En el año 2000 se estrenó una
película argentina que se llamaba Nueve
reinas. Fue la primera vez que vi en pantalla a Ricardo Darín y pensé: es
feo. Eso no quiere decir nada, porque ahora me parece guapo. Yo es que no tengo
muy buen ojo con los hombres. Tampoco con las mujeres, de pequeño me parecía
guapa María Luisa Seco,
a la que Dios tenga en su gloria. Con quien de verdad tengo buen ojo es con los
ñus.
Lo que sí que pensé de Darín es que era un
grandísimo actor. Después le vimos todos en El
hijo de la novia, y a partir de ahí se convirtió en un habitual de
nuestras salas, y he podido comprobar en persona que también es un tipo muy
majete, y a mi cuñado Julio le confundieron con él un día por la calle y yo he
venido aquí a hablar de Nueve
reinas, no de Darín,
así que voy a retomar el hilo, si es que me liáis con dos de pipas o como se
diga.
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Ricardo Darín y Gastón Pauls en "Nueve reinas". |
Nueve
reinas fue una especie de hito. A partir de Nueve reinas, el cine
argentino se empezó a considerar de otra manera por el público español (o por
una parte del público español), que sólo conocía bien el cine de Adolfo Aristarain, Luis Puenzo, Eduardo
Mignogna y si acaso el de Marcelo Piñeyro. Pero a El hijo de la novia le
siguieron El mismo amor, la
misma lluvia (anterior en el tiempo), La ciénaga, Nos sos vos soy yo, El abrazo partido, Tiempo de
valientes, El aura, Luna de Avellaneda, Nadie dijo que es fácil, El sueño de
Valentín, XXY, Un novio para mi mujer y por supuesto El secreto de sus ojos. Más o
menos, el público fue al cine a verlas, y algunas de ellas masivamente. Porque
el cine argentino es de lo mejor que llega a nuestras pantallas, y sus comedias
(las que se estrenan aquí) son prácticamente infalibles. Acabo de ver una
pequeña joya llamada El último
verano de la boyita que aún anda por los cines, y que también
merece la pena. Pero yo he venido aquí a hablar de Nueve reinas, no del cine argentino, así que voy
a retomar el hilo, si es que me liáis con dos de pipas o como se diga.
Nueve
reinas es la historia de dos timadores de poca
monta que se enrolan en un golpe de mucha monta. Los actores, Ricardo Darín y Gastón Pauls (al que
enseguida perdí la pista), estaban más naturales que un zapato en una barca.
No, el símil no es bueno. Quiero decir que estaban asombrosamente naturales,
cómodos y realistas. Y el juego de timos, timadores y timados es ingenioso y
audaz.
¿La película es perfecta? No,
nadie es perfecto excepto Mónica
Bellucci. Nueve
reinas es tramposa, y acaba con un par de saltos mortales que
cambian el final en un giro sorprendente, tan sorprendente que te da igual,
porque tú no puedes apenas ni intuirlo (eso es lo que quiere decir que una película
es “tramposa”, lo explico porque el otro día me lo preguntó un amigo con cara
de mapache). Nueve reinas
también es demasiado deudora de El
golpe: empieza y acaba de una manera muy parecida. Dicho esto, la
película merecería un 8 en la escala Richter, que no es poco. Fabián Bielinsky, el
director de Nueve reinas,
murió poco después de rodar su siguiente película: El aura. Una pena.
Bien. Como introducción para
hablar de una serie no ha estado mal. Hugo
Chávez habría estado hablando siete horas más que yo hasta que
el Rey le hubiera mandado callarse.
