Hola, yo soy politeísta,
entendiendo el concepto de dios como lo entiende Fernando Trueba. Los
hermanos Marx serían mi Santísima Trinidad. Woody Allen, mi dios de la fertilidad. Keaton, Wilder, Lubitsch y Chaplin serían mis dioses
en blanco y negro. Y tengo muy pocos más en mi lista, como por ejemplo, Sánchez Dragó. Ah no,
espera. Ése lo tengo en otra lista.
Y luego están los Monty Python. Los Monty Python tienen la
habilidad de hacerme reír con una sola película tirando de todas las gamas de
humor que llevo dentro y de algunas que desconocía llevar. Por ejemplo, veo El sentido de la vida y me
río durante 90 minutos de chistes sobre literatura (y pienso: qué culto soy),
sobre religión y preservativos (qué liberal soy), sobre la muerte (qué agudo
soy) y sobre vómitos (andá, pero si también soy un poco guarro, yo que siempre
había presumido de no comulgar con el humor escatológico). Y que unos humoristas
me hagan pensar todas esas cosas, pues a mí me encanta.
![]() |
La vida de Brian |
Yo creo que casi todos hemos
conocido a Monty Python
en La vida de Brian.
Normal: es su mejor película. La irreverente idea (era el año 79) de contar la
vida de Cristo a partir de un tío que nació enfrente del auténtico Portal de
Belén es genial, vale. Pero además, los chistes de La vida de Brian son de lo mejorcito que he
visto en cine. Ese Pilatos con frenillo al que las masas piden que libere a
presos cuyo nombre contienen la “r”, aunque no existan. Esa Virgen María (o
madre de Brian, que encima es un señor) que devuelve a los Reyes Magos la mirra
porque no sabe lo que es. Ese funcionario que pregunta a los condenados “¿crucifixión?” y que se fía
de ellos, incluso del que le gasta la broma de decir “no, absolución”, pero luego
se arrepiente. O ese
final maravilloso: “Always look
on the bright side of live”…
Y por culpa de Brian, existe
la creencia de que las demás películas de Monty Python están muy bien, pero están
compuestas de gags. No es así, niños. Se
armó la gorda (horrenda traducción de “And now for something completely different”) y El sentido de la vida sí son
películas de sketches. La primera es una selección de los mejores gags de su
programa de televisión rodados en cine. Si podéis verla, seguramente lloraréis
de risa con los leñadores que de repente son gays, con el extranjero que tiene
un diccionario de húngaro-inglés escrito por un hijoputa que ha traducido las
frases más habituales por verdaderas barbaridades sexuales, o con el escalador
que visita al oftalmólogo (mi gag favorito es inexplicable por escrito, pero es
uno de Eric Idle
dando la brasa en un bar a un desconocido al que no para de decirle “nudge, nudge, wink, wink, say no more,
say noooo mooooore”. ¿Veis? Escrito no tiene gracia). Y también
está El sentido de la vida,
que tiene algunos de los mejores gags de Monty
Python.
Perdón un momento, pero es que
tengo la tele puesta y acabo de ver un anuncio en el que Raphael te invita a
entrar en Teléfonica.es
y cantar villancicos a dúo con él, y se me ha ido el santo al cielo.
Vale, ya se me ha pasado.
Hablaba de que hay otras
películas de Monty Python
muy grandes que no están hechas a base de gags independientes. Como La bestia del reino. O Los caballeros de la mesa cuadrada
(otra traducción horrorosa de Monty
Python and the Holy Grial… pero ¿por qué los traductores de títulos
intentan ser más graciosos que los propios humoristas?). Por motivos de trabajo
– Dios santo, pero qué chollo de trabajo tengo a veces – me invitan a ver Spamalot, el musical de Monty Python basado en Los caballeros de la mesa cuadrada,
y que ya ha triunfado en Barcelona. En un inexplicable ataque de
profesionalidad, veo antes la película, aunque ya la he visto mil veces. Bueno,
quien dice mil veces dice seis. No, quien dice mil dice mil, pero yo la
película la habré visto seis veces, no mil. Si la hubiera visto mil veces no
habría tenido tiempo de ver nada más en mi vida. En cualquier caso, creo que
esta última vez es la que más la he disfrutado. He vuelto a llorar de risa con
el conejito blanco que luego es una bestia asesina. Con el caballero valiente
que le sigue tocando los huevos al Rey Arturo aunque éste le ha cortado (en
equitativo duelo) los brazos y las piernas. Con el francés que les insulta
desde una torre y les lanza vacas (sí, vacas). Con los temibles caballeros que
dicen “Ni” (yo últimamente cuando me pongo muy nervioso también digo “Ni”, a mi
chica pongo por testigo). Vamos, que me encanta Los caballeros de la mesa cuadrada. Por cierto,
a los descacharrantes traductores de títulos no debió de parecerles suficiente
su genialidad y añadieron entre paréntesis: “y
sus locos seguidores”.
Spamalot, el musical, es
un producto de Eric Idle,
uno de los Monty Python
más graciosos. Eric respetó el argumento y los principales números de la
película, pero añadió unos números musicales un poco de pegote. En España, Spamalot está adaptada y
dirigida por Tricicle.
Y hace unos días tuve la oportunidad de que Paco Mir y Joan Gracia me explicaran cómo la
tradujeron, qué chistes son de ellos y cuáles de Eric Idle, en qué se
diferencia su versión de la original… Oye, y qué serios son Tricicle (bueno, Bicicle). Ya sé qué los
humoristas no tienen por qué ser un despiporre con patas, pero es que me resultaron
muy serios. También es verdad que durante la entrevista mi querido cámara y
compañero del alma Antonio
decidió ponerse a fallecer de un violento ataque de gripe del pollo complicado
con una tos ferina del infierno, aunque al final sobrevivió. Pero yo creo que Tricicle no estaban
serios por eso, es que lo son y punto. A la par que amables y educados, vive
Dios, así que nada que objetar.
![]() |
El Teatro Lope de Vega, el día del estreno en Madrid de "Spamalot". |
Yo no disfruté a muerte Spamalot, pero conozco a
gente que sí. Prefiero ver las pelis, si de celebrar el 40 aniversario de Monty Python se trata,
pero a quien le guste el musical y quiera echar unas risas un par de puntos por
debajo del humor medio de Monty, pues ahí lo tiene. Y a los que le parezca un
insulto cascarse un post sobre los Monty Python sin mencionar los nombres de Eric Idle, Michael Palin, John Cleese,
Terry Gilliam, Terry Jones y Graham Chapman, que se vean la
serie de seis documentales Monty
Python, la versión de los abogados. No os quiero hablar mucho de
ella porque me paso la vida haciendo publicidad de CANAL+ y cualquier día me
van a dar un toque.
Qué más contaros. Que Carlitos
me hizo una foto subido en la almena del escenario de Spamalot y disfrazado de
francés que insulta. Son gajes del oficio, porque en condiciones normales los
dos sabemos que esa foto se la hubiera hecho yo a él. Gracias, en cualquier
caso. Ah, y que intentéis ver las películas de Monty Python. Si no las encontráis, yo os
las dejo yo.