Os hablo hoy de Burlesque porque el pasado jueves se celebró la premiere en Madrid, a la cual me acerqué para ver a Cher de cerca y comprobar si es verdad todo eso. Bueno, miento, me acerqué porque tenía que trabajar. Pero vayamos por partes: Burlesque es un musical al más puro estilo del género americano, tan al más puro estilo que realmente no aporta nada al género. Y es tan previsible que enseguida prevés lo que les va a pasar a los personajes, lo que va a pasar con el local, lo que va a pasar en las próximas elecciones generales si se presenta Zapatero. Resumiendo el argumento, se podría decir que el Burlesque es un local medio de cabaret que regenta Cher y que está en decadencia. Está en decadencia el local, no Cher. Bueno, no sé. Da igual. El caso es que de repente entra a trabajar ahí Christina Aguilera y enseguida resulta que la tía es una fenómena y que resucita el negocio con una gracia no recordada desde que Lita Claver “La Maña” triunfó en el Paralelo. Para aderezar la historia, Christina Aguilera tiene una rival que no es Britney Spears, sino Kristen Bell, y un noviete que se llama Cam Gigandet y que también apareció en la premiere y sobre el que debo reconocer que es guapo el muchacho. Rencillas, auge del local, éxito de una estrella… en fin, completad vosotros el argumento y acertaréis.
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Una imagen del Burlesque, con unos señores detrás haciendo el típico paso de baile que todos hemos practicado alguna vez. |
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Cher y Christina Aguilera en la premiere de L.A., pero estaban igual que en la de aquí. El del fondo es el guardaespaldas de Christina, un armario ropero al que cualquiera le decía nada. |
Pero ojo: no perdamos de vista a Christina Aguilera, es muy difícil saber si está estirada, porque se esconde bajo una capa de maquillaje más espesa que una película de Isabel Coixet. Me pareció bajita, normalita, peculiarcita. Tiene los ojos bonitos, pero me da la impresión de que si me la cruzo sin pintar por el metro, no la miraría. A Cher sí. Y me quito el sombrero ante Kristen Bell, la más guapa, la más natural, la más discreta, la más hermosa. Os hablaría también del director Steve Astin, de su pasado como uno de los Goonies, de su también sospechosamente terso careto, de su rocambolesca historia de amor con un magnate de Columbia Pictures, de las acusaciones de manejar un desproporcionado presupuseto y de conseguir rodar la película gracias a esta relación sentimental… Podría comentar todo esto, pero corro el riesgo de que me echen de GQ y me fichen por el Cuore. Y tampoco busco eso, oye.