La semana pasada se estrenó la
serie argentina Los
impostores en FOX
Crime, el nuevo y segundo canal de FOX, que poco a poco se está
convirtiendo en el primero. Está basada en Nueve
reinas, pero todo es más chapucero. La idea recuerda a la de una
serie española que duró menos que Juan
Pablo I, y que se llamaba Guante blanco (la serie, el papa se llamaba
Albino Luciani y
dicen que falleció de muerte natural, ja, ja, ja, ja, ja). En Impostores, un grupo de
timadores actúa bajo el mando de un maestro retirado, el grande, grandísimo Federico Luppi, con el
que tengo una foto que sale en Internet en la que mi cabeza parece tres veces
más grande que la suya, y no será por los tamaños de los dispares cerebros. Los
cabecillas (los de la banda, no las de Federico
y mía), o al menos los protagonistas, son Leonardo Sbaraglia y Leticia Bredice,
superviviente de Nueve reinas,
al igual que algún secundario de cuyo nombre no quiero acordarme (o mejor
dicho, no puedo).
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Parte del elenco de "Impostores" en el cartel promocional de "Impostores". |
La serie se deja ver, y va
creciendo en calidad capítulo a capítulo, pero está lejos de la factura de Nueve reinas. Tanto, que la
decisión de FOX Crime
de emitir los capítulos de dos en dos se me antoja más equivocada que el
estilismo de Daniel Diges.
Llegas cansado al segundo, sin ganas de prestar atención a todos los detalles
para ver en cuál te hace la trampa el guión. Porque Impostores es aún más
tramposa que Nueve reinas:
no puedes ni siquiera intuir en qué momento se produce el timo, porque a veces
ni te muestran la imagen: sólo la ves en la “repetición a cámara lenta” al
final del capítulo. Así resolvieron el primer capítulo, en el que se desvela
que algunos personajes a los que ni siquiera conocías son timadores que forman
parte de un mega engaño para reclutar a Leticia
Bredice. O con el traductor del capítulo dos (recordadlo si la
habéis visto o fijaos si la veis), al que la cámara no te muestra durante la
historia: sólo le ves al final, cuando te explican la ingeniosa estrategia. Yo
es que odio ese recurso de “la repetición de la jugada”: si tienes que volver a
explicar algo repitiendo las imágenes al final de una película es que lo has
escondido deliberadamente durante el metraje, o que sencillamente lo has
explicado mal. Utilizar ese recurso es a mi juicio es el único fallo de El sexto sentido (por citar
un ejemplo), y no necesitarlo es uno de los muchos aciertos de Los otros.
Leonardo Sbaraglia, que
es otro tipo encantador, estuvo en España presentando la serie. Coincidí con él
hace un año grabando una tontería en el Retiro, y ahora me acuerdo de que me
contó que empezaba a rodar la serie. Luego nos encontramos en el Festival de
Sitges, y hace unos días la productora Cristina
Iglesias me confirmó que sigue siendo una persona afable y
simpaticona (Sbaraglia).
A mi chica le pone bastante (Sbaraglia),
pero este dato no debería preocuparos.
A mí sí, en cambio.
En la última edición de los
Goya, Eduardo Blanco
hizo un número magnífico (como los de toda la gala) con Andreu Buenafuente en el
que autoparodiaba lo que nos sucede en España con las películas argentinas: que
durante los primeros diez minutos no entendemos ni patata, seguramente porque
nunca dicen “patata”. Luego el oído se acostumbra y la película empieza a
cobrar sentido. Eso también sucede con Impostores.
Pero yo el otro día me
encontré en el metro con Luciano,
que es argentino, y le entendí desde el minuto uno.
Qué raro es todo.
ANEXO: Tres Postdatas. Tres Despedidas
3. Y mi parte más friki quiere
despedirse de un viejecillo entrañable llamado Jesús García. Don Jesús era un anciano
absolutamente anónimo hasta que un día pronunció dos frases en un anuncio: “Y el Real Madrid ¿qué?, otra vez campeón
de Europa, ¿no?” y “Y
Franco… ¿qué opina de todo esto?”. El anuncio era de un coche, pero
de eso no se acuerda casi nadie.