Cuando empecé a escuchar
cosas de esta película pensé: “ya está, nos van a atacar a mí y a todos los que
leéis esto”. Pero luego no, había oído mal y el título decía “Attack the
block”, no “the blog”.
Y después de este
chiste, uno de los tres peores que recuerdo desde que escribo esta cosa,
hablemos de una pequeña película de ciencia ficción hecha sin demasiada
ambición pero con mucha coña y originalidad: “Attack the block”.
Planteamiento: se nos presenta una pandilla de adolescentes que aspira a
ser en el futuro una de esas bandas peligrosas que atemorizan Londres, y que
atracan a chicas solas y hacen cosas de malotes (vosotros no lo hagáis nunca,
niños, ni aunque un día lo veáis en el programa de Pablo Motos). Un día ven
caer del cielo una especie de minimeteorito, del que sale un bichete feo feo
que les muerde un poco. Y el líder de la pandilla, que es como negro, persigue
el bichete, lo mata y se lleva su cadáver colgado de la mochila para que todo
el mundo vea qué valiente es.
Nudo:
del cielo empiezan a caer muchos más meteoritos. Son otros alienígenas, que
vienen a buscar, a vengar o a zumbarse (eso ya se verá) al alienígena inicial.
Pero estos son distintos: estos son unas bolas de pelo grandes con unos dientes
más grandes aún que brillan en la oscuridad, como una virgencita que había en
mi casa cuando era pequeño (una figurita de la Virgen, vamos). Y persiguen a la
pandilla y a quien se ponga de por medio. Y se lo comen, si hace falta.
Desenlace: no hombre, los desenlaces no se cuentan.
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Los chavales de "Attack the block". |
El caso es que “Attack the block” está
bastante bien, caramba. Por varios motivos.
Está dirigida por Joe Cornish, que merece todos mis respetos por tres motivos: porque dirigió
el making of de “Little
Britain”, la serie con la que más me he reído en los
últimos años, si exceptuamos el capítulo primero de “Homicidios”; porque es
uno de los guionistas de “Tintín
y el secreto de unicornio”, que a mí me gustó bastante; y
porque ha dirigido “Attack
the block”. El tercer motivo era obvio.
No busca una estética impactante. De haberlo intentado, correría el riesgo de quedarse en algo
cutre. Pero al ubicar toda la historia en los suburbios de Londres, con una
pandilla de estética rapera sin pasta, y sin mostrar naves espaciales, ni
explosiones, ni hostias, los monstruitos no provocan risa. O sí la provocan,
pero dentro de la línea humorística de la película.
Recuerda a las películas de serie B de
los 70, con esos monstruos imposibles
creados con muy poca cosa. Pero también al cine juvenil de los 80: hay cosas en “Attack the block” de “Los
Goonies”, de “Los bicivoladores” y sobre todo de “Los Gremlins”
(esa chica deslizándose sigilosamente y pasando desapercibida por detrás de un
montón de bolas con dientes). Estas referencias las hemos hecho hace poco al
hablar de “Super 8” . Quizá no sea casualidad que Cornish haya trabajado
con Spielberg en Tintín. “Attack the block” podría ser
una versión (sin parecerse un pimiento) de “Super 8” en serie B.
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Los dientes del bicho en sí. |
El humor no sólo se
limita a los ataques alienígenas. Hay dos personajes creados sólo para hacer
reír, dos fumetas que mantienen diálogos que podrían haber salido de “Clerks”.
Por cierto, y hablando
de “Clerks”: Kevin Smith ganó
en Sitges 2011 con “Red state”, imponiéndose, entre otras a “Attack the block”. Pero
nuestra película de hoy ganó el Premio
Especial del Jurado, el Premio
de la Crítica Jose Luis Guarner, el Gran Premio del Público El Periódico de Catalunya y
el de la Mejor Banda Sonora
Original.
Y si encima ves la
película en buena compañía, en un preestreno en el que te regalan unas
camisetas cuyos dientes también brillan en la oscuridad (y que mis sobrinos
portan con más garbo que yo, pues a mí me sientan mucho mejor las
levitas), y sin preocuparte del 3D (se agradece una de ciencia ficción que se
preocupe más de la historia que de los efectos), pues uno se ve obligado a
recomendarla.
Porque no es la mejor
película de la historia.
Pero mola.