martes, 22 de junio de 2010

Me quedo sin pelotas y me consuelo con el sexo en la tercera edad

Hacía mucho que no titulaba un post con una frase tan patética (sólo recuerdo algo parecido en una entrada que se llamaba “Festival de Eurovisión 3”), pero es que esta afirmación con la que encabezo mi diatriba de hoy es una realidad, una gran realidad, una cruda realidad. La pasada semana no fui consciente de la tragedia porque me invitaron a ver un concierto de Cosmonauta (ojo a este grupo, en breve va a dar que hablar, espero que bien) y me mantuvieron muy entretenido. Pero ayer… ay, ayer… ayer después del palizón de España a Honduras puse TVE1… y no había Pelotas. Si quería más pelotas, tendría que ver el postpartido de España (aunque J.J. Santos lo llamó “previo”).
Llevo dos años acostumbrado a ver los lunes en la Primera la serie de José Corbacho y Juan Cruz. La han retirado por baja audiencia, una audiencia baja que no se merecía. Tal vez se equivocaron al elegir el título, tal vez la gente sigue esperando otra cosa de Corbacho, tal vez a Ángel de Andrés López le pese todavía el papel de Manos a la obra… No sé por qué habrá sido, pero en España esta serie no se ha visto. La gente que empezaba a verla sí que se enganchaba, pero hubo demasiado público que ni siquiera lo intentó. Me lo dijo hace unos meses María Botto: “pero si no la ve nadie”. Y yo: “que sí, mujer, que está fenomenal, seta serie va a durar mucho”. Y ella: “ay, gracias”. Pero no la convencí, y con razón, porque ya veis que ojo tengo yo, que me gustaba El Comisario.
El equipo de “Pelotas” que se ha caído con todo el equipo.
Unos días antes de la emisión del último capítulo, David Trueba escribió una columna en la que describía Pelotas de una manera difícilmente mejorable. Yo considero a David Trueba como un tipo muy inteligente, seguramente porque piensa como yo y yo me considero a mí mismo como una de las cinco personas con gafas más clarividentes de Europa. Y contaba David que Pelotas era buena porque era realista. Ahí radica su magia. Los personajes de la serie son reales, normales, corrientes. Sus problemas son las hipotecas, las dificultades para tener un niño, lo complicado que es convivir con alguien de distinto sexo, lo mal que se pasa cuando crees que eres feliz con tu pareja y de repente se te cruza otra persona, lo malos padres que somos los padres comparados con las madres… Hay una pareja de Pelotas (el Richi y la Vane) que resumen en clave choni todas las cosas que suceden habitualmente en una pareja normal. Sin llantos, sin dramas, sin ñoñerías, sin afectados “te quiero” cada cinco minutos… Y Corbacho y Cruz se llevan esta normalidad al terreno de la comedia de una manera magistral. Y luego se han inventado personajes que en cuanto hablan te hacen reír de lo puramente normales y reconocibles que son (Flo, Mejuto). En series como El internado nadie te hace reír. En Falcon Crest nadie gastaba ni una puta broma. Y en mi vida diaria, no se en las vuestras, me encuentro con muchas personas con las que me río, bastantes más que con las que no.
Corbacho lanzó un mensaje de despedida en su Twitter tras el último capítulo de Pelotas: “Perro y melancólico… Ya es oficial por parte de TVE: Pelotas llega hoy a su fin. Fue bonito mientras duró. Muy bonito!”. No les han dejado terminar la serie ni con un final improvisado. Terminó de golpe, dejando todo en el aire. Pelotas nos ha dejado a sus seguidores en pelotas.
No soy fan de todo lo que hacen Corbacho y Cruz. Pero si cuento las cosas que he visto de ellos dos juntos, tendría que decir que me han convencido en el 75% de sus creaciones. Pelotas es una de ellas, creo que he sido clarito, hijos. Otra es un teaser falso que hicieron para Teaserland y que se llamaba My best friend’s cock. Vale, ya sé que es cortísimo, pero a mí me hizo gracia, qué pasa. En cambio, no me gustó en absoluto Cobardes, su segunda película. Se metieron en un drama social con moralinas y niños, con Lluís Homar actuando muy raro y con una trama muy previsible. Sólo se salvaba la loable decisión de hablar del bullying. ¿El restaurante de Ferrán Adrià? No, el acoso escolar. Pero no era suficiente. Y adoré Tapas, su primera película. Me pareció sencilla, amable, cómica, dramática, tierna y chachi piruli. Pelotas me parece una transposición al lenguaje televisivo del espíritu de Tapas.
Hace casi dos meses, en el Festival de Málaga, vi una película llamada La vida empieza hoy, de Laura Mañá. Me gustó. Me pareció sencilla, amable, cómica, dramática, tierna y chachi piruli. Le comenté luego a Laura que me había recordado a Tapas en esos adjetivos. El tema, el argumento, el estilo… en eso no tiene nada que ver. O sea, que me la recuerda pero no me parece que la imite. Laura me contestó que le gustaba oír eso, que se lo tomaba como un piropo y un cumplido. Acto seguido añadí: “¡guapa, atractiva, chati!”, por si también se lo tomaba como un cumplido, pero no me miró igual. También le dije, antes del fallo del jurado, que su película era mi favorita para ganar el máximo premio del Festival, como también lo ganó en su momento Tapas. Pero unos días más tarde, el jurado no le dio a la película ni un solo premio. Laura se quedó algo frustrada, pero se animó bastante con el magnífico Premio de la Crítica, que es un premio muy consolador. Perdón, quiero decir que es un premio muy alentador, es que no quiero que este blog aparezca en Google cuando la gente busque “sexo + consolador + pelotas”. Y hay que decir que la crítica somos nosotros, los periodistas especializados (no sé en qué, pero así nos llaman). El voto es secreto, pero yo le dije a Laura que le había dado a La vida empieza hoy mi puntuación más alta.

La vida empieza hoy habla del sexo en la tercera edad. A través de un cursillo que imparte la siempre increíblemente natural Rosa María Sardà (qué entrevista me concedió, qué carácter, qué gracia, qué genio y qué figura), una serie de personajes en el otoño de sus vidas (o inviernos) nos muestran cómo viven su sexualidad. Desde una enorme y solitaria Pilar Bardem, hasta una fantástica, a veces patética y siempre entrañable Mariana Cordero, pasando por una impecable María Barranco, que no comprende el sexo caduco, y un dignísimo Fernando Tielve, el joven que entiende al abuelo dando ese salto generacional de dos eslabones que no sabemos dar los hijos.
Las conversaciones que pude tener con Pilar Bardem, Mariana Cordero, María Barranco, Rosa Maria Sardà, Fernando Tielve y la propia Laura Mañá fueron las que más disfruté en 9 días de festival. Y unas de las más agradables de mi vida, si excluimos una charla que tuve hace un huevo con Kiko Ledgard en un autobús y otra que tuve un día con un camarero coreano en Viena que se sabía la alineación del Madrid y del Atleti.

La vida empieza hoy se estrena este viernes. A ver si tenéis pelotas y vais a verla.