domingo, 15 de mayo de 2011

Sin identidad pero con talento

Tenía yo ganas de ver Sin identidad, la película de Jaume Collet-Serra que ha sido número uno en EE.UU. y que se ha convertido en la primera producción dirigida por un español que consigue este hito o mojón (lo de mojón ya sé que no se entiende aquí, pero sale como sinónimo de “hito” en el diccionario de Word si le das al F7).
La semana pasada me invitaron al pase de prensa y a la première nocturna. Al pase de prensa iría con los mejores profesionales especializados en cine que hay en España. En la première ellos no estarían, porque se habrían ido a Cannes (mira que no enviarme a mí…), y tendría que lidiar con personajes como Massiel, Antonia dell’Atte, Las Virtudes y los actores de El barco y Ángeles y demonios.
Por supuesto, elegí la première.
Cuál fue mi sorpresa cuando descubro que también acuden Pablo Carbonell, Carlos Areces, Roberto Álvarez, Santiago Segura, Juanma Bajo Ulloa, Ramón Arangüena y Ana Wagener. Bueno, pues nada, a mezclarse en el cosmopolitismo cultural más agudo. Todos con los que hablamos coincidían en destacar el enorme éxito de Jaume, en lo importante que es para España este mojón (o hito) y en lo alto que es Liam Neeson (y cuando digo “hablamos” me refiero a que habló mi querido David Broncano, yo me dedico más a observar, sonreír y charlar con alguno de ellos, con mi chica y con Juanjo Perona, de Sálvame).
Batiburrillo de la première de "Sin identidad" con cabeza de Santiago Segura de fondo.
A pesar de que Liam Neeson no se pasó por la première, lo cual es comprensible porque no vino a España con la película, su espíritu flotaba en el ambiente porque es el protagonista absoluto de Sin identidad: hubo quien nos contó que su nombres se pronuncia Liam y no “Láiam”, porque es un diminutivo de Wil-liam, que mide más de dos metros, que es un profesional divertido que se ríe de sus 50 años, y que encima a mí me recuerda a Javier Cárdenas.
¿La película? Pues en resumidas cuentas: bien, muy bien. Luego matizamos. Muy bien porque si nos ponemos chauvinistas (se escribe así, ¿no? ¿o es chuministas?) la película no tiene ningún atisbo que pueda hacer pensar que no la ha dirigido un experto artesano en el cine de Hollywood, no digo ya un español, sino un francés, un británico, una alemana, un coreano o una almorrana. La película cumple todos los códigos para ser número uno en USA y en todo el mundo. Pero incluso es algo mejor porque el planteamiento es original e inquietante: un tipo (Liam Neeson) sufre un accidente, pierde temporalmente la memoria, y cuando la recupera ve que su mujer no le reconoce y que hay un señor ocupando su puesto de marido y médico, un hombre que en tiempos fue guapo pero que ahora está un poco ceboncete (Aidan Quinn). Si además la mujer que le ayuda es Diana Kruger, la taxista más guapa de Europa, una mujer que me haría cambiar el concepto que tengo de parte del gremio de los taxistas; si además su esposa es January Jones, de Mad men, una mujer cuya única pega es llamarse “enero” (mi cuñado se llama Julio, pero no es lo mismo); y si encima el momento cumbre de la historia, cuando se explica el porqué de esta confusión es absolutamente brillante, lógico e inesperado, pues ese “muy bien” se me refuerza.
Liam Neeson y Diane Kruger en una escena muy extraña en una discoteca o bôite.
Pero… supongo que el cine de Hollywood no soporta tanto código brillante, sobre todo si la meta es ser número uno y que la gente vaya en masa a las salas. O al menos el 90% del cine de Hollywood. Así que Sin identidad hace honor a su nombre en muchos momentos y se clona con muchas películas de acción de James Bond, de Bourne o lo que sea y nos salpica con persecuciones eternas e imposibles, explosiones que destrozan Berlín, peleas largas de estas que te dan una patada en los cojones y tú te levantas y sigues pegando con la misma fuerza, etc.

Por eso es un producto más, un producto muy bien hecho, un producto made in Hollywood. Pero con algunas pinceladas que hacen que no sea exactamente más de lo mismo. Pensemos que esas pinceladas son las que le ha dado Jaume Collet-Serra.