Ay, perdonadme que haya andado
unos días un poco despistado, pero es que he estado en Venecia. Y por esta
causa, estos últimos días he mantenido muchísimas veces la siguiente
conversación:
- Hola, he estado en Venecia.
- ¿En el Festival?
- No, vamos a ver, el Festival de Venecia es en septiembre. El
que ha sido ahora era el de Berlín. He ido porque he querido.
- Ah. ¿Y te has comprado una góndola?
- No, qué gilipollez, eso es carísimo, tienes que pagar una
licencia como en los taxis y luego comprarte la góndola.
- No, pero yo digo una góndola chiquinina de cristal de Murano.
- Pues peor me lo pones.
Lo que quiero decir es que si
trabajas en algo del cine la gente se cree que sólo puedes ir a Venecia para acudir
al Festival y a Los Angeles de San Rafael para ver los Oscars de San Rafael.
Pues no: yo puedo hacer lo que quiera siempre y cuando lo diga mi chica. Y lo
de la góndola en realidad no me lo ha preguntado nunca nadie, lo he puesto yo
para rellenar.
Dicho esto para romper el
hielo, vuelvo a retomar el tema de los Oscar mezclándolo con el sibilino arte
de recomendar películas, que es lo que voy a hacer en este postecillo (es que
no sé cuál es el diminutivo de “post”, ¿“postito”? no sé, a mí me suena a pastelito
de chocolate con cromo dentro). Y hoy voy a hablar de una película con 8
nominaciones, otra con 6 y una tercera con una, pero que se estrena esta
semana.
MALDITOS BASTARDOS.
Aunque difícilmente la vais a encontrar en los cines, ya la tenéis en DVD, en
alquiler y en venta, y también la podéis encontrar en el Emule en DVDRIP con
subtítulos en mexicano, pero está prohibido que yo diga esto. Como todos
sabéis, Malditos bastardos
es esa película de Tarantino
en la que un grupo de judíos se dedica a eliminar nazis en 1941. Tarantino incluso se
atreve a alterar “ligeramente” el curso de la Historia, y es maravilloso que lo
haga. Brad Pitt está
otra vez divertidísimo en esa nueva faceta de coña que ya exploró en Quemar después de leer. Christoph Waltz se saca
de la manga a un nazi políglota que le valió un Globo de Oro y que le va a
valer un Oscar. Y Daniel
Brühl interpreta un personaje que a veces crees que puedes
llegar a respetar y que de pronto descubres que no. Tarantino no da tregua a
los nazis, como debe ser.
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Secuencia de "Malditos bastardos" en la que los soldados juegan a un delirante juego intelectual que parece ideado por Frasier y Nyles. |
Y el resultado de la película,
en mi erudita y experta opinión de mierda, es una de las mejores películas que
optan este año a los Oscar (a 8). No va a ganar casi ninguno, porque Avatar y En tierra hostil, que como
todos sabéis están separadas pero van a gananciales, se van a repartir la
mayoría. Y Avatar
es más espectacular, En tierra
hostil seguramente sea mejor película, mejor historia… pero yo no
me lo he pasado en ninguna de ellas como me lo pasé en Malditos bastardos.
PRECIOUS. Me gustó mucho
a mí, Precious. No
la chica, pobrecita mía, o no tan pobrecita, porque seguro que yo a ella
tampoco le gustaría porque le parecería un tío flaco y pálido como el típex y
encima un soso. Me gustaron las actrices, la que hace de Precious, que está nominada
pero que no va a ganar el Oscar, y la que sí lo va a ganar, o sea Mo’nique, que hace de
madre de Precious y de hija de puta. Me gustó que Mariah Carey saliera con
bigote y que por una vez no me dejara perplejo con el aspecto de sus senos,
pechos o peras. Me gustó que mucha gente no se diera cuenta de que Lenny Kravitz era Lenny Kravitz. Y me gustó
la historia, aunque es durísima, qué digo yo durísima, mucho más que durísima. Precious es, además, una
película muy buena, de ésas joyas estadounidenses que sólo se estrenan fuera
cuando llegan los Oscar. Como lo eran Pequeña
Miss Sunshine, como lo era Juno…
y como lo son muchas historias (americanas, sí) que no llegan a España porque
no las nominan a nada y porque en ellas no sale Mel Gibson. ¿Qué conclusión debéis sacar de
este párrafo? Pues que Precious
mola. Aún la podéis ver en muchos cines.
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Precious, su hija, su madre y el sofá más resistente del mercado. |
UN PROFETA. Ésta es una
película francesa que se estrena este viernes, y que está nominada al Oscar a
le mejor película de habla no inglesa. Que debe ser el único habla que no sale
en Un profeta,
porque en ella se oye francés, árabe e italiano. No va a ganar el Oscar porque
lo va a ganar La cinta blanca, aunque la semana pasada sí que se llevó el
BAFTA. Yo fui a verla el lunes al pase de prensa porque me la había recomendado
varias veces Juan Zavala,
y si Juan Zavala me
recomienda Papa Piquillo,
pues yo voy y también la veo. Me gustó un montón Un profeta. Otra película dura, en algunos
momentos violenta, pero que cómo engancha. Qué bien contada, qué gran historia
carcelaria y qué diferente de Celda
211, por citar un ejemplo reciente de película carcelaria buena.
Entiendo la nominación, entiendo los premios, entiendo que le haya quitado un
puesto a Trueba
o a Almodóvar.
Pero hay una cosa que no entiendo y que es la única pega que le pongo a la
película, pero lo hago sólo por ponerle una pega y para que vea la película
quién manda en este blog, y es que el metraje me parece excesivo (dos
horas y media). No porque sea largo, sino porque se hace largo (bueno, al menos
a mí se me hizo, y a una persona de la que me fío y otra de la que no es que me
fíe sino que lo que diga va a misa, pues también). Si una película dura cinco
horas pero no me hace mirar el reloj, para mí no es larga. Pero si un corto de
ocho minutos (el de Mateo
Gil que acaba de ganar el Goya, por ejemplo) me hace mirar la
hora, pues entonces para mí es largo. En Un
profeta miré el reloj. Y encima cuando lo miro pierdo el hilo,
porque no sé leer la hora bien y me quedo siguiendo el segundero con la mirada
como un tontico, oye, que hay que ver qué mecanismo más curioso. Aún así, y
pese a esta pega, me gustó a mí Un
profeta. La estrenan este viernes. Como diría Cándida Villar, es
preciosa: vayáis a verla.
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El profeta y el dios al que se pasa predicando durante casi dos horas. |
Seguiremos hablando de más
películas, si os parece. Ahora os tengo que dejar, que me llaman al portero los
colegas para juebar un rato al jula-jop.