jueves, 3 de noviembre de 2011

“Eva” y mis robots favoritos

“Eva”, la ópera prima de Kike Maíllo, no ha sido bien tratada por el destino. Le tocó salir a la palestra de la taquilla el mismo fin de semana que “Tintín”, y eso le hace daño a cualquiera. Mientras “Tintín” triunfaba en el primer puesto del box-office, batiendo e igualando récords del año, “Eva” se debatía por estar en el top ten de la semana, Y creedme, la película de Daniel Brühl, Alberto Amman y Marta Etura, merecería estar en el top cinco, top cuatro y  top less. Digo, top tres, en quién de los actores estaría pensando…
Todos sabéis ya que “Eva” va de robots. En la película sale un prototipo de niño robot que parece real (quizá porque dentro de ese traje de robot hay una persona, pero en la película eso ni se intuye). Sale un caballito robot, del tamaño de un pitilín. Sale un gatete robot, que se comporta como un gato normal. Sale Lluís Homar, que hace de mayordomo-robot, que además mola un huevo porque te trata fenomenal y no habla como el rey, que sería posible. Y sale algún robot más, pero no voy a seguir enumerando.
El niño robot de "Eva".
Porque qué bonita sería la vida con robots. Pero no con robots de éstos que te hacen crema de verduras, o que te barren la casa como locos… Sino con robots de cine. Imaginaos un día ideal, en un futuro no muy lejano, en el que te levantas en tu residencia domótica, y…
8:30. Robotina, la robot doméstica de “Los Supersónicos: la película” (1990, William Hannah y Joseph Barbera), me despierta, me prepara la ducha, me hace el desayuno y se queda en casa haciendo las labores del hogar. Yo me voy al trabajo.
10:00. Roy Batty (Rutger Hauer en “Blade Runner”, 1982, Ridley Scott), ese robot llamado Nexos-6 o “Replicante” y acostumbrado en su pasado a la esclavitud y a los trabajos forzados, irrumpe discretamente en mi despacho y desarrolla toda mi jornada laboral mientras yo me dedico al noble arte de tocarme el badajo. Por Dios, que no aparezca ninguna unidad Blade Runner para destruirlo.
12:00. C3PO (“La guerra de las galaxias”, 1977, George Lucas) me acompaña a una reunión y va extrayendo de su memoria prodigiosa los documentos exactos y precisos que me van haciendo falta. Deslumbro a mis jefes, que me ascienden a un puesto altísimo en el que ya directamente no tengo que hacer nada.
15:00. David (Haley Joel Osment  en “A.I. Inteligencia Artificial”, 2001, Steven Spielberg) me acompaña en mi despacho mientras me como el menú que he pedido en el chino de abajo, cuyo cocinero yo creo que también es un robot. David  me da conversación, ya que ha sido programado para amar. A ver, me he explicado mal, que yo no quiero amarle, que eso sería ciberpederastia, sólo quiero charlar con él amigablemente y que me explique cómo es posible que el niño de El sexto sentido (o sea, él) se haya puesto tan trofollo (ver foto).
Haley Joel Osement y Jude Law, que también hacía de robot.
16:00. Wall- E (2008, Andrew Stanton) comienza a eliminar toda la basura cósmica que he producido durante la comida. Tres tarrinas de plástico irreciclable, dos vasos de papel indisoluble, unos restos de chop-suey de loro y unos tallarines que han empezado a moverse inquietamente por el despacho. Y un abanico que me han regalado con el menú y no quiero para nada.
18:00. El robot de “Metrópolis” (1927, Fritz Lang) me acompaña a una manifestación del 15-M, 15-O, 15-N, o 15-años-tiene-mi-amor, pero lo necesito para que incite a las masas contra toda este decepcionante presente y futuro, como hacía en la película.
El robot, o robota, de Metrópolis.
19:00. Sonny, el de “Yo, Robot” (2004, Alex Proyas) me escolta por si la policía se vuelve loca e intenta agredirme justo después de que yo me haya golpeado pacíficamente en la espinilla con un bolardo, y se me acuse de destrozar el mobiliario urbano para provocar a los pobrecitos antidisturbios. Aquí también me valdrían Robocop o Terminator.
22:00. R2D2 (“La guerra de las galaxias”, 1977, George Lucas) me proyecta a través de su ojete mágico (el de la cabeza) una película antes de dormir. La película podría ser “Eva”. Y hale, a la cama.

Por cierto, necesitaría que Elena Anaya, Elsa Pataky o Angelina Jolie hicieran una película de robots…