viernes, 19 de febrero de 2010

Nacidas para sufrir y I’m not there

Vamos a descansar un poquito de los Goyas y los Oscars de los güevos, coño ya.
Huy perdón, he empezado demasiado cabreado para la poca importancia que tiene el asunto. Empezamos de nuevo.
Hola, hoy vamos a abandonar por un día los temas de las nominaciones y de los premios, que llevamos un montón de posts seguidos hablando de los Oscar y los Goya. Y vamos a hablar de dos películas que están de actualidad: una que acaba de llegar a lo cines y otra que llega este viernes. No son las más importantes, pero es que las más importantes las voy a dejar para los días que volvamos a hablar de los Oscars de los güevos, coño ya.
Nacidas para sufrir se estrenó el viernes pasado. Es la 8ª película de Miguel Albaladejo, un tipo al que media España llama Albadalejo y que a veces hace cosas que me gustan y a veces no, pero esto me pasa también con Guti. Me gustó su Manolito Gafotas (el de Albaladejo, no el de Guti), me conquistó Ataque verbal, no me convencieron El cielo abierto o Cachorro y me puso muy nervioso Rencor, pero me tomé una pastilla que se llama Tiadipona y se me pasó enseguida.
"Nacidas para sufrir". No me gusta el título, me recuerda demasiado a "Nasío pa matar".
Nacidas para sufrir va de más a menos. El principio es purito Azcona, purito Berlanga y purito Reig. A mí me pareció tan sorprendente, que no pensaba contarlo en este blog, como no lo conté el otro día en la radio, aunque si avisé de que era un principio desternillante, y debí de ser convincente porque Tony Aguilar se reía solo de imaginarlo, aunque a Tony Aguilar y a mí a veces nos entra la risa sin tener que decirnos nada, también me pasa con Nacho Valcárcel, pero ése de momento igual no sabéis quién es. Al tiempo.
Bueno, pues ese principio que yo no quería contar porque para mí es como medio sorpresa, lo están contando en la tele y en la prensa los propios actores y el director. Así que que les den, yo lo cuento.
Resulta que una solterona anciana (una enorme Petra Martínez) se da cuenta de que sus sobrinas y legítimas herederas están planeando ingresarla en una residencia. Así que decide borrarlas del testamento y dejárselo todo a la mujer que la ha cuidado los últimos años, que es buena buena y un poco manejable (Adriana Ozores). Pero como legalmente no puede hacer eso, decide… ¡casarse con ella! Eso les convierte en el primer matrimonio gay del pueblo, aunque en ningún momento de la trama se atisbe algún sentimiento o tratamiento homosexual. Luego la historia da un giro cuando llega al pueblo la madre de Adriana Ozores (bueno, de su personaje), y para mí la cosa baja bastante. Pero no sé, me dejó a mí buen sabor de boca, Nacidas para sufrir.
La otra película se estrenará este viernes y se llama I’m not there, que en inglés significa que el que está hablando no está allí, o sea que estará aquí. Me apetecía verla porque es de Todd Haynes, un director que me conquistó con una historia muy del estilo de Douglas Sirk que se llamaba Lejos del cielo. Y a lo mejor no os suena el título (I’m not there), pero sí os sonará si os digo que es una película sobre Bob Dylan y que lo interpretan varios actores e incluso una actriz, Cate Blanchett, que estuvo nominada al Oscar y todo, pero habíamos dicho que no íbamos a hablar de los Oscar de los güevos, coño ya.
  • Ahí va, sí que me suena, pero como de hace dos años.
  • Es que es de hace dos años, FIliberto.
  • ¿Y por qué se estrena ahora?
  • No lo sé, ¿por qué Mickey Rooney se casó con Ava Gardner?
  • Ni idea.
  • Pues eso.
I’m not there está muy bien de fotografía. Bueno, la verdad es que no lo sé, pero es lo que se suele decir cuando una película te parece un coñazo. Tal vez la palabra exacta no sea “coñazo”, ni siquiera “gran potorro”, pero yo reconozco que me aburrí bastante, y eso que eran las 10 de la mañana y estaba despejadito. Dura demasiado y aporta pocas cosas sobre Bob Dylan, en mi opinión. Y eso que a mí me gusta Bob Dylan (su música), y me entretuvo bastante oír sus canciones, yo de jovencico cantaba temas suyos con la guitarra, como Mr. Tambourine man, Like a rolling stone o Blowin’ in the wind cuya letra aún recuerdo de memoria (“sabeeer que vendraaaá, / saber que estaraaaá, / partiendo a los poooobres el paaaan”).
Seis Bobdylans seis.
Y aunque estoy seguro de que mi admirado Fermín Zabalegui le sacaría mucho más jugo que yo a esta película y a este post, debo decir que lo único que me gustó del planteamiento de la película es que la retahíla de actores que hacen de Bob (entre ellos Heath Ledger y Christian Bale) no van cambiando según la edad del cantante desaliñadete, sino según la cara de Bob Dylan de la que estemos hablando en ese momento. El resto me aburrió como una mona.
Obsesionado con esta última afirmación, me pongo a pensar qué actores me interpretarían a mí en una película en la que mostraran mis múltiples facetas. Y creo que serían esos seis:
  • Mi “yo” más encantador y atractivo. Sin duda alguna, George Cloney. Podría hacerlo Brad Pitt, pero no da el tipo, este “yo” mío es mucho más viril. Me refiero a mi  “yo encantador psicológico”, porque si luego me veis en persona puedo resultar tan viril como Paco Clavel.
  • Mi “yo” atormentado. Aquí dudo entre Sean Penn y Ángel de Andrés López. Ya lo sé, son muy distintos, pero al fin y al cabo son actores, que se lo curren.
  • Mi “yo” divertido y alocado. Lo interpretaría José Luis Perales. Qué queréis, yo cuando me aloco soy así.
  • Mi “yo” intelectual. Aquí lo tengo claro: lo haría Nacho Vidal en su debut en el cine convencional como protagonista.
  • Mi “yo” oscuro y depresivo. Lo interpretaría María Galiana. Es que me tenéis que ver cuando me deprimo, cambio un montón.
  • Mi “yo” reivindicativo y batallador. Creo que esta faceta mía la clavaría el Telettubie rojo.

Mola pensar en quién te interpretaría en el cine, aunque sea sólo un actor o actriz, sin dividirse en facetas, digo. Haced la prueba.