miércoles, 18 de mayo de 2011

Woody Allen, Midnight in Paris y las ideas geniales

Dos de los amigos a los que más admiro han coincidido en su principal recomendación después de ver Midnight in Paris, la última de Woody Allen: “intentad ir a verla sin saber nada sobre ella”. El primero, Javier Ocaña, lo hacía en su crítica de El País. El otro, mi cuñado Julio, lo hacía en su Twitter. Los dos, creedme, son dignos tener en cuenta. Javier Ocaña iba un poco más allá e incluso recomendaba no leer su crítica y recuperarla tras haber visto la película.
En este post yo voy a hacer lo mismo: si no sabéis nada sobre Midnight in Paris (y pensáis ir a verla), dejad de leer esto, y cuando ya la hayáis visto… lo mejor es que recuperéis la crítica de Javier Ocaña. Pero ojo, si ya habéis leído cualquier mínima sinopsis, habéis visto algún reportaje de la tele o alguien os ha contado ya de qué va, sí que podéis leerme. O sea, que esta recomendación no es porque os vaya a despanzurrar la película como ya hice en el post de Dexter, sino porque si podéis ir a ver la película sin saber NADA DE NADA sobre ella, es mejor hacerlo. A mí me habría gustado, y aún así la disfruté como un gnomo. Yo en esta entrada sólo voy a contar ese poquito que cuentan todas las sinopsis.
Vamos allá. Vosotros veréis.
Marion Cotilliard y Owen Wilson paseando por París.
Midnight in Paris va de un tío que al final lo matan y el asesino es el yerno. Que no, hombre. Que no va de eso. En realidad es la historia de una pareja a punto de casarse que visita París con los padres de ella. Él es un guionista de cine que quiere reciclarse en novelista, pero que le cuesta. Él es Owen Wilson, un a priori error de casting que se convierte en uno de los mejores álteres egos (o como se diga en plural) que se ha buscado Woody Allen, en un tipo de papel que dudo mucho que Owen Wilson vuelva a encontrarse en su carrera. En plena crisis creativa, cada medianoche, sin explicar por qué, pasa a recogerle un coche que le traslada al París de los años 20, y allí se codea con Hemingway, Buñuel, Picasso, Dalí, Gertrude Stein, Scott Fitzgerald, etc. Por las mañanas, vuelve al año 2010.
La sinopsis es maravillosa, pero la película lo es más. Se ve con una permanente sonrisa de felicidad (es imposible no acordarse de La rosa púrpura de El Cairo), te ríes a carcajadas un par de veces, hay grandes chistes intelectuales pero no eruditos, se saltan algunas lágrimas, no sé si de la alegría que te produce trasladarte a esa época cada noche o de la emoción de ver que en el mundo sigue suelto un genio como Woody Allen
Porque el guión hay que escribirlo con su maestría, a los actores hay que dirigirlos con su maestría, la película hay que contarla con su maestría… Pero lo que más admiro de Woody Allen es su increíble capacidad para parir (casi) cada año una idea genial. Las sinopsis de Woody Allen provocan ya la sonrisa, sólo con leerlas ya dices: “qué bueno”.
Hagamos la prueba: “cuatro tíos se van de despedida de soltero a Las Vegas y al día siguiente no recuerdan nada” (Resacón en Las Vegas). Bien. Con esta sinopsis, la película puede ser muy divertida o una mierda, la idea es vulgar, intrascendente, a mí me ha pasado (la sinopsis, lo de Tyson no). Pero: “un investigador es hipnotizado en un espectáculo y obligado a robar joyas por las noches. Durante el día, su agencia le asigna ese caso y las pistas le van conduciendo a él mismo” (La maldición del escorpión de jade). Hacer una mala comedia con esa idea es difícil. Si la hace Woody Allen es imposible.
Y así hay otras ideas geniales, como…
- Un escritor consigue financiación para una obra de teatro de un mafioso a cambio de que la protagonice su novia. El guardaespaldas que acompaña a la susodicha novia comienza a hacer unas sugerencias sobre la obra que la mejoran notablemente, y que le revelan como un inesperado genio de la dramaturgia (Balas sobre Broadway).
- A un pobre hombre sin demasiado éxito con las mujeres se le comienza a aparecer el fantasma (o lo que sea) del personaje de Humphrey Bogart en Casablanca para darle consejos sobre el arte de seducir (Sueños de un seductor).
- Una pareja adopta un niño que parece ser superdotado. El padre decide buscar a la madre biológica, pensando en encontrarse con una intelectual. Pero se encuentra con una prostituta vulgar, bastante boba y con una voz estridente (Poderosa Afrodita).
- A una estudiante de periodismo que es utilizada por un mago en el típico número del armario que te hace desaparecer, se le aparece (en la caja) un hombre que ha sido asesinado y que le da una gran exclusiva: el nombre del asesino (Scoop).
Scarlett Johansson y Hugh Jackman en "Scoop".
- Una pareja comienza a sospechar paranoicamente que su vecino es un asesino, y consigue involucrar en la investigación a otra pareja amiga, y casi más paranoica (Misterioso asesinato en Manhattan).
- Una joven cinéfila casada con un vago redomado y enamorada de una estrella del cine de los años 20 ve como su ídolo, en blanco y negro, se baja un día de la pantalla y se queda a vivir con ella (La rosa púrpura de El Cairo).
- Un director de cine muy poco demandado consigue por fin financiación para una película. De puro pánico, se queda ciego, pero decide ocultarlo para no perder la oportunidad de dirigir (Un final made in Hollywood).
- Etc, etc, etc.
Yo me imagino a Woody Allen descojonándose cada vez que se le ocurre una de estas ideas. Porque una vez se le han ocurrido, sabe que escribirlas y dirigirlas es lo más fácil para él.

Porque es un genio.