo que es.
- Creería en el Dios de El diluvio que viene, un musical que mi
viejuna generación vio en los 70, y que la de los 90 también pudo ver,
pero producida por José
Luis Moreno,
algo que si Dios existiera, no debería haber permitido. En la version que
yo vi, Dios tenía la voz de José Guardiola, y al final perdonaba a su
pueblo, no les mandaba el segundo diluvio universal, y encima bajaba
en forma de paloma a cenar con tanto pecador junto. También me gusta,
aunque menos, el de Jesucristo Superstar.
Para que yo crea en un Dios, le tiene que gustar cantar. Y además, le
tiene que gustar cantar cosas de Bruce
Springsteen y AC/DC,
porque no me creo que a Dios sólo le guste escuchar esa canción tan sosa
de “Señooooor me has mirado a los
ojooooos”.
- Creería muy a gusto en
el Dios de mi amigo Mariano. Él ya sabe lo que digo.
- Creería en el Dios de Manolo Summers
en “La Biblia en pasta“. En ella,
todos los personajes bíblicos los representaban actores no profesionales
(o mejor dicho: profesionales “no actores”), y todo era muy divertido y no
era irreverente ni nada. El Dios de Cecil
B. de Mille en Los diez
mandamientos se hubiera enfadado muchísimo y les habría
mandado vagar por el desierto 40 años con Charlton Heston al
frente. Yo creo que por el camino de esa travesía a alguien se le ocurrió
fundar el París-Dakar.
- Creería en el Dios de Marcelino pan y vino, porque trataba muy
bien a Pablito Calvo, porque
tenía hambre y sed, y porque era una película preciosa. Y con mucho
mensaje católico ¿eh? para que veais que no sólo me molan los dioses
cuando son un poco ateíllos (qué linda paradoja: ¿creerá Dios en sí
mismo?). Este Dios se llevaba a Pablito
Calvo al cielo y todo, aunque luego lo devolvió para que
rodara Mi tio Jacinto y Un ángel pasó por Brooklyn, dos
peliculones.
- El de Martin Scorsese, ése
si que era un Dios ateíllo. La última
tentación de Cristo me gustaba porque en cuanto a Cristo le dicen
que hala, que ya está, que se puede bajar de la cruz y que todo ha sido un
Inocente, inocente pero a lo
bestia, se baja pitando, sin preguntar mucho más. O sea, lo que
hubiéramos hecho todos. Y encima se va con la Magdalena (como también
hubiéramos hecho todos), que era una tía de puta madre, dicen que más puta
que madre. Pues genial.
- Creería en el Dios de José Luis Cuerda en Así en el cielo como en la tierra, porque
ahí todo el mundo era surrealista y porque Dios era Fernando Fernán Gómez.
Mi Dios tiene que ser negro, mujer, o Fernando Fernán Gómez, para que en vez
de al infierno me mande a la mierda. Pero con su presencia y vozarrón, si
no no mola.
- Y no creería en el Dios
que el propio José
Luis Cuerda nos presenta en Los girasoles ciegos. Ni en el de los
fanáticos de Camino, de Javier Fesser. Pero
sí me gusta que hayan ganado tantos Goyas y hayan sumado tantas
nominaciones. Me gusta que se pueda hablar libremente de estos temas,
igual que me gusta que se pueda hablar libremente de las ideas que no
comparto (si es que a lo que yo tengo en la cabeza se le puede llamar
“ideas”).
- Y para acabar, creo en
el Dios de Peláez, el niño gitano
con gafas de Gomaespuma.
Un Dios que acepte todas sus dudas. Ésta es la canción que suena en mi
móvil cuando me llama mi sobrino Gonzalo,
que siempre está preguntándose cosas, como Peláez.