lunes, 28 de noviembre de 2011

En qué consiste ser Jurado (decálogo)

El post de hoy es un post didáctico, no de opinión. O sea, que no pretendo contaros lo que me parecen las cosas con mi absolutamente objetivo punto de vista, sino que más bien os voy a explicar en qué consiste una cosa que, debo reconocer, despertaba en mí cierta curiosidad: qué hace un jurado durante un Festival de Cine.
A mí ya me lo habían contado Daniel Sánchez Arévalo, Rosana Pastor y Arturo Ripstein (antes de que arremetiera contra la subnormalidad de los jurados). Pero yo soy muy así y quería comprobarlo en primera persona, así que me puse a rezar un día mientras desayunaba para que alguien me llamara para ser Jurado.
Y entonces pasó lo de La Noria y ganó el PP. Oh no, Señor, no decía esto. Y recé otra vez, pero esta vez sin la boca llena, que no se me entiende nada.
Y ya sí, pues orar es infalible, me llamaron del VI Festival de Cine de Cuenca “Mujeres en dirección”, proponiéndome ser Jurado de la sección de documentales “Valor humano”. Les pregunto si me han elegido por mi condición de mujer o de realizador de documentales, disciplinas ambas en las que presento ciertas carencias. Pues no, es que el premio lo da la prensa, así que compartiré decisiones con Irene Crespo de Cinemanía, Alicia García de EFE, Juan Sardá de El Cultural y Miguel Hoyos de TVE. Todo un honor. Así que estoy en condiciones de explicar lo que puede hacer un Jurado serio. Aunque me tengan de compañero.
1. Ver todas las películas de tu sección, y verlas enteras. Si llegas un par de días tarde al festival (todos somos periodistas en activo y no pudimos estar en Cuenca la semana entera), te hacen un pase exclusivo de la película. Si en algún momento de la proyección te ausentas de la sala, un miembro de la organización te proporciona otra manera de ver la película: un DVD, un visionado personal, sombras chinescas… Y si te quedas traspuesto, un miembro de la organización de despierta y te pone un vaso de leche con galletas.
2. Poner cara de póker en las charlas posteriores a las películas y en los  encuentros en desayunos y tal con los directores a concurso, hasta que el fallo del Jurado (que en este caso no fue un fallo, os lo aseguro) se hace público. Una vez se hace público, felicitas como un fan loco a los ganadores (al menos eso es lo que hice yo).
3. Prepararte para ser tratado por la organización como un miembro de la Familia Real excepto si has estado casado con una Infanta. Te reciben, te facilitan la vida, te agasajan, te escuchan, te atienden, te respetan. Retiro el símil de la Familia Real.
4. Acudir a la “cena de deliberación”. Ah, eso me encantó. Moderada por Laura Olaizola, jefa de prensa, en esa cena se desmenuzan las películas, se analizan, se sacan las cosas buenas y malas… Y se come, se bebe, y sobre todo se ríe. Y de qué manera. Y aunque tus gustos cinematográficos siempre estás más cerca de los de unos miembros del jurado (¿no, Irene?) que de los de otros, debo reconocer que fuimos un Jurado muy bien avenido y que vamos a formar un grupo artístico constituido como “Jurado ambulante” que se ofrece para deliberar en Festivales de cine, certámenes menores, concursos de belleza, bodas y bautizos. A lo mejor también ampliamos nuestras funciones a las de Jurado Popular en casos de corrupción y asesinatos múltiples.
5. Avisar a tu estómago de las costumbres culinarias de la ciudad que te haya elegido como Jurado. En el caso de Cuenca, vas a ser invitado a degustar morteruelo, gachas, cochinillo, sopa castellana, zarajos, codillo… De postre, para digerir todo esto, un buen flan de queso de cabra. ¡Caramba con la Mancha!
6. Asumir que no vas a bajar esa comida: a un miembro del Jurado no se le permite andar. Si sales del hotel, te piden un taxi. Si vas al cine, te piden un taxi. Si sales del auditorio, te piden un taxi. Si pides un taxi, te piden un taxi. Esto se debe a las personas de la organización que te cuidan y te miman con un cariño sincerísimo: Borja, Óscar, Aitor, Emilio, Miriam y Fátima.
7. Conocer y casi acabar considerando de la familia a la persona que dirige el Festival. En este caso, la actriz Marta Belaustegui. Un encanto, una mezcla entre anfitriona de una gran fiesta y una gestora pendiente de todo lo que hay a su alrededor. De las jefas de prensa Laura Olaizola y Julia Sánchez no puedo decir eso de “casi considerar de la familia” porque me parece que hace mucho que son de mi familia…
8. Aprovechar para ver otras películas fuera de tu sección. Me voy de Cuenca habiendo visto 8 títulos dirigidos por mujeres.
9. Saludar y en algunos casos conocer a actores, actrices, cineastas y gente relacionada con el cine. Un placer coincidir en la primera comida con el guionista y director de cine Nacho Pérez de la Paz, volver a encontrarme con Verónica Sánchez o Leticia Dolera, conocer a Paula Ortiz y Luisa Gavasa, encantadoras, hablar con María Galliana y Leire Berrocal, tener un affaire con Angelina Jolie… ah no, esto último no pasó. Qué lío.
10. Ir a la gala de clausura con los que no son de tu familia, los que casi lo son (Edu, Jaime), los que lo son de verdad (Tere, Alicia). Soportar que en el auditorio pongan la calefacción como si estuviéramos en Alaska. Comprobar al salir a las calles de Cuenca que es que realmente estamos en Alaska.
Ah, el documental al que le dimos el premio es “Los dioses de verdad tienen huesos”, de Belén Santos y David Alfaro. El documental es muy recomendable (claro, le dimos el premio): emotivo, solidario, arriesgado, cercano, con humor… Recogieron el premio David, su mujer y productora Marta Moreno y uno de los protagonistas del documental, Santiago Rodríguez. Una vez se supo nuestra decisión, pude comprobar que son encantadores. Qué abrazos y qué emoción, tú.
Los dioses de verdad tienen huesos.

Y luego, el lunes, no querer volver a tu trabajo. En eso consiste ser Jurado.