Ahora me
vendréis con que si he estado fuera mucho tiempo, con que qué morro, que
menudas vacaciones, con que qué blanco estoy para los días que he estado fuera,
pues qué pasa, es que mi piel es fina como la de las princesas. Y además no he
estado tanto tiempo fuera, Si os fijáis, en el post de hoy pone “día 16” , y en el anterior “día 15” . Y si vamos a reparar en el
mes, es que somos unos tiquismiquis, hombre (por cierto, me encanta que tiquismiquis esté
en el diccionario de la RAE).
Retomo entonces este blog hablando de la película que se ha colocado número uno en la taquilla de
esta semana, con merecimiento, lógica y destreza. Se trata de El origen del planeta de los
simios. Una precuela de un clásico, de uno de los mejores clásicos de
la historia de la ciencia ficción. Y normalmente cuando se tocan los clásicos
para versionarlos, la cosa sale mal, ya sea para precuelearlos, secuelearlos o
remakearlos (estos verbos me los he inventado, y se los dedico a una jefa que
me tenía tanta estima que decía que “precuela” también me la había inventado
yo). No es el caso de El
origen del planeta de los simios.El planeta de los simios (1968) de Franklin J. Shaffner posee uno de los mejores finales de la historia del cine, esos finales de los que recuerdas hasta la frase (Charlton Heston: “¡Maniáticos! ¡Os maldigo a todos! ¡Maldigo las guerras! ¡Os maldigo!”). Yo la uso mucho en casa, porque está a la altura de “A Dios pongo por testigo que nunca volveré a pasar hambre”, de “Éste es el principio de una gran amistad” o de “Ay, chatina, pero qué rica estás” (ésta es de una de Esteso, no recuerdo cuál). Pero también posee un planteamiento inquietante que voy a decir por si alguien está subido en un guindo y está a punto de caerse: en un futuro no muy lejano los simios han evolucionado y dominan el planeta y, por ende, a los seres humanos.
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"El planeta de los simios", la original. "¡Maniáticos!" |
En ninguna de estas secuelas se basa esta nueva película, aunque podría incorporar algunos aspectos de Huída del planeta de los simios y sobre todo de La rebelión de los simios. Del remake (no secuela) de Tim Burton sobre la primera parte, es mejor no hablar demasiado aquí. No aportó nada a la saga, casi diría que ni siquiera a la historia del cine y menos a la interesante filmografía de Burton.
También hubo una serie, creo que estrenada en España en 1978, y sustítuyó en la parrilla de TVE a otra gran serie (y kitsch) de ciencia ficción: Espacio 1999. En ella eran dos los astronautas, uno moreno y otro rubio (Peter y Alan, juraría que se llamaban), que huían por el planeta con el monete bueno, un tal Galen, que interpretaba Rody McDowall. La serie duró muy poco, pero fue entretenida y en mi recuerdo sabe a pan y chocolate.
Con Rody McDowall pasa un poco como con Andy Serkis (el actor que “interpreta” al mono en El origen del planeta de los simios): que se especializó en hacer de monete güeno. Interpretó a Aurelio en la primera, la segunda y la tercera, a César en la cuarta y la quinta, y a Galen en la serie. Pero era distinto: lo hacía con maquillaje, casi con una careta (El planeta de los simios ganó un Oscar especial al maquillaje porque esa categoría aún no existía).
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“El planeta de los simios”, la serie. Nunca la he visto repuesta, y mira que me gustaría, oye… |
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César, el mono que hace los gestos de Andy Serkis. |
Los efectos especiales de la película son los necesarios: los que hay que aplicar a los simios. Como decía mi querido y sin embargo admirado Javier Ocaña en El país, los saltos y brincos que dan estos monetes son un poco falsos, como falsos eran algunos movimientos de Gollum. Pero se hacen perdonar, como se hacían perdonar los inocentes efectos de Ray Harryhausen cuando la película de aventuras en la que se integraban merecían la pena. Y digo esto porque normalmente las precuelas y secuelas no salen bien. Es un prejuicio, pero muchas veces se hacen sólo para lucir los efectos especiales que los originales no tuvieron, olvidando las ideas y los guiones.
Pero no es el caso de El origen del planeta de los simios. Estos monetes molan.
Mi siguiente post será más corto.