miércoles, 10 de febrero de 2010

Cómo se vota en los Goya

Estoy tonto, llevo unos días venga a hablaros de los Oscar como si fuera Miguel Parra, y resulta que dentro de cuatro días lo que se entregan son los Goya. Así que habrá que hablar de los Goya. Y como hace un año ya os hice un repaso graciosísimo sobre la historia de estos premios tan absurdos que consisten en darle a un cineasta la cabeza de un pintor sordo, pues hoy os voy a hablar de una cosa nueva de los Goya.
Por motivos que no vienen a cuento, este año he asistido muy de cerca a todo el proceso de votación de los Premios Goya. Y como sucede en todos los premios, el sistema no es justo, pero podría serlo. Por lo menos es democrático y no se me ocurre un método mucho mejor. Veréis:
  • La Academia envía a sus miembros un libraco con todas las posibilidades que tienen para elegir los nominados de cada categoría. El libraco incluye todos los títulos estrenados en el año (en este caso 2009), y todas las candidaturas que han enviado cada una de esas películas. Yo lo he visto y da mucha pereza.
El libraco que envía la Academia con todos los aspirantes a ser nominados a los Goya.
  • ¿Cómo se convierte uno en miembro de la Academia? Primero, tienes que dedicarte al cine. Una vez que ya te dedicas al cine, hay dos caminos. Uno: que te nominen a un Goya. Automáticamente, pasas a ser académico. O sea, que Lolita, por ejemplo, es académica. O sea, no puede ser académico un charcutero bajito, a no ser que haga una película y le nominen. Dos: que varios académicos presenten y avalen tu candidatura, y que la Asamblea la apruebe con ilusión. Así que el charcutero mejor que haga una película, porque si no nadie va a avalar su propuesta.
  • Las productoras de las películas son las que presentan a sus candidatos. O sea, es Celda 211 la que pone a Luis Tosar como actor principal, a Resines como secundario, a Amman como revelación… Por eso a veces vemos algunas “trampas”, como que dos actrices que aparecen los mismos minutos en una película estén nominadas una como principal y otra como secundaria (sucedió en Belle epoque o Mar adentro). Así puedes ganar más Goyas y evitas que tu gente luche entre sí. Y si te has llevado mal con el de sonido porque era un bastardo, pues es el momento de la venganza: que se joda y no le presentamos como candidato.
  • Cada académico coge ese libraco y va mirando los nombres de cada categoría, que a veces son 50, a veces 100, a veces 80… Elige a cuatro, da igual en qué orden, y los apunta con buena letra en el impreso que también le ha enviado la Academia. Pasa la lengua húmeda como un pescado fofo por la goma pegajosa del sobre, que por qué no harán con un sabor rico, y lo cierra con destreza.
  • Ni que decir tiene que el académico no ha visto ni la décima parte de las películas que había en el libraco. Yo he hecho la prueba, y he visto 43 películas de las 119 que se han hecho en España en 2009, y eso que por mi trabajo me temo que tengo más posibilidades de ver cine español que muchos actores, que estarán trabajando en series y no tendrán tiempo. Y yo también trabajo mucho, pero a veces mi trabajo es ver precisamente esas películas. Los pobres académicos acaban votando entre las pocas que ha visto. Y claro, todos han visto Ágora y Celda 211. Y nadie ha visto Hierro o V.O.S.
  • Por eso muchas distribuidoras envían sus películas a los académicos en DVD, para que las vean y las voten. Eso sí, la Academia ha ideado este año un sistema para que todos puedan ver todo. Cada académico puede entrar en la web con un código personal e intransferible, y allí ver en streaming todos los títulos. Eso sí, no puedes prestar tu número, porque la web memoriza la dirección IP del ordenador y ya no permite que ese número entre desde otra máquina. Pero, francamente, no me imagino a Manuel Alexandre, Juanjo Ballesta o Asunción Balaguer viendo Planet 51 en streaming. Aunque quizá me equivoque.
  • El voto se envía por correo a un notario, y días más tarde, se anuncian las candidaturas. Cuatro por categoría, las más votadas.
  • Días más tarde, el académico vuelve a recibir un impreso que ya es como la quinielica: cuatro opciones por categoría, de las que ya sólo puede marcar una.
  • Se lo vuelve a mandar al notario, que recuenta los votos definitivos, y de ahí sale el ganador. Y ya está. 
Un Goya ahí solo.
Este año, por quinta vez, estaré trabajando en los Goya. Es una pena, porque me gustaría celebrar el 14 de febrero con mi chica como hacemos siempre: cenando un plato de queso y acelgas, yo le regalo una flor y un merengue y ella me regala una corbata rosa palo con la inscripción: “Es la moza segoviana / la mujer que yo más quiero”. Siempre es así. Pero este año no podrá ser. Este año me toca pasar San Valentín con el cine. Del que, al fin y al cabo, también estoy enamorado